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Introducción
INTRODUCCIÓN
Escribir la historia de un territorio en una época determinada ofrece muchos problemas cuando ese territorio, en este caso el Alto Aragón, forma parte de un conjunto más amplio, Aragón, España, en el que se ha integrado desde sus propios orígenes históricos. El Alto Aragón no es una entidad política diferenciada, aunque pudo haberlo sido transitoriamente en la Edad Media, tanto bajo la dominación musulmana como bajo la cristiana. No es tampoco una entidad administrativa, como lo es la provincia de Huesca, pero no nos es posible resolver la cuestión titulando este ensayo «La provincia de Huesca en la guerra de la Independencia», porque la provincia de Huesca no existe, como tal, hasta 1822, y definitivamente hasta la división provincial de 1833. Antes de 1822 Aragón era una sola provincia. No obstante, en todas las clasificaciones y estructuraciones de España, que se hacen a partir de 1711, y sobre todo a partir de la España dividida de Floridablanca, de finales del siglo XVIII, Huesca aparece como uno de los corregimientos o partidos básicos.1 También los franceses, creyendo dominado el país, crearon en 1809 el departamento de Ebro y Cinca, con capital en Huesca, y por el decreto napoleónico de 17 abril de 1810 de erección de las prefecturas se instituyó la de Huesca, con límites en Francia, Lérida, Zaragoza, Tarragona y Pamplona.2 No sé cuándo comenzó a usarse la expresión Alto Aragón: ya consta en 1794 y en 1820.3
Perteneciendo, pues, a la provincia de Aragón, y sin haber tenido nunca pretensiones emancipadoras, el norte de Aragón posee características geográficas propias, que han contribuido a la configuración de sus habitantes, a la vez que estos las han ido modificando. Región montañosa y también de llanura, una primera consideración sería la clásica del hombre de las cumbres respecto del
1. Cf. Ubieto (1983) y Burgueño (1996). 2. Madoz (1845-1850: 315, s. v. Huesca). 3. En Viaje por el Alto Aragón. Noviembre del año 1794, de Francisco de Zamora (1997), aunque el título puede haber sido puesto por el editor moderno. Véase también la intervención del diputado Vicente Cabrero en las Cortes el 2 de septiembre de 1820 (Diario de Sesiones, 1, 1820, pp. 765-766): propone la división del territorio en dos provincias, Alto Aragón y Bajo Aragón, con capital en Huesca y Zaragoza, respectivamente.
hombre del llano; pero desde el punto de vista hidrográfico toda la región pertenece a la cuenca del Ebro, lo cual la une fuertemente a la gran ciudad del llano, Zaragoza. Esto tiene su reflejo en la propia guerra de la Independencia, cuando todo el Alto Aragón se moviliza para salvar a la capital. Desde el punto de vista eclesiástico, olvidando ahora épocas remotas, el Alto Aragón es la sede de tres obispados, Barbastro, Jaca y Huesca. Una parte de su territorio dependía de la diócesis de Lérida: hoy ya esto ha terminado, pero han quedado problemas sin resolver. Entre las tres ciudades episcopales no dejó de haber rivalidades, como las hay en cualquier otra circunscripción, pero también a veces nos sorprenden fenómenos de intensa solidaridad.
Otro rasgo muy característico es que el Alto Aragón forma una de las fronteras españolas con Francia, lo cual también tiene su importancia, no tanto desde el punto de vista de que se haya generado una mentalidad de frontera, al estilo americano,4 sino porque el paso del tiempo fue creando unas costumbres fronterizas5 que la guerra alteraría pero no podría suprimir. Una muestra algo ingenua de esta conciencia podemos encontrar en el libro de Mariano Blas Garoz y Peñalver Descripción de los valles, puertos y entrada de Francia por el reino de Aragón, aumentada a la del año de 1586,compuesta y publicada por […] para gobierno y destacamentos del ejército para la actual guerra con Francia. El autor publicó una segunda edición, con título ligeramente cambiado: Descripción histórico-poética de los valles, puertos y entradas a Francia por el reino de Aragón. Aumentada a la del año de 1586 en el de 1793, que presentó a las Cortes el 19 de julio de ese año.6
Una descripción de Aragón, Zaragoza, Fraga, Huesca, Jaca, Teruel y Barbastro al final del Antiguo Régimen puede verse en el Atlante español (1780).7 Útil resulta todavía hoy la Geografía histórico-militar de España y Portugal de José Gómez de Arteche, que es fundamentalmente una geografía de cuencas hidrográficas en la que el autor hace frecuentes referencias a las guerras recientes, sobre todo a la de la Independencia.8
Tema particular, pero no carente de significación, es el relativo al corregimiento de las Cinco Villas, situado en la orilla izquierda del Ebro, frontera con Francia, y hoy dividido entre las provincias de Zaragoza y Huesca. Las cinco villas propiamente dichas son Ejea de los Caballeros, Sádaba, Sos, Tauste y Uncastillo, pero el conjunto llegaba a 79 pueblos y lugares, con una población que se aproximaba a los 10000 habitantes.9 Resulta imprescindible tenerlo en cuenta, por lo menos respecto de las poblaciones que hoy pertenecen a la provincia de Huesca.
