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10 | Jueves 9 de junio 2011 ■

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opinión Por Diego A. Sosa Sosa

Comentario editorial

Por Ruddy L. González -Director

“Nadie puede escribir como periodista lo que no puede decir como caballero”. Ezequiel P. Paz

Atrapados… y sin salida

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ueva vez estamos hoy en medio de una nueva discusión referente a la urgencia del Gobierno de recaudar más dinero para hacer frente a un déficit presupuestario y las presiones de la población sobre las consecuencias de que estas cargas provocan en los presupuestos familiares. ¿Porqué no se socializó esta situación antes de anunciarlo, con un paquete impositivo colocado en manos de los senadores y diputados para ser convertidos en ley? El Gobierno cuenta con una mayoría absoluta en el Senado y una mayoría de votos simples en la Cámara de Diputados que le permiten imponer cualquier decisión, como de hecho lo harán al final, aunque la oposición política lo rechace y la población lo proteste. Sin embargo, es bueno advertir que si la situación económica actual se convierte en un tema político, en un ambiente contaminado por el populismo y la demagogia propias de un proceso eleccionario, y en un motivo de protestas sociales, la situación podría irse de las manos, con experiencias y resultados negativos y traumáticos. El paquete impositivo ha sorprendido tanto porque el Gobierno, a través de sus principales funcionarios del área económica aseguraron y

Por Felipe Mora

Un clamor que se expande

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epública Dominicana tiene enorme potencial en lo que se refiere a incentivar sus sectores vinculados a la producción. Cada día se expande el clamor que pide se detengan las masivas importaciones de rubros en los que el país puede dar garantías de que se producirán sin mayores dificultades, y que incluso podría generar excedentes para destinarlos a la exportación. La isla Hispaniola, que los dominicanos compartimos con Haití, alberga alrededor de 20 millones de habitantes que reclaman alimentos, educación, salud,

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repitieron, hasta hace apenas unas pocas semanas, que no habría necesidad de nuevas cargas fiscales, por lo menos en el curso de este año. Para colmo, el paquete impositivo llegó de la mano de aumentos anunciados en la tarifa eléctrica y, por consiguiente, de una multiplicidad de incrementos que van desde los combustibles hasta las medicinas y atenciones hospitalarias en las clínicas privadas y los servicios médicos. ¿Cómo llegamos a este punto extremo? A la presión del momento: o aceptamos pagar más o se rompe el acuerdo con el Fondo Monetario y la situación de la economía sería más difícil, más complicada y de soluciones más duras. Si bien, entonces, debemos evitar que rebatiñas políticas estériles dilaten la solución del problema que tenemos por delante, el trance obliga a que las autoridades expliquen con claridad, con la verdad, cómo llegamos a esta crisis, si con las cargas que se imponen se conjura la situación y qué hacemos para evitar la repetición de tan amarga experiencia. Porque si bien el Gobierno pide –y debe recibir- comprensión de la población, la sociedad en su conjunto tiene el derecho a recibir las explicaciones que le lleven a confiar en las decisiones de sus autoridades.

la preservación del medio ambiente, entre otras tantas soluciones. En la parte Este, que componen la dos tercera parte de la isla, disponemos de tierras útiles para la agricultura, la ganadería. Pero también para el incentivo industrial y para el procesamiento de rubros provenientes de ambos renglones económicos. De tiempo en tiempo, sectores como los productores de cerdos, de pollos, de ajo, los cebolleros, ganaderos, arroceros han confrontado problemas en cuanto a acceder al crédito, por problemas de colocación de sus productos, o por las inclemencias de la naturaleza. Ellos entienden que el mal generalizado lo constituyen los permisos de importaciones de esos rubros, en detrimento de la producción nacional. Hace pocos días, recién la semana pasada, el director general de Contrataciones Públicas, Eric Hazim, reveló que el Estado dominicano destina anualmente alrededor de RD$60 mil millones para compras de bienes, servicios y contrataciones de obras, cifra que –explicó- representa alrededor del 26% del presupuesto ejecutado en el ámbito

¿Cuánto cuesta o cuánto vale?

Va cogiendo forma el movimiento que reclama la unidad de todos los sectores que están vinculados a la producción nacional. Como debe de ser. del Gobierno Central. Hazim agregaba que “es un gran volumen de recursos que, bien orientados, pueden impactar a los sectores productivos nacionales”, al tiempo que significó que existen más de 15,000 proveedores del Estado registrados. Transparencia es una palabra que pesa y tiene amplia significación en esas transacciones. Se debe reducir a lo únicamente indispensable las importaciones de bienes de consumo por parte de instituciones del Estado. Porque la producción nacional es un tema que da carácter de soberanía a todo país organizado.

