Gijón Sur-Mer II
“Silencios”
“Silencios”
Del 30 de septiembre al 5 de noviembre de 2022
“Silencios”
‘Gijón Sur Mer’. Podía ser el inicio de un poema. Podía ser, incluso, el poema mismo. Uno que celebra la ciudad, su promesa de horizontes y el millón de olas sobre las que dibuja su mapa. Sería, en realidad es, una firme prueba de amor, que vuelve, después de 28 años, a las paredes de Cornión. De amor a una tierra en el mar, pero también a sus frutos, a la savia que ha germinado de la relación íntima entre el paisaje y el poeta, como un lugar de promisión. Porque en ‘Gijón Sur Mer’, que cumple segunda edición, el verbo tiene dimensiones pictóricas o fotográficas, sí, pero lo que resulta posee entidad de verso, con su ritmo y su medida, con sus normas y sus albedríos. ¿Hay duda alguna de que el paseante, mitad homenaje a Pessoa, mitad autorretrato viandante de calles crepusculares, unas veces; iluminadas, siempre, sea en los lienzos de Pelayo Ortega la marca delicada e inequívoca de un poema pintado?
¿Puede mantenerse esa incertidumbre ante las orillas del Cantábrico que acaricia sobre tabla José Arias u observando los nostálgicos paisajes grises de Miguel Galano, o las fachadas fantasmales a la vez que sentimentales y teatrales de Javier del Río? ¿No son poemas los primorosos linos de Josefina Junco? ¿No son
versos lo que Joaquín Rubio Camín dejó plasmado en sus paisajes industriales de los años 40 o en la naturaleza que crecía bajo sus jóvenes pisadas de entonces?
¿No lo son las fotografías de Cancio? Uno de los más jóvenes (junto a Pablo Basagoiti y Javier Ortega) de este nuevo potente encuentro ‘Sur Mer’, que parece capturar con la cámara el pasado en blanco y negro como si fuera un habitante de su mirada presente. ¿Se pueden negar la lírica más pura en el ejercicio sobre el devenir del tiempo que hace Basagoiti, apretando el obturador seis veces por fotografía en el mismo escenario un día y otro día, atrapando el movimiento de una gaviota mientras la fisonomía de su obra cambia porque mutan el cielo o el mar?
La fotografía, que está representada también por grandes nombres como los de José Ferrero, Marcos Morilla y José Ramón Cuervo-Arango, se estrena en ‘Gijón Sur Mer II’. Con ella se subrayan especialmente los lenguajes artísticos de hoy, que adquieren un notable protagonismo en una de las paredes principales donde espera miradas la obra Javier Ortega y su tentadora marca digital. Él, como el resto de los 21 participantes, firmantes uno a uno de esta múltiple carta de amor a la ciudad, se somete sin dificultad a las definiciones más expansivas de la poética. En realidad todos los invitados en la galería de la calle de la Merced mantienen un poderoso vínculo con ella. Es fácil descubrirlo en el trabajo de Melquiades Álvarez, o mejor dicho especialmente en él con esos horizontes abrazados por acantilados, que recorta como escapando del fondo para entrar
en nuestro espacio. Es inevitable observar esa unión en los sutiles pinceles de Reyes Díaz, en los trazos de Fernando Peláez, en la geometría abstracta de Miguel Watio, donde convive plácida la figuración; en la propia presencia de Miguel Mingotes, que evoca la mar con un sutil bocado de su lírica visual. También en los de la playa soleada de Mabel Lavandera. En realidad en los 21, el dilema entre plástica y poesía se resuelve con una comunión.
Toda la sala discurre entre sus márgenes, igual que fluye por ellos, como decía Francisco Carantoña en aquel primer ‘Gijón Sur Mer’, el vínculo que de «modo directo, indirecto o circunstancial» nos lleva de diversas maneras a encontrarnos con «las formas, colores, iluminación o espacios gijoneses». Y esto es tan cierto cuando es evidente la consideración ante la energía de este ya aventajado siglo XXI, como cuando los guiños se hacen a la primera declaración de intenciones que no había sobrepasado en XX. Es incuestionable, por ejemplo, la sugerencia a ese pretérito perfecto que hace Pelayo Ortega en una de las seis pinturas con las que gobierna todo un muro con su hombre del paraguas multiplicado acudiendo a la cita en escala mínima y poder mayúsculo. Está fechada en 1994, el año de la edición de estreno. Eso sí, la tela, de grandes dimensiones ha vuelto a pasar por el estudio y, como advierte en su trasera, ha sido revisada para la nueva cita este mismo 2022.
