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Una persona muy especial
Doña María Luisa de la Rosa cuenta que vio a su hijo entregarse por completo a la música cuando recién había cumplido ocho años.
Las clases de la primaria pasaron a segundo plano. Su tarea personal era sacarle buen sonido a la trompeta.
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Y ella se preocupaba por el futuro de su hijo. Que no dejara de estudiar, deseaba.
Rafael recuerda el momento exacto en que el brillante sonido del metal le cambió el mundo: su fiesta de tres años.
El padre, Rafael Conde Pérez, ya con camino andado profesional, llegó al festejo acompañado por el mariachi con que tocaba.
Y el lugar se llenó de sonido.
Ahí está el video con la prueba: los ojos de Rafa buscaron la fuente de tanto destello sonoro y descubrieron la campana del instrumento que tocaba su papá.
“Hermoso cariño” se la dedicaron especialmente; y el rostro del nene parece comprender cada palabra.
“La bikina” lo hizo acompañar el ritmo con los brazos.
Y, qué alegría, con esa polca de “Las alteñitas”.
Uno de los mejores recuerdos: ir con papá a casa de los abuelos.
Ma Anitas Sorpresivas
A María Luisa de la Rosa justo en las festividades a San Isidro Labrador se le atravesó el cumpleaños; concertista, público y mariachi le cantaron
Rafael grande al volante, ponía un disco de danzones cubanos.
El gran Mariano Mercerón, saxofonista y director de orquesta del género, su preferido.
Con ese fondo musical, el conductor le contaba al pequeño pasajero sus andanzas como trompetista en orquestas para baile de salón, sus shows con las estrellas de la época, alternar con la Sonora Santanera.
“Recuerdo con mucho cari - ño esas pláticas constructivas y nostálgicas”, dice.
Y su deseo: que al niño le gustara el instrumento y tocara como los profesionales que se escuchaban en las bocinas del auto.
Concedido.
Rafa pidió aprender. El papá lo enseñó a solfear, a leer-tocar de primera intención, a modular.
Y antes de salir de primaria ya tocaban los dos juntos en el mariachi. Ciudad de México fue su lugar de trabajo. Cuatro años transcurrieron casi sin sentirlos siendo maestro-alumno y colegas. “Tuve el gusto de trabajar con él”.
A los 12 años, con un mariachi en Canoa, donde nació, a un lado de San Isidro Buensuceso.
A los 14, a diversificar el aprendizaje. Conservatorio.
Sus siguientes grandes mentores: Eloy Pérez, quien lo convocó al Internacional Mariachi Puebla “y le aprendí muchísimas cosas”; y Armando Cedillo, quien creyó en él y le apuesta.
Doña María Luisa padeció la decisión de su hijo en los años de primaria. Su esposo la consolaba –“ya sabe música, no se va a morir de hambre”–. Hoy confía plenamente en su camino internacional.
Dentro de poco, Don Rafael cumplirá dos años de fallecido. “Espero poder hacer que él se sienta feliz en donde quiera que esté”, afirma su hijo.
María Luisa accede a la petición de su hijo: pasar al frente, mirar al público del concierto. Es su cumpleaños. Rafa decidió cerrar la actuación con “Las Mañanitas” para su persona más especial.