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“La democracia es un sistema basado en la opinión pública; necesita de la opinión publicada”

La libertad, el periodismo, la democracia, la tecnología, la política... todo en teoría pero todo en tiempo real. Son temas que surgen naturales en un desayuno con Juan Luis Cebrián.

Inés Aizpún

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SD. Cinco años después de retirarse de la primera línea del periodismo, Juan Luis Cebrián parece más atareado que nunca. Presidente de Honor de El País, conserva los contactos y la influencia que le hicieron uno de los hombres más poderosos de la España de la Transición y una voz a la que hay que escuchar cuando se habla de los medios de comunicación en una era de incertidumbre y acelerada transformación.

Visitó República Dominicana con dos citas importantes en su agenda: la celebración de los 75 años del periódico El Caribe y la inauguración de la Cátedra de Justicia y Comunicación Adriano Miguel Tejada (anterior director de Diario Libre) fundada por la Escuela Nacional de la Magistratura

Un libro de Bosch

Pero su relación con la República Dominicana no es nueva. En 1968 la editorial Guadiana Publicaciones, fundada por Cebrián e Ignacio Camuñas se estrena con la publicación de su primer libro: El pentagonismo sustituto del imperialismo. Era el autor un escritor y político dominicano que en ese momento se encontraba exiliado en España: Juan Bosch Gaviño.

“Un hombre admirable, de otro siglo”, lo recuerda el periodista, expresando su admiración por la calidad del Bosch literato. Después conocería al presidente Joaquín Balaguer, (“ya ciego, increíble inteligencia”) trabaría una fuerte amistad con Leonel Fernández (“tiene muchas posibilidades de ganar en 2024, es un político dedicado 100% a la política”) y más recientemente conocería a Luis Abinader.

—¿Qué impresión se lleva del país en este viaje?

Sin duda está en una situación privilegiada en su área. He visto interactuar en una cena al actual presidente, Luis Abinader y al ex presidente Fernández y llama la atención la cordialidad con que se tratan. En otros países eso no se puede ver.

Muy crítico con la situación política actual en España y en concreto con el presidente del gobierno Pedro Sánchez, ríe al reconocer que a un director de periódico se le odia o se le ama... “aunque creo que a mí, ahora mismo, hay más gente que me odia.”

Redactor jefe a los 19 años, fundador y director del periódico más influyente en español de las últimas décadas a los 32, Cebrián se aventuró en los años 90 a pensar sobre el futuro de los medios y del mundo de la comunicación con la llegada de Internet en su obra La red: cómo cambiarán nuestras vidas los nuevos medios de comunicación.

“Nos quedamos cortos, muy cortos”, reflexiona mientras habla de la actualidad de la industria y los profundos cambios sociales y culturales que ha traído la tecnología.

Atrás ha quedado el mundo del periodismo como él lo trabajaba, indudablemente. De eso hablaba en su ponencia: “los empresarios de las mayorías de las compañías de medios fueron perezosos a la hora de emprender un plan de transformación. Ninguna de las operaciones exitosas llevadas a cabo en este terreno ha sido fruto de los grandes conglomerados clásicos sino de la actividad compleja de los dormitorios universitarios: Facebook, Google, Microsoft, Twitter y hasta Tik Tok son buenos ejemplos de estos.”

Sirva para todos esta crítica a la industria, que lidia a la vez con un cambio en el modelo de negocio, de transformación tecnológica, de relevo generacional y de los hábitos del lector. (Al que por cierto ahora se le quiere llamar usuario, que es mucho menos elegante.) Pero siempre hay una solución, piensa el también miembro de la Academia Española de Lengua: “La verdadera cuestión es interrogarse en cuál puede ser todavía el papel de los medios de comunicación y su modelo de negocio en la sociedad digital, si van a existir medios en el sentido clásico de la palabra. En definitiva, si la esencia del periodismo que consiste en contar lo que pasa a los demás, basta para sobrevivir en un mundo que cada cual es capaz de comunicar sus experiencias por sí mismo

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