Pablo Maojo participa con otro vistazo al pasado. Un cartel que hizo para la convocatoria de entonces, y que no llegó a utilizarse, ahora preside el conjunto con sus letras queriendo huir del papel para encontrar su razón escultórica.
Mirar atrás es también recordar que algunos de los que estuvieron en las paredes y a la vez contemplándolas hoy solo están en sus obras, como el mencionado maestro Camín o el polifacético Javier del Río, que prácticamente saluda al visitante frente al Norte de José Arias, conversando a la izquierda con el universo en papel, azul y geométrico, de Javier Victorero. Está sin estar Rodolfo Pico, cuyo recuerdo rinde tributo a la ciudad con dos paradas de arquitectura casi espectral, una ante la iglesia de San Lorenzo, otra ante San Pedro. Ambas realidades apuntaladas en una parte de mito y otra de ensoñación. Cierra el grupo de los que se fueron el atormentado y fascinante creador Armando Suárez, que ya empezaba a ser leyenda en aquel 1994.
Han pasado casi 30 años, 28 exactamente desde que Cornión quiso mirar a la ciudad, como vuelve a hacer hoy, a través de los ojos y las manos de sus artistas. Todos éramos más jóvenes cuando el primer ‘Gijon Sur Mer’ inundaba de talento la veterana galería, hoy crecida sobre los que fueron sus rincones literarios. Todos somos ahora, irremediablemente, más viejos. Pero no la urbe a la que van dirigidas las 21 cartas de amor que componen la nueva exposición. No al menos en su vínculo casi sagrado con el arte, que lejos de marchitarse ha rejuvenecido.
La Noche Blanca, puerta por la que este año nos adentramos en esa magnífica relación plástica con la tierra que la habita, es un buen testimonio de ese fortalecimiento, que pone en circulación el fervor colectivo por las calles con la Luna entrada en las galerías y en los museos.
28 años atrás Gijón era una geografía artística. Hoy la ciudad en el mar conserva crecida e iluminada ese título de nobleza.
PACHÉMERAYOMaojo
exposición Gijón Sur-Mer
Marco s Morilla Bóbeda del antiguo convento de las monjas recoletas. Fabr. Tabc. (2017) Digital, papel algodón, tintas pigmento
cm
José R am ón Cuervo Arango El Arbeyal (2009)
Plata-gelatina, sobre papel de fibra
cm
José R am ón Cuervo Arango La Ería del Piles (2009)
Plata-gelatina, sobre papel de fibra
Pablo Basagoiti
El contemplanubes 12-04-2021 (2021)
Papel Hahnemulhe Photo Rag.
Pablo Basagoiti
El contemplanubes 5-11-2021 (2021)
Papel Hahnemulhe Photo Rag.
Pablo Basagoiti
El contemplanubes 22-03-2021 (2021)
Papel Hahnemulhe Photo Rag.
X 55 cm
Javier Ortega Gijón Sur-Mer (2022) Esmalte sintético y pintura acrílica/mad
er del Río
en el aire
Victorero
de la tormenta
er Victorero
de horizonte azul IV
er Victorero
de horizonte azul
er Victorero
de luna (2022)
Carta desde la ciudad marina I (2014) Cartón sobre papel manipulado 43
cm
Carta desde la ciudad marina II (2014) Cartón sobre papel manipulado
Mabe l
Bajo el oro de la mañana (2022) Óleo y temple/lienzo 88,0 X 35,5 cm
Junco Gijón desde el mar (2018) Óleo/lino
Nicolás Cancio Cisne en el parque de Isabel la Católica (2020) Plata-gelatina, virada sulfuro y selenio 22,0 X 14,5 cm
Nicolás Cancio
Alrededores del parque de Isabel la Católica (2009) Plata-gelatina, virada al selenio 14,5 X 22,0 cm
Nicolás Cancio
El muro de San Lorenzo (2009) Plata-gelatina, virada al selenio 14,5 X 22,0 cm
Gijonés (1994)
Texto: Fotografías: Maquetación:
Paché Merayo Archivo Cornión Santamarina Diseñadores ©2022. Galería Cornión
La Merced, 45 - 33201 Gijón - Asturias + 34 985 34 25 07 galeria@cornion.com cornion.com