Edición 172

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EL DESAMPARADEÑO • 20 AÑOS AL SERVICIO DE NUESTRO CANTÓN

PRESENTANDO A

SANTIAGO SALAZAR AGUILAR JORGE EMILIO SALAZAR MONGE

“EL RUMBO DE SU EXISTENCIA”

periodicodesamp@gmail.com

II PARTE DE LA CAMPIÑA A LA CIUDAD La salida de Santiago Salazar Aguilar del paraje Jericó a Desamparados Centro, la originó, como primera razón, la prematura desintegración familiar, achacada, en gran medida, al fallecimiento de su mamá en 1948. Y como segundo móvil, los cambios en la condición agraria del país, donde los suelos, bosques, ríos y animales, que generaban los bienes de subsistencia en Jericó, empezaron a descuidarse e irrespetarse, debilitando la frontera agrícola, lo que contribuyó a un aumento de las penurias económicas y los problemas con las tierras campesinas, originándose un éxodo de la campiña a la ciudad, por parte de muchos de sus pobladores. Y como en el destino las cosas acontecen como deben acontecer, cumplidos los 24 años se casó, el sábado 25 de abril de 1953, con la dama generañela Blanca Rosa Monge Barrantes, en la vieja iglesia católica de San Isidro de General. La ceremonia fue dirigida por el presbítero Francisco Zúñiga, ejerciendo como padrinos de la boda Eugenio y su hermana la maestra Elvira Monge Barrantes (pionera en el nuevo valle General del futuro barrio Corazón de Jesús de Villa Ligia). Al evento religioso la acompañó su hermana menor Hortensia Virginia, y su papá Benigno con su nueva esposa Josefa Iluminada “MILLA” Morales Zúñiga (madre de sus hermanos Raúl Emiliano y Gaspar Braulio). Emilio Santiago procreó con Blanca Rosa diez hijos: María Hortensia de Los Ángeles (conocida como Marielos), Jorge Emilio, Ana Leticia, Mario Alberto, Rosa Lidieth, Daniel Santiago, Carmen Cecilia, Luz Marina (la única generaleña), Zaida María y Teresita. EL SENTIMIENTO MÁS DESGARRADOR A lo largo de su devenir, Santiago experimentó dramáticas pruebas. Una de ellas, la infantil tristeza de sepultar en 1936 a su hermanito Benigno Ángel de tres años de edad, fallecido por la secuela de una gastroenteritis. Otra, la aterradora angustia de huir en marzo de 1948 con su progenitor y sus hermanos Juan, Jesús y Benigno Raúl “CHOLO”, de la vil persecución a bala por parte de miembros de las tropas gobiernistas, en la interesada lucha armada y civil del 48. Huyeron dejando abandonados a la buena de Dios a su madre y su parentela menor, quienes serían presionados con maltratos para que confesaran el paradero de ellos. El cumiche José Antonio, de tan solo siete

años, corrió hasta La Pacaya, a la finca de María "PICUYA" Cordero donde laboraba su hermana Luzmilda, para comunicarle que regresara a la casa, pues la salud de la mamá había sufrido un drástico debilitamiento.

felicidad no llega cuando se consigue lo que se desea, sino, cuando se disfruta lo que se tiene. A pesar de que aseguraba que en su juventud se le apareció en Jericó el mítico “Cadejos”, siempre se consideró un habitante de realidades, por encima de quimeras e imaginaciones. No fue ni mejor ni peor, fue diferente y singular. Simpatizante del equipo de fútbol Deportivo Saprissa (lo acompañaba al arcaico estadio Nacional y al limonense Juan Gobán, al que se desplazaba en aviones de LACSA). Aficionado a los turnos, los circos, las películas mexicanas, los boleros musicales, las celebraciones de traspaso presidencial, las excursiones terrestres por Centroamérica y México, las visitas familiares, los paseos dominicales a pie, en auto, en bus o en tren a la playa, volcanes, parques, pueblos agrarios con verdes explanadas y ríos de cristalinas pozas.

Posteriormente se supo que se refugiaron en la vivienda de José Ureña Valverde y su señora María Mora Ureña, quienes a pesar de ser de ideología contraria, les brindaron total respaldo, justificado por su consolidada y fiel amistad. Todo ello, durante una guerra-como todas-, donde varones (en su mayoría jóvenes) que no se conocían ni se odiaban, se mataron entre sí, por la decisión de algunos beneméritos que sí se conocían y se aborrecían, pero que aferrados a sus sospechosos motivos no intentarían matarse. Una más, la provocadora del sentimiento más desgarrador de su vida, cuando a las cinco de la mañana del lunes 11 de octubre de 1948, con 45 años de nacida, muere su amadísima madre Hortensia, producto de una quebrantada sanidad, que había agravado la nociva escena mariachi ocurrida siete meses atrás. La sepultó el 12 de octubre bajo un torrencial aguacero, después de transportar el féretro desde El Hoyo en Jericó hasta el cementerio Central de ciudad Desamparados, por la pintoresca vereda de El Rodillal. Y otra, la confusa incertidumbre- dada su conducta nerviosa- que le causaron las erupciones del volcán Irazú y las avalanchas del río Reventado entre 1963 y 1964, que lo llevaron a tomar la resolución de establecerse, con su consorte e hijos, por año y medio en el nuevo valle General-particularmente San Isidro, La Ese y Villa Ligia-, dejando interrumpidos en Desamparados todos los bienes acumulados hasta esos días. Debido a la amistad que mantuvo con el empresario y avicultor Abilio Madrigal Mora, ese viaje, de Desamparados a San Isidro de General, fue posibilitado por su hijo Jorge “POLLIL” Madrigal Muñoz, quien noblemente se ofreció al traslado de personas y enseres en un resistente y espacioso camión de carga. LUCES Y SOMBRAS La estadía en el valle General fue de compartir, entre luces y sombras, con sus suegros Félix Monge Fallas y Dolores “LOLA” Barrantes Flores, y sus cuñados Elvira, Eugenio, Andrés, Zoraida, Omar, Ana Lía, Carlos Luis, Fernando y María del Carmen. Fue protagonista de una vivencia artesanal, luchada entre potreros, guayabales,