amburgo, Alemania.- Los bienes materiales y los servicios tienen un valor y un costo. No siempre son iguales y no siempre estaremos de acuerdo. Por eso en una subasta alguien está dispuesto a pagar millones de dólares por un objeto que perteneció a un artista famoso o por un cuadro pintado por alguien de renombre, mientras que otros odian al artista y muchos no colgarían ese cuadro en su casa. Veo que muchos le suben el valor de algunos servicios o bienes y por eso no pueden avanzar financieramente. Saber calcular el valor, no el costo, es una de las especialidades de las personas que saben guardar dinero. Claro está que para la gran mayoría esos son actos detacañería. Sin embargo, ellos son los que comandan el precio que pagan por lo que reciben. Tomemos un ejemplo conocido, un restaurante. Un plato de pasta con una salsa simple puede costar diez veces más en un restaurante de lujomque en una sencilla taberna italiana. ¿Por qué? Aquí viene lo interesante, lo que la mayoría no calcula, o sea, no le da valor. La realidad es que pagamos cosas como prestigio, ganancias del dueño, que no es sólo un sueldo, sino jugosas ganancias que cubran sus lujos y sus gastos de relaciones públicas. Pagamos los anuncios televisivos. Y pagamos por un componente que casi nunca calculamos y que casi siempre cuesta mucho... El ver y ser vistos. Si queremos pagar por ese lujo, deberíamos saber cuánto estamos dispuestos a invertir de nuestro capital. No podemos decir que el dinero no alcanza para ahorrar y estar pagando costos que no le hemos dado su

Y bien pueden los sectores nacionales vinculados a la producción ser partícipes de los negocios que generan las contrataciones estatales que, como se sabe, muchos de los productos adquiridos provienen del exterior, con la consiguiente sangría en divisas. El DR-Cafta, tratado comercial con Estados Unidos y Centroamérica puesto en operación hace más de cinco años, no ha cumplido con los propósitos para los cuales se discutió y se puso en vigencia, que fue de ayudar a los productores y empresarios de los países signatarios, pero igualmente para beneficio de millones de consumidores. Nada de eso ha ocurrido, sino todo lo contrario, al menos en este nuestro país. El proyecto de ley sobre Compras Nacionales, propuesto por el diputado Pelegrín Castillo, ha concitado la simpatía y el beneplácito de miles de productores agropecuarios, así como de representantes de la industria local y, por supuesto, de legisladores de las distintas fuerzas políticas. República Dominicana debe poner freno a la enorme sangría de divisas en lo que se refiere a las importaciones de productos agro-

justo valor. Los ricos lo pagan porque sus gallinas compran esos caballos. Como explico en mi libro Arco Iris Financiero. Si usted tiene inversiones (gallinas), es muy fácil pagar los lujos (caballos) con lo que ellas producen. Pero si primero compra caballos, nunca estos le comprarán gallinas. Esto nos pasa con muchas cosas que compramos: autos, vestimenta, vacaciones, teléfonos móviles, adornos de la casa, etc. Cada elemento cubre una necesidad, pero lo que no calculamos es cuánto pagamos por cubrir varias necesidades con la misma compra. Muchas veces tenemos el caso contrario, no sabemos ver el valor incluido en un servicio. Si lo que queremos pagar es sólo cubrir una necesidad quedamos ciegos para completar la fórmula matemática. Vamos al médico y los honorarios nos parecen altos. Sólo ocupó treinta minutos y me cobró... Los que vendemos intangibles tenemos problemas para ponerle el valor real a lo que entregamos. Es cuestión de oferta y demanda. No todos están dispuestos a pagar el

Debemos saber el valor de algo incluido en un servicio, eso es esencial. valor que tiene lo que entregamos. Por eso tenemos que encontrar el equilibrio justo. El que hace fotos compra una cámara profesional y equipos. Invierte su tiempo y coloca su arte. Tiene que cobrar no sólo para sobrevivir, tiene que saber valorar el arte. Pero tiene que ser un buen vendedor para que la gente entienda todo lo que vale tener una buena foto. Porque una foto no es igual a una foto. Pagar por un plato de pasta para pasarla bien con mis amigos tiene un valor, posiblemente no lo tengo que pagar con dinero. Pagar más para tener el médico que me sanará, lo más seguro que vale la pena.

pecuarios, entiéndase leche en sus distintas formas, quesos, embutidos, carnes de cerdo y de res, pollos, granos, ajo, cebolla, abonos, entre otros tantos que conspiran contra la producción nacional. Cientos de productores nacionales, entre los que se incluyen productores de leche, de habichuelas, de ajo, de pollos y huevos, arroceros, porcicultores, cebolleros, han realizado ya tres encuentros regionales de apoyo al proyecto de ley sometido por el diputado Pelegrín Castillo. Y no solo eso. Decenas de organizaciones representativas de la producción nacional han hecho acto de presencia en esos encuentros y han externado su posición en torno a que las autoridades prácticamente han ignorado el clamor de los productores nacionales en lo que se refiere a una mayor participación en las transacciones comerciales que realiza el Estado dominicano. La falta de apoyo oficial en muchos renglones productivos pone serias trabas para que nuestros productores puedan insertarse en el mundo de la competitividad con relación a países de la región, y con el propio DRCafta. Es un clamor que se expande.


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