El vampiro reacio

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deja de mirar a Drina, como si hubiera asesinado a tu gatito y ven por una galleta. Mirabeau parpadeó ante las palabras de Tiny, luego se relajó. Incluso esbozó una sonrisa para Drina. ― Lo siento. Estaba preocupada, justo cuando nos levantamos, vimos que os habíais ido todos. La única razón por la que no tenía a Lucian al teléfono y a Teddy Brunswick buscándoos, se debió a que Tiny revisó el garaje y vio que el coche de Harper no estaba. ― Debí haber dejado una nota, y lo haré en el futuro, ― le aseguró Drina. ― Y tu número de móvil también, ―dijo Mirabeau a la vez, deslizando un brazo alrededor de Tiny y posando un beso en su brazo desnudo. Su voz se distrajo un poco cuando añadió, ― Debimos haber intercambiado números en el momento en que llegasteis ayer por la noche. Entonces por lo menos podrías haber llamado. ― Voy a darte el mío ahora, ― decidió Drina, y se trasladó al frigorífico, donde había un bloc de notas magnetizado, tomó una de la esquina de la parte delantera. De inmediato garabateó su número de teléfono, luego se volvió a entregar la pluma a Mirabeau, diciendo, ― No sé el número de Anders, pero deberá ponerlo aquí cuando se levante, entonces cualquiera que quiera su teléfono podrá conseguirlo, pero se quedará en el frigorífico por si alguien lo necesita. Asintiendo con la cabeza, Mirabeau soltó a Tiny, tomó la pluma que ella le ofrecía, y sacó un teléfono móvil de su bolsillo trasero. ― Todos nuestros números son nuevos. Perdimos nuestros teléfonos en Nueva York, por lo que Lucian nos envió unos nuevos, ― admitió con una mueca y empezó a apretar botones, presumiblemente buscando su número. ― Mi teléfono está en mi bolsillo trasero, Beau, ― gritó Tiny mientras sacaba las galletas de la bandeja metálica para hornear y las vertía en un plato. Mirabeau se trasladó inmediatamente para deslizar la mano y extraer su teléfono. Drina se volvió para ocultar una sonrisa cuando vio que, si bien Mirabeau fue a tomar el teléfono con una mano, no había sido capaz de resistir el deslizar la otra mano en la parte superior de su delantal sobre su desnudo pecho. ― ¿Qué huele tan bien? ― Preguntó Harper, entrando en la cocina por la despensa. ― Galletas de nuez con chispas de chocolate, ― anunció Tiny, con voz ronca, mientas Mirabeau recuperaba sus manos y su teléfono y se volvía hacia el frigorífico. ― Eso suena interesante, ― decidió Harper, y se adelantó a buscar los pequeños


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