Panorama intelectual de José Luis Martínez

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FRANCISCO HINOJOSA A TUITAZOS

CARLOS VELÁZQUEZ

LA LEGALIZACIÓN DE LAS DROGAS

JESÚS RAMÍREZ-BERMÚDEZ DE LA MUERTE VIOLENTA

El Cultural N Ú M . 1 3 4

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[ S u p l e m e n t o d e La Razón ]

PANORAMA INTELECTUAL DE JOSÉ LUIS MARTÍNEZ ADOLFO CASTAÑÓN

ACOSO Y FEMINISMO EL DEBATE MARTA FERREYRA

OSADÍAS FEMENINAS EN EL AÑO 2018 LOREA CANALES

Arte digital > Staff > La Razón > A partir de una foto en bibliotecacatedraltraductor.com

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La biblioteca es sin duda el espacio emblemático, la identidad consustancial de José Luis Martínez, “custodio del canon” de quien está en curso un calendario de actividades para conmemorar, con el centenario de su nacimiento, la trascendencia de su labor —considerada aquí “un eje” de la literatura mexicana del siglo XX. Adolfo Castañón evoca la atmósfera singular de su recinto por excelencia, su amistad y trato personal, la generosidad, sensibilidad y solidez de su legado no sólo como bibliófilo, coleccionista y escritor sino también —y no menos importante— como editor, promotor, divulgador, tutor, maestro, funcionario. Una figura en verdad indispensable.

PA NOR A M A IN T ELECT UA L DE JOSÉ LU IS M A RT Í N E Z (1918-2007)

ADOLFO CASTAÑÓN

S

I in José Luis Martínez la literatura mexicana del siglo XX y parte del XXI no sería lo que es. Se dice rápido pero se trata casi de un milagro.

II Estoy en la casa de la calle de Rousseau número 53 esperando a que baje don José Luis Martínez, mi maestro y amigo. Subí las escaleras de piedra blanca que están antes de la puerta. Como siempre, toqué el timbre dos veces, y primero se asoman por una ventanilla lateral y luego me abren la puerta Toña o Nancy, la madre y la hija que lo cuidan desde que perdió a su esposa Lydia Baracs, madre de Rodrigo y Andrea. Me acompañan a la gran sala llena de libros de piso a techo y me dejan solo frente al escritorio del maestro que bajará en un momento. Es un mueble grande, muy parecido a la mesa que se encuentra en otra sala de la casa que antes fue de su mentor, jefe y amigo Jaime Torres Bodet, como me lo recordaría Arturo Acuña Borbolla en una nota que me mandó después de publicado un texto mío sobre

Martínez. Cito parte de la carta de Arturo por la sencilla razón de que esos muebles en realidad eran el eje no sólo de la biblioteca de Martínez sino casi de la literatura mexicana. [...] A un gesto suyo me senté a la mesa, rígido y nervioso, de espaldas a un ventanal. Él había dispuesto meticulosamente las revistas y los libros que previamente le pedí consultar; generosamente, había añadido otras publicaciones periódicas y otras obras que me sugirió revisar. Él tenía que irse volando a sus oficinas en el Fondo de Cultura Económica, pero antes tuvo la paciencia de explicarme brevemente la relación de cada revista y de cada libro con el tema de mi interés. Para hacerme sentir bienvenido a su casa, se sonrió y me dijo que no tenía que agotar la lectura en una sola mañana. Se apresuró hacia la puerta, dio dos pasos y luego, como si hubiera olvidado algo de veras importante, se volvió de nuevo hacia mí, sonrió con una pizca de malicia y me dijo: “Por cierto, está usted sentado en la mesa donde se mató Torres Bodet”. [CARTA DE ARTURO ACUÑA BORBOLLA, México, D.F., 5 de agosto de 2013.]

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III Sobre la fina tabla de aquella otra mesa, hermana de este escritorio se suicidó, en efecto, Torres Bodet, quien menciona a Martínez cariñosamente en sus memorias y recuerda por ejemplo sus conversaciones en Lima. El escritorio está lleno de libros y papeles. El visitante asiduo sabe advertir que esos montones no están inmóviles: se van desplazando a medida que don José Luis los trabaja, copia, transcribe, coteja, recorta, subraya, estudia. Por ahí pasaron las miles de páginas de la vida de Hernán Cortés y de los Documentos cortesianos que escribió y arregló haciéndolos acompañarse y respaldarse. Esta es sin duda una de sus mayores obras como escritor, historiador, obra juiciosa, criba inteligente, capaz de destilar de ese acervo la miel de su sentido y relación. El escritorio tiene pocos adornos. Una lámpara. Hay una estatuilla que ha recordado su hijo y biógrafo Rodrigo, y un par de lagartijas verdes de bronce, que sirven como pisapapeles. Creía que eran portuguesas, o que fueron compradas en Portugal, en Lisboa o en Sintra, pues yo compré años después unas casi iguales sin saberlo y cuando le pregunté a él y me dijo su origen, me aclaró que eran chinas (como luego me diría su hijo Rodrigo), sonrió levemente como una traviesa salamandra acostumbrada a vivir en el fuego. Al escritorio lo rodean, del lado izquierdo, los libros encuadernados en piel de sus maestros y amigos: Alfonso Reyes, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer, Salvador Novo, Octavio Paz; junto a un gran sillón hay libros de arte de gran tamaño: sobre Miguel Ángel, Rafael, Leonardo da Vinci, Arte bizantino y San Jerónimo, uno de los paladines de la cultura, cuya admiración compartimos. El otro hijo de Martínez, José Luis, heredó la pasión por los libros de arte. Martínez no sólo es un hombre elegante; es un artista, un esteta, un hombre educado en el aprecio de las formas y de su música. Del lado derecho, junto a los libros de esos amigos sobre los cuales ha escrito y a quienes ha editado, se encuentra una pequeña puerta que lleva a un acceso secreto. Ahí guarda Martínez papeles privados y objetos de valor, manuscritos; probablemente se alojaban en ese sitio las carpetas

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confidenciales bien ordenadas que le entregó Alfonso Reyes y que llevan por título “El cerro de la silla”, ahí también quizá se encuentran las cartas que intercambió con Alfonso Reyes a lo largo de muchos años. (Y que años después se publican gracias a los buenos oficios de su hijo Rodrigo Martínez y a los de su devota asistente María Guadalupe Ramírez Delira, hijos custodios de sus papeles.) Alguna vez me pidió don José Luis que entrara a ese escondite para llevarle algo de ahí al escritorio conociendo con exactitud la ubicación de lo que buscaba. Mientras espero a que don José Luis baje, o termine de bajar, repaso en mi mente las muchas veces que lo he visitado en esta casa-biblioteca que tiene algo de navío en el océano de las letras, rememoro los recorridos que hemos hecho por los salones, pasillos y estanterías donde se alojan las revistas en que colaboró o que leyó de joven, que luego encuadernó y, siendo director del FCE, tuvo la fortuna de hacer editar: Contemporáneos, El Maestro, Examen, Letras de México, El Hijo Pródigo, Rueca, entre otras. Al pensar en esas revistas pienso en la forma intensa y peculiar en que Martínez vivió las letras y la forma en que supo reconocer en los cafés y en los convivios a esos autores cuyas obras estudiaría y coleccionaría. Esa vida literaria quintaesenciada ha sido salvada por él en su forma material y en su sentido dada la rara cualidad de sus virtudes como arquitecto y mecenas. Sé que no soy el único visitante. Abajo, en otro salón, se encuentra la otra mesa mencionada que parece tener como otros muebles de la casa vida y leyenda propias. La casa-biblioteca se ha abierto a muchos amigos e investigadores: desde Luis Mario Schneider y Serge Zaitzeff hasta Enrique Krauze, Guillermo Sheridan, el citado Arturo Acuña, Christopher Domínguez, Manuel Fernández Perera, Víctor Díaz Arciniega, Guadalupe Loaeza, Pavel Granados, entre muchos otros. Esto me lleva a pensar a don José Luis como un anfitrión: el guardián, el ángel de la guarda de una vasta casa de huéspedes de la literatura y de las artes de México e Hispanoamérica, el custodio del canon. Pienso en todo esto cuando por fin llega caminando con paso lento; don José Luis se sienta, me saluda y me pregunta más bien afirmando: “¿Ya te ofrecieron algo?”, mientras mira el vaso de agua de jamaica de la mesa y se acomoda para empezar a trabajar.

