Shemekia Copeland

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s o r t n e u enhecmekia Copeland T O : T E X

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La artista blues de Harlem no concibe entrar en el estudio de grabación si no siente la necesidad de reflexionar sobre los problemas que suceden en el mundo. Así nos lo cuenta…

La voz de la conciencia

americana La actual Reina del Blues, heredera de Ruth Brown y Koko Taylor (foto: Peter Hurley)

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u último lanzamiento, el álbum Done Come Too Far (Alligator-Discmedi), cierra una trilogía sobre la situación social y política de Estados Unidos. Una colección de canciones contundentes, apasionadas y con ecos de Hill Country Blues que la posicionan como una referente del blues del siglo XXI. Este año ha sido trágico con el clima y las guerras, pero ha traído muchas sorpresas para los amantes del blues con discos de Charlie Musselwhite, Ben Harper, Taj Mahal y Ry Cooder… Desde hace unos años hago de discjockey en la emisora SiriusXM y tengo la oportunidad de escuchar música nueva antes que el resto de la gente. Me encanta que todavía se lancen álbumes al mercado porque la mayoría de artistas actuales están grabando canciones sueltas o cuatro canciones en formato de EP. Siempre me ha gustado poder escuchar un disco completo porque cuenta una historia. Todavía soy de las que compra vinilos, los escucho de principio a fin y leo las contraportadas porque quiero sentir lo que el artista experimentaba mientras lo grababa. Creo que a muchos artistas les sigue gustando grabar discos y siento que, al haber estado confinados, tenían mucho que decir. Te propongo remontarnos a los inicios de tu carrera. ¿Cómo fue crecer en el barrio de Harlem en la década de los ochenta bajo la influencia de una leyenda del blues como tu padre, Johnny Copeland? Fue maravilloso… Mi padre se sentaba en algún rincón de casa y siempre tocaba la guitarra. Esa fue mi introducción a la música. Recuerdo que yo tarareaba las canciones y a veces las cantaba junto a él. Era precioso y siempre había músicos que venían a vernos de todas partes y tocaban con mi padre, así que podríamos decir que él trajo el mundo entero a nuestra casa. Cuando era joven, Nueva York no estaba gentrificada. Ahora voy de visita y es increíble, desearía tener una propiedad allí. Entonces era un poco peligrosa, pero aun así era una comunidad, como una gran familia. El blues es una tradición oral que pasa de generación en generación y los músicos veteranos son mentores de los jóvenes. ¿Cómo recuerdas tu amistad con Koko Taylor? Recuerdo que la conocí en Nueva York antes de un concierto, mi mánager John Hahn me la presentó. Yo no podía ni hablar porque estaba muy nerviosa, aunque ella hizo todo lo posible para que me sintiera cómoda. A partir de ese momento hizo algo que no es demasiado común… creo que muchos artistas no quieren pasar la

antorcha porque quieren aferrarse a ella hasta el final como diciendo: “¡Nunca me rendiré!”. Pero ella no era así. Hizo todo lo posible para guiarme y hacerme avanzar. Me llamaba por teléfono, se preocupaba por lo que hacía, me dio consejos y siempre estuvo presente. La extraño mucho. Tu álbum Talking to Strangers fue producido por Dr. John y The Soul Truth por Steve Cropper. ¿Qué aprendiste trabajando con estos dos artistas tan relevantes? Una de las cosas que más me gustaba de Dr. John era que no pedía disculpas por ser él mismo. Me ayudó mucho y es divertido porque fue una especie de continuación de mi padre, que me decía: “Sé siempre original, haz tus cosas y no seas como los demás”. Y Dr. John me dijo: “No te ajustes al negocio musical, que el negocio musical siempre se ajuste a ti”. Y esas palabras han marcado mi trayectoria porque no quiero hacer lo que hacen los demás. Me refiero a que sería el final de mi carrera si empezara a sonar como cualquier otro artista. Hace poco participé en el programa educativo Blues in Schools y me preguntaron cuál era mi miedo más profundo. Y les respondí: “Ser como otra persona”. Tu carrera dio un giro en 2018 con el álbum America’s Child debido a tu maternidad y a los problemas sociales que se vivían en Estados Unidos. ¿Fue un viaje en busca de las raíces musicales? Entonces me encontraba en una encrucijada porque estaba frustrada con el negocio musical y no quería hacer otro disco. Pero estar frustrada me ayudó mucho en ese momento. Mientras lo preparaba fue como si dejara de importarme todo lo ajeno: “Voy a grabar un disco. Si gusta, perfecto. Y si no gusta, ningún problema”. Cambié de actitud debido a lo que sentía después de ser madre y porque quería un cambio real para el mundo. Y resulta que fue un álbum muy importante para mi carrera porque dio un giro a las cosas. Sabía que eso era lo que quería hacer, sabía que esas eran las cosas de las que quería hablar y sabía que quería incluirlas en mi música. Quiero ser una artista para los tiempos que corren y así, si el mundo terminara mañana y

