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Periódico Digital G R A T U I T O - nº12 Febrero 2011
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Relato de terror: "¿Qué día es hoy?" (El Diario del Misterio) Andrés Gandía Vicente se despertó porque le dió en la cara un rayo de sol que entraba por la ventana. Le pareció raro que no hubiera sonado el despertador, lo miró y se dio cuenta de que estaba parado a las 12. No era lo único que le llamó la atención. Ese sol que entraba por la ventana y le había despertado tenía un extraño color rojizo, a la vez que un fulgor inusual para la época del año en que se encontraba. Se encontraba un poco aturdido, cosa que achacó a que la noche anterior, para dormir, había tomado un
somnífero. No era su costumbre hacerlo, pero esa noche se había decidido porque estaba mentalmente agotado. Le había llevado a ese agotamiento una serie de circunstancias que, todas juntas, habían saturado el vaso. Realmente hacía tiempo que sucedían cosas inusuales. Desde hacía más de dos años los desastres naturales (¿naturales?, se preguntaba Vicente), estaban asolando ciertas zonas del planeta. Cerca de su propio lugar de residenciahabía vivido unas inusitadas inundaciones con unas cuantas víctimas mortales. Nada, comparado con lo mal que lo estaban pasando en otros lugares, con terremotos, sequías, inundaciones, tsunamis, apagones masivos, etc. y
todo lo que ello conlleva: hambrunas, plagas, desórdenes, saqueos... También se habían venido produciendo fallos en las comunicaciones: teléfonos, ADSL, televisión, radio, etc., cosa que los expertos atribuían en los medios a “saturación electromagnética”, lo cual, él no sabía muy bien qué era. Por otro lado, había perdido recientemente su trabajo y desde hacía unos meses vivía separado de su familia; pero eso es otra historia. O no del todo... El caso es que Vicente se dirigió al cuarto de baño, intentó encender la luz y no pudo. Evacuó de mala manera, medio a ciegas, sin seguridad de acertar en donde debía, se lavó las manos y encontró la toalla, palpando
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por las paredes. Se dirigió al cuadro eléctrico de la vivienda y no había saltado ningún interruptor, lo que le hizo pensar en una avería general. Volvió nuestro hombre a su dormitorio y buscó su teléfono móvil, con la intención de llamar a un amigo para preguntar si en el sector eléctrico de su vivienda estaba pasando lo mismo; pero el teléfono estaba apagado y no había manera de ponerlo en marcha. Esto también le extrañó porque su costumbre era poner a cargar el teléfono todas las tardes, si es que era necesario, y recordaba perfectamente haberlo hecho la tarde anterior. No podía desayunar, pues no