CONTRA MÁSCARA




60. EL MURO, primera obra presencial de TraSpunte Laboratorio Teatral
092. QUIERO SER PAISAJE Por Emanuel Soriano
094. NO SOY UN PEQUEÑO RATÓN Por Rocío Limo
096. POEMA Por Carla Valdivia
098. MACUMBA DE CONCOMITANCIA LIMPIEZA
DESPOJO Por Julia Thays
100. Memes teatreros
Dirección Diseño y diagramación Equipo de diseño Asistente de diseño
Equipo editorial
Vanessa Demichelli
Laura Delgadillo Juliana Carrasco Diomara Navarro
Emma Santillán Silvia García Paula Carnero Ricardo Colos Handrez García
Fotografías de “El muro” TraSpunte también es:
Andinnia López-Cano, Juan Chumbe, Jair Galindo, Rafael Arenas, Laura Aramburú, Piere Lugo, Miguel Maldonado, Tatiana Rocha, Alizon Terrones, Ángela Rodriguez, Meiling Rojas, Nathaly Céspedes, Yordan Huamán.
Es un orgullo para TraSpunte lanzar el segundo número de nuestra revista virtual Contra Máscara. Hemos recorrido un camino que no es largo, pero sí profundo, y ese es el espacio que hemos creado para echar raíces.
En mayo de este año estrenamos presencialmente la obra El muro. TraSpunte venía de hacer cinco obras virtuales durante los dos años de encierro. Y cuando reabrieron los teatros solo pudimos pensar en estrenar una obra presencial. Tal fue nuestro ímpetu y dedicación a El muro, que hoy ha sido reconocida y nominada en tres categorías por Oficio Crítico: montaje, dirección y actuación. Lo cual nos hace sentir orgullosos y agradecidos. Por ello, en esta edición incluimos una edición especial dedicada a la obra.
En este segundo número encontrarán también reseñas de obras que se estrenaron este año 2022 pandémico. Obras que miran al pasado y coinciden en representar un momento imperativo en la historia para replantearse una nueva forma de vivir. Un año de liberación. Estas reseñas son hechas por la mano y corazón de jóvenes teatreros que descubren la pasión por el teatro escribiendo, haciendo y gestionando.
La revista, además, es un canal para conocer a distintas figuras del teatro a través de entrevistas. Como al maestro Alberto Ísola, quien este 2022 cumple 50 años de vida artística y nos regala los recuerdos de sus primeros deseos por el teatro. Además, nos hace una amena confesión acerca de su preferencia por ver cine antes que teatro en su tiempo libre. Las palabras de Emanuel Soriano nos ayudan a reconocer que la vulnerabilidad y el juego son parte esencial en la vida tanto como en el teatro. Una de las dramaturgas peruanas que está activa, escribiendo, dirigiendo y manifestándose constantemente a través del teatro es Mariana de Althaus. Ella nos revela su experiencia en el encierro y cómo logró traducirla a la obra de autoficción Trucos para ver en la oscuridad, que también se estrenó este año.
En los ensayos, para hablar un poco de las certezas y controversias de la vida en el teatro, encontramos el texto de Claret Quea, con una profundidad sobrecogedora que nos invita a la observación hacia nosotros mismos. Mientras que Gonzalo Núñez reflexiona sobre el teatro documental a través de lo que significa un personaje-edificio como la casona Grau 694 de Barranco. Y Yordan Huamán, miembro de TraSpunte, nos permite dar un vistazo a lo que siente haciendo teatro-danza a través de la sensibilidad de sus palabras en un corto texto sobre esta disciplina.
En la sección de dramaturgia encontramos fragmentos de dos obras que, si bien son muy distintas entre sí, comparten una mirada sobre la relación que hay entre una generación y otra, mostrándonos que los lazos interpersonales son los que de alguna manera salvan a los personajes.
Finalmente, misceláneas es un espacio en la revista para que los teatreros expongan sus vínculos con otras artes.
Espero que la lectura de este número dos los cautive y haga visible, de alguna manera, el trabajo hermoso y dedicado que el equipo de comunicaciones de TraSpunte ha realizado. Y que Contra Máscara pueda convertirse en un espacio de aprendizaje constante sobre el teatro tanto para quienes escribimos en ella como para quienes la leemos.
