Cuadernos Políticos, número 22, México, D.F., editorial Era, octubre-diciembre de 1979, pp. 22-36.
Elmar Altvater
Política económica y crisis La crisis económica se encuentra en este momento –1979– en su quinto año, y para muchos se ha vuelto entretanto problemática la cuestión de si se debería hablar todavía, en términos generales, de crisis económica. ¿Acaso no aumenta nuevamente el producto social, con considerables tasas de crecimiento? ¿No se incrementa de nuevo el pleno uso de la capacidad? ¿No ha disminuido en algo el desempleo? Así pues, ¿por qué seguir hablando de crisis? No sólo los políticos y los teóricos de la economía están cansados de hablar de crisis; también dentro de la izquierda han surgido dudas respecto a la capacidad de resistencia de este concepto. No obstante, con diecisiete millones de desempleados en los países de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, calculados oficialmente en 1978 –lo cual corresponde al 6% de la población con ingresos– difícilmente se puede partir de la suposición de que hayan retornado los dorados años de prosperidad, y por lo tanto de que estuviera justificado respirar con alivio en lo que se refiere a la crisis no cumplida, al no haberse agudizado o por haberla superado.
LA REGENERACIÓN DE LA DOMINACIÓN EN LA CRISIS Que la idea del derrumbe del sistema socioeconómico haya estado ligada al concepto de la crisis fue una mala tradición. Sin embargo, crisis no significa necesariamente derrumbe, como tampoco, en términos generales, un sistema social nunca puede derrumbarse de manera casi automática, sin el actuar consciente de los hombres que quieren instituir en su lugar un nuevo orden social. Por tanto, la crisis, en el sentido de crisis de la estabilidad, sólo tiene lugar cuando los procesos económicos críticos se manifiestan en la conciencia y el actuar de los hombres. Pero la conciencia del hombre tiene a su vez una larga historia, y, sobre todo, no está determinada o influida únicamente por las condiciones económicas del desarrollo social. Las circunstancias de la experiencia vital individual y colectiva, la trabazón institucional de los procesos de aprendizaje y las perspectivas de acción en el sistema político-social, las condiciones de funcionamiento del sistema político de la sociedad burguesa