IV

Estas imágenes de las visitas a la casa

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de don José Luis Martínez me vienen a la mente al tratar de leer la deslumbrante correspondencia que tuvo con Alfonso Reyes, editada por los citados Rodrigo y María Guadalupe. Pero antes de entrar en materia vuelvo al escritorio: el de José Luis Martínez participaba del altar y del baúl, del arca del tesoro y de la mesa de operaciones. En un extremo de su vasta superficie se amontonaban los periódicos y revistas junto con unos recortes preciosos extraídos de esas canteras. Uno de los autores cuyos artículos recortaba Martínez era Federico Álvarez, el yerno de Max Aub, de quien había sido vecino, otro era José de la Colina, ambos escritores trasatlánticos nacidos en España y crecidos y madurados bajo el sol mexicano. A José de la Colina, Martínez le dictó tramos de sus inéditas memorias que Rodrigo Martínez, su historiador de cabecera, ha sabido aprovechar como buen tapicero para rellenar huecos noticiosos de la correspondencia sostenida entre Alfonso Reyes y José Luis Martínez. Si éste apreciaba en el trasterrado mexicano la plasticidad y viveza del estilo del crítico, De la Colina, a su vez, admiraba la prosa de Martínez, inspirada según él en ciertos autores franceses: uno de ellos Jules Renard, autor a su vez leído y traducido por Julio Torri, uno de sus maestros. La prosa de Renard, como la de Paul Valéry, es precisa como la de un cirujano. Algo hay en la escritura de Martínez de esa exactitud quirúrgica. No se debe olvidar que su padre fue médico y que los primeros estudios de José Luis Martínez, al igual que los de Luis Villoro y Jaime Sabines, fueron los de medicina. En el pulcro escritorio se practicaban con la luz helada de las estrellas disecciones literarias llamadas a salvar y explayar “por dentro” la poesía de Ramón López Velarde. La escritura de Alfonso Reyes, Octavio Paz, Manuel Gutiérrez Nájera o las Cartas de relación de Hernán Cortés, o en fin, las experiencias de pasajeros de Indias en el siglo XVI. El tablón de ese escritorio era el eje de la biblioteca que lo rodeaba como una ciudad de jardines errantes en el espacio —para tomar prestado el título de las cartas de Octavio Paz a Jean Clarance Lambert. El lugar tenía algo de santuario pero también de taller y laboratorio hecho para contar los hilos de la palabra en el telar mayor de las composiciones que iban saliendo de ahí como paisaje a escala y miniaturas diseñadas para salvar y comprender los ciclos literarios, las sístoles y diástoles de la historias. No recuerdo con precisión si había por ahí un reloj. José Luis Martínez sabía de memoria la

“EN EL PULCRO ESCRITORIO SE PRACTICABAN CON LA LUZ HELADA DE LAS ESTRELLAS DISECCIONES LITERARIAS LLAMADAS A SALVAR Y EXPLAYAR ‘POR DENTRO’ LA POESÍA DE RAMÓN LÓPEZ VELARDE.”

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“AMBOS SE HACEN FUERTES UNO AL OTRO, SE APOYAN, SE BUSCAN, AYUDAN Y ADOPTAN COMO AMIGOS Y ALIADOS. LA AMISTAD COMO UN VALOR INTELECTUAL ES UNA DE LAS LÍNEAS RECTORAS EN LA VIDA TANTO DE MARTÍNEZ COMO DE REYES.” hora y el día que era. Sabía el cuándo y el cómo de nuestro dónde, como un campesino de Jalisco. No es extraño que ahora ese maestro que sabía exponer la literatura en un pizarrón para enseñarnos a resolver sus problemas nos haga tanta falta y que su figura sea como la de un transportador intelectual, ese instrumento de la geometría que sirve para medir los ángulos y los grados de los círculos.

V

Retomo el hilo anunciado. La correspondencia Alfonso Reyes / José Luis Martínez 1942-1959 tiene un valor múltiple: es como uno de esos escritorios antiguos, un secrétaire, uno de esos muebles llenos de cajoncitos y compartimentos. Abarca diecisiete años de relaciones intensas y fecundas, consta de más cartas de Reyes a Martínez y de varias más de éste dirigidas a Manuela Mota, Alfonso Reyes Mota, Alicia Reyes y, además, de Manuela Mota a José Luis Martínez. Todo esto hace constar que en los mensajes que intercambiaron había inteligencia, intimidad e indudablemente complicidad y amistad: amor. El paisaje que dibuja este biombo de letras es en parte el de la cultura literaria mexicana en esos años, en parte el de la evolución de la obra del propio Alfonso Reyes, en parte el de la vida y escritos de José Luis Martínez; al sesgo y en el reojo se advierten las figuras y siluetas de los escritores mexicanos que los rodean a ambos con sus intrigas y pequeñeces. Es visible cómo ambos se hacen fuertes uno al otro, se apoyan, se buscan, ayudan y adoptan como amigos y aliados. La amistad como un valor intelectual es

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una de las líneas rectoras en la vida tanto de Martínez como de Reyes, la amistad como la línea de la vida de la mano, que cada uno lleva impresa, es una de las manecillas que dan la hora interior del hombre, de su perfil, de Andrenio, del hombre desnudo; en José Luis Martínez esa línea está trazada con profundidad y hondura en ese otro epistolario intercambiado con Octavio Paz: Al calor de la amistad, preparado siempre por Rodrigo, escudero fiel de su padre. Casi cabría dibujar un triángulo dorado con las afinidades que se trazan entre ambos epistolarios. Este triángulo se toca con las manos en las cartas de Octavio Paz a Alfonso Reyes del 9 de mayo de 1950 a propósito de las consultas sobre traducción para la antología de la poesía mexicana que estaba haciendo Octavio Paz para la Unesco aquí incluida y en la de José Luis Martínez del 12 de noviembre de 1950, incluida en el volumen de Al calor de la amistad. Las consultas que hace Paz a Reyes y que éste pide a Martínez que resuelva versan sobre cuestiones de traducción relacionadas con voces mexicanas principalmente, que aparecen en poemas de Justo Sierra y de Ignacio Manuel Altamirano (por ejemplo “ahuejote”, especie de sauce que crece en las chinampas de Xochimilco) y que hacen ver que el tema de la amistad cruza entre Martínez, Reyes y Paz por dos polos: México y la lengua española, y casi podría decirse que en ambos se encierra como signo de interrogación la pregunta: ¿Cómo ser mexicano? ¿Cómo ser un mexicano inteligente? ¿Cómo se da en México la inteligencia americana? Varios son los temas que reúne este ramo de cartas: uno en particular tiene que

ver precisamente con la amistad. Es la crónica del accidentado ingreso —quién lo diría— de José Luis Martínez a la Academia Mexicana de la Lengua y a cuya candidatura estuvo a punto de renunciar por la campaña en su contra. Toda semejanza con algún caso actual y cercano es mera coincidencia. Hago un paréntesis aquí para subrayar la importancia indudable de Martínez en la Academia Mexicana de la Lengua como miembro y luego como director entre 1980 y 2002 y director honorario perpetuo hasta su muerte el 20 de marzo de 2007. Martínez fue director de la Academia prácticamente veinte años que coinciden con la elección de buena parte de los académicos actuales y recientes. Desde esta posición que supo armonizar con sus tareas administrativas, particularmente como director del Fondo de Cultura Económica que concluyó en 1982, esta conjunción de autoridad intelectual y de poder administrativo singularizan la figura de Martínez quien era de un lado un escritor fino y discreto y del otro un editor en el sentido más fuerte de la palabra.

VI

En uno de sus escritos finales José Luis Martínez acuña un medallón sobre los caciques intelectuales (Sátiras, 31 julio 1999) para referirse a ciertos escritores: Justo Sierra, José Vasconcelos, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Fernando Benítez, en quienes la palabra produce poder o desemboca en él. Esta denominación original y heterodoxa le conviene a él. Nuestro José Luis Martínez no sólo fue un hombre de letras sino también un hombre de poder, un funcionario, un mecenas, un constructor de bibliotecas, un bibliotecario, un patriarca de la cultura que supo mantener la cordura en medio de la malaria demagógica, un Epicuro ávido de sobriedad que sabía lo que traía entre manos. Me tocó ser testigo siendo muy joven de los efectos políticos de uno de sus gestos como director del Fondo de Cultura Económica: de un año para otro decidió devolver buena parte del presupuesto que se le tenía designado a la editorial. Los gerentes saltaron hasta el techo, por así decir, no lograban disuadirlo de esta medida que iba a dar en el blanco de la restauración editorial promovida durante su mandato. Si la editorial sigue un ritmo de sístoles y diástoles, a él le tocó hacerse fuerte en la sístole de la reducción y de la compactación y de la reinvención de la editorial en y desde lo estrictamente editorial. Prueba del sentido práctico de la amistad y el mecenazgo que tenía José Luis Martínez es la red de ayudas que años atrás había tejido para ayudar discretamente desde su puesto en Ferrocarriles Nacionales de México a los amigos escritores que lo merecían (Octavio Paz, Juan Rulfo, Emilio Uranga entre otros pocos). Estas ayudas puntuales distribuidas muy confidencialmente tendían puentes hacia los creadores y les ayudaron a consolidar una obra. Cabe preguntarse cómo le vino a Martínez esa idea. Tal vez se la inspiró el

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“LA HISTORIA DE SUS DUEÑOS LLEGABA A SER PARTE DE LA HISTORIA DEL LIBRO MISMO COMO DEMUESTRA ADMIRABLEMENTE MARTÍNEZ EN SU PEQUEÑA OBRA MAESTRA BIBLIOFILIA.” estudio de la vida y obra del ministro Justo Sierra, tal vez en un horizonte más remoto su lectura de Horacio y el elogio que éste hace en sus Sátiras de su amigo Mecenas. Por cierto, este autor latino es uno de los puntos de contacto entre Reyes y Martínez. Como prueba de esta práctica, me permito citar la carta que le escribió Emilio Uranga a José Luis Martínez en París el 23 de diciembre de 1956 y que aparecerá en el libro de Emilio Uranga Años de Alemania, de próxima publicación: CARTA DE EMILIO URANGA A JOSÉ LUIS MARTÍNEZ [París, 23 de diciembre 1956]