Vanessa Demichelli Directora“Querida edición #2 de Contra Máscara, Aún en proceso de conocerte escribo estas líneas, atrayendo lo que hoy deseo para ti.
Quiero encontrarte colmada de ilusión. Que cada línea que esté escrita en ti me muestre la dulzura de las personas que hoy te dan vida.
Porque no hay nada más vivo y generoso que compartir teatro.
Así te quiero leer. Generosa, impulsiva, teatral.
Bienvenida Contra Máscara, abre tus alas y vuelve a volar”.
Del diario de Vanessa, martes 19 de julio 2022
La mano crispada como una Medusa ciega el ojo doliente del candil.
As de bastos. Tijeras en cruz. Sobre el humo blanco del incienso, tiene algo de topo y mariposa indecisa.
As de bastos. Tijeras en cruz.
Aprieta un corazón invisible, ¿la veis?
Un corazón reflejado en el viento.
As de bastos. Tijeras en cruz.
“Dos son los pueblos que reposan en el valle, frotándose, apretados. Como gemelos en la barriga de la madre”.
La obra El gran fuego encarna en su historia una profunda pregunta sobre el porvenir de la humanidad a partir de imágenes que intentan echar luz sobre los problemas a los que nos enfrentamos en la contemporaneidad. Pero también nos retrata un pasado que se podría describir de la misma forma, como patrones que se repiten e historias que se cuentan indeterminadas veces, desechando la idea lineal de un progreso.
Esta percepción de un presente y un pasado indistintos se logra a través del uso de personajes y relatos arquetípicos como la pareja de amantes separados por familias, amigos que se enemistan, negociantes que triunfan, bandos, duelo... Pero, sobre todo, el hecho de que los actores y actrices no tengan papeles defini-
dos ocasiona que los personajes no sean los protagonistas, sino las “representaciones” que se hacen de estos. Y es así como se transmite la sensación de que las historias representadas son abstracciones, entidades independientes a la acción misma, tal como si tuviesen una vida propia y la capacidad de ser replicadas en otros tiempos, espacios y por otras personas, creando un aura cíclica que se refuerza con las estaciones del año.
Las estaciones son el marcador de las acciones y absolutamente todo el ambiente pareciera moverse en torno a ellas. Los estados de ánimo, la energía, las conversaciones... varían conforme transcurren la primavera, el verano y el otoño para finalmente dar paso al gélido invierno. Dotando de una interconexión mágica a los personajes, al escenario y al tiempo de la historia. Una unidad que es símbolo del nexo “hombre-naturaleza”, ya que el mensaje ecológico es clave en El gran fuego.
La violencia sistemática contra el medio ambiente es uno de los tantos problemas que se dibujan sobre las tablas.
La manera como nos vinculamos con el otro est á presente en esta obra. Al inicio, primavera, se muestra la aparente unión que hay entre ambos pueblos: bailes, saltos, risas, etc. La identidad de los habitantes situados en los márgenes contrarios del rio se enriquece con las diferencias que hay entre ellos, y es que cuando todo abunda no existen motivos para disputarse nada. Pero conforme pasa el tiempo, las campanadas de los relojes de ambas aldeas se distancian, el breve intervalo que las separaba es cada vez más evidente y el río también crece hasta perderse en el horizonte un pueblo del otro. Entonces, el cuadro idílico inicial se distorsiona y gradualmente aparecen dificultades que retan a los habitantes, y todo esto a la par de la transformación del tiempo y el espacio remarcando aún más la crisis y la actitud con la que intentan sobrevivir a ella: dividiéndose, cuidando de los “suyos”.
El gran fuego es una producción magistral, posee una dirección certera que suma a la obra de inicio a fin, y una escenografía que utiliza elementos bastante simbólicos y lúdicos. También es vivamente dinámica, puesto que los personajes se mueven sobre una narración que ellos hacen sobre sí mismos, nunca salen del escenario; y debido a que es de “dos frentes”, la simetría est á presente en la coreografía
y encaja perfectamente con la idea de “pueblos gemelos”. Es una creación cargada de metáforas que mantiene al espectador de inicio a fin revelándose, incluso terminada la función. Y está cargada de actualidad, pero también de pasado. Una puesta en escena que, si bien sirve de reflejo para mirar dentro de nosotros, nos invita sobre todo a mirar hacia fuera, a posar la mirada en el otro, reconocer su fragilidad y redescubrir en ella la nuestra.
