Revista 2012 13

Al día siguiente, teníamos que estar en el comedor a las nueve para desayunar e irnos al taller que teníamos preparado con Josu Elberdin, un compositor Vasco. Estuvimos toda la mañana hasta la hora de comer en el taller, donde cantamos varias obras, como ‘’Kantauri’’, o ‘’Izar Ederrak’’, la cual interpretaríamos al día siguiente en el concierto.

Después de comer volvimos al taller, para ultimar los detalles para el día del concierto, y cuando acabamos aprendimos la obra ‘’El Molinero’’, dirigida por el director del orfeón de Burgos.

Cuando llegamos al hotel, tuvimos cerca de una hora para descansar, y después bajar a cenar.

Hablamos un poco antes de irnos a dormir y después descansamos.

El sábado fue un día de turismo. Salimos a las diez y fuimos al Museo de la Evolución humana, y después fuimos a ver La Catedral de Burgos, y algunas plazas. Compramos recuerdos y comida en un mercadillo que había, y por las calles de comercios, incluso algunos compramos lotería.

A la hora de comer volvimos al hotel, y por la tarde tuvimos descanso porque a las 6 teníamos que salir hacia el teatro donde dábamos el concierto con los demás coros del encuentro, pertenecientes a Galicia, Aragón, La Rioja y Cantabria.

Estábamos en el último puesto para actuar, por lo que nos dejaron ver la actuación de los demás compañeros. Todos los coros lo hacían genial.

Ese día estábamos bastante nerviosos por el concierto, pero nos salió muy bien y a la gente le encantó.

Terminamos con las dos canciones en común, ‘’Izar Ederrak’’, y ‘’El Molinero’’. Salimos muy satisfechos de nuestras actuaciones, y de allí nos dirigimos de nuevo al hotel. Cenamos, y como era nuestra última noche en Burgos, queríamos alargar la noche despiertos. La mayoría del coro bajamos y estuvimos en una sala jugando al bingo, y nos reímos bastante, pero en el hotel había una cena de empresa, y habían montado una ‘’discoteca’’, y al estar hospedados en él, pudimos disfrutar también de la fiesta, donde conocimos y hablamos un poco más con los compañeros gallegos. Ya un poco tarde, fuimos a dormir, ya que a las ocho teníamos que bajar la maleta al autobús y después desayunar.

El domingo, volviendo en el autobús, cuando la mayoría estaba descansando y durmiendo, los más pequeños del coro nos despertaron porque estaba nevando, aunque no fue mucho.

Volvimos a parar a comer en Madrid, y allá hacia las siete de la tarde llegamos a Valencia.