Querido José Luis: Un nuevo año que vuelve la página, un año más de vejez y un año más que caigo sobre ti, como mendigo en vísperas de Navidad, para suplicarte que la asignación con que me sostienes no me falte en los meses que vienen. Es claro que como siempre no puedo apoyar mi petición en nada sino que depende de tu buena voluntad y de tu generosidad. Pero ¿puedo dudar que seguirá amparándome? Acabo de terminar un libro. El manuscrito estará ya, confío, en las manos de don Alfonso Reyes, pues se lo debo al Colegio de México y además me encantaría verlo publicado en sus colecciones. Su tema: Marx y la Filosofía, un estudio de los manuscritos parisinos de 1844. El estilo —salvo tu docto parecer—, me parece popular y accesible para el público. Me gustaría ver qué opinas —o leer mejor— de mi “nueva tendencia”. Se lo dedicaré a don Alfonso Caso con quien, de paso por París, tuve una sabrosa plática. Querido José Luis: Te debo mi estancia en Europa. Sin tu ayuda no hubiera podido sobrevivir y además, con gesto de señor, me la has dado sin condiciones. Esto no lo podré olvidar nunca. Te suplico le transmitas al Lic. Amorós mi agradecimiento y le hagas ver que si en algo he podido mejorar quisiera poner a su servicio tal mejoría. Confío estar pronto en México. Todo depende de que “ahorre” (¡ironía de pobre!) y reúna lo del pasaje. No te pido que me ayudes pues sería impudicia de mi parte. De santos me doy con que tu generosidad no me abandone y que con lo que me “asignas” pueda ir tirando hasta conseguir algo aceptable. No sé lo que últimamente has hecho y escrito pero estoy seguro que

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como siempre será excelente. Mis calurosas felicitaciones de Navidad y de Año Nuevo. Lo mismo para el Lic. Amorós. Con la confianza de saber pronto de ti me despido con un abrazo [Firma] Emilio

VII Mi padre, Jesús Castañón Rodríguez nacido en 1916, dos años antes que José Luis Martínez me contaba que éste hacía tertulia en el café París con quienes él llamaba “Los Octavios”: Octavio G. Barreda y Octavio Paz. No eran amigos pero tenían amistades, proveedores y paisajes en común: Andrés Henestrosa, Alí Chumacero, la red de libreros de viejo del Centro Histórico encabezada por Rafael y Manuel Porrúa, Amado Vélez, Ubaldo López, Fernando Rodríguez y el licenciado Álvarez. Para mí, evocar a José Luis Martínez es recordar los paisajes de esas ciudades de libro hoy, si no desaparecidas, transformadas radicalmente, donde cada libro provenía de una cantera, de una brecha y donde la historia de sus dueños llegaba a ser parte de la historia del libro mismo como demuestra admirablemente Martínez en su pequeña obra maestra Bibliofilia, también interrogada y estudiada por su hijo Rodrigo en La biblioteca de mi padre. José Luis Martínez recuerda al referirse, por ejemplo, a la Rhetorica christiana de Diego Valadés que con la publicación de ésta se podría celebrar el IV Centenario de esta importante obra que sólo pudo ver la estampa diez años después. Recuerdo que a fines de 1989 o principios de 1990 me tocó llevarle a su casa el ejemplar flamante, recién impreso, a Tarsicio Herrera cuando ya José Luis Martínez no era director del Fondo. Dice José Luis: “En lugar de cuentos suelo contar a mis hijos historias de mis libros” (Bibliofilia, p. 45). Otra obra de la que habla es la adquisición del Diccionario universal de historia y de geografía coordinado por Manuel Orozco y Berra junto con

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el editor José María Andrade, y de la historia del librero y del perrito y de los dos gatitos que tiene que ver con el comercio de los libros viejos. Esta simpática historia da cuenta del peculiar sentido del humor que tenía José Luis Martínez a la hora de tratarse de la compra y venta de los libros. Ese sentido del humor, esa risa alegre y jubilosa recorre en filigrana las páginas de su Bibliofilia y más allá campea como una luz risueña tanto por sus escritos como por aquellos que le ha dedicado Rodrigo, particularmente en la memorable La biblioteca de mi padre.

VIII

Insisto. Fui a la casa de Rousseau varias veces a llevarle a don José Luis las pruebas de su Hernán Cortés. La obra comprende cuatro tomos además de la biografía de Hernán Cortés. Los Documentos cortesianos de cuya publicación y edición y anotación estaba, no en vano, tan orgulloso. Además de otros méritos éticos, críticos y estéticos, la biografía de Martínez aspiraba a ser la única biografía que había tomado en cuenta para su redacción la totalidad de los Documentos cortesianos. Esto que se dice en un parpadeo no es poca cosa. La simple búsqueda, la lectura, la interpretación, la transcripción, la paleografía de esa masa documental hacen de la biografía de Martínez sobre Cortés una obra excepcional.

IX

La obra del crítico José Luis Martínez gira en torno a tres ejes: en un primer eje están los tiempos inaugurales de México antes de la Conquista, la obra sobre Nezahualcóyotl y luego la magna biografía de Hernán Cortés, los escritos sobre Bernardino de Sahagún, Bernal Díaz del Castillo y los cronistas de la Colonia, amén de los testigos menores como los viajeros privados del siglo XVI ; en un segundo eje se encuentran los estudios en torno a la literatura mexicana en el siglo XIX y La expresión nacional (los estudios

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sobre Altamirano, Ramírez, Justo Sierra, Manuel Gutiérrez Nájera, etcétera); en un tercero se encuentran los testimonios de apuntes relacionados con la literatura contemporánea concentrados en El trato con los escritores. Si la biografía de Cortés presenta el relato juicioso y equilibrado de un momento en el cual surge la nacionalidad mexicana, en los estudios sobre Altamirano y Ramírez en el siglo XIX se desvelan al lector acucioso las señas de identidad de esa cultura. Este desvelo con y por los orígenes está asociado a la idea de la conservación de la pureza del lenguaje que siempre desveló a Martínez; véase, por ejemplo, Misión de las letras y del escritor en Problemas literarios, p. 143. El texto citado es de 45 y está escrito un año después de concluida la Segunda Guerra Mundial. La relación entre la necesidad de conservación del lenguaje y la conciencia de la destrucción se encuentran íntimamente ligadas.

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Otro de los temas que llaman la atención: en la correspondencia con Alfonso Reyes, José Luis Martínez subraya cuánto le ha gustado la página “Digresión sobre la compañera”, elogio velado a su esposa Manuela Mota y lección de vida:

... la verdadera misión de la esposa [...] es anular en torno al poeta las preocupaciones extrañas, acallar los ruidos parásitos y evitarle las materialidades enojosas, respetar y hacer respetar sus sueños de ojos abiertos —oh dioses—, llevarle el genio sin que se sienta demasiado. (Obras completas, t. XXII, p. 248).

XI

Gracias a José Luis Martínez Hernández, a Andrea Guadalupe y a Rodrigo Martínez Baracs por la idea de recordar los cien años del natalicio del autor de sus días José Luis Martínez Rodríguez, tutor, maestro, guía de muchos estudiosos de las letras mexicanas dentro y fuera de México y amigo protector de algunos otros entenados espirituales. Varias veces afortunado, don José Luis tuvo la suerte de formarse bajo las sombras de Alfonso Reyes, Enrique Díez Canedo, Jaime Torres Bodet; convivió y fue amigo y lector de Octavio Paz, Juan José Arreola, Alí Chumacero, Agustín Yáñez, Jorge González Durán entre los más cercanos; fue testigo de varias épocas de la vida literaria mexicana, colaboró en revistas y proyectos editoriales como Letras de México, El

hijo pródigo, Cuadernos Americanos, y formó con Jorge González Durán y Leopoldo Zea la revista Tierra Nueva. Su legado como crítico e historiador de la literatura se da en varias direcciones: panoramas, historias, ediciones de autores, antologías, semblanzas, retratos, puntualizaciones teóricas; a ese legado hay que añadir la biografía de Hernán Cortés con su cauda de documentos, su legado como editor, mecenas y arquitecto de la memoria en el Fondo de Cultura Económica a través de la colección Revistas literarias mexicanas modernas, sus estudios sobre Sahagún. Esas herencias se materializarían en una biblioteca alojada y salvada en esta ciudad de los libros. Tuvo la fortuna José Luis Martínez de tener además los hijos que tuvo y en particular la de haber dado a luz al historiador y escritor Rodrigo Martínez Baracs, quien ha sido su primer biógrafo en la guía titulada La biblioteca de mi padre (2010), obra que participa de la historia privada y del catálogo razonado. Ha tenido Martínez, además de amigos y discípulos como Felipe Garrido, asistentes como María Guadalupe Ramírez De Lira, su devota secretaria. Hombre-biblioteca, Martínez fue además un escritor fino y pulcro y desde luego un maestro que nunca perdió la viveza, la humildad y sobriedad del aficionado gustoso. Su obra personal es más vasta de lo que parece aunque acaso permanezca o haya permanecido oculta. José Luis Martínez se me figura a la distancia como uno de esos niños viejos y prodigiosos que en la cultura tibetana afloran en la sonrisa, en la mirada particular que dan a conocer a los sacerdotes de la identidad del nuevo Dalai Lama. El alma vieja que animaba al niño hizo también que el niño se conservara en el interior del cuerpo que iba madurando y envejeciendo. Las paradojas del conocimiento y de la posteridad las conoció sin duda Martínez quien resume el cuento de Max Beerhom, Enoch Soames, en una reseña escrita en 1950 y publicada en sus Problemas literarios: Enoch Soames es un escritor extravagante y sin éxito, pero abriga la seguridad de que un siglo más tarde sería famoso. El Diablo sabe su esperanza y le ofrece un trato: le permitirá visitar en 1997 la sala de lecturas del Museo Británico a cambio de su alma. El escritor acepta y se realiza el milagro. Soames visita efectivamente la biblioteca cien años después, y va derecho a su objeto: buscar entre las enciclopedias, los diccionarios biográficos y los estudios críticos del futuro el

“MISIÓN DE LAS LETRAS Y DEL ESCRITOR ESTÁ ESCRITO UN AÑO DESPUÉS DE CONCLUIDA LA SEGUNDA GUERRA... LA NECESIDAD DE CONSERVACIÓN DEL LENGUAJE Y LA CONCIENCIA DE LA DESTRUCCIÓN SE ENCUENTRAN ÍNTIMAMENTE LIGADOS.”

