El_Libro_Negro_de_las_Marcas

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K. Werner, H. Weiss

El libro negro de las marcas

INESCRUPULOSO & CÍA. Las multinacionales invierten sumas millonarias para cuidar la imagen de sus marcas. En donde ahorran es en las condiciones de producción. Como consecuencia, surgen relaciones laborales deplorables, pobreza y violaciones a los derechos humanos. En estos casos, el compromiso social no es más que un truco publicitario.

L

a compañía petrolera Shell constituye una de las principales fuentes de financiamiento de los proyectos sociales en el delta del Níger (África occidental) Esta corporación destina casi 60 millones de euros anuales a escuelas e instituciones sanitarias en la empobrecida región del sur de Nigeria.1 En Europa y Japón, Shell se cuenta entre los mayores promotores de la energía solar: allí la multinacional construye equipos generadores. Un folleto publicitario reza: "Estamos convencidos de que solamente pueden ser exitosas aquellas empresas que persiguen tres objetivos: competitividad, responsabilidad social y orientación ecológica." A todo esto, la compañía representó durante largo tiempo la imagen del enemigo para las agrupaciones ambientales y de derechos humanos. Cuando en 1995 Shell quiso sumergir la plataforma petrolífera Brent Spar en el Mar del Norte, millones de automovilistas boicotearon las gasolineras con el logo amarillo del molusco hasta que la empresa revio su posición. Ese mismo año, la imagen de la firma se vio afectada por segunda vez a causa del asesinato del escritor Ken Saro Wiwa. A Shell, principal productor de petróleo de Nigeria, se la acusa de haber cooperado con el anterior régimen militar de ese país, que simplemente se deshizo de este molesto opositor a la industria petrolera. Ahora ya se sabe que una violación demasiado evidente de los intereses humanitarios y ambientales perjudica el negocio. "Shell se esfuerza por garantizar que su actividad no conduzca a violaciones de derechos humanos", dice incluso Arwind Ganesan, de la prestigiosa organización Human Rights Watch. Según su opinión, los informes ambientales y de derechos humanos publicados por la compañía son hasta un modelo para otras firmas.2 Por cierto, la gente de Nigeria tiene una opinión muy diferente: Shell fue y sigue siendo responsable de la destrucción del sustento vital de miles de familias. Quienes protestan contra esta multinacional continúan sufriendo intimidaciones aún hoy. Y la empresa, pese a su inescrupulosa explotación de los recursos autóctonos, sigue negándose a pagar un resarcimiento económico adecuado a las víctimas: los afectados del pueblo de los ogoni estiman que, desde el inicio de sus actividades en Nigeria, Shell ha extraído petróleo de su suelo por un valor aproximado de 35.000 millones de euros.3 Ya en el año 1992 se calculaba que los daños ambientales ocasionados por la explotación ascendían a unos 4.000 millones de euros. Los 60 millones, otorgados según datos de la empresa para el compromiso social, adquieren de pronto un cariz diferente: se transforman en un gasto comparativamente pequeño, pero tanto más eficaz, dentro del presupuesto de publicidad. En efecto, la acción caritativa de Shell es reconocida en los medios internacionales como un clásico ejemplo de responsabilidad empresarial. 1

"Nigeria protests prompt development moves", Financial Times, 22.2.2001; importe en dólares estadounidenses: 53 millones. Debido a las fuertes oscilaciones en el tipo de cambio, en este libro hemos utilizado de manera uniforme la paridad promedio del año 2000 (0,92 dólar por euro) 2 "Whose Globe?", Business Week 45/2000 3 "Ogoni Wars: Arms Were Sponsored By Shell", This Day, Lagos, 25.1.2001

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