Revista Porro y Folclor No. 32

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Por el rescate de la Cultura y el Folclor de Colombia El arte en un mundo globalizante

determinado y potencializa los elementos propios de un entorno social; valora las prácticas culturales, bien sean patrimoniales, ancestrales, simbólicas, identitarias y costumbres, que hacen parte de la memoria histórica de los pueblos. Sin embargo, la situación del mundo actual globalizante está cambiando las relaciones sociales y culturales de los pueblos y afecta la producción, comercialización y el consumo de las artes.

Grupo Teatro Sepia. Desfile de la Antioqueñidad. Villa Laura. Comuna 13

Mirar el arte desde los microterritorios, sin olvidar su origen ancestral, construido como historia de los pueblos, posibilita que el mundo entienda que la memoria de las comunidades constituye parte de su tradición y del patrimonio material e inmaterial. Muchas de las culturas que hoy sobreviven son el producto de la resistencia que hicieron los pueblos a la violencia y al “En las nuevas generaciones las identidades desplazamiento. se organizan menos en torno de los símbolos Es por ello que el arte no se histórico-territoriales… Mientras en las grandes puede ver como una práctica ciudades los centros históricos pierden peso, las aislada y pura, sobre poblaciones se diseminan: los jóvenes encuentran en ellas, en vez de núcleos organizadores, todo en un mundo “márgenes para inventarse”. La identidad globalizante, pues pasa a ser concebida como el “punto focal de está afectada por un repertorio estallado de mini-roles más que culturas externas que como el núcleo de una hipotética interioridad” inciden en el devenir contenida y definida por la familia, el barrio, la ciudad, la nación o cualquiera de esos encuadres de los pueblos y afecta declinantes.” (García Canclini, 1995). los comportamientos de las comunidades. Es así como muchas culturas Referentes bibliográficos • García Canclini, N. (1995). Consumidores y extranjeras constituyen ciudadanos: conflictos multiculturales de la parte de la vida y el globalización. México: Grijalbo. devenir de territorios • Molano L., Olga Lucía. Identidad cultural y se incorporan a sus un concepto que evoluciona. Revista Ópera, prácticas culturales. núm. 7, mayo, 2007, pp. 69-84 Universidad Externado de Colombia Bogotá, Colombia. En los territorios de • Piedra Sarría, Yoana Lázara Piedra Sarría, Moya Colombia sobreviven Padilla Nereyda y Martínez Pérez Yuvy. Aportes culturas de origen de Néstor García Canclini a la problemática ancestral e de la identidad cultural. Revista: Caribeña de híbridas. Son el Ciencias Sociales. Universidad de Cienfuegos, resultado de la convivencia y la Cuba. Julio de 2017. incorporación de tendencias extranjeras • Rodrigo Alsina, Miquel, Catalina Gayá Morlá y M.Teresa Oller Guzmán. De la identidad cultural que conforman hoy la memoria de sus a las identidades culturales. Universidad comunidades y se vuelven referentes. Autónoma de Barcelona. 1997. Por lo anterior, las culturas modernas son • Velenzuela Landaro Alejandro. Jóvenes yaquis complejas, pues “…abarcan una amplia gama e hibridación cultural. Universidad de Sonora. de formas de vida y culturas, las cuales se México. Octubre de 2012. entrelazan o surgen una de otras” (Welsch, 199: 25), que finalmente adoptan y cambian la tendencia de vida de los pueblos. Por ultimo, el reto está en ver el arte como una JOSÉ ALONSO FRANCO L. manifestación individual o colectiva. Expresa Docente investigador, director de el sentir de las comunidades en un contexto la revista Porro y Folclor

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La idea que puso a volar el agua en San José La Cima II Más de 150 familias del barrio San José La Cima II, de la comuna Manrique, disfrutan hoy el segundo acueducto aéreo instalado en Colombia. Aquí, la historia de una solución innovadora.

E

Acueducto aéreo

En 55 años de vida en el barrio, Mónica García

había logrado con sus vecinos muchos hitos en trabajo comunitario, pero nunca pensó ver agua potable correr por el aire. El lote pelado con unas cuantas casitas al que llegó con su gente a finales de los años 60 es hoy el sector donde funciona el piloto del primer acueducto aéreo del Valle de Aburrá. Se llama San José La Cima II, pertenece a la Comuna 3 (Manrique), y queda en el filo donde termina la ciudad y sigue la parte alta de la montaña. Hasta junio de este año usaron agua no potable que recolectaban de un acueducto comunitario: “El acueducto ha cambiado la vida de la gente porque antes llegaba el agua muy sucia y pocas horas al día. La comunidad se quejaba mucho y constantemente había gente que se enfermaba del estómago o le daba sarpullidos”, cuenta García, presidenta de la Junta de Acción Comunal y quien habita una de las 150 viviendas beneficiadas. A diferencia del resto de las redes que transportan el agua potable en la ciudad, que van por debajo de la tierra, en ese pequeño y escarpado sector del nororiente de Medellín las tuberías vuelan. A lo largo de 400 metros una serie de postes nuevos, que se instalaron para el proyecto, sostiene el tubo negro de dos pulgadas que se levanta para transportar el agua. “Es un acueducto convencional, pero colgado de un poste. Fue la solución que encontramos para suplir la necesidad porque el sector tenía limitaciones geográficas, geotécnicas, topográficas y sociales. ¿Por qué más postes? pegarlo a los que sostienen las redes de energía —y de tv y telefonía— no era opción porque esos ya estaban muy cargados”, cuenta Juan Camilo Hurtado, profesional de Planeación de Aguas EPM y mentor del proyecto.

Foto. EPM

Dibujar un sueño El boceto de la primera red aérea de acueducto y alcantarillado de Colombia, y quizás una de los únicas en el mundo, nació en una servilleta. El ingeniero Hurtado la rayó hace ya una década cuando se planteó una solución para llevar servicios públicos a una zona de Quibdó, donde todo eran palafitos, en la quebrada La Yesca. La idea estaba cruda y no cuajó: faltaba que le pusieran los pies en la tierra. Años después, el borrador del acueducto aéreo volvió a salir a flote cuando se necesitaba una solución para llevar agua potable a tres barrios de Turbo, El Pescador 1, El Pescador 2 y El Progreso, que estaban construidos sobre una zona de manglar que hacía el terreno inestable e inviable para las redes tradicionales. Así nació el proyecto en Urabá, con más de seis kilómetros de extensión, que se inauguró en 2019 luego de muchos aprendizajes. Esa iniciativa ya ha ganado varios premios internacionales por ser una solución sui géneris en servicios públicos domiciliarios. Ahora el reto de EPM, y la esperanza de los habitantes en San José La Cima II, será romper otro paradigma:

instalar en ese sector de la nororiental una red de alcantarillado elevado usando parte de la infraestructura disponible del acueducto. Un nuevo sueño que ya tiene bocetos y que hace parte del programa Conexiones por la vida.


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