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Introducción

La dinámica de transformación política a lo interno de la universidad comenzó a fortalecerse en los años 60. Gradualmente la participación estudiantil en los movimientos sociales se ampliaba y la actitud crítica y contestataria hacia el statu quo se hacía más fuerte.

El triunfo de la revolución cubana influyó en una serie de cambios de los movimientos sociales y estudiantiles en Latinoamérica. Se fueron afianzando las posiciones de izquierda democrática y fortaleciendo los movimientos armados que buscaban un cambio en las estructuras de poder que tuvieron como respuesta, violentas reacciones de los gobiernos.

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En la universidad se mantendría una lucha ideológica que, durante los años 60 y 70, favorecería los pensamientos hacia la izquierda que serían robustecidos con los mismos fines de la Carolingia. Una serie de sucesos irían creando condiciones y vigorizando la participación estudiantil en los procesos políticos sociales que derivarían en planteamientos, tanto académico y políticos, como revolucionarios.

Durante los primeros años en la Facultad había prevalecido el concepto de una enseñanza tradicional marcada por la visión academista que perseguía la excelencia en el proceso de enseñanza sobre la base de repetir los criterios que los profesores exponían. El pensamiento crítico y las actitudes hacia la realidad social que vivía el país no era un referente que se priorizara. Lo que se consideraba determinante era formar profesionales que, de acuerdo con los criterios y experiencias de los arquitectos de entonces, pudieran insertarse en el escenario profesional que ese momento demandaba. La carrera de Arquitectura era considerada como una profesión al servicio de las élites y quienes contrataban a un arquitecto debían contar con los recursos necesarios para llevar a cabo sus proyectos.

Desde los años sesenta los estudiantes comenzaron a denunciar un paulatino malestar respecto del proceso de formación del arquitecto. Eran años de rebeldía que fueron promoviendo poco a poco la participación

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del estudiante en los movimientos sociales y pronto, en los movimientos revolucionarios que se impulsaban en Latinoamérica. Los cambios en la visión de la educación superior pública hicieron desencajar el concepto elitista de la profesión y comenzó a plantearse otra arquitectura que fuera más orientada hacia las necesidades sociales.

Para inicios de los años 70, era obvio que esa nueva orientación no sería impulsada por la visión conservadora de la enseñanza de la arquitectura y que serían las posturas progresistas las que se encargarían de buscar las modificaciones. Los estudiantes que habían estado al margen durante la primera etapa de la facultad serían los nuevos protagonistas y tomarían la iniciativa para impulsar la reestructura académica. Poco a poco, los directivos de la Escuela irían perdiendo el control y observando como un proyecto por el cual habían trabajado desde los años cincuenta se escurría, entre propuestas y acciones, fuera de su dominio.

El nivel de anulación de la gestión y de presión hacia las autoridades fue tal, que los estudiantes harían renunciar a los principales directivos del nivel académico, lo que posteriormente llevaría también a la dimisión del Decano, a la desarticulación de los cuadros docentes y a la desintegración de la Junta Directiva y la administración de la Facultad.

En este trabajo se acompaña cada momento que tuvo que ver con el movimiento de transformación estudiado, se analiza el trascendental período en la historia de la Facultad de Arquitectura de la USAC que se propició con el Congreso de Reestructuración de Arquitectura y se identifican los aspectos, acciones y sucesos que definieron un reconocido movimiento estudiantil visiblemente influido por las condiciones del contexto.

Para realizar el análisis se hizo un breve recorrido histórico que comienza con la fundación de la carrera, incluye una concisa descripción de lo sucedido en los primeros años que fue llevando al surgimiento del movimiento. Se evalúan los diferentes criterios, postulados y acciones para la aprobación de la reestructura. Posteriormente se analizan los esfuerzos dentro de una etapa institucionalizada del proceso, para finalmente, revisar las condiciones que llevaron a la caída del modelo.

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El tipo de investigación se enfoca en lo cualitativo, se prioriza la reflexión y la interpretación de una fase de la historia universitaria que provocó un quiebre importante en el desarrollo universitario y que proporciona ingredientes para reflexionar sobre los fenómenos que afectan la realidad académica actual. El proceso ha requerido ubicar el objeto de estudio dentro de contextos externos e internos que influyeron en los distintos eventos que se desencadenaron.

Para hacer una investigación objetiva, dado las posiciones encontradas que generó el proceso y, a en virtud de que el autor no vivió directamente el evento, se trató de desvincularse de cualquier prejuicio y profundizar lo que fuera necesario para ir encontrando los datos que corroboraran lo que iba escribiendo.