4. Cf. Ricard (1981). 5. Compárese con Roura (1994 y 1995). 6. La primera edición (Garoz, 1808), en la Biblioteca Nacional de España, R/2892. La segunda (ídem, 1813) consta en Palau (1948-1977) y en el Diario de Sesiones, 8, 1870, pp. 5733-5734. 7. Atlante español. Reinos de Aragón y Mallorca, parte I: Aragón. 8. Gómez de Arteche (1859). 9. Guirao (2007: 43).
Es digno de señalarse la importancia de la Universidad de Huesca, llamada Sertoriana por la voluntad y el orgullo de enlazar con la historia de Roma, es decir, con la escuela para hijos de nobles indígenas que fundara Sertorio, aunque naturalmente el nexo entre la fundación de Sertorio y la universidad que llevó su nombre sea quimérico.10 La Universidad Sertoriana, única en la comarca y única en Aragón hasta la aparición de la de Zaragoza, ejerce una extraordinaria función de cohesión, que se extiende incluso a Cataluña, muchos de cuyos hijos más destacados estudiaron en sus aulas. Aunque se trata de una institución de Antiguo Régimen, como todas mientras este sistema prevaleció, su existencia permitió el surgimiento de un pensamiento diferente, que no deja de tener categoría. Bastará decir aquí que Victorián de Villava, rector de la Sertoriana en 1785 (el puesto era anual), colegial del mayor de San Vicente Mártir de la misma y catedrático de Código, se constituyó en una de las grandes figuras de la Ilustración aragonesa y española. Traductor y editor de las Lecciones de comercio o bien de economía civil de Antonio Genovesi (1785), pasado en 1789 a la Audiencia de Charcas,Villava fue maestro de Mariano Moreno, el más importante pensador político del Río de la Plata en su revolución de independencia.11 Podríamos hablar también de los estudiantes de este centro que llegaron a ser científicos de proyección universal, como Félix de Azara, quien al morir en Huesca en 1821 fue enterrado en el panteón de los Lastanosa, en la catedral oscense.12 Es importante el elogio que hace Pascual Madoz de la Universidad Sertoriana, como antiguo discípulo de la misma, en 1850, es decir, pocos años después de su cierre.13 Existió también en Jaca una Sociedad Económica de Amigos del País, fundada el 10 de octubre de 1783 y bastante activa en sus mejores tiempos, aunque ya para 1808 se la da por desaparecida.14 Cómo era Huesca en el siglo XVIII puede verse en la reconstrucción de Antonio y Joaquín Naval.15
Otro aspecto importante, sobre todo en el orden cultural, para Huesca y para todo el Alto Aragón, es la preilustración de Vincencio Juan de Lastanosa (16071681) y su círculo, que destacan por su inagotable afán de conocimiento y su curiosidad universal. Aparte de su obra, propia de un amante de las antigüedades y coleccionista, Lastanosa se distinguió como mecenas. Su figura, en la que ahora se está trabajando mucho, ha merecido la atención de los estudiosos, que se han fijado en la casa del prócer y los jardines que la rodeaban, las capillas de su familia en la catedral y en la iglesia de Santo Domingo, de Huesca (casi los únicos restos de su esplendor que han llegado hasta nosotros), la riquísima biblioteca,los muebles y escritorios, la pintura, la armería, las monedas, medallas y piedras pre-
10. Cf. Martínez Bara (1952). Alins (1979) se refiere a los intentos de restablecer la Universidad Sertoriana al calor de las revoluciones de 1854 y 1868. Véase también Alins (1991 y 1993). 11. Cf. Levene (1946), Lewin (1961) y Venturi (1969: 637-644). 12. Véase Gil Novales (2005: s. v.). 13. Cf. Gil Novales (1985). 14. Demerson (1978). 15. Naval (1978).