Autor Roland Schimmelpfennig
Dirección Fiorella Díaz, Jorge Villanueva Elenco Gabriel Baltuano, Irene Eyzaguirre, Karina Jordán, Anaí Padilla, Carlos Victoria, Jorge Villanueva Composición musical y
Casa de muñecas nos retrata, de manera desgarradora, lo complicado que era ser una mujer en pleno siglo XIX. Nos muestra lo difícil y confuso que es convivir en una sociedad que reduce la existencia femenina a su belleza y fragilidad. El machismo, las relaciones de poder, los dilemas amorosos y el dinero son los problemas representados magistralmente en esta obra de Henrik Ibsen.
Escrita en 1879, Casa de muñecas es una fiel representación de la idiosincrasia imperante en aquellos años, representa a las personas de aquella época con todas sus virtudes y defectos, seres humanos esclavos del dinero, de las relaciones amorosas y de sus propios prejuicios.
Esta puesta en escena, dirigida por Edwar Reyes, te permite viajar en el tiempo y retroceder 143 años solo para descubrir que los problemas que nos atormentaban hace siglos siguen presentes en los tiempos actuales. Las estructuras de poder preponderantes en aquella época se mantienen vigentes en pleno siglo XXI, es por eso que esta pieza teatral nos permite reflexionar y repensar nuestra propia situación a partir de una trama tan interesante como antigua.
Casa de muñecas tiene una dirección espléndida y una escenografía inmersiva, atrapante y elegante. La cercanía que
se tiene con los personajes hace que puedas sumergirte aún más en la historia que nos cuentan. Esta obra te mantiene pegado a la butaca de principio a fin con los constantes giros en la trama que te harán reflexionar sobre los problemas que arrastra nuestra sociedad desde hace varias generaciones. Una pieza teatral que se mantiene vigente desde hace más de cien años.
CASA
Autor Henrik Ibsen
Dirección Edwar Reyes Asistencia de dirección Flavia Goya Elenco Reynaldo Arenas, Jorge Armas, Alejandra Campos, Renato Medina Vassallo, Lilian Schiappa-Pietra
Producción Compañía de Arte Dramático Asociación cultural Campo Abierto Junio/Julio 2022
Al cumplirse cuatro siglos del nacimiento de Molière, Éxodo Teatro, en coproducción con la Ensad y la Alianza Francesa de Lima, pone en escena la obra El misántropo. Esta obra expone la doble moral impregnada en la dinámica de las interacciones sociales, la misma que está tan vigente hoy como hace cuatrocientos años.
En medio de mentiras “piadosas e inofensivas”, que ayudan a encajar sin conflictos, desencaja un paladín de la honestidad, defensor de la opinión sincera e impopular. Alceste, interpretado por Fernando Luque, es este protagonista misántropo, quien se declara intolerante a la hipocresía que caracteriza a la sociedad que le rodea. Sin embargo, ni siquiera él escapa de las inconsecuencias humanas. Su amor es dado a Celimena, papel de Amaranta Kun, una bella e inteligente joven. Ella está muy bien adaptada a la doble moral reinante y su comportamiento es antítesis de la forma de pensar de Alceste. Ambos tienen visiones opuestas del mundo. Ella es sociable, no tiene problema en aceptar ser cortejada por los demás ni en adularles según le sea conveniente, pese a los reproches y celos de Alceste.
Narrando sobre el complicado amor de estos personajes opuestos, la obra evidencia y critica la normalizada falta de integridad de todos. La dirección acertada de Jean Pierre Gamarra logra dotar de actualidad un texto escrito hace varios siglos. La escenografía no figurativa es parte de estos aciertos, así́ como el destacado reparto.
La propuesta escenográfica, lejos de ilustrar figurativamente un espacio y época, brinda una atmósfera gris y fría de tonos desaturados a la que podemos atribuir significados vinculados al mensaje crítico de la puesta. Los efectos escenotécnicos, por su parte, resaltan con gran sensibilidad e impacto los momentos más dramáticos de la obra.
