DIARIO DEL MISTERIO n11

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Periódico digital G R A T U I T O - nº11 Febrero 2011

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El misterio de la Virgen de Guadalupe (El Diario del Misterio) José David Flores (Redacción DM) Nuestra Señora de Guadalupe es una advocación mariana de la religión católica, cuya imagen se venera en la Basílica de Guadalupe, al norte de la Ciudad de México. Muchos son los significados atribuidos a este nombre. Según los guadalupanos mexicanos actuales, el nombre de la Virgen de Guadalupe podría ser la deformación de un nombre original desconocido (pronunciado en Nahúatl) con el que el indígena Juan Diego habría mencionado a la Virgen que se le había aparecido. Varios investigadores han tratado de identificar palabras en idioma Náhuatl que suenen parecido a Guadalupe y tengan algún significado religioso, para que pudieran ser el nombre que dijo de la Virgen: • Coatlallope: la que aplasta a la serpiente (coatl: serpiente, a preposición y llope: aplastar). • Tequantlanopeuh: la que tuvo origen en la cumbre de las peñas. • Tequatlasupe: la que aplasta la cabeza de la serpiente. • Tlecuatlahlope: la que nos salva de ser comido. • Tlecuauhtlacupeuh: la que viene volando a la luz como el águila de fuego. • Tlecuauhtlapcupeuh: la que procede de la región de la luz como el águila de fuego. Lo cierto es que en España, existían tres advocaciones previas de la Virgen de Guadalupe, en Guadalupe (Cáceres), en Úbeda (Jaén) y en La Gomera (Canarias). Los conquistadores conocían y veneraban a la Virgen de Guadalupe en la basílica construida en España por Alfonso XI en 1.340. El nombre de Guadalupe (de la estatuilla extremeña cuya copia llevaron los conquistadores a México) proviene el río Guadalupejo (nombre que viene de la unión de la palabra árabe “guada”, río, y la contracción latina “lux-speculum”, espejo de luz), supuestamente ocultada allí tras la invasión árabe de Hispania en el siglo VIII donde permaneció hasta su hallazgo por Gil Cordero. El indio Juan Diego y la aparición de la Virgen Corría el año 1.531, concretamente el 9 de Diciembre, cuando un humilde

campesino indígena Nahúatl llamado Juan Diego Cuauhtlatoatzin que paseaba por el cerro del Tepeyac, fue testigo de algo que cambiaría la historia de México. Era el mes de Diciembre, diez años después de la conquista de Tenochtitlán, la actual Ciudad de México, cuando la Virgen se le apareció por primera vez, pidiéndole que se le consagrara un templo en aquel cerro. Juan, asustado, corrió a contarle aquella visión a fray Juan de Zumárraga, en aquel entonces, primer obispo de Nueva España, el cual no le creyó, pidiéndole pruebas de aquel hecho. Triste y consternado por aquella reacción del franciscano, se marchó sin dar más explicaciones. Pero pronto volvería a tener contacto con aquel ser que le hiciera tan peculiar petición. Hasta en tres ocasiones más, Juan Diego tuvo contacto con la que le decía ser la Madre de Dios, cuando en la última, el día 12 de Diciembre, ésta le pidió que recogiera flores en su manto, unas rosas de Castilla, las cuales no se encontraban en su época de floración y que habían crecido sin explicación alguna en aquella región tan árida. Con ello, daría una prueba a fray Juan de Zumárraga de que

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contaba la verdad. Cuando este regresó a casa del obispo para mostrarle las rosas que la Virgen le había pedido que recogiera, al desplegar su ayate, apareció la imagen de la Virgen impresa en el. La misma imagen que, según la tradición, se venera en la basílica guadalupana. A partir de entonces, muchos indígenas dejan de adorar a Tonantzin Coatlicue (cuyo significado en Náhuatl es nuestra venerable madrecita de falda de serpientes), diosa azteca de aquellos primeros habitantes de tan insólitas tierras cuyo centro de devoción se encontraba en la ribera occidental del lago de Texcoco y que fue destruido durante la conquista, construyendo en su lugar una pequeña ermita como señalan los escritos por la década de 1.530, Este hecho, junto con la curación milagrosa del tio de Juan, Juan Bernardino, así como otro hecho milagroso que ocurriera durante una peregrinación que hicieran los indígenas celebrando la aparición de tan divina señora, hizo que el número de convertidos al cristianismo pasara de 250.000 bautizados a 9 millones en un periodo muy corto de tiempo, tal y como se recoge en el Nicam Mopohua (“aquí se narra”),

documento del siglo XVI escrito en el idioma Náhuatl. Este último milagro fue la sanación de un indio al cual se le clavó accidentalmente una flecha en el cuello, seccionándole la yugular. Al desprenderle dicha flecha, el indio se levantó sin señal alguna de la herida causada. Pero no es hasta el año 1.550, cuando se comienza a levantar, en el lugar donde se encontraba aquella pequeña ermita, la antigua basílica por el sucesor de Zumárraga, fray Alonso de Montúfar, a quien muchos detractores de los hechos vividos por el indio Juan Diego, atribuyen también el encargo de la pintura de la imagen de la Virgen de Guadalupe. Posteriormente, ya entre los años 1.974 a 1.977 es edificada a los pies del Tepeyac la nueva Basílica de Guadalupe, con una estructura circular de 330 pies de diámetro y una capacidad para 50.000 personas. Pero, ¿qué genial pintor en el siglo XVI, fue capaz de llegar a realizar unos detalles hallados en este lienzo, que ni con la tecnología actual somos capaces de realizar ahora?, ¿qué genio de aquella época tenía tanto conocimiento astronómico y médico?, ¿Cómo fue capaz un pintor local de

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