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EDITORIAL El ruido llega al Congreso
No hay discusión en admitir que la gravedad de la crisis de Haití solo encuentra salida con la participación de organismos multilaterales que propicien inversión humanitaria en salud, empleo, educación, reforestación y la restitución de la seguridad pública y la institucionalidad democrática. Pero esa llamada comunidad internacional, y particularmente las potencias más vinculadas históricamente a esa nación –Francia, EE.UU., Canadá— han dejado claro su falta de interés, su insolidaridad e inhumanidad con la nación haitiana. Si estos países que he mencionado hubieran dispuestos en Haití, solo el 5% de lo que han aportado en el último año en la guerra de Ucrania, otro fuera hoy la realidad de Haití.
Es decir, seguir clamando a la comunidad internacional es como aullarle a la luna.
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Por otro lado, el sector político más conservador del país ha colocado una narrativa que se ha hecho dominante sobre la existencia de un plan articulado, principalmente por Francia, EE.UU. y Canadá, para producir la fusión de ambas naciones. Esa visión se ha prestado mucho a la manipulación política y ha terminado distrayéndonos para concentrarnos en lo que nos corresponde hacer.
Respecto de ese discurso deseo reiterar lo que pienso y en otras ocasiones he afirmado. La única posibilidad de fusión de la República Dominicana y de Haití es que sea impuesta por la intervención militar de una o varias potencias extranjeras sobre ambos Estados y esta fusión solo permanecería mientras se mantenga la intervención militar y enfrentaría día por día la lucha del pueblo dominicano y de seguro del pueblo haitiano. La mejor prueba de lo que estoy afirmando es que, cuando fuimos ocupado por 22 años, y éramos una exigua población de menos de 100 mil habitantes, se generó un movimiento liderado por Juan Pablo Duarte y los Trinitarios que pro-
El ruido llega al Congreso, y, esta vez, no se trata de una metáfora que alarme sobre extrañas situaciones políticas o legislativas. Se trata, realmente, del ruido, de la contaminación acústica.
La dejadez de las autoridades, y su inacción para combatirlo, ha motivado un movimiento ciudadano al que van sumándose juntas de vecinos y una tibia reacción oficial que trabaja en crear
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Editora de Diseño: Ximena Lecona una unidad antirruidos de la Policía, que, sin embargo, no tiene todavía dirección ni ha comenzado a operar después del anuncio oficial.
El diputado Orlando Jorge Villegas, del partido oficialista, se suma ahora con un proyecto de resolución que busca instar a las instituciones pertinentes a que cumplan el mandato que las leyes, ya existentes, demandan de ellas.
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El ruido afecta a la salud mental y física de quien lo sufre, especialmente en periodos continuos, y agrede de manera más seria a niños y ancianos. Arrabaliza tanto como la basura, degrada los vecindarios, empobrece el sector y provoca violencia y conflictos vecinales. ¿Hay leyes que regulan el tema? Sí, ahora hay que conseguir que las autoridades impongan su cumplimiento.