Hasta los 10 años de vida, Carlos Fuentes había crecido alternadamente en ciudades de habla hispana y angloparlantes, como consecuencia de la carrera diplomática de su padre, el mexicano Rafael Fuentes Boettiger. Una vez que éste fue destinado a Santiago de Chile como Ministro Consejero de la Embajada de México, decidió matricular a su hijo en el Grange School, un prestigioso establecimiento donde aseguraría la continuidad de su aprendizaje del idioma inglés.