DIARIO LA NACIÓN - EDICIÓN 8.374

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ANÁLISIS.

LUNES 11 JUNIO DEL 2018

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La paridad, Tesla y el carpintero Chachano AUGUSTO DOS SANTOS Analista

N

ikola Tesla tiene todo lo que un tipo necesita para ser recordado por la historia, era un genio, fue injustamente relegado en algunos asuntos (principalmente en regalías) y fue un transgresor en su tiempo. Sin embargo, hubo una constante en la vida de Tesla que llevaba a pensar que eso no acabaría bien: la sobredimensión de sus sueños. Todo fue brillante en su vida de inventor, menos su obstinada idea de transmitir energía eléctrica a distancia, lo que nunca consiguió y en rigor no se consiguió jamás, hasta hoy. A 7,678 kilómetros del Hotel en Nueva York donde Tesla murió, en Pilar, vivía el carpintero Chachano, quien en su afán de inventar la primera bicicleta anfibia diseñó un biciclo de madera que se hundió en algún lugar del río Paraguay. Las grandes ideas son irrefutables. Bellas. Sus mentores merecen el respeto y el cariño de la humanidad, pero no siempre existen condiciones para que ellas se materialicen en un momento preciso de la historia. Lo cual no des-

califica las ideas, por el contrario, las convierte en ideas fundacionales de algo que cuando suceda, cambiaría al mundo. Recordaba estas historias con el debate de la ley de paridad. Reflexionando a continuación que ni la cultura, ni el contexto político paraguayos están en condiciones de debatir un tema de esta dimensión con la amplitud que se merece y por sobre todo con algún toque de calor ciudadano que precisa para que se logre todo lo que se aspira. Es imposible sostener lógica alguna que plantee que la mujer no se merece en nuestra sociedad todo lo que los hombres pueden alcanzar. Muchos incluso no dudamos que en muchos frentes –muchísimos– ellas lo pueden hacer mejor. Tampoco se puede dudar que el poder civil y el poder religioso a lo largo de la historia han sido tremendamente injustos con las mujeres, desde aquella leyenda de la costilla de un hombre como célula fundamental del nacimiento de la mujer. El machismo ha marcado la historia del mundo con horribles persecuciones contra las mujeres, incluyendo a las iglesias dentro de un rol relevante en este orden. Portodoello,unaleyquegaranticelaparidaddelas mujeres en la política, en la gestión de lo público es una idea de valor histórico para nuestra sociedad.

Pero… a la luz del contexto cultural que predomina: ¿ha sido inteligente jugarse al todo por el todo? ¿No hubiera sido más conveniente apostar a la gradualidad? Considerando esto desde lo aspiracional parece un planteo antipático y políticamente incorrecto. ¿Pero qué hubiera pasado si se planteaba un primer abordaje al respecto, por ejemplo, de las listas del Congreso y las juntas departamentales y municipales? ¿No hubiera evitado el cuestionamiento que existe al respecto –por

ejemplo– de respetar los cargos de concurso para que ellos sigan regidos por la idoneidad y la capacidad profesional? En fin. Las buenas ideas se aplauden y punto. Pero a veces, nomás, se siente pena porque una buena idea no tuvo esa cuota de pragmatismo que hace que ellas ganen las difíciles pulseadas con la cultura de una sociedad. Es como en la guerra, se gana por batallas. Hubiera sido gradual. Todavía puede serlo.

Presidente Hayes y la Guerra del Chaco DANY FLEITAS

daniel.fleitas@gruponacion.com.py

“Y

o, Rutherford Birchard Hayes, presidente de los Estados Unidos de América, después de haber tomado en debida consideración las dichas exposiciones y documentos fehacientes, juzgo: que la dicha República del Paraguay tiene los títulos perfectos y legales a la posesión del dicho territorio discutido entre el Pilcomayo y río Verde y de Villa Occidental situada entre ellos, y de consiguiente concedo a la dicha República del Paraguay el territorio en la orilla occidental del río del mismo nombre, entre el río Verde y el Brazo principal del Pilcomayo, incluyendo Villa Occidental”. Se trata del laudo arbitral del presidente de los Estados Unidos Rutherford Hayes (1877 y 1881), emitido el 12 de noviembre de 1878 –que resolvió la cuestión de límites entre Argentina y Paraguay–. En 1878 Argentina y Paraguay le solicitaron a Hayes actuar como árbitro para definir sus límites en el Chaco Boreal luego de la Guerra de la Triple Alianza entre Argentina, Brasil y Uruguay contra Paraguay. Hayes laudó en favor de la posición paraguaya. En gratitud a ese histórico fallo de un presidente de los Estados Unidos, un departamento de

