Tribuna de prensa
La personalidad
Francisco José López de Paz
El diccionario la define como el conjunto de rasgos y cualidades que configuran la manera de ser de una persona y la diferencian de las demás. Si sustituimos el término “persona” y colocamos ahí el de entidad o institución, comprobamos que la definición de personalidad también es aplicable a cosas distintas al ser humano. Por ejemplo a una hermandad. La personalidad de una cofradía sería el conjunto de características y de costumbres que le dan forma y que se hacen explícitas en el momento en que esta se relaciona con sus miembros y con el resto del mundo. Si se echa un vistazo al conjunto de corporaciones que configuran el movimiento de la religiosidad popular en Sevilla, es decir las hermandades, a sus usos y sus costumbres no hay que ser un lince para percibir que cada vez cuesta más distinguir la personalidad de una de la personalidad de otra. Antes de que el mundo se globalizara y comenzáramos a vivir en eso que se denomina aldea global, las corporaciones han ido perdiendo parte de los aspectos que las definían para comenzar a poner en marcha procesos de emulación de aquellas hermandades o devociones punteras. Que es la macarenización si no la imitación de todas las cosas que componen el mundo y la estética macarena. Y no solo pasa en Sevilla con Sevilla; el proceso de sevillanización de otras semanas santas y manifestaciones de la fe popular en Andalucía está provocando que se pierdan los rasgos propios locales para asemejarlos a los de la capital de la comunidad. La obsesión personal de muchos por hacer lo que ven por la tele ha llevado a que se pierdan maneras de llevar los pasos y los tronos para cambiarlos por las formas sevillanas de los costaleros cada vez más adocenadas y decadentes. Esta epidemia hace estragos en poblaciones medias de Andalucía. En una muy conocida de la provincia de Granada donde los pasos se llevaban con hombres de trono, todos los años hay una nueva hermandad que cambia su manera autóctona de llevar el paso por la de las cofradías sevillanas. En esto, como en todo lo que signifique una cesión de tu manera de ser, se pierde más que se gana.
El primero que comenzó a alertar de estos problemas de globalización circunscritos al mundo de las hermandades de gloria fue el hermano de la Pastora de Santa Marina, el gran Juan Martínez Alcalde. La gente de mi generación comenzó a admirar a estas corporaciones a través de los escritos de Juan en el Abc que después se convertirían en el primer vademécum de las glorias, un libro de pastas celestes que llevaba en su portada
la foto del rostro de la melancólica Virgen de vuestra hermandad. Gracias a estos textos, los chavales de entonces comenzamos a conocer hermandades de cuya existencia no teníamos noticia. Pero sobre todo comenzamos a admirar el inmenso patrimonio histórico y artístico que de manera heroica habían mantenido los hermanos de las Glorias. La Alegría, la Luz, Todos los Santos, el Amparo, la Pastora… Las advocaciones formaban el mapa de una geografía desconocida y apasionante que se sustanciaba en la primavera o en el otoño con aquellas procesiones que nos sorprendían tanto y con las que aquellos chavales descubrían enclaves inéditos de su ciudad. Las Glorias eran, en efecto, las hermandades que articulaban los barrios y las devociones mayores de las collaciones de Sevilla. Al ver estas algunas de estas procesiones reparábamos en esos peligros de los que alertaba Martínez Alcalde; el aspecto de las imágenes letíficas no se diferenciaba de las dolorosas de Semana Santa; con los exornos florales y los repertorios de las marchas ocurría lo mismo e incluso con la estructura de los cortejos cuyos integrantes hasta abandonaban el elegante gozo del momento para adquirir rictus propios de un vía crucis penitencial.
Por fortuna, y a medida que los propios hermanos fueron conociendo las respectivas historias de sus corporaciones, la cosa fue cambiando. No sé si me equivoco pero la frontera del nuevo siglo puede marcar un antes y un después en el devenir de las Glorias en estos aspectos de la personalidad. Hubo un interés por parte de las nuevas generaciones en rescatar lo mejor del pasado para devolver las esencias. Antes de esta frontera se pueden marcar dos hitos que prepararon el camino; la procesión colectiva de 1982 en la que los pasos expuestos en el Salvador recorrieron una especie de carrera oficial por la calle Sierpes y la Campana, y la muestra de Los Esplendores de las Glorias de1992 que concentró en la Iglesia de San Juan de Dios y en la antigua Caja San Fernando pate de mejor de la imaginería y los enseres. Las otras exposiciones que se han celebrado en el Círculo Mercantil o aquellas que se han celebrado en otros enclaves como el Casino de la Exposición nos han enseñado un patrimonio de incalculable valor y en la mayoría de las ocasiones, de más impacto que los enseres de las penitencias que cada vez se parecen más los unos a los otros. Solo con lo que mantienen las glorias se podría montar un interesante museo sacro para dar a conocer el devenir de las artes en Sevilla en el terreno de la talla, la orfebrería