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“Saliendo me voy a limpiar casas: 300
Lupita Bautista es una guerrera: gana 1,250 pesos en un trabajo formal, en el aseo de oficinas de CFE. Es una de las 10 millones de personas en precariedad, pese a estar registrada ante el IMSS. ¿Una chambita extra? La toma…
Precariedad salarial
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Doña Guadalupe Bautista, de 50 años, eliminó ya la compra de leche e incrementó la cantidad de frijol o lenteja en el menú familiar: “Antes ponía a cocer medio kilo, ahora un kilo, al menos para que haya frijolitos”.
Gana mil 250 pesos a la semana, en jornada de lunes a viernes de siete de la mañana a cuatro de la tarde, en una empresa de limpieza, la cual brinda servicio a la CFE.
Forma parte de las casi 10 millones de personas con un “trabajo formal”, pero cuyo ingreso es insuficiente para cubrir dos canastas básicas: obtiene 5 mil al mes, cuando el costo por 2 canastas básicas es de 8 mil 500 pesos.
¿Trabajo formal? Sí, porque la compañía la tiene inscrita en el Seguro Social, aunque cada año la obliga a renunciar e incorporarse a otra con distinto nombre para eludir vacaciones y otras prestaciones, así como anular la antigüedad.
Son alrededor de 30 trabajadores, la mayoría mujeres: “Y hay otras compañeras que están peor, porque algunas pasan de los 60 y ya están muy cansadas para este trabajo, no tienen casa propia y las carencias las ves en lo que llevan de comer: a veces pura tortilla. Imagínese alimentarse así para el trabajo tan duro que llevamos”, cuenta.
“Un compañero de 62 años falleció hace unos meses: le dio un infarto en el camino de su casa al trabajo y la empresa jamás lo apoyó. Ahí andaba su esposa llorando, pidiendo para el entierro; los ingenieros de la CFE hicieron una vaquita para comprar la caja”.
En días pasados, la organización Acción Ciudadana contra la Pobreza reveló un estudio sobre precariedad en la formalidad laboral: el 45 por ciento de quienes están registrados ante el IMSS carece de un salario suficiente para superar la línea de pobreza. Y Crónica cuenta aquí algunas de las historias…
MOLCAJETE
Lupita nació en Ciudad Serdán, Puebla, pero la familia —conformada por 16 hermanos, once de los cuales sobreviven— decidió probar suerte en la capital del país. Sólo estudió hasta la secundaria.
Al menos vive en casa propia, en un terreno adquirido por su mamá hace más de 30 años; la comparte con ella y las familias de otras dos de sus hermanas. Entre todas, pagan los servicios generales.
La vivienda está ubicada a las faldas del Cerro del Molcajete, sobre el camino viejo a Zapotitla, en los límites de las alcaldías de Iztapalapa y Tláhuac. Por esa zona de arbustos tristes y montículos de arena y grava deambulan jóvenes adictos o pandilleros. “Ha crecido mucho la delincuencia, los muchachos se meten por los arbustos para hacer sus cosas”.
Nos conduce a la azotea, su lugar preferido de la casa, porque tiene ahí sus plantas, y le gusta contemplarlas. Desde ahí se observa el cerro rojizo y descascarado, entre bocanadas de polvo y olvido.
Es madre de Zobeida, una veinteañera con un bebé y quien aspira a estudiar cultura de belleza; y de Ángel, quien ya cumplió los 18 e intentará por segunda vez ingresar a la Universidad.
MONEDAS
Desde hace siete años Lupita limpia oficinas, baños y estacionamientos de la CFE. Antes, trabajó en una zapatería, y durante tres años se fue de mojada a Estados Unidos: “Me regresé porque era madre soltera y mi hija estaba sola”.
Pero lo suyo es el trabajo de limpieza…
“No alcanza el dinero, porque la inflación está tremenda: los servicios, predial, gas, el huevo está carísimo, ¿cuánto cuesta el tanque de gas? Un gusto que uno se quiera dar, no alcanza”.
¿Y siempre ha ganado 2 mil 500 a la quincena?, se le pregunta. No, hace 7 años inicié con mil 350 a la quincena, he subido un poquito, pero de qué sirve, si aumentan todas las cosas. ¿Qué ha tenido que hacer para sobrellevarla?
Antes iba al Walmart a comprar, ahora eso ya es lujo. Mejor voy a la Central de
Abastos: allá compro en 22 o 24 el kilo de jitomate y aquí a 30 pesos mínimo; también he optado por comprar el gas del Bienestar porque sale más barato. Hay que buscarle, ahorrando en las compras y trabajando más.
¿En qué?
Dentro de mi trabajo vendo chicharro- nes, frituras, galletas, gomitas y refrescos, para que el sueldo quede íntegro y lo que salga ahí lo use para el micro.
¿Cuánto gasta en transporte?