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reconocimiento de su valor. Nada. Pero al fin encuentra su nombre: era el personaje, considerado “ficticio”, de un cuento en el que se le describe como “un poeta de tercera categoría que se cree un genio e hizo pacto con el diablo para saber qué pensaría de él la posteridad”. El cuento lo iría a escribir un amigo suyo, algunos años más tarde, que, al traer noticias de aquello protesta que no tiene la menor intención de hacerlo. El Diablo vuelve por Soames, el cuento se escribe y cien años más tarde un fantasma anacrónico entrará a la sala de lecturas del Museo Británico (p. 134). El cuento de Max Beerhom recogido en la Antología de la literatura fantástica de Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares y Silvina Ocampo, y “abreviado” por Martínez, es una prueba de que éste también tenía conciencia del carácter fantástico y si se quiere demoniaco del oficio de crítico literario.

XII

La correspondencia cruzada entre Alfonso Reyes y José Luis Martínez es un epistolario lleno de secretos y guiños amistosos y confidenciales. Uno de esos secretos es el archivo que Alfonso Reyes guardaba con el título “El cerro de la silla” y en el cual se concentraban una serie de noticias y expresiones críticas sobre su figura y su obra que le parecía conveniente que guardara su hijo espiritual, por así decirlo, su discípulo más cercano. Esa lista contiene textos cuyo enunciado suscita la curiosidad y que quizá algún día se decida su publicación para poder conocer mejor el proceso de recepción de la figura y la obra de Alfonso Reyes. El archivo, según advierte Rodrigo Martínez, discípulo de su padre y en cierto modo nieto espiritual de Alfonso Reyes, está abierto para la consulta de los estudiosos.

Palabras leídas en el homenaje a José Luis Martínez celebrado en la Biblioteca México de la Ciudadela, el 18 de enero de 2018. En la mesa de inicio de los actos del centenario del maestro participaron Eduardo Lizalde, Miguel León-Portilla, Enrique Krauze, Javier Garciadiego, Rodrigo Martínez Baracs y Angélica Aragón.

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En semanas y meses recientes ha cobrado cada vez mayor fuerza el clamor ante las múltiples denuncias de acoso sexual que lastiman, sobre todo, a las mujeres. Países por demás diversos, contrastantes en su desarrollo económico y social, comparten sin embargo esta práctica deplorable. El debate se avivó como consecuencia del mensaje de una representación de mujeres francesas que se pronunció por reivindicar, aun dentro del clima actual, los recursos de la seducción. Aquí un enfoque del tema desde la perspectiva feminista en México.

#MeToo vs. #Niunamenos

CR ECER DESPU ÉS DE L A TOR M EN TA MARTA FERREYRA Q uien con monstruos

A

lucha cuide de convertirse en uno. FRIEDRICH NIETZSCHE

raíz del debate del #MeToo, tuve la ocasión de dialogar con la antropóloga argentina Rita Laura Segato, un referente teórico y del activismo de la lucha contra la violencia de género en América Latina. Me dijo varias veces lo mismo: “No es nuestro debate. No perdamos tiempo en esto”. Me impactó, porque como veremos más adelante, sí hay algunos elementos que creo debemos aprovechar para debatir. Aun con estas reservas, hice un ejercicio al que suelo recurrir para entender algo que se me escapa: traté de imaginar el escenario contrario. Me explico: ¿Podríamos nosotras, mujeres normalitas del sur imaginario, “imponer” a las feministas del star system francés y hollywoodense nuestra agenda, para que hablaran y debatieran, se pelearan y no pararan de mandarse artículos por whatsapp, escribieran artículos, organizaran mesas redondas, salieran en las entrevistas y, en fin, dieran cauce a un debate sobre el hashtag #NiUnaMenos y sobre temas como feminicidio, derechos sexuales y reproductivos, derecho al aborto, regulación del trabajo sexual, acoso sexual callejero y en el mundo del trabajo, derechos de las mujeres migrantes, violencia política, violencia obstétrica, conciliación de la vida familiar y laboral, derecho al cuidado entre otros? ¿Sería imaginable este escenario? Llevamos semanas hablando de abuso de poder, galantería, seducción, en ámbitos que nos quedan muy lejos y sólo tienen un lugar en la vida de muy pocas mujeres y algunos hombres. En ese sentido, me pareció que Rita Segato tenía razón. Aunque haya temas por debatir (bienvenidos sean), la agenda de los derechos que le faltan a la mayoría de los millones de mujeres de este país está casi ausente. Como recordatorio de aquello cuya discusión no podemos abandonar, en primer lugar señalo la importancia de no dejar de revisar las estructuras

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sociales que propician el abuso sexual y lo legitiman: las construcciones, los mandatos de género de la feminidad y de la masculinidad. Esto nos lleva a una revisión de qué entendemos por violencia hacia las mujeres: qué es feminicidio, abuso sexual, acoso, hostigamiento, intimidación. No sólo las definiciones de la ley (aunque finalmente debemos apelar al marco jurídico), sino qué sentido les damos y cómo las aplicamos. Si entendemos que acoso y hostigamiento implican repetición de conductas y en el segundo caso una relación jerárquica, tendremos que buscar nuevos conceptos para los actos violentos que suceden brutalmente y de improviso, trabajar conceptualmente para entendernos y entender lo que está pasando. Esto nos permite echar luz sobre la relación entre algunos autores famosos y sus obras. Debo decir que esta paradoja, por llamarla de alguna manera, no es privilegio de la violencia sexual, sino que interviene también en el arte y la política (autores considerados fascistas pero cuya escritura no deja de reconocerse, como sucede con Céline), o el arte y la libertad sexual, en el caso de escritores como Nabokov o D. H. Lawrence. El problema de la vara que mide la moral de los otros es que tarde o temprano acaba por medir la nuestra y nos obliga a una revisión y una mirada cada vez más exigente ante una pretendida escala moral y ética que, como dice la famosa publicación de las francesas,1 “se instala como un clima de sociedad totalitaria”.

del tuyo. Lo que no quita el alivio de poder escribir: “a mí también me pasó”; el jefe, el padre, el hermano, el compañero de trabajo, el chofer del taxi, del autobús, el maestro de la escuela, el marido de mi madre, el novio de mi hermana, un desconocido en una calle oscura, un uniformado en medio de la tarde, un chico en el centro comercial a plena luz del día, en el metro... El #NiUnaMenos trae escrita nuestra agenda, esa a la que hace referencia Rita Segato cuando me dice que el otro “no es nuestro debate”.

LA IMPORTANCIA DEL DISENSO Las feministas tenemos serias dificultades para disentir y aceptar las diferencias de opinión. A veces siento que cada vez menos feministas podemos hablar desde un “nosotras”. Entonces me viene a la mente la abogada argentina Haydée Birgin, cuando hablaba de las fronteras identitarias de las feministas: esa necesidad de “pintar la raya” y decir: “yo sí soy una feminista auténtica”, o como dice Margaret Atwood,2 señalar “quién es la buena o la mala feminista” o, en el peor de los casos, “quién ha dejado de serlo, quién ya no merece ser llamada así”, y de esa manera congelar el debate de las ideas. En los últimos años me he visto confrontada con opiniones de amigas y colegas feministas (sin hablar de las redes sociales) que me sitúan en posiciones muy enfrentadas con ellas. Principalmente en relación con la sororidad, la violencia, el trabajo sexual, la maternidad subrogada, la aplicación del concepto de feminicidio, el hecho de considerar a las mujeres “víctimas” hasta que se demuestre lo contrario. En este sentido, mi paso por lo “políticamente incorrecto” sería:

#METOO VS. #NIUNAMENOS Aun cuando aquí no tenemos el #MeToo, tenemos el #NiUnaMenos, con otro sentido y otro contenido mucho más político. Mientras #MeToo es demostrativo y enunciativo (a mí también me ha pasado), #NiUnaMenos lleva implícita una resistencia, un hasta aquí, una amenaza (no aguantaremos ni una menos), una advertencia de acción que no excluye a los hombres: ellos también pueden gritar su hartazgo. #NiUnaMenos no difunde sino que dispara el acto, te dispone para salir a la calle a defender el cuerpo de las otras como si se tratara

MARTA FERREYRA es maestra en Estudios Políticos; consultora en Género y políticas públicas, y docente de la UNAM.

• No partir de la idea de que los hombres (en plural) son agresores en potencia, culpables en primer grado sin el beneficio —que nos brinda el orden legal a todas y todos— de su debido proceso; • No pensar que todos los asesinatos de mujeres son feminicidios; • No creer que todas las mujeres son víctimas; • Tampoco, que todos los hombres son culpables; • No aceptar de buen grado los “escraches” (ese patíbulo mediático, al decir de

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Tere Incháustegui) que se hacen en las facultades y las redes por considerarlos, desde mi punto de vista, como un quiebre del orden jurídico del que acaban por ser cómplices; • Defender, como un mantra, la capacidad de autonomía de las mujeres; • Pensar que las mujeres son sujetos que actúan, se relacionan, dicen, hacen, piensan, planean, desean, quieren, hablan, razonan, toman decisiones, se equivocan. • Pensar que las mujeres no existimos como amalgama, no nos comportamos siempre de la misma manera, ni partimos de los mismos deseos o impulsos, • Y por último, que no siempre es mejor (en el sentido de la ética, bondad, inocencia, generosidad, solidaridad, confianza) una mujer que un hombre. Curiosamente, después de que se pronunciara el grupo de feministas francesas, siento que ha caído el muro de lo políticamente correcto, y quienes pensamos diferente, aun siendo feministas (o malas feministas, como dice Margaret Atwood), podemos tener derecho a la palabra sin que se nos reste legitimidad. Esto, para mí, es una ganancia. No me gustan los pensamientos únicos ni los discursos condescendientes. Me gustan las paradojas, como decía Olimpia de Gouges, y no creo que toda violencia hacia las mujeres se explique ni se resuelva aplicando una fórmula que diga: hombre activo y malo hace daño a mujer pasiva y buena.

