Revista 12 de Estudios Locales 2002

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Arquitectura conventual en Lora del Río: el convento de San Antonio de Padua de la Orden de San Francisco

Claustro del Convento de la Limpia Concepción la centuria anterior, es que los conventos construían sus iglesias con la fachada directamente a la calle, tal era el caso del convento de Mercedarios y el de la Limpia Concepción, puesto que como decíamos, ya no se solían dar los grandes compases de los conventos levantados en la Edad Media. Son pues, las construcciones monásticas del siglo XVII, más pequeñas y se van acoplando a la forma de la población; solían tener miradores, como es el caso del convento de madres mercedarias. En los conventos del siglo XVII, tanto las huertas como los jardines se ubicaban en las zonas traseras del complejo. Este mismo esquema debió seguir el convento de mercedarios, el de franciscanos y así era la localización de la antigua huerta en el de la Limpia Concepción. No obstante, el convento de hermanos franciscanos creemos que fue de mayores proporciones que los otros dos, quizá porque se erigió en una zonas más periférica, con vistas al río, gran parte de la campiña y la vega, como veremos más adelante.

veremos más adelante. Pudiera ser que el recinto conventual de franciscano ocupara toda la manzana donde hoy se sitúa el colegio de mercedarias e incluso más, llegando hasta el actual almacén de Cruzcampo, donde existen restos de unos arcos de medio punto, con rosca moldurada y las enjutas decoradas con elementos característicos del siglo XVIII (volutas, cartelas, decoración floral, rocalla). Esto nos indicaría la existencia de reformas posteriores en el convento. Estos edificios, según pasaban por épocas de penuria económica iban vendiendo zonas periféricas hasta que acababan completamente rodeados de viviendas, tal fue el caso del convento franciscano, aunque también debió pasar en las otras dos fundaciones, aunque parece que en menor medida. Otra circunstancia importante a tener en cuenta era el hecho de que estos núcleos religiosos se originaron primeramente en casas donadas a las comunidades o adquiridas por ellas, en las cuales se tenían que llevar a cabo arreglos para adaptarlas a

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las necesidades del grupo; esto sabemos que ocurrió en la fundación franciscana y en las otras dos fundaciones loreñas; pasaron todas por casas provisionales hasta su asentamiento definitivo. Cuando económicamente era posible comenzaban a erigir las partes más destacadas del convento, como eran el Claustro, Sala Capitular, Salón de Profundis, Iglesia, y éstas solían ser de nueva planta. Las nuevas construcciones se reducían, como decíamos, a las zonas más importantes de los conventos, como la iglesia y el claustro principal, y el resto eran casas rehabilitadas. No solía haber proyectos de conjunto y los arquitectos participaban en las obras de las iglesias, portadas, espadañas y poco más. Fue en el siglo XVIII cuando se proyectan obras de conjunto. Así mismo, los tipos conventuales del siglo XVII suelen mostrar una mezcla de elementos procedentes de la llamada arquitectura culta y arquitectura popular. Así lo vemos reflejado en la iglesia del convento de madres mercedarias, donde se mezclan elementos más populares, de tradición mudéjar, como la techumbre de madera (que también se daba en los techos del claustro principal), con otros elementos más cultos como la decoración de la portada. Este sincretismo seguro que se dio igualmente en las otras edificaciones conventuales de la villa, así como se ve reflejado, así mismo, en la ermita de Santa Ana. Las iglesias conventuales del siglo XVII solían tener forma rectangular, de nave única, con cabecera plana; no sabemos cómo debió ser la iglesia del convento de franciscanos porque no han quedado vestigios de la misma, aunque sí sabemos que la del convento de mercedarios poseía una nave con crucero y cabecera con un pequeño ábside. Respecto a la iglesia del convento de San Antonio de Padua, de franciscanos, sabemos por un cronista de la Orden que se fabricó grande y costosa, como veremos después. En estas construcciones del siglo XVII, los coros se solían situar a los pies de las iglesias, aunque en los conventos femeninos también podía haber otro coro bajo, junto al presbiterio, como es el caso del convento de madres mercedarias de esta población. El claustro principal solía situarse paralelo a la nave de la iglesia; así se

Revista de Estudios Locales, Lora del Río, nº 12


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