COSAS QUE
NUNCA CAM E
l viernes 13 de marzo del 2020, al igual que la mayoría de las iglesias en los Estados Unidos, la Iglesia de Dios, una Asociación Mundial, canceló todos sus servicios presenciales. Nunca nos imaginamos que esto continuaría durante 14 semanas. ¡Fue un evento sin precedentes! Que yo sepa, la Iglesia nunca había cancelado sus servicios a lo largo de todo el país —ni durante las guerras mundiales o la epidemia de la gripe española entre 1918 y 1920. Y no sólo fue en los Estados Unidos, más de cien países alrededor del mundo tomaron la misma medida en las semanas siguientes. Incluso ahora, algunos países siguen prohibiendo las reuniones religiosas en grupo.
Tiempos peligrosos
En 2 Timoteo 3:1, Pablo describe los tiempos del fin como “tiempos peligrosos”. Luego, el apóstol menciona
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DISCERNIR
algunas conductas y hábitos personales que serán señal de esos tiempos. La profecía bíblica dice que al acercarse el fin habrá desastres, pandemias y guerras; pero en esta epístola, Pablo afirma que además las personas serán “amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles, aborrecedores de lo bueno” (vv. 2-3). Acciones y actitudes como éstas conducen a una sociedad fracturada que pone por encima el individualismo en lugar del bien común.
Restricciones sin precedentes
Desde ese día de marzo en que la pandemia entró en escena, mes tras mes el mundo ha experimentado miedo, muerte, ansiedad, dolor, sufrimiento y vidas alteradas. Por primera vez en mi vida escuché que los gobiernos en muchos países impusieron restricciones y cerraron todos los negocios excepto los esenciales, cerraron los colegios para tener las clases en línea, impusieron el uso de tapabocas con la amenaza de que aquellos que no lo hicieran serían multados y dictaminaron cuándo las personas podían salir de sus casas y cuándo no. Nadie estaba preparado para algo así.
Enero/Febrero 2022
Foto: iStockphoto.com
La pandemia del COVID-19 y las reacciones humanas que ha provocado han puesto al mundo de cabeza. Cuando todo parece estar cambiando, ¿a qué podemos aferrarnos que nunca cambiará?