SI TODO ES ACOSO, ENTONCES NADA LO ES Creo que englobar cualquier tipo de conducta masculina de seducción bajo la etiqueta de “acoso” o “presunción de violencia” es el primer paso para no ver lo que realmente es violencia. Aquella frase de Andrea Dworkin, “todo sexo heterosexual es violación”, podría llevarnos a pensar que todo deseo masculino heterosexual es activo, impositivo y, potencialmente, acoso; y hacernos pasar de largo eso que las francesas ponen de relieve: la cuestión de las mujeres como sujetos activos y deseantes. No vamos a explorar aquí la naturaleza del deseo, pero todos sabemos que el deseo es ingobernable, lo que no quieres ahora puedes quererlo un instante después, y que hombres y mujeres habitamos por igual ese lugar de confusión, avances y retrocesos. A veces percibo que hablamos de los hombres (todos los hombres) como seres “horribles” cuya “naturaleza sexual irrefrenable” los impele a comportarse como lo hacen. Hombres que manejan su deseo y nos lo imponen de manera exitosa (para ellos) y reiterada. A las mujeres, en contraposición, el deseo se nos estaría escapando de las manos constantemente, desprovistas de cualquier empoderamiento erótico.

“NO CREO QUE TODA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES SE EXPLIQUE NI SE RESUELVA APLICANDO UNA FÓRMULA QUE DIGA: HOMBRE ACTIVO Y MALO HACE DAÑO A MUJER PASIVA Y BUENA.” Yo creo que el deseo se nos escapa a todos de las manos y en ese lugar coloco el “derecho a importunar”, como dice el texto francés que referimos. El derecho a importunar es sólo, entiendo yo, una invitación a que pasen cosas (sexualmente hablando). No justifica la violencia ni trivializa las enormes tragedias cotidianas que le suceden a las mujeres, pero sí afirma las muy diversas, espontáneas, improvisadas maneras o estrategias en que las mujeres y los hombres se acercan para tener una relación, sea como sea y del tipo que sea. No todo es violencia entre seres humanos: también hay deseo, amor, amistad, placer. Y no todo se puede regular.

EL MIEDO COMO AMENAZA A LA LIBERTAD SEXUAL Hay un miedo que recorre la vida de las mujeres (y de las feministas): el miedo al acoso sexual en todas sus formas y expresiones. A nadie le resultará extraño que hable del “continuo de violencias” que padecen las mujeres incluso antes de nacer. La discriminación vinculada al género prepara el terreno para todos los demás tipos de violencia, de tal forma que la mayoría de los hombres y mujeres del planeta llegan a considerar natural (e incluso defienden) la dominación masculina y la consiguiente subordinación femenina. Uno de los grandes triunfos del feminismo ha sido justamente desvelar con argumentos teóricos y científicos esta falacia y cuestionar con nuevas miradas y prácticas la injusta y también violenta concepción binaria del mundo y la división sexual del trabajo. La violencia histórica que han sufrido los cuerpos de las mujeres está en nuestra memoria como género, y nadie necesita explicarnos demasiado para que aprendamos esa lección. La lucha del feminismo, hasta el presente, ha sido entre otras cosas por demostrar que las mujeres no necesitamos de la tutela de los hombres ni de otras mujeres que nos digan qué hacer o no hacer con nuestros cuerpos. En ese camino, el aprendizaje de la autonomía radica en asumir la libertad en toda su expresión, con los derechos y obligaciones que nos plantea. Traigo aquí el párrafo final del texto de las francesas porque pienso que no es una afrenta ni una amenaza, sino una invitación a pensarnos y construirnos como seres más fuertes: “Porque no somos reducibles a nuestro cuerpo. Nuestra libertad interior es inviolable.”

Entender la dignidad de las mujeres no sólo en función de su sexualidad sino de todo lo que nos constituye como seres humanos, lejos de debilitarnos, es una vía que nos fortalece; una invitación a repensar qué tanto le cedemos al patriarcado sobre nuestra mente y nuestros cuerpos.

EL ENOJO Varias veces me he encontrado con el argumento de que hay sutilezas en el debate que no se pueden aceptar por el enojo que las jóvenes, sobre todo, tienen respecto al tema de violencia, el acoso callejero, en la universidad o el trabajo. Las feministas siempre estamos enojadas y no sólo las jóvenes, claro. El enfado es un buen disparador de la acción política. Pero para transformar hay que salir del enfado, escuchar y pensar de manera diferente el problema de la violencia y las estrategias para acabar con ella que no han funcionado. Las cifras de feminicidios en este país son altísimas; la violencia en el espacio académico es por todos conocida; y sin embargo, apenas llevamos diez años con una ley al respecto.3 Eso enfada, pero debo decir que históricamente las mujeres hemos reaccionado con el enojo para pelear nuestros derechos más básicos. No es de ahora y temo que la prisa por resolver, por ahorrar violencia, nos haga tomar atajos, o pasar de largo las complejidades de los problemas que nos azotan.

SOMOS PATRIARCADO Pero si además de todos los frentes que tenemos abiertos, queremos acabar con el sistema patriarcal, ¿no deberíamos empezar por pensarnos a nosotras mismas, mujeres feministas, como sujetos patriarcales que hemos sido troqueladas en este sistema sexo/género, este orden en el que impera la dominación masculina (afuera y adentro)? ¿No deberíamos, acaso, poner al menos en duda la soberanía, libertad, autonomía, originalidad y el carácter innovador de nuestras convicciones? ¿No deberíamos rastrear los vestigios del patriarcado en nuestra manera de analizar esta realidad de violencia que vivimos? ¿No sería bueno que pensáramos qué parte del todo no estamos viendo? ¿En qué estamos ciegas? “Somos patriarcado”, dice María Jesús Izquierdo. Y añado, con Rita Laura Segato: “La violación es sentida como un asesinato moral solamente porque habitamos una atmósfera patriarcal”.

NOTAS

https://elpais.com/elpais/2018/01/16/opinion/1516130722_697497.html Publicado en francés en Le Monde, 9 de enero de 2018. Consulta: 19 de enero de 2018. 2 Consultado 19 de enero. https://www.theglobeandmail.com/opinion/am-i-a-bad-feminist/article37591823/ 3 Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, del 1 de febrero de 2007 y reformada el 20 de enero 2009. Gobierno de la República Mexicana. 1

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Por segundo año consecutivo, la marcha de las mujeres contra el hostigamiento y las políticas discriminatorias que enmarcan el régimen de Trump reunieron a cientos de miles que tomaron las calles y protestaron en ciudades como Los Ángeles y Nueva York. Algunos casos de agresiones han salido a la luz (y desde luego, van más allá del gobierno actual) e impulsan esta resistencia decidida contra un modelo atávico de dominio masculino que data, como apunta esta crónica, de los orígenes de la literatura griega.

Marcha de las Mujeres

OSA DÍ AS FEM EN I NAS EN EL A ÑO 2018 LOREA CANALES Los hombres tienen miedo que se rían de ellos, las mujeres tienen miedo de que las maten. —M ARGARET A TWOOD

n su nuevo libro Mujeres y poder, un manifiesto, la profesora de literatura clásica Mary Bread habla sobre el momento fundacional —literario— en que a las mujeres se les niega el derecho a hablar. En La Odisea, Telémaco, el hijo adolescente, le dice a su madre Penélope quien aguarda la llegada de su esposo: “Cállate y sube a tejer... hablar será asunto de hombres, y yo más que ninguno porque mío es el poder de la casa”. Tres mil años después, las mujeres seguimos luchando por nuestro derecho a hablar y tener control sobre nuestros cuerpos. Que un punto clave del debate sea que las mujeres debemos insistir en que somos tan dignas de derechos como cualquier hombre, es casi cómico si no fuese tan serio. La frase de Hilary Clinton enunciada en 1995, en Beijing: “Los derechos humanos son los derechos de la mujer”, aún suena controversial y es rechazada. En la presidencia actual de Estados Unidos las huestes republicanas han hecho lo posible por demoler los avances en el acceso al aborto, impidiendo incluso que dentro de la administración se pronuncie la palabra feto. La lucha por la igualdad de salarios y por lugares de trabajo donde los hombres en posiciones de poder no abusen de la subordinación de las mujeres forzando relaciones físicas sigue siendo necesaria. Nada ha cambiado, todo debe cambiar. Las mujeres, aún con voto, con posibilidad de firmar contratos a nuestro nombre, pagando impuestos, seguimos siendo ciudadanos de segunda. Desde niñas se nos discrimina y condiciona a un trato desigual. No creo que haya habido un despertar de conciencias, como no creo que los esclavos antes de la guerra civil hayan creído que su estado natural era la esclavitud. Siempre hemos sabido que el trato es desigual y siempre hemos temido a los hombres, a su poder, su crueldad y sus puños. Hemos visto a mujeres sometidas con extorsiones económicas, psicológicas y físicas y sabemos que si nos pasamos de la raya nos puede ir “como en feria.” Lo que ha cambiado es la existencia de una valentía colectiva, donde se puede decir “#yotambién”: a mí también me metieron mano, me presionaron, me negaron la recompensa de mi trabajo, han abusado, se han aprovechado de mí por ser mujer. Entonces, tejiendo sombreritos rosas, con orejas de gatito para simbolizar el sexo femenino, la vagina, el pussy,

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Foto > Lorea Canales

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Yo no soy libre, mientras haya otras mujeres que no sean libres, aunque sus grilletes sean muy distintos a los míos. —A UDRE L ORDE

Nueva York, enero de 2018.

mujeres y hombres que apoyan a las mujeres salieron a marchar, muchos de ellos también con sus sombreritos rosados.