ciosas, los objetos de Asia Oriental en sus colecciones y biblioteca (una de sus más curiosas inclinaciones), la cartografía, los instrumentos científicos, los objetos naturales (colmillos de elefantes, semillas en grabados, etcétera) y la pasión por la alquimia.16 Del numeroso círculo de sus amistades, protegidos y continuadores, entre los que hay naturalistas, coleccionistas, historiadores, escritores, juristas y pintores, solo quiero fijarme ahora en su fecunda relación con Baltasar Gracián y con don Juan José de Austria (1629-1679), y también con el secretario de este, Francisco Fabro Bremundan. No es necesario hablar aquí de la categoría literaria de Gracián, ni siquiera de la amistad que le unió con Lastanosa. Curiosamente, durante algún tiempo los investigadores sobre todo extranjeros se fijaron en Vincencio Juan porque lo consideraban una especie de puerta para penetrar en Gracián. La fama europea de este, sobre todo en Alemania a través de Schopenhauer, conecta su nombre con la plena Ilustración y con el tremendo movimiento de la Resistencia en la II Guerra Mundial. Uno de los participantes en esta Resistencia en Alemania en plena guerra, Werner Krauss, condenado a muerte en 1942, mientras esperaba ser ejecutado se puso a trabajar sobre Baltasar Gracián, y uno de los libros de que pudo disponer en la prisión fue El Criticón. 17 Afortunadamente, Krauss no fue ejecutado. Entre otras muchas obras pudo publicar un libro importante sobre la Ilustración en el mundo hispánico.18 Es grato encontrar a Gracián en esta vecindad. Pero hay más. El escritor cubano José de Armas, en un trabajo sobre José Martí, recuerda que en 1887 el que muy pronto sería el héroe de la Independencia de su patria le habló mucho de Gracián, al que conocía muy bien, y comenta Armas que el estilo de Gracián formó el de Martí, y con él, con el poder de fascinación de la palabra humana, llegó Martí «al colosal empeño de 1895».19 Sabido es que José Martí estudió en Zaragoza,20 y allí pudo leer al genial bilbilitano (aunque acaso pudo leerlo antes en la propia Cuba); bilbilitano, pero no de Calatayud, sino de Belmonte, que en Huesca encontró su «verdadera patria literaria».21
A pesar de estas realidades, todavía a finales del siglo XVIII un autor que emprende un estudio sobre la ciudad y su partido, por encargo en 1788 del conde de Campomanes, aprobado en 1796, indica que sería conveniente crear una biblioteca pública, que podría formarse a base de las que existen en el Palacio Episcopal y en la Universidad. Ya no menciona para nada a Lastanosa.22
Los rayos lastanosinos nos han llevado hasta la Ilustración, José Martí y la Resistencia democrática en la II Guerra Mundial. Falta con respecto al mecenas
16. Cf. el catálogo de la exposición Vincencio Juan de Lastanosa (1607-1681): la pasión de saber. Véase también Hernando (2007). 17. Gracián (1635). 18. Krauss (1973). 19. Armas (1910). 20. Fernández Clemente (1999). 21. Batllori y Peralta (1969: 45, texto de Miguel Batllori). 22. Blecua (1987).
oscense averiguar algo sobre sus ideas políticas. En el Antiguo Régimen no había más política que la de los reyes y sus ministros, salvo en el caso de las famosas alteraciones. Sin embargo, se pueden señalar algunas tendencias. Lastanosa en la crisis de 1640 fue patriota, mandó una de las compañías oscenses que acudió a liberar el castillo de Monzón, que había sido ocupado por los franceses. Patriotismo y lucha contra el extranjero: aunque las diferencias temporales no se pueden suprimir, parece que estemos hablando de 1808. Luego está su amistad con Juan José de Austria y con Bremundan. Acaso solo comprensión intelectual del movimiento que había protagonizado el hijo bastardo de Felipe IV.23 En todo caso no está mal.
Queda clara la importancia de Lastanosa en el Alto Aragón, en su tiempo y quizás en el futuro. El problema para los historiadores es considerar la rapidez con que desapareció su legado. La guerra de la Independencia tuvo algo que ver con este fenómeno. En 1681, el año de su muerte, Vincencio Juan donó al Archivo del Reino, en Zaragoza, 1100 monedas, así como manuscritos y libros relacionados con la historia de Aragón. El Archivo correspondió colocando su retratojunto a los de Antonio Agustín, Jerónimo Blancas y Jerónimo Zurita. Los retratos y gran parte de la donación desaparecieron en la guerra, con la destrucción del palacio de la Diputación, que albergaba el Archivo. Después, una parte de la biblioteca pasó a Suecia; libros suyos han sido localizados en la Bibliothèque Nationale de París, algunas colecciones están en poder de un librero de Zaragoza, otras cosas se han quedado en Huesca, pero el conjunto es lamentable: la piqueta se encargó de destruir lo que el tiempo no había liquidado.24 Ya hemos visto que la guerra de la Independencia empezó la labor. Queda por saber si la herencia intelectual que, a través de Gracián, hemos visto que llega hasta la Ilustración, Martí y la Resistencia en la II Guerra Mundial, dejó también su impronta en el Alto Aragón.
Agradezco a Fernando Alvira Banzo y a Pilar Alcalde Arántegui, del Instituto de Estudios Altoaragoneses, su interés en que el presente libro viese la luz, a Ana Oliva Mora, del mismo Instituto, su concurso, al proporcionarme algunos trabajos que me han sido de gran utilidad, y a José Antonio Armillas Vicente, Ramón Guirao Larrañaga, Herminio Lafoz Rabaza, Ignacio de Torres-Solanot y García de Bustelo, y Valeriano Carlos Labara Ballestar que me obsequiasen también con algunos de sus preciados títulos sobre la guerra de la Independencia. Y a Jean-René Aymes sus aportaciones de libros propios y ajenos. Toda la literatura que se recoge en la bibliografía me ha sido de gran utilidad, y puedo decir que con ella a la vista he procurado esmerarme. Los lectores dirán si el acierto me ha acompañado.
23. Sobre Juan José de Austria, cf. Aguado (1968) y Kalnein (1989 y 1992). 24. Cf. la excelente biografía de Lastanosa publicada por Carlos Garcés Manau en el catálogo de la exposición Vincencio Juan de Lastanosa (1607-1681): la pasión de saber.