De aquí tomo un micro al metro Constitución, de ahí otro al Cerro de la Estrella y luego uno más a la Central, de donde tengo que caminar para cruzar hacia el Eje 5, donde están las oficinas. Gasto 36 pesos al día de puro pasaje, ¿cuánto es por toda la semana? Y tendría que tomar 4, pero mejor camino, para ahorrar un poquito.
Sale de casa a las 5:30 de la mañana y regresa cerca de las seis de la tarde.
“Cuando los ingenieros de la CFE me piden que vaya a limpiar sus casas, no lo pienso, saliendo me voy: 300 pesitos más que me caigan, son gloria. Termino agotada, pero, ¿qué le hace uno? O me piden que les lleve unos huevos a la mexicana o con jamón, se los hago, aunque me tenga que parar de madrugada. Hay que estirar el presupuesto”.
¿De qué otra forma lo estira? No como carne, mejor hígado encebo-
El lugar de su casa preferido es la azotea porque tiene ahí sus plantas que contrasta con el Cerro del Molcajete que tiene enfrente, rojizo y descascarado, entre bocanadas de polvo y olvido, en los límites de las alcaldías de Iztapalapa y Tláhuac.
Trabajadores en condiciones críticas (millones)
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Revela Inegi que 17.6 millones de trabajadores sobreviven con menos de un minisalario
Más de 17.6 millones de personas trabajan en “condiciones críticas” en México pues tienen un ingreso inferior a un salario mínimo, o bien trabajan jornadas excesivas, de más de 48 horas a la semana, pero ganan menos de dos salarios mínimos.
Así lo establece el reporte temático de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, con base en los datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del INEGI, y agrega que junto a este conjunto de trabajadores en “condiciones críticas”, también se suman aquellos trabajadores que están en precariedad al tener un empleo informal.
llado, ejotes con huevo; hago más arroz, lentejas, habas, frijol. Leche no tomamos. Se describe como “una luchona, una guerrera”. Y lo es… “Ahora le estoy pagando un cursito a mi hijo y hay que trabajar más, vender más chicharrones, preparar más almuerzos y limpiar más casas, mientras Dios me dé fuerza y me detenga el dolor de mi codo, porque me duele de tanto jalar, tallar y andar con el trapeador”.
¿Qué mensaje le enviaría al presidente?
Que apoye a los jóvenes para que no dejen de estudiar, y que ponga en regla a las empresas que aparentemente son formales, pero hacen trampa para burlarse de sus trabajadores. Uno como no tiene estudios, y sí mucha necesidad, se aprovechan. ´Si quieren trabajar, y si no búsquenle por otro lado´, nos dicen.
Lupita sonríe entre sus helechos y gardenias. Y allá, el Molcajete. Más allá, un joven maltrecho ocultándose entre los ramales. “Mi máxima ilusión es que mi hijo sea universitario, que esté más preparado para la vida”…
Son 31.8 millones de personas al cierre de 2022; es decir, más de la mitad, el 55%, de los 58 millones de personas que conforman la población ocupada.
El INEGI define la ocupación en “condiciones críticas” a quienes tienen un ingreso inferior a un salario mínimo, que son 11 millones de personas en México y que representan el 64% de los mexicanos que se encuentran ese escenario, es decir casi dos tercios.
El término “condiciones críticas” también incluye a quienes trabajan jornadas excesivas, de más de 48 horas a la semana, pero que ganan menos de dos salarios mínimos y son casi 6 millones de personas.
Esa cifra representa el 35%, es decir, el otro tercio del universo de mexicanos en “condiciones críticas” y que también incluye a las personas que laboran “a medias”; es decir, menos de 35 horas a la semana.
Tanto los trabajos en condiciones críticas, como los de la informalidad, forman la base de una pirámide de la precariedad laboral que produce pobreza.
Es decir, millones de personas que trabajan -incluso en trabajos formales- pero carecen de ingreso suficiente para superar el umbral de pobreza.
Participaci N Femenina
El análisis de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, advierte que México ocupa una de las tasas más bajas en el mundo en la participación laboral femenina y así lo comprueban las cifras del año pasado donde México ocupaba el lugar 145 de un total de 179 países.

Al cierre de 2022, hay 23.6 millones de mujeres trabajando, que representa 44.6% del total de mujeres en edad de trabajar similar al de países como Guatemala o El Salvador.
La participación laboral de las mujeres en México está muy por debajo de economías similares.
Por ejemplo, está por debajo de países de la región, como Uruguay, con una tasa de participación laboral femenina de 68%; Bolivia, 66%; Brasil 62%; Colombia 61%, Panamá 60%, Chile 59% y Costa Rica 58%.
Muy similar a la de El Salvador (49%) y ligeramente mejor que Guatemala (42%) y muy lejos de las economías similares, cuyo promedio de participación laboral de las mujeres es 64%, y países como Estados Unidos 68%; España 69%; Reino Unido 74%, Japón 73%; Alemania 75% y Canadá 76%