ESTE AÑO LA MARCHA tuvo un matiz diferente. Trump cumple ya un año en la presidencia. Sus más recientes comentarios sobre “países de mierda” hacen que muchas de las consignas sean escatológicas y aquí se dice lo que se piensa: el mierda es él, lo que sale de su boca. El que la está cagando es él. Es una marcha pro mujeres, pero también contra Trump y su administración. Prevalece sin embargo un sentimiento de impotencia. Sí, millones de mujeres en el mundo pueden marchar, sentirse libres, portar carteles y gritar contra el presidente, pero en el poder la lucha por escamotear sus derechos a las mujeres continúa. Los salvadoreños y haitianos a quienes se les han revocado sus permisos de residencia no encuentran consuelo. Los millones de indocumentados siguen condenados a una existencia en las tinieblas de la ley. Los dreamers tienen sus derechos secuestrados. Las que desean que el seguro médico les pague los anticonceptivos tendrán que pagarlos de su propia bolsa. Y las que desean el mismo salario que sus compañeros —que se aguanten. Nada de eso cambia. Sí, han perdido su trabajo algunos acosadores seriales como Harvey Weinstein, y otros han decidido por sí mismos retirarse del escenario público, como Louis C. K., pero sólo son castigos ejemplares, en ocasiones autoimpuestos. “Sí, vístanse de negro”, dicen los machos en el poder. “Lamenten que las emborrachamos y las pusimos contra la pared y las manoseamos, quéjense de nuestras lenguas indeseadas. Reclamen sus salarios dignos. Ya verán cómo les va.” En México, el movimiento empezó con #miprimeracoso, donde miles de mujeres valientes compartieron la primera vez que se sintieron acosadas —la gran mayoría no pasaba de los doce años de edad, muchas tenían sólo seis. Las situaciones eran de un abuso

inequívoco: una niña, un señor y unas bragas arrancadas, una falda levantada, una mano donde no debería estar la mano de nadie. Una niña y una memoria indeleble que ella cargará consigo toda su vida. Luego de que Brock Turner fuera juzgado como violador de una mujer inconsciente en el campus de la Universidad de Stanford, donde él era miembro del equipo de natación, su padre lamentó que fuera registrado como delincuente sexual: dijo que “el precio a pagar por veinte minutos de acción” le parecía “alto”. ¿Y cuál es el precio que paga la víctima? ¿En qué consistieron esos “veinte minutos de acción”? En ultrajar a una mujer indefensa. El primer cartel que me encuentro al llegar a la marcha lo portan un par de jóvenes bien arregladas y dice: “Los muchachos serán muchachos”. Pero el segundo “muchacho” está tachado y en cambio dice: “Los muchachos serán responsables de sus chingadas acciones”. Uff, qué revolucionario, qué innovador, qué atrevido pedir a un hombre que sea responsable. Inusitado. Yo siempre oí lo contrario: “El hombre llega hasta donde la mujer se deja.” No importa que la mujer sea mucho menor de edad, con menos educación y recursos: ella siempre es responsable. “Así son los hombres”: violentos, avorazados, incontrolables, y no hay nada que hacer. Para la idea de un hombre responsable de sus acciones, vaya, fue necesario llegar al siglo XXI. Otros conceptos le siguen, como la idea de que las mujeres somos seres humanos y como tales tenemos sexualidad. Y que esa sexualidad no es un objeto, un premio ni un castigo, sino parte fundamental de nuestra persona. Otra idea: que el mundo no está dividido en vírgenes y putas, mujeres respetables y mujeres de la calle. Todas debemos gozar de los mismos derechos. Pero claro, el siglo XXI aún no llega del todo. Díganselo al Estado que oscurece e ignora esta violencia, a todas las que caminamos con miedo, hablamos, gritamos y reclamamos que nos escuchen.

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10 LA N OTA NEGRA

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Por

FRANCISCO HINOJOSA

A T U I TA ZO S

@panchohinojosah

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so de agarrarse a madrazos ya es obsoleto. Lo de hoy es hacerlo a tuitazos, feisbucazos o chatazos. Y en el ring de las redes sociales caben todos y pueden tratarse como pares. ¿Cuántas mentadas de madre pueden recibir algunos políticos de parte de Juan Gabriel Cátsup o Herlinda Mozzarella, ambos estudiantes de prepa que dedican un rato de la tarde a echarle bronca a un senador o al presidente? Quizás hasta lleguen a pensar que los susodichos leyeron sus reclamos y se enojaron: “Otra vez este Juan Gabriel diciendo que soy un ladronzuelo de mierda”. Si los leyeran, muchos de ellos recibirían varios knockouts virtuales por minuto. En los madrazos al menos los contendientes se ven la cara y se disparan golpes con puños y patas. Y hasta se escupen con saliva de verdad. En cambio cualquiera puede recibir un tuitazo de un conocido o desconocido sólo porque el agresor, a la distancia, cree que en el mundo de las palabras un peso mosca bien puede tirarle un trancazo a un peso pluma o viceversa. Y la susceptibilidad es tal que a veces los manda a la lona de la depresión: “Creen que soy un tranza”. He visto (perdón: leído) intercambios de tuits entre amigos o colegas que en la vida real, sentados en la misma mesa, difícilmente se tocarían. Como voyeur de esos pleitos, a veces

La Canción # 6

EL HOMBRE-TUIT DEL MOMENTO ES SIN DUDA @REALDONALTRUMP, QUE TIENE CASI CINCUENTA MILLONES DE SEGUIDORES POR 45 A LOS QUE ÉL SIGUE.

distingo cuando uno de los dos agarró la peda y se envalentonó para enfrentarse al otro con insultos y descalificaciones. No pocas amistades se han roto en esos combates. Pero hay de tuitazos a tuitazos. Muchos políticos, deportistas, escritores y gente VIP, que cuentan con millones de seguidores, utilizan la red con frecuencia para la autopromoción, para dar alguna noticia, para hacer campaña o para que los fans les echen toda la miel que cabe en 140 caracteres (hoy 280). El Papa tiene dieciséis millones y alberga a ocho; AMLO: tres millones y medio y 84 de sus preferencias; Peña Nieto: siete millones y 309 que él sigue; Gloria Trevi, en una de sus cuentas, está cerca de los cinco millones, pero acepta a casi dos mil. El hombre-tuit del momento es sin duda @realDonalTrump, que tiene casi cincuenta millones de seguidores por 45 a los que él sigue. Y la suya es una de las cuentas más leídas, más activas y más impredecibles. El señor gobierna a tuitazos. ¿Para qué el diálogo o la diplomacia si desde la cama puede amenazar, descalificar, elogiar y dirigir al país? Sin que mediara nadie, desde su celular canceló la cita que tenía agendada con Peña Nieto porque dijo que México no pagaría su muro. ¿Llegó a pensar que el encuentro era para que le entregara un cheque? En

piyama todavía, con sus regordetes dedos sobre el teclado de su celular, le advirtió a Kim Jong-un que el tamaño de su botón nuclear era más grande que el suyo. ¿Creerá que la guerra es como un juego de Risk que se disputa a distancia? ¿Qué bacterias habitan esa cabeza? ¿Qué bichos se le metieron en el cerebro como para poder afirmar, desde el trono del país más poderoso del mundo, que otras naciones, como El Salvador y Haití, y un continente completo, África, sean unos “agujeros de mierda”? ¿Cómo defenderse de la lluvia de críticas que recibió? Muy fácil: para eso está el tuiter, para desdecirse y, aún más, con su lenguaje hiperbólico afirmar que es la persona menos racista del mundo, a pesar de que dijo que le encantaría recibir más noruegos en los Estados Unidos que inmigrantes de esos “agujeros de mierda”. Al parecer sí lee algunos tuits que lo mencionan y se burlan de él o lo atacan. Respuesta: hace berrinche y los bloquea (Stephen King, Rosie O’Donnell, Marina Sirtis, etcétera). Es como si les sacara la lengua para vengarse de ellos. King escribió: “Trump me ha bloqueado de leer sus tuits. Voy a suicidarme”. J. K. Rowling, solidaria, le respondió a su colega de pluma: “No te preocupes. Yo te los mando por DM”.