Es por eso por lo que la información se sustenta, especialmente, en el análisis de las Actas de la Junta Directiva de la Facultad de Arquitectura y del Consejo Superior Universitario, así como en reportes históricos, documentos y periódicos. Para triangular la investigación se buscó realizar entrevistas con los principales actores, considerar las distintas opiniones y posturas y contrastar información. La mayoría de ellos respondió a nuestro llamado, algunos no fueron localizados o ya fallecieron, otros indicaron que no recordaban los sucesos de hace medio siglo y hubo quienes declinaron hacer comentarios, también se acudió a otras fuentes para obtener entrevistas de personajes ya fallecidos. Además, se incluyen dibujos y fotografías que se fueron obteniendo a lo largo de la investigación.

Debe acotarse que el libro se deriva de una investigación histórica, que el autor se encuentra realizando, relacionada con el desarrollo curricular de la Facultad de Arquitectura, en la que, hasta el momento se ha avanzado en tres volúmenes que abarcan de 1953 a 1972, de 1972 a 1980 y de 1981 a 1993. El primero, ya publicado por medios electrónicos y el segundo, en proceso de revisión, han sido la fuente principal para la elaboración de esta obra, a tal punto que se han extraído segmentos y, en algunos casos secciones completas, que se incluyen con ligeros cambios para apegarse al objetivo central del libro. Asimismo, se han incorporado artículos publicados en la revista Avance de la Facultad de Arquitectura también elaborados por el propio autor del libro.

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Se hace una narración cronológica para facilitar la lectura o escoger períodos específicos del proceso. En los primeros dos capítulos se esbozan los antecedentes que llevaron de la creación de la carrera, los principales sucesos que se dieron durante los años sesenta hasta el momento que inician las protestas que finalmente llevarían al planteamiento de la reestructura. Se marca el preámbulo que desencadenó en la rebelión estudiantil, la suspensión de actividades y la generación de apoyos políticos que fueron facilitando la consolidación del movimiento estudiantil.

Del capítulo 3 al 7, se muestran los enfrentamientos internos y el intento de renuncia del Decano. Se conoce la propuesta del CRA y se repara en el posterior reinicio de las actividades académicas y las distintas acciones para consolidar el proceso; se observa la caída del modelo conservador y se conocen las decisiones finales sobre el autogobierno, las manipulaciones políticas ante las elecciones a Decano, la desintegración de la Junta Directiva y la decisión del CSU de tomar el control de la Facultad de Arquitectura por medio de la Comisión de Dirección y Administración. Posteriormente se analiza la destitución y las renuncias reactivas de los catedráticos titulares; las convocatorias a concursos de oposición y las elecciones de los miembros de Junta Directiva.

Del capítulo 8 al 12, se examina la gestión del primer Decano post CRA. Se repara en el aparecimiento de un nuevo grupo revolucionario surgido en arquitectura, así como, las acciones ejecutadas y los reacondicionamientos iniciales al currículo. Se advierten algunas fisuras entre el bloque del CRA, los conflictos con el Consejo de Facultad, los tibios resultados del primer Coneval y los crecientes reclamos hacia la administración. Especial atención se procura al papel que jugó la Facultad durante el terremoto de 1976, el Plan de respuesta y desarrollo académico que se formula ante la crisis surgida por el sismo, las dificultades que tuvo para su implementación, los apremios que se generaron y las grietas que subsistieron en la unidad académica. Se repara en la intensificación de las hostilidades, el rompimiento del decano con los integrantes y directivos que impulsaban la transformación. Se describe el período en el que el rumbo parece perderse y se narran las últimas disputas entre los actores principales del proceso.

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A partir del capítulo 13 se revisan los inciertos escenarios afectados por la llegada de nuevas autoridades a nivel nacional y universitario, así como el alarmante incremento de la represión hacia la Universidad. Se subrayan los esfuerzos por retomar los principios del CRA y algunas acciones que comienzan a impulsarse ante nuevos obstáculos para continuar con el proceso transformador. También se deplora la amenaza y la muerte que rondan la universidad y que influyen para que el modelo quede a la deriva. Se expone la violenta y represiva situación que afecta a la comunidad universitaria, que amenaza con el cierre de la Universidad y obligaría a un giro en las políticas institucionales con un fuerte impacto en la Facultad de Arquitectura que llevaría al Decano a tomar medidas extremas que sellarían una época. Finalmente, en las reflexiones, se recapitula, analiza y se hace una síntesis de todo el proceso.

Es importante subrayar que no se persigue juzgar el desempeñó o las acciones de los distintos actores de este conflictivo asunto y se evitó emitir juicios morales o ideológicos. Esencialmente se realizó una apreciación reflexiva sobre los sucesos de un período que presentó condiciones para modificar las estructuras de la Facultad de Arquitectura.

Quizás a medio siglo de distancia se puedan observar de manera objetiva los esfuerzos que unos y otros hicieron para el desarrollo de la enseñanza de la arquitectura, los aciertos y errores y, las repercusiones y grietas que se formaron, algunas de ellas todavía pendientes de cerrar.

