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Iglesia y Actualidad

Mensajero

¿Hacia dónde vamos con el actual desarrollo?

Por: Pastoral de la Comunicación Diócesis de Teotihuacán La historia de la humanidad revela que el ser humano tiene inscrito en su corazón y en su mente el crecimiento, el

progreso, el desarrollo de su vida y su entorno. Hemos experimentado épocas brillantes y otras más obscuras en nuestro desarrollo humano, religioso, cultural, artístico, tecnológico, científico, político, y social. La época actual es

testigo de un poderosísimo desarrollo, como nunca en la historia de la humanidad, en tan poco tiempo. Sin embargo, es sano y humano preguntarnos ¿hacia dónde vamos con el actual desarrollo? Las evidencias nos indican un futuro poco esperanzador. Hay un modelo como decíamos, político-económico-jurídico fuertemente cuestionado que nos lleva a vivir en un planeta enfermo (descalabro ambiental, escasez de agua, agricultura dañada, explotación desmedida de la naturaleza, endiosamiento de la ciencia y tecnología, falta de solidaridad, pobreza, hambre, violencia….). Los caminos de salida necesitan una profunda conversión ético-cultural, un cambio de mentalidad que parta de la comprensión de lo que es y significa la naturaleza y el medio ambiente en sí ya para el ser humano. La ética del medio ambiente tiene su fundamento en el amor, la solidaridad, la armonía, la justicia, para ser aplicados a las políticas. Si bien es cierto que solo el ser humano es capaz de derechos y deberes, también la naturaleza podría merecer este trato de parte nuestra, pues no es inferior al ser humano, y no puede ser tratada con arrogancia, sino con responsabilidad, como veremos más

adelante. Cada vez con mayor fuerza se plantea entonces la necesidad de avanzar en la concretización de un desarrollo sustentable, que no es cualquier desarrollo. De esto se empezó a hablar en 1987, cuando el UNEP (United Nations Environment Programme), organismo de la ONU sobre el cuidado del, medio ambiente con sede en Nairobi (Kenia), publicó el informe “Nuestro futuro común”, planteando el concepto de desarrollo sustentable como “aquel desarrollo que satisface las necesidades del presente, sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades”. Y con el pasar de los años se fue dando un sentido más global y concreto a esta definición inicial. Hay que considerar que el desarrollo, si no es sustentable, no es desarrollo. ¿Qué sentido adquiere hoy la sustentabilidad? Debe responder al menos a cuatro ámbitos, en su conjunto: ambiental, social, económico y político. El documento completo puede descargarse en: http://www.diocesisdetexcoco.org/desc argas/taller_cambio_climatico2012/ca mbio_climatico.pdf

Fe y Compromiso Social: Un buen cristiano es un mejor ciudadano Por: Leandro Medina Cabrera Para muchas personas existe una confusión al hablar de la distancia entre Fe y Política; pues se cae en el riesgo de vivir una doble moral, sobretodo, en el ámbito personal al intentar separar lo que se cree de lo que se hace. Ya comentábamos en el artículo anterior acerca de esta división IglesiaEstado, válida para ciertos efectos que involucran la separación de intereses, escenarios y facetas; pero que nos puede hacer actuar como si olvidáramos que en todo momento somos Iglesia, y somos Estado. Veamos. ¿Cómo comprendemos el actuar de un agente de tránsito que recibe una "mordida" en su labor, a cambio de dejar pasar alguna infracción cometida, sabiendo que en su colonia se distingue por ser muy apegado a su Iglesia? ¿Cómo entender el actuar injusto de algún funcionario que oculta recursos sociales o los condiciona en su interés político; haciendo alarde de su devoción religiosa en casa? Y, ¿Como queda ante nuestros ojos aquel fiel y devoto

comerciante que sube los precios de sus mercancías sin justificación? Esto es similar a lo que sucede con aquellos papás que les enseñan a sus hijos que, decir mentiras y tomar cosas ajenas es malo; y sin embargo, cuando algún vecino va a pedir el dinero que les prestó hace tiempo, piden que digan que no están. Y qué decir de quienes se presentan como una persona en su familia, y en su trabajo son totalmente opuestos. Resulta contradictorio y realmente absurdo. No podemos llegar a decir: "ah, es que yo actuó según el lugar en donde esté", pues esto nos convierte en falsos, y deshonestos, sobre todo ante Dios que nos vigila en todo momento y acto (‘Y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará’ Mt. 6, 18). De aquí, que aquel que se reconoce como hijo de Dios, fiel seguidor de Cristo, y además desempeña algún cargo, ó comisión; no puede olvidar su compromiso social bajo el argumento de estar separando sus fun-

ciones de su fe. Por el contrario, su posición le exige doblemente cumplir con justicia, generosidad y servicio hacia los demás. Asimismo, el abogado, cerrajero, médico, albañil, ingeniero, taxista, comerciante, cualquiera que sea nuestro oficio o profesión, estamos invitados a tomar conciencia y llevar a cabo nuestra actividad con fiel congruencia hacia nuestra fe al entregar nuestro mejor esfuerzo, con honestidad y alegría de servir. Hacer las cosas sin considerar hacia quien va nuestro trabajo, dándole ese

plus o extra que a nosotros nos gustaría recibir al ser atendidos como consumidores, nos encierra en una burbuja de egoísmo que, contradictoriamente, nos impide ver la importancia de nuestra labor, y su impacto en la sociedad a la que pertenecemos. Así, cada uno de nosotros, como verdaderos cristianos seguidores de Jesús, debemos procurar hacer el bien desde nuestro trabajo, y hacer bien nuestro trabajo, con entusiasmo y comprendiendo que agregamos con nuestros dones a la construcción de una mejor sociedad.


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