Por ROGELIO GARZA @rogeliogarzap

Fast Eddie Clarke y el final de Motörhead EL ÚLTIMO miembro original del poderoso y veloz trío británico Motörhead, el guitarrista Fast Eddie Clarke, murió por neumonía en enero. Estará en el Valhalla del rock con sus legendarios compañeros caídos en 2015, el bajista Lemmy Kilmister y el baterista Phil Philty Animal Taylor. Los tres charros-vaqueros-rockeros se borraron, “Killed By Death”, de la portada de Ace of Spades, tras cuarenta años de tocar en anfetas y alcohol del 666. Como su sobrenombre lo indica, en algún renglón de la historia Fast Eddie Clarke tuvo que ser el guitarrista más pesado y veloz del orbe. Pero hubo un Johnny Ramone que conservó esa corona. Clarke lo fue para poder seguir las pisadas a la mancuerna ferroviaria de Lemmy y Animal. Él venía de tocar blues en el grupo de Curtis Knight Zeus, cuando se vio envuelto en una gran bola de fuego, la locura musical de Kilmister durante los años y los discos esenciales: Motörhead (77), Overkill (79), Bomber (79), Ace of Spades (80), Iron Fist (82) y el clásico

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en vivo No Sleep ’til Hammersmith (81). Pese a que siempre negaron la cruz del heavy metal —“we play rock and roll”—, las generaciones de speed y thrash los reconocen como progenitores de ambas vertientes. También tuvieron una profunda relación con el punk, particularmente con los Ramones, los Damned y los Plasmatics. Pero las diferencias musicales entre Kilmister y Clarke colisionaron en 1982. Después de Clarke pasaron varios guitarristas, algunos muy buenos —Brian Robertson de Thin Lizzy, Michael Würzell Burston, fallecido en 2011, y Phil Wizzö Campbell—, pero ninguno con el toque del Fast Eddie. Aquí tuvimos la oportunidad de escucharlos en vivo en un par de ocasiones y en el disco Aftershock nos dedicaron “Going to Mexico”, pero sin el Fast. Al abandonar su trío mater, donde obtuvo la maestría en feedback, formó Fastway con el bajista Pete Way de UFO, el baterista Jerry Shirley de Humble Pie y el cantante Dave King. Se aceleraron y durante la

siguiente década lanzaron una decena de discos y cuatro grabaciones en vivo, aunque nunca tuvieron el impacto ni dejaron la huella de Motörhead. Los tres primeros, Fastway (83), All Fired Up (84) y Waiting For The Roar (86) siguen una línea guitarrera combustible con la imaginería y la rapidez de los dragsters. Ese sonido empezó a diluirse porque su alineación cambió con la dirección hidráulica de los sintetizadores. Después de Eat Dog Eat (2011), Clarke volvió a tocar con Zeus y grabó dos discos solistas, Make My Day: Back To Blues (14) y Warfare-Warfare (17). Fast Eddie Clarke no tuvo que ser un virtuoso para inventarse una técnica y tocar con un innovador como lo fue Lemmy, forjó un sonido para escapar de su circunstancia obrera, vivir de la música o reparar embarcaciones el resto de sus días. Eso lo llevó a crear un estilo flamígero de llamas azules que hizo escuela. A los 67 años terminó sus días como los empezó: tocando blues.

EN ALGÚN RENGLÓN DE LA HISTORIA FAST EDDIE CLARKE TUVO QUE SER EL GUITARRISTA MÁS PESADO Y VELOZ DEL ORBE.

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EL CORRIDO DEL ETERNO RETORNO

L A LEGALIZ ACIÓN DE L A S DROGA S

11 Por

CARLOS VELÁZQUEZ

@charfornication

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l turismo atraviesa una crisis. Producto de la inseguridad en México y de las constantes advertencias por parte de Estados Unidos hacia sus ciudadanos de que no deben visitar nuestro país. Esto ha propiciado una propuesta por parte de Enrique de la Madrid, secretario de turismo, a favor de la legalización de la mariguana en Quintana Roo y en Baja California Sur. Hace unas semanas, Christopher Domínguez Michael sugería también la legalización de la mariguana como una medida contra Trump, en cuanto a que la Casa Blanca no ha podido controlar la tendencia de la entrada de la droga al mercado. Pero qué nos espera en caso de que algún día la mariguana se legalice en algunas zonas de la República Mexicana. En primer lugar existe un proceso a la inversa en cuanto a la producción y consumo de mariguana. California se ha convertido en una potencia en el ramo. Baste asomarse a Ciudad Juárez, donde el noventa por ciento de yerba que se consume ya no es yerba. Es decir: es THC. Que ingresa a nuestro país vía El Paso, Texas. Este fenómeno se ha popularizado a lo largo de toda la frontera. Olvidémonos de la mota sinaloense o michoacana cultivada en campos. Lo de hoy es la producción de laboratorio. Todo el ingreso que obtenían los cárteles mexicanos de la venta de mariguana en Colorado y California les fue arrebatado primero por la autorización del uso medicinal y después recreativo de la mota, y lo recuperaron con un movimiento radical. Incrementar la pureza de la heroína y abaratarla. Ha sido

OLVIDÉMONOS DE LA MOTA SINALOENSE O MICHOACANA CULTIVADA EN CAMPOS. LO DE HOY ES LA PRODUCCIÓN DE LABORATORIO.

El sino del escorpión

tal el éxito de esta medida que ahora en Estados Unidos existe una epidemia de heroína. Los opiáceos han matado en los últimos años más gente que la guerra de Vietnam. Y el 85 por ciento responsable de esas bajas se produce en México. La combinación con otros derivados, como el Fentanil, está patrocinando viajes al más allá tanto de personas comunes como de estrellas de rock. Prince, Dolores O’Riordan y Tom Petty han sido algunas de sus víctimas. Si México legalizara la mariguana en Quintana Roo y en Baja California Sur competiría con California por el mercado de la mariguana no sólo en el norte del país sino en el sur. Un lugar al que la mota californiana le es más complicado acceder. Y lo sabemos todos. La legalización en dos estados tendría que desembocar en la legalización en todo nuestro territorio. Y se encaminaría a lo ocurrido en Estados Unidos, su uso recreativo se despenalizaría. Nos brincaríamos la etapa medicinal. Esto parece ser la solución a nuestros problemas en materia de seguridad. Asumimos que se reducirían los índices de violencia derivados del negocio de la droga. Pero ¿y los cárteles? Durante el mes de noviembre Tijuana registró más de mil quinientas muertes violentas producto del crimen organizado. Esto es un indicio de los niveles sanguinarios que son capaces de alcanzar los narcos si se les amenaza su negocio. Si les arrebatamos las ganancias de la venta de mariguana qué van a hacer. Recordemos que el narco no pierde. Y que por duro que resulte: gran parte de la agenda de este país depende de sus injerencias. Uno de los

problemas más graves de México es el crack. Si los cárteles empiezan a regalar la heroína y ésta es sustituida por el crack nos precipitaremos más rápido hacia el infierno. Ante el acorralamiento, los cárteles empezarían a secuestrar. Como una medida para presionar al gobierno. Y quiénes son los primeros en la lista. La clase política y económica que domina este país. Los gobernados seríamos daño colateral. Y ya sabemos que tampoco estaríamos en el paraíso. Por qué en Estados Unidos se pudo legalizar la mariguana y en México todavía no. Antes que comercializar la droga, tenemos que hacer que se respete el estado de derecho. Mientras no se cumpla la ley en este país la despenalización no va a producirse. Cada que ocurre una matanza en Estados Unidos nos burlamos de los gringos locos por vender armas a cualquiera. Pero nosotros no somos un ejemplo. Allá al existir el registro de armas saben contra quién enfrentarse. Este país no vende armas pero tiene 120 mil muertos y no hay nadie en las cárceles del país pagando por esos delitos. En estos tiempos electorales la legalización de las drogas es un tema crucial. Sin embargo, es más complejo de lo que parece. No es tan sencillo como proponer que se ponga un tope en una calle. Tendrían que rodar cabezas. Y lo sabemos, en este sexenio de atropellos. Necesitamos la garantía de que la legalización contra las drogas hará posible que los mexicanos vivamos en paz. Porque como están ahora las cosas, con mil quinientos muertos al mes, la despenalización sólo apunta a que la violencia que hemos sufrido en el pasado haya sido una luna de miel.

Por ALEJANDRO DE LA GARZA @Aladelagarza

Ciberactivismo + semana del arte ABRIGADO con gorro andino, bufanda larga y chamarra de pluma, el alacrán resistió esta semana el frío inusual y los comentarios críticos a su insistencia (¿monótona?) en temas de redes sociales, internet libre y neutralidad de la red. Por ello, el arácnido se ha propuesto no abundar por ahora en el tema de la carencia de estrategias digitales de los precandidatos a la Presidencia, incapaces de plantear ideas o propuestas (si alguna) en torno al futuro de internet y las redes sociales, y sólo preocupados por lograr seguidores en twitter, facebook e instagram aun con mecanismos dolosos y perversos, como la compra de cuentas y seguidores en el mercado negro. El artrópodo tampoco hablará del reporte 2017 de Infoactivismo Latinoamericano, elaborado por la organización SOCIALTIC, ni mucho menos comentará su magnífica guía del Infoactivismo

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para el cambio social (http://infoactivismo.org). Pero el tema de redes sociales inevitable es el caso del estudiante de 17 años de la Preparatoria 8 Marco Antonio Sánchez Flores, cuyo proceso de aprehensión policiaca, desaparición por varios días y final hallazgo —golpeado y en auténtico estado de shock—, provocó un ciberactivismo extendido. Lo relevante fue cómo la ciberexigencia de su presentación con vida se trasladó a la calle y se convirtió en protestas, paros en las preparatorias y la UNAM, mítines y una marcha, lo cual, literalmente, arrinconó a las autoridades policiacas y políticas capitalinas, forzadas entonces a intervenir, investigar, dar una respuesta y, sobre todo, en camino de presentar un informe completo, cronológico y detallado de lo sucedido a este joven. Estamos a la espera. El escorpión hablará mejor, decía, de la semana del arte en la Ciudad de México, a realizarse del 7 al 11 de febrero,

cuando tres ferias de arte se llevarán a cabo de forma simultánea. Zona MACO (zsonamaco.com) celebra 15 años y se inaugura el 7 de febrero en el Centro Citibanamex, con secciones de arte moderno y nuevas propuestas. Material Art Fair / Feria de Arte Material (material-fair.com), se abre el 8 de febrero y se presenta por primera vez en el Frontón México. El edificio art déco, construido en 1929, está acondicionado para la ocasión. La feria reúne galeristas nacionales e internacionales, pero también ofrece performances, conferencias, arte digital, videos y talleres. Finalmente, Arte 10 CDMX (feriadelmillon.com) se inicia el 9 de febrero y tendrá como sede el Foto Museo Cuatro Caminos, donde ofrecerá obras a un precio límite de diez mil pesos. Los protagonistas son artistas emergentes sin representación en ninguna galería y quienes difícilmente encuentran foros para exhibir su obra. C

LA SEMANA DEL ARTE EN LA CIUDAD DE MÉXICO SE REALIZARÁ DEL 7 AL 11 DE FEBRERO.