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ANTECEDENTES

1. Facultad de Arquitectura. Proyecto de Reestructuración, producto del CRA, 1972. 2. Entre los arquitectos que estudiaron en el extranjero y se incorporaron a la práctica profesional en Guatemala a partir de 1940, se identifican, con estudios en Francia, Rafael Pérez de León, Joaquín Olivares, Enrique Riera Isern y Juan Domergue; en Alemania, Roberto Hoegg, Erick Kuba, Guillermo Krebs, René Larrave A., Gustavo Jacobstal y Antonio Holzheu; en EEUU, Jaime Willard, Roberto Cordón, Alberto Novella, Roberto Irigoyen, Carlos Asensio Wunderlich, Carlos Fazhen Peláez y Jorge Montes Córdova; en México, Gabriel Damico, Luis Ángel Rodas, Manlio Ballerin, Roberto Aycinena Echeverría, Carlos Haeussler Uribio y José Asturias. Retornaron también, los arquitectos Pelayo Llarena Murúa, Raúl Minondo Herrera y Roberto Irigoyen Arzú,y se dedicaron al libre ejercicio de su profesión. A principios de la década de 1950 el mundo se recuperaba de un terrible enfrentamiento entre distintas naciones del orbe. Las secuelas de la guerra estaban todavía presentes. Comenzaban a resaltar las diferencias ideológicas que aportaban a una peligrosa guerra fría que amenazaría persistentemente la paz mundial y que también tendría consecuencias en varios países de Latinoamérica. Desde mediados de los años cincuenta hasta comienzos de los sesenta hubo varios momentos caóticos en el mundo, pero sería la crisis de los misiles soviéticos en Cuba la que favorecería la consolidación de la revolución de este país y posteriormente el fortalecimiento de la confrontación ideológica en la región latinoamericana.

En Guatemala el proceso revolucionario se había iniciado en octubre de 1944 en plena segunda guerra mundial. Un año después en 1945, se fundó el Centro de Arquitectos de Guatemala. Más adelante delegados guatemaltecos asistirían al VII y VIII Congresos Panamericanos de Arquitectura celebrados en Cuba en 1949 y en México en 1951.1 Estos sucesos fueron propiciando el interés por crear estudios de Arquitectura en Guatemala en donde ya había arquitectos graduados en distintos países. 2

El 15 de marzo de 1951, Juan Jacobo Árbenz Guzmán recibió la presidencia del país de manos del Dr. Juan José Arévalo Bermejo. Parecía que la revolución se estaba consolidando, pero se vería seriamente afectada durante ese segundo gobierno. Muchas decisiones estaban teniendo repercusiones en distintos grupos de poder de la sociedad guatemalteca y algunas también afectaban intereses extranjeros. Era un momento en que el escenario geopolítico se recomponía y el poderío adquirido por Estados Unidos se hacía presente en distintas latitudes de la tierra. Guatemala lo comprobaría muy pronto.

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3. Entrevista a Jorge Montes en: Aracely Avendaño, Historia de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos de Guatemala, (Guatemala: 2008) 62. 4. El No Nos Tientes es una publicación que acompaña las tradicionales actividades de la Huelga de Dolores. En 1952 la Federación Panamericana de Arquitectos realizó un congreso en México al que asistieron varios arquitectos guatemaltecos entre ellos, Jorge Montes, Raúl Minondo, Pelayo Llarena, Alberto Novella y Carlos Asensio. Montes comentó que durante su estadía tuvieron un encuentro fortuito con Frank Lloyd Wright quien hizo algunos comentarios a los guatemaltecos. En una entrevista a Jorge Montes este indicó que uno fue muy significativo: «No copien teniendo ustedes allá mucho más en que inspirarse para hacer su arquitectura propia». Montes comentó: «… al volver de ese congreso nos hicimos el propósito de fundar la Facultad de Arquitectura, las reuniones se realizaban en Obras Públicas donde yo trabajaba».3

Durante los años de la revolución, en la dirección universitaria había existido una actitud indolente y desvinculada de la actividad política del país, se apreciaba poca disposición para apoyar al ejecutivo, aunque muchos de los cuadros del gobierno revolucionario habían surgido de la universidad. En el No Nos Tientes4 se criticaba abiertamente al régimen de Árbenz. En 1952 se había consolidado el Comité de Estudiantes Universitarios Anticomunistas, CEUA, que tenía entre sus principales dirigentes a Mario Sandoval Alarcón, Oscar Cóbar, Mario López Villatoro y Lionel Sisniega Otero, futuros dirigentes de la extrema derecha guatemalteca. Sin embargo, en 1953 llegaría una nueva junta directiva a la AEU, que estaría presidida por Roberto Díaz Castillo, que sería marcadamente proclive al gobierno de la revolución.

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