cafetales, cañales, maizales, frijolares, moliendas de trapiche, rajadas de leña, trojas y sonidos de la estruendosa planta eléctrica Peña y Saborío.

su antiguo patrimonio, incorporándose de nuevo con la placa SJP24 al gremio de taxistas, donde se le nombraba con el simpático apodo de “GUABILO”.

De arrear las vacas Mora y Muca acompañado del perro Rubí; de enyugar a los bueyes Pailetas y Achiote; de jinetear al caballo Ventarrón, de transitar entre helechales, de elaborar carboneras (una de sus habilidades favoritas, desarrollada de muchacho en Jericó), de atender su precursora pulpería San Jorge. De frecuentes diálogos y cooperativas faenas con Jesús, su hermano de mayor afinidad, que estuvo junto a él en ese y otros tramos de su ruta existencial. Del imprevisto pero agradable y motivante encuentro con su hermano materno menor José Antonio, que le convidó a una gira comercial de dos días por las agrestes y coloradas calles de Buenos Aires de Puntarenas. José fue el único pariente que lo visitó en esa incierta etapa.

En ese renovado despertar, comprobó que espiritualmente Dios Padre siempre será más enorme que todo. Y que por añadidura, afirmaba, corporalmente debe resguardarse la vitalidad, pues la salud es todo, pero ese todo sin salud es nada. Además, en su fructífera carrera de taxista logró palpar las abruptas desigualdades en la sociedad costarricense, tal es el caso de la pobreza, constatando que los gobernantes políticamente la asumen pero no la combaten, y no porque no hagan nada, sino, muchas veces, porque no saben que hacer, excepto cuando se trata de los privilegios del poder carentes de austeridad.

Luego de la necesaria pero inestable coexistencia en el General, en ocasiones reforzada por cambiantes cuadros depresivos- que intentaba controlar con los remedios suministrados por José Estanislao “TALAO” Sanabria Jiménez, afamado indígena generaleño experto en medicina naturista- parecía que su existir se acabaría a comienzos del año 1966. Sin embargo, de regreso en Desamparados con su numerosa prole, empieza a recuperar su salud y

HOMBRE DE PENAS Y GLORIAS Santiago fue un hombre de penas y glorias, que, bajo muchos cielos, enfrentó incomprensiones, adversidades, indiferencias y atropellos, pero que también acaparó muestras de admiración por su trato jocoso y sus normas de persona emprendedora, dadivosa, solidaria, tolerante, de alianza familiar, de labriego ecologista, de pensamientos y acciones decorosas realizadas con esmero para el bien de la humanidad. Sus aspiraciones se fundamentaban en el empeño por brindar un buen contenido a la vida, recalcando que la

Devoto de las procesiones y del santo apóstol Santiago (cada 25 de julio acudía a su conmemoración en Puriscal). Propietario de autos antiguos, de terrenos en San Roque, Calle Fallas, El Cruce, Aserrí, Villa Ligia, San Miguel, Jericó, y de residencias construidas por el amigable maestro de obras Modesto “BETO” Mora Segura. Inquieto flirteador procreante de 18 hijos. Una de sus últimas alegrías y bendiciones terrenales fue la de chinear con sus fuertes manos a Jessica Marlene, su primera y única nietita que conoció. GRATITUD ETERNA Después de la accidental y dolorosa partida de su figura corporal, ocurrida en El Hoyo de Jericó, el martes 26 de julio de 1977, a la temprana edad de 48 años, su imagen espiritual, desde entonces, ha permanecido viva en el corazón de los que le aman, le aprecian, le respetan y le valoran. Su vida se perpetuará, pues a través de su vasta descendencia de hijos, nietos, bisnietos y tataranietos, renace incesante su sangre, sus genes, sus bríos, sus gustos, sus creaciones, sus principios y sus anhelos. Gratitud eterna a mi amado padre Emilio Santiago Salazar Aguilar, por el tiempo total que me acompañó mostrándome los mejores caminos. En todo momento y ocasión tendré presente su mensaje de caballero amoroso y consejero; su infatigable esfuerzo en provecho de la familia y el prójimo; y sus innumerables obras materiales y altruistas. Perennemente te llevaré en mi alma como verdadero regalo de Jehová, con el privilegio y la fortuna de que eres mi papá.


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