Quiero ser una artista para los tiempos que corren y así, si el mundo terminara mañana y alguien escuchara antes mi música, sabría lo que estaba sucediendo

alguien escuchara antes mi música, sabría lo que estaba sucediendo. Tu padre ya había abordado temas sociales en la canción «Ghetto Child» en 1970 y tú versionaste su canción «Promised Myself» en ese álbum. ¿Tuviste la sensación de cerrar un círculo? No, siento que solo soy una continuación de mi padre. Sigo haciendo lo que él hacía y me encanta. Y eso es algo que se desprende de America’s Child porque se suponía que sería un álbum único, pero Uncivil War acabó siendo una continuación debido a que tenía muchas más cosas que decir. ¡Los dos juntos podrían haber sido un álbum doble! Terminé ese disco en septiembre de 2019 y luego, en 2020, el mundo seguía siendo una locura y me dije: “¡Oh, dios mío, tenemos otro disco!”. Así fue como llegamos a este Done Come Too Far en 2022 y siento que es el cierre de una trilogía. Visto en perspectiva, se trata de una trilogía con una temática similar producida por Will Kimbrough. ¿Podrías explicar vuestro proceso creativo y cómo fueron las sesiones de grabación? Realmente somos tres: John Hahn, Will Kimbrough y yo. Siento que formamos un equipo de ensueño porque estos tipos son artistas increíbles. John y Will son unos escritores asombrosos y, de alguna manera, hemos logrado que todo funcione orgánicamente. No quiero decir que sea fácil, porque no lo es, pero trabajamos muy bien juntos. Solo vamos al estudio cuando tenemos claras las canciones que queremos grabar y todos los detalles están resueltos. Estamos hablando de discos de blues, por lo tanto, no tenemos la oportunidad de trabajar en el estudio durante meses hasta que lo resolvemos todo. Nos encerramos dos o tres días, llegamos hasta donde llegamos y salimos. Habitualmente terminamos cuatro o cinco canciones, luego convivimos con ellas, nos aseguramos de que nos gustan y volvemos a repetir el proceso dos o tres veces, tal vez cuatro. Así es cómo terminamos los discos. Uno de los aspectos que más me llaman la atención de tus discos es la importancia que cobran las guitarras y las grandes colaboraciones. ¿Cómo describirías tu aproximación al blues? Honestamente, cuando empecé a grabar mis discos tenían sección de viento, piano y órgano. Pero llegó un momento que pensé: “No tengo sección de viento cuando estoy de gira”. Sí que tuve un teclista durante mucho tiempo, pero luego dejamos de colaborar porque es muy difícil viajar con todas esas cosas. Realmente me encanta como suenan en conjunto los discos de los Rolling Stones, con Keith Richards y Ronnie Wood... ese tipo de sonido de guitarra de ida y vuelta que es tan especial. Y entonces reflexioné: “Eso era lo

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Nacida en Harlem, Nueva York, año 1979, la hija de la leyenda tejana del blues Johnny Copeland empezó a cantar a muy temprana edad, debutando en el escenario de nada menos que el Cotton Club a los diez años. A los dieciséis, su ya achacoso padre la lleva de gira como telonera, lo que la da a conocer en el circuito de clubs de blues. Desde su debut en 1998, ha sido fiel al sello Alligator. que quería hacer al empezar mi carrera discográfica y puedo lograrlo porque es mucho más fácil llevarlo al directo con ese tipo de sonido de guitarra”. En los últimos años se ha reivindicado a pioneras del blues como Bessie Smith, Memphis Minnie y Ma Rainey. ¿Sientes la responsabilidad de mantener viva una tradición? Trato de no pensar en ese tipo de ideas. Me encanta lo que hago. Al fin y al cabo, es a lo que me dedico cada día, pero nunca pienso en ese tipo de cosas. Simplemente sigo mi camino y lo haré hasta que mi cuerpo no pueda más. Enlazando con esta idea, el blues es uno de los pocos géneros musicales que gana credibilidad a medida que los artistas se hacen mayores y acumulan experiencias. Tienes razón. Creo firmemente que la música y los artistas deben evolucionar y crecer. Y eso es lo que le ha sucedido a mi música. Empecé mi carrera cuando aún era muy joven… aunque no quiero hablar de mi edad ahora. Pero empecé muy joven, así que he crecido y sigo creciendo y evolucionando. Me encanta esta versión mejorada de mí misma. Mi cuerpo está envejeciendo, sin embargo, me gusta que mi mente siga creciendo. B.B. King fue uno de los artistas que más te apoyó y te habló de la importancia de ser paciente. Al principio de mi carrera hicimos una gira de seis semanas juntos y fue increíble viajar y pasar el rato con el rey del blues. Era muy interesante y también muy generoso con su tiempo. Le encantaba la música y en el autobús ponía todas esas canciones oscuras de las que nunca había oído hablar. Entonces los iPod eran muy populares y él tenía una decena de ellos llenos de música. ¡Ya sabes cuánta música podían almacenar! Ponía canciones, hablábamos del negocio y, simplemente, me decía: “Si sigues haciendo lo que haces, al final, obtendrás lo que te corresponde”. Y sigo esas palabras al pie de la letra. Ya no me preocupo por lo que otras personas puedan pensar. La única persona con la que compito soy yo misma e intento ser la mejor versión posible de Shemekia Copeland. * RUTA 66 | 55


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