Cuadernos Políticos, número 48, México D.F., ed. Era, octubre-diciembre, 1986, pp.45-72.
Carlos Antonio Aguirre Rojas
Hacer la historia, saber la historia: entre Marx y Braudel* [...] la concepción materialista de la historia también tiene hoy día un montón de amigos a quienes les sirve de excusa para no estudiar historia. Federico Engels, Carta a Conrad Schmidt, 5 de agosto de 1890.
INTRODUCCIÓN Después de casi cien años de que Engels hiciera referencia a estos “falsos amigos” del materialismo histórico, el reproche mencionado en su carta a Schmidt continúa siendo indudablemente aplicable a un número muy importante de los presuntos seguidores de la visión materialista de la historia. Aún hoy en día, son relativamente numerosos los marxistas que piensan que, por ser tales, se encuentran disculpados de la necesidad de, por lo menos, asimilar y conocer los principales trabajos, aportes y desarrollos de la investigación histórica clásica y contemporánea.1 Lo que, por lo demás, no puede reducirse en su explicación a un simple problema de descuido, negligencia o desinterés de estos marxistas por el conocimiento mismo del proceso de la historia, sino que obedece también a causas más profundas y significativas, tales como la complejidad, amplitud y novedad del discurso historio gráfico concebido ya no como mero relato o narración coherente de los hechos, sino como verdadera “empresa razonada de análisis”, como auténtica ciencia de la historia. Porque algo que es suficientemente claro es que a cualquiera que intenta aproximarse por vez primera a este terreno específico de la investigación histórica, le impone de entrada la dimensión enorme de sus temas y problemas generales, la gran extensión de su problemática global, que abarca épocas, niveles y fenómenos sociales del más diverso orden posible. Situación que además se complica por el hecho de que cada uno de sus innumerables fragmentos hasta ahora reconocidos es aún un campo polémico de distintas interpretaciones, que se disputan enconadamente la razón y la posibilidad de dar cuenta certera del decurso real del proceso o fenómeno histórico analizado. Amplitud y complejidad de los problemas de la historia, que se complementan con la relativa novedad que en tanto reflexión científica ―y ya no sólo como consideración empírico1* Deseo agradecer las observaciones y sugerencias que a la primera versión de este trabajo realizó el profesor Bolívar Echeverría A. Con lo cual sólo revelan su inadecuada comprensión de la lógica y coherencia interna mismas de la cosmovisión de Marx, que tiene en el centro de su construcción su concepción materialista de la historia. Y también su desconocimiento y poca fidelidad al ejemplo mismo de Marx y Engels, quienes fueron, durante toda su vida, voraces e insaciables lectores, estudiosos y teóricos de las distintas obras, trabajos e investigaciones existentes y producidos contemporáneamente dentro del terreno de la historia. (Al respecto cf. “El problema de la historia en la concepción de Marx y Engels”, citado en la bibliografía.)