nuestro país se denomina Presidente Hayes, que tiene hoy por capital a la ciudad de Villa Hayes, una decisión tomada muy acertadamente. Esa decisión del presidente de los Estados Unidos habría de marcar el desarrollo y curso de las decisiones futuras de países vecinos, entre ellos Bolivia, un país que tras perder costas en el Pacífico en su guerra contra Chile, buscaba apoyo internacional para invadir el Chaco Boreal con la intención de sacar sus productos por el caudaloso Río Paraguay hasta el Río de la Plata, en el Atlántico. Pero como EEUU había fallado a favor de Paraguay, era difícil que se prestara a las pretensiones bolivianas sobre el Chaco Boreal. Entonces, se aventuró a invadir el Chaco Boreal, con las consecuencias que todos conocemos. Los paraguayos los hicieron replegar hasta las estribaciones de Tarija, recuperando su territorio y más, significando la derrota boliviana. Las causas y antecedentes de la Guerra del Chaco, en que perdieron la vida más de 90.000 soldados (60.000 bolivianos y 30.000 paraguayos), son bastante complicados. Sin embargo, se resalta el hecho de una nefasta herencia de la época colonial de determinación de límites para ambos países. El Chaco Boreal, hoy Chaco Paraguayo –solo un poco más pequeño que Francia– era una inmensa zona inhóspita y despoblada, por lo que ambas naciones tuvieron que fijar sus respectivas jurisdicciones de acuerdo con documentos y líneas propias que no eran aceptados

por ninguno de los dos. Se habían establecido cuatro tratados de límites entre 1879 y 1907, pero más tarde tampoco habían sido aceptados definitivamente por Paraguay y Bolivia. Cuando Bolivia pierde su salida al océano Pacífico, como consecuencia de la Guerra del Pacífico (1879-1883), el Chaco adquirió un valor estratégico, siendo necesaria su ocupación para salir al océano Atlántico por el río Paraguay. Otra de las razones de Bolivia para la ocupación del Chaco tiene que ver con los rumores, ya en esa época –como hasta hoy–, de la supuesta existencia de petróleo en el subsuelo chaqueño, que la Standard Oil ya extraía en los bordes de la serranía en los umbrales del Chaco Boreal. Ocurrió que la Standard, cuentan los historiadores, fracasó en su intento por sacar el petróleo boliviano por un oleoducto en territorio argentino. Entonces, la otra opción era lo más al sur posible, nuestro Chaco. Así, Bolivia resolvió la invasión del Chaco Boreal, yendo a una guerra contra Paraguay que se inició en 1932 y culminó en 1935. No obstante, la ocupación del Chaco ya se venía produciendo varios años antes del inicio formal de la guerra, llegando inclusive hasta el Bajo Chaco, en Nanawa. Los bolivianos necesitaban apoyo extranjero para conquistar suelo paraguayo, pero el laudo Hayes los descolocó y emprendieron una guerra en un territorio hostil que no conocían y contra un pueblo que ya había demostrado su bravura apenas pocas décadas

atrás en la contienda contra la Triple Alianza. Arremetieron contra paraguayos ante la atenta mirada de otras potencias del mundo, como Estados Unidos y Gran Bretaña, que supuestamente también tenían intereses petroleros en Sudamérica. Conocidos historiadores afirman que el petróleo en realidad fue la gran causante de la Guerra. Dos empresas extranjeras se disputaban en aquel entonces el control del petróleo: la inglesa Rochall Dusch (Shell) y la Standard Oil (Esso), norteamericana, con presencia en Sudamérica. Esta versión refiere que ambas compañías utilizaron a dos pueblos hermanos, Paraguay y Bolivia, para definir la posesión de un vasto territorio en el que se creía había abundante petróleo. Hasta hoy, ambas cosas son especulaciones: la incidencia de las compañías en la guerra y la existencia del “oro negro” en el Chaco. Se comprobó, no obstante, que hay gas, pero no crudo o petróleo para su explotación comercial. El Chaco, tal como lo conocemos, es parte de la República del Paraguay debido a decisiones valientes de verdaderos guerreros que hasta derramaron sangre por defenderlo. Si hoy cuenta con casi 250.000 kilómetros cuadrados, es porque otro diplomático y ex presidente de EEUU se plantó y evitó que Argentina se quede con gran parte de la Región Occidental. No estamos ni podemos actuar nunca solos. Por eso, va mi homenaje a todos ellos. Es bueno recordar la historia en este tiempo en que celebramos la firma del Tratado de Paz, realizada en Buenos Aires un 12 de junio de 1935.


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