Dedomedio 51

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el padrino, esa especie de manual de urbanidad y buenas costumbres para mafiosos dirigida por Francis Ford Coppola, cumple 40 años. Considerada como la mejor película de gánsteres de todos los tiempos, su legado artístico y cultural es innegable. Por si fuera poco, su protagonista, el legendario Vito Corleone, forma parte de la cultura popular del siglo veinte y ha sido la inspiración de muchos personajes de la pantalla grande. Dedomedio te presenta a los mafiosos, criminales y delincuentes que siguieron –o no– el ejemplo del Don Vito en celuloide. Lee esta lista… es una oferta que no podrás rechazar.

ANIKI MURAKAWA

CARLITO BRIGANTE

ZÉ PEQUEÑO

JOHN ROONEY

FRANK LUCAS

Perteneciente a la yakuza –el crimen organizado japonés– este gánster de rostro inexpresivo logró convertirse en uno de los jefes criminales más respetados de Tokio. Era muy rápido con el gatillo y no dudaba a la hora de matar amigos o enemigos. Manejó personalmente sus negocios, en especial el cobro de cupos. Cuando alguien se negaba a pagar aplicaba imaginativos métodos de tortura, como colgar a su víctima al gancho de una grúa y sumergirla en el agua. A pesar de su turbio estilo de vida, odiaba la violencia contra la mujer y le preocupaba el bienestar de sus secuaces, a quienes gustaba impresionar jugando a la ruleta rusa, eso sí, después de asegurarse de que el tambor del revólver estuviera vacío.

Es un personaje heroico y trágico a la vez, porque pretende dejar atrás su pasado pero el destino, cruel, irónico e injusto, le arrebata la felicidad cuando está a punto de alcanzarla. Es un gánster que quiere dejar de serlo. Tras cumplir una condena por tráfico de drogas decide rehacer su vida y pone todo su empeño en reunir 70 mil dólares para viajar a las Bahamas y empezar su propio negocio. Cinco años en prisión le enseñaron que el crimen, de verdad, no paga. Es involucrado en el asesinato de un mafioso italiano y para evitar la venganza de sus secuaces, decide escapar con su novia. Reúne el dinero ganado y burla a sus perseguidores, aunque finalmente es liquidado por un narcotraficante, precisamente alguien a quien perdonó la vida antes.

Su verdadero nombre era Dadinho y provenía de Ciudad de Dios, una de las favelas más peligrosas de Río de Janeiro. Cometió su primer delito a los diez años cuando mató a cinco personas en un hostal. Aconsejado por un brujo, que le obsequió un collar para ser inmune ante sus enemigos, cambió su nombre a Zé Pequeño y formó su propia pandilla. Con tan solo 15 años asesinó a los jefes de las pandillas rivales y se convirtió en el capo de la droga de la favela. Este gánster juvenil mataba por placer, así que no era recomendable contradecirlo. Le acomplejaba su apariencia –era bajito y feo– y no tenía éxito con las mujeres, a las que sometía por dinero o por la fuerza. Tras ser acribillado por una pandilla de niños, se transformó en una leyenda del mundo criminal en Brasil.

Respeto, lealtad, honor y amistad, eran los valores que defendía este veterano gánster, que dirigió la mafia irlandesa de Chicago en la Depresión Americana. Importante socio de Al Capone, tuvo un hijo que carecía de sus cualidades y virtudes. Rooney dejó atrás sus años de feroz asesino para comportarse como un padre y abuelo amoroso. El tiempo le brindó la sabiduría suficiente para saber cómo actuar con cautela y evitar problemas. Sin embargo, su mundo se vino abajo cuando su hijo asesinó a la familia de Michael Sullivan, su protegido y brazo derecho en los negocios. Éste juró venganza y liquidó personalmente a su jefe y a su hijo, poniendo fin a la vida del viejo gánster, que no pudo escapar de su fatal destino y cuya única certeza en la vida era que “jamás vería el Paraíso”.

Historia real del más grande narco de EE.UU. en los setenta. Se inició como chofer y guardaespaldas de un importante capo de Nueva York. Cuando éste falleció, tomó su lugar y se convirtió en un poderoso traficante de heroína. Compraba la droga directamente a su fabricante en Vietnam y la transportaba a los yunaites en aviones militares. Lucas evitaba la violencia y llevaba una vida moderada junto a su familia. Nunca probó la droga que vendía y jamás se jactó de su éxito. Era muy popular en Harlem, donde regalaba dinero y alimentos a los más pobres. Así, Lucas se volvió un símbolo de “progreso” para la población afroamericana de Estados Unidos. Cuando fue arrestado por un equipo especial de la policía, su fortuna personal sobrepasaba los 500 millones de dólares. Casi nada

(SONATINE)

carlito´s way

ciudad de dios

camino a la perdición

GÁNSTER AMERICANO

DEDOMEDIO • abril 2012

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