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PARADOJAS NUMÉRICAS DE LA MUERTE VIOLENTA REDES NEURALES

A

l comienzo de su libro Homo Deus, Yuval Noah Harari dice que “por primera vez en la historia, hoy en día mueren más personas por comer demasiado que por comer demasiado poco, más por vejez que por una enfermedad infecciosa, y más por suicidio que por asesinato a manos de la suma de soldados, terroristas y criminales.” No hay duda de que estas afirmaciones marcan un giro interesante en lo que el autor llama “la nueva agenda humana”, pero antes de aceptar la dirección filosófica de este exitoso profesor de historia, quizá podemos dar un paso atrás para decidir si los supuestos de esta nueva agenda resisten el frío análisis de los números. Y si de frialdad se trata, ¿qué mejor ambiente que un banco? En efecto, el Banco Mundial tiene una página web en la cual se pueden consultar bases de datos relacionadas con muchos aspectos demográficos globales. La pregunta que hago ahora es: ¿realmente hoy mueren más personas por suicidio que por homicidio intencional? Una vez que has descargado los números gratuitamente (es lo único gratuito que vas a recibir del Banco Mundial), haces un mínimo análisis de datos y admites que ahora tienes más dudas que certezas. Las cifras relacionadas con ambos tipos de “muerte violenta” están expresadas aquí como tasas anuales por cada 100 mil habitantes. Con esto respondemos la siguiente pregunta: por cada 100 mil habitantes, ¿cuántas personas se suicidan anualmente y cuántas son asesinadas? Como soy médico, y me especializo en problemas neuropsiquiátricos, empiezo por el problema del suicidio. Lo que salta a la vista es la gran variabilidad entre países, lo cual parece dibujar inicialmente un mapa caótico. Pero también podemos observar que hay una gran estabilidad a lo largo de los últimos años dentro de cada país. Esto significa que el fenómeno no es meramente aleatorio. Algunos países han tenido una reducción en la tasa de suicidio a partir del año 2000: a la baja encontramos a países como Australia, Cuba, El Salvador, Francia, Israel, Rusia y Venezuela. Mientras tanto, el suicidio va a la alta en países como Argentina, Brasil, Honduras, Jamaica, México y Estados Unidos. Estas tendencias son muy relevantes, pero hay que aceptar otra realidad: algunos países tienen cifras escandalosamente altas en comparación al resto. Por ejemplo, si consideramos el año 2015 (pero hay bastante estabilidad con respecto a las décadas previas), encontramos lo siguiente: con una tasa de 14.2 por cada 100 mil habitantes, Argentina es el país con mayor tendencia al suicidio en América Latina. En el escenario global, los países que tristemente pueden considerarse líderes en materia de suicidio (las cifras son del 2015 y sigo comunicando tasas anuales por 100 mil habitantes) son Francia (16.9), Japón (19.6), Rusia (20.1) y Estados Unidos (14.3). Por el contrario, otras naciones se encuentran en los rangos más bajos: Brasil (6.3), Colombia (6.1), Guatemala (2.5), Honduras (3.5), Jamaica (1.4), Israel (5.5), Kenia (6.5), Líbano (3.1), México (5), Perú (5.8) y Venezuela (3). ¿Por qué algunos países con cifras alarmantes de inseguridad y pobreza tienen tasas de suicidio significativamente

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Por

JESÚS RAMÍREZBERMÚDEZ

menores, en comparación con naciones desarrolladas como Francia, Japón o Estados Unidos? No hay una respuesta inmediata a este problema, aunque seguramente muchas personas tienen respuestas de acuerdo con sus propias doctrinas ideológicas. Tampoco hay una respuesta fácil al problema ruso. ¿Por qué tiene Rusia tasas tan altas? Al consultar los valores del año 2015, en otras naciones cercanas a Rusia, y clasificadas como países eslavos de manera popular, encontramos los niveles más altos del escenario global (Bielorrusia, 22.8; Lituania, 33.7; Estonia, 18.9; Ucrania, 20.1). También Finlandia, que no formó parte del bloque soviético porque se independizó de Rusia en 1917, tiene una cifra muy elevada: 16.2. ¿Pero qué pasa con el homicidio? Una vez más, sigo la página del Banco Mundial, y comparo las cifras del homicidio en comparación con las cifras del suicidio. Una breve hojeada a los datos nos obliga a aceptar que el resultado es sorprendente porque contradice muchas de nuestras ideas preconcebidas y nos obliga a pensar en nuevas hipótesis.

Comparación entre la tasa de homicidio y suicidio Por cada 100 mil habitantes, año 2015 PAÍS Argentina Australia Brasil Chile China Colombia Costa Rica Cuba El Salvador España Francia Guatemala Honduras Inglaterra Israel Jamaica Japón Kenia Líbano México Perú Rusia Sudáfrica Usa Venezuela

HOMICIDIO 6.5 1.0 26.7 3.6* 0.7* 26.5 11.8 4.7** 108.6 0.7 1.6 31.2* 63.8 0.9* 1.4 43.2 0.3 5.8 3.9 16.3 7.2 11.3 34.3 4.9 57.1

SUICIDIO 14.2 11.8 6.3 9.9 10 6.1 7.7 14 11.1 8.5 16.9 2.5 3.5 8.5 5.5 1.4 19.6 6.5 3.1 5 5.8 20.1 10.7 14.3 3

* Las cifras son de 2014. ** Las cifras son de 2011.

Con la excepción de Argentina y Chile, en donde es más probable el suicidio que el homicidio, los países latinoamericanos y del Caribe considerados (con toda justicia) como violentos, es decir: México, Guatemala, Honduras, Colombia, Brasil, Venezuela y Jamaica, tienen cifras vergonzosas de homicidio, pero el suicidio está en límites bajos. La excepción es El Salvador,

LA PROBABILIDAD DE QUE UN JAPONÉS SEA ASESINADO POR OTRO ES BAJÍSIMA, PERO LA PROBABILIDAD DE QUE ESE JAPONÉS SE SUICIDE ES COMPARATIVAMENTE MUY ALTA.”

que tiene la peor tasa de homicidio y una tasa de suicidio muy lejana de las cifras aceptables. Perú es diferente al resto: cifras bajas de homicidio para el estándar latinoamericano, y cifras bajas de suicidio en comparación con los países desarrollados. ¿Qué pasa en los países desarrollados? Japón es el país más seguro de esta lista en términos de homicidio, pero es muy inseguro en lo que al suicidio se refiere. La probabilidad de que un japonés sea asesinado por otro es bajísima, pero la probabilidad de que ese japonés se suicide es comparativamente muy alta. Algo similar sucede con Francia, aunque en menor escala, y las cifras de Inglaterra y España son menos extremas, pero sigue siendo cierto que en esos países el suicidio es más probable que el homicidio. Estados Unidos tiene una tasa de homicidio aceptable dentro de los parámetros internacionales, pero la de suicidio está en niveles muy altos. Todo indica que las afirmaciones del historiador y filósofo Yuval Noah Harari se refieren a las naciones desarrolladas en las que vive y escribe. Rusia parece ser un país inseguro en ambos sentidos: la tasa de homicidio no está en el rango bajo, y la de suicidio está en lo más alto. Israel y Líbano parecen ser los sitios más seguros de esta lista, a pesar de las convulsiones de la región, si tomamos en cuenta exclusivamente el balance entre las dos cifras. Aunque las explicaciones científicas de estos datos merecen muchas páginas de análisis, para comprender las relaciones entre la inequidad, la violencia, las adicciones, los trastornos afectivos como la depresión mayor, y las diferencias culturales debidas a factores religiosos, étnicos y geográficos, una cosa es segura: antes de hacer grandes afirmaciones acerca de la nueva agenda de la humanidad, basada en creencias que solamente son verídicas dentro de los países desarrollados, es necesario hacer un recorrido por las naciones en vías de desarrollo, en las cuales el problema del homicidio no está resuelto y es escandalosamente más alto que el suicidio. Pero en estos países también se podría aprender algo acerca de la naturaleza del suicidio: ¿por qué un país como Jamaica, con una tasa de homicidio de 43.2, tiene una tasa de suicidio de 1.4? La filosofía de la historia, y más aún las ambiciones futuristas, no pueden basarse solamente en una visión centrada en Europa, o en los países de lengua inglesa. Hay que mirar en forma simultánea la distribución de los rasgos utópicos y distópicos de nuestras sociedades, pero con el reconocimiento explícito de la profunda heterogeneidad en el mapa de las culturas y las naciones. Parafraseando al escritor de ciencia ficción William Gibson: las utopías y las distopías ya están aquí, con nosotros, sólo que no están distribuidas de manera equitativa.

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