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Soy Morena

Por Madelyn Gastelum

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Soy morena. Mi cabello forma una cascada de olas expresadas desde mi cabeza. Mis ojos son de mirada profunda como una tierra fértil brillando con una intensidad dulce. Mi piel brilla con un tono terracota calentándose cuando el sol se eleva. Yo me parezco a mi familia y mis antepasados. Pero no siempre amaba a la persona que veía. Yo luchaba buscando mi identidad verdadera. Recuerdo la primera vez que me di cuenta que parecía diferente. Ser diferente no es malo, y he aprendido que diferente no significa feo. Ser diferente significa que eres algo que no se ve a menudo. No me parecía a mis muñecas Barbies que llenaban mi baúl debajo de mi cama. Tampoco me parecía a una princesa que giraría a vivir una vida feliz y para siempre. Y tampoco me parecía a mis hermanas. Bromeamos y decíamos que mamá era como una impresora que perdía un poco de tinta con cada hija. Una vez que me di cuenta que era diferente no quería nada más que haber perdido un poco más de tinta cuando mi mamá me impreso. Mi prima tuvo una fiesta para su cumpleaños de disfraces y teníamos que vestirnos de princesas. Yo sabía exactamente cómo me iba a vestir. Había visto en las películas que habían hadas, dragones, maldiciones, y vestidos que cambian de color. Yo quería ser la bella durmiente. Mi mamá me compró un vestido espumoso, zapatillas, tiara y una peluca para que me pareciera a la bella durmiente. Esa mañana me levanté temprano, y me puse el vestido y sentí que mi piel estaba en llamas cuando puse mis brazos en ese vestido brumoso. Me puse las zapatillas con sus tacones brillantes y me quedaban apretadas. Envolví mi pelo en la peluca rubia y me calentó mi cabeza. Vivía la definición de incómodo pero no me importó porque al fin era una princesa y estaba que explotaba de alegría que me vería como una princesa. Pero la niña que vi en el espejo no era como la princesa de las películas. Tenía el vestido, las zapatillas, el pelo y la tiara. Pero, ¿Por qué no me parecía a la princesa Aurora? Miraba fijamente a la niña en el espejo por lo que pareció un siglo. Y cada minuto que transcurría mi corazón se sumía en mi pecho y un nudo en mi garganta me hacía difícil pasar mi saliva. Mis ojos tenían una sensación de quemazón que empezaban de los bordes y avanzaban hacia el centro de mis corneas. El punto donde yo usualmente me limpio cada mañana empezó a hincharse. Sentí el calor de mis lágrimas. Tenía todo para parecer como la princesa Aurora, pero no me parecía a ella. Fue entonces que me di cuenta porque no me parecía a mi princesa favorita. Yo soy morena. Soy café como el lodo. Soy morena como el círculo que deja una taza de café en la mesa. Soy morena como el caramelo que se te pega entre los dientes. La bella durmiente no es morena, es blanca. Mi princesa favorita es blanca como el azúcar que tiene una dona. Blanca como la nieve que cae en navidad. Blanca como los vestidos que se visten en la iglesia. Yo nunca seré blanca como ella. Mi corazón se rompió y sentí un gran vacío. No podía pasar la saliva y me faltaba el aire. La quemazón de mis ojos se hizo más predominante y no pude evitar que mi llanto y lágrimas se derramaran en mi rostro. Me quité la tiara, la peluca y pateé las zapatillas que me apachurraron mis dedos. Me quité el disfraz que no me hizo ver como princesa. Cansada y derrotada, me senté y lloré porque no fui una princesa como pensé ser. Mi madre vino a decirme que era tiempo de irnos solo para enfurecerse por lo que había hecho. Ella preguntó porque me había quitado el vestido, pero no pude responderle porque no sabía porque lo había hecho. Entonces mentí. Dije que tenía comezon, y que no me gustó el color amarillo de mi cabello que tenia. Me puso una camiseta y no tuve que ponerme esa peluca. Ya no me importaba solo quería que el día se acabará. Después de esto nunca quise vestirme como una princesa; ni para Halloween, ni para fiestas, ni para disfrazarme con mis hermanas menores. Quise que fuera como las del hermoso vestido de fiesta que cantó una canción bonita y bailó todo el día. Doce años de sentirme que no importa lo que haga, nunca seré una princesa. Hasta que un día vi a alguien en el espejo. Alguien en "El lugar más feliz de la tierra" vio algo diferente en mi. Fui diferente porque me parezco a alguien que no ves todos los días. Fui diferente de esas que recitaban líneas de amor de nuestros ídolos de la infancia. Fui diferente de las centésimas de otras chicas que se alineaban en la pared con esperanzas de ser llamadas. A mi me escogieron porque era diferente de todas esas chicas. Ese día me di cuenta que mi piel morena era hermosa. Por primera vez me vi como una de las princesas, una que voló hacia un nuevo mundo. Soy morena como la tierra que brota vida del suelo. Soy morena como el café que calienta tu alma. Soy morena como el azúcar que endulza todo. Me encanta que mi piel me haga única porque me dio una oportunidad en magia. La magia de enseñarle a cientos como yo, que puedes ser de color cafe y girar al rededor, como tu princesa favorita.

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