El vampiro reacio

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momento antes de que sus brazos se cerraran alrededor de ella y tomara la iniciativa. Ella sabía que había ganado esta ronda, cuando rodó por la nieve y comenzó a dar un tirón de los botones de su abrigo para llegar a lo que había debajo, apretando las caderas. ― Muy bien, vosotros dos, dejadlo ya o voy a tener que deteneros por comportamiento lascivo. Hay niños mirando, ya sabéis. Harper dejó de besar a Drina y miró a su alrededor para mirar fijamente al hombre que cruzaba el patio de la escuela hacia ellos. ― Teddy. ― Parecía que ella se había hecho daño, por eso corrí para ver si estaba bien, pero es bastante obvio que se recuperó bastante rápido, ― murmuró Teddy, deteniéndose junto a ellos y tendiéndole la mano a Harper. Suspirando, Harper aceptó la ayuda. Una vez en pie, se volvió para ayudar a Drina a levantarse. Miró a su alrededor cuando ella se levantó y vio que en todas las ventanas de los edificios había varios niños mirando. Por lo tanto, su plan no había sido lo mejor, Drina pensó con un encogimiento de hombros. Por lo menos lo había intentado. Así nada más, ahora estaba bastante segura de que tenía que seguir provocando a Harper para conseguir sexo. A medida que conocía a su compañero de vida, le resultaba más difícil luchar contra su atracción. Por lo tanto, cada vez que el fantasma de Jenny Harper, se interpusiera entre ellos como un muro, ella utilizaría el sexo para derribarlo, decidió Drina. Ella podía manejar eso. ― Por Dios, niña. Drina dejó sus pensamientos por esa exclamación y miró a Teddy Brunswick el cual miraba sus botas con consternación. ― No es de extrañar que no puedas mantenerte en pie. Esas botas son para mirar, no para caminar, ― murmuró el jefe de policía. Sacudiendo la cabeza, él la tomó del brazo como si temiera que no fuera capaz de permanecer en pie mucho tiempo, y entonces él la instó a seguir. ― Está bien, ― dijo Harper en voz baja, deslizó su brazo por su cintura y la atrajo hacia él. Fue un acto posesivo que envío un flujo de calor a través de ella, así como la esperanza de que podía superar su culpa y arreglar las cosas después de todo. Teddy se rió entre dientes. ― Pues al infierno, Stoyan, no me sorprende que te guste. Con ese par de FMs a ningún hombre ni chupasangre podría no gustarle.


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