La potente frescura de las interpretaciones, por parte del elenco, revitaliza y moderniza los musicales versos que configuran el texto de Molière. La forma de hablar versada no suele ser cotidiana ni natural, por lo que ha sido un acertado riesgo que se ha tomado en esta puesta, donde las actuaciones tienen tanta verdad que uno creería que “pardiez” es parte del vocabulario habitual de los intérpretes. Esto es muy importante para que la puesta en escena de una dramaturgia del siglo XVII tenga una buena recepción: El mensaje de una obra puede ser muy importante, pero este no tendrá efecto si la obra no logra entretener; y este montaje consigue magistralmente este objetivo teatral.
Esta puesta en escena roba risas a los espectadores, mientras invita a una reflexión necesaria hoy en día, cuando las
redes sociales nos permiten ver a diario tanto a los followers aduladores, criticados por Alceste, como a los haters misántropos que odian detrás de un teclado.
El misántropo que dirige Gamarra, con las actuaciones de Fernando Luque, Amaranta Kun, Óscar Yepez, Anaí Padilla, Olga Acosta, Diego Pérez, Alejandro Tagle, Alonso Cano y Angela Solís, constituye una puesta en escena que hace justicia y renueva favorablemente una obra maestra de la literatura universal. Verla es una precisa oportunidad para reír y para sensibilizarnos sobre nuestros comportamientos como seres sociales.
Autor Molière
Dirección
Jean Pierre Gamarra
Elenco
Olga Acosta, Alonso Cano, Amaranta Kun, Fernando Luque, Anaí Padilla, Diego Pérez, Ángela Solís, Alejandro Tagle, Óscar Yépez
Escenografía y vestuario Lorenzo Albani
Producción
Alianza Francesa de Lima, ENSAD, Éxodo Teatro
Alianza Francesa Agosto/Septiembre 2022
Dramaturga y directora, pionera del teatro testimonial en Perú
Mariana de Althaus cuando produjo y actuó en su segunda obra Los charcos sucios de la ciudad (2001).
¿ c uál fue la primera obra de teatro Q ue viste y Q ué recuerdos tienes de ello ?
La primera obra que recuerdo que vi fue Simón. Se realizó en un teatro que en realidad era un Centro Cultural en una casona antigua, ubicada en Pueblo Libre. La obra fue dirigida por Gianfranco Brero e interpretada por Alberto Ísola y Miguel Isa. Recuerdo que la obra se desarrollaba en varias habitaciones de la casa y el público iba moviéndose a través de esta casa e ingresando a diferentes habitaciones donde ocurría la acción. Probablemente fui al teatro antes, pero esta es la obra que ha quedado en mi memoria porque me impactó ese formato y me encantó la idea de un teatro íntimo, cercano, un espacio alternativo. Todo ocurría a pocos centímetros de mí.
¿ p or Q ué escribes teatro ?
Porque es la forma que he encontrado de organizar mis percepciones del mundo y mis emociones. En el teatro digo lo que no sé. Si no lo convierto en una obra de teatro, me gobierna, me da ansiedad y me amarga.
¿ c uál es el libro al Q ue siempre regresas ?
Teatro completo de Beckett, teatro completo de Chejov, El zoológico de cristal, las tragedias de Shakespeare, los libros de Blanca Varela, etcétera.
¿ a cuál dramaturgo o dramaturga admiras ? Muchos. Pero hoy admiro más a los que pudieron escribir en la dificultad, pese a la pobreza, a la depresión, a la discriminación, en medio de la crianza, en la enfermedad, en la dictadura. Chejov, Griselda Gambaro, Cesar Vallejo, Sara Joffré, Sarah Kane, García Lorca, Tennessee Williams, etc.
¿Q ué fue lo Q ue más te emocionó de regresar al teatro presencial ? Volver a jugar. Aprender de los otros jugando y escuchando.
¿Q ué es lo Q ue más te gusta de dictar talleres de dramaturgia ? Aprendo muchísimo enseñando. Lo que me traen los alumnos me reta constantemente. Los talleres me han obligado a sistematizar mis procesos de escritura y mis experiencia como espectadora y lectora. Espero no dejar los talleres nunca.
c uéntanos sobre tu obra , t rucos para ver en la oscuridad , ¿ cómo surge la idea ?
Cuando estaba encerrada durante la pandemia ten í a la sensaci ó n de que el teatro no iba a volver a abrir, o se iba a demorar mucho en volver a abrir sus puertas, entonces se me ocurri ó la idea de que hubiera un teatro clandestino al cual algunos teatreros pudi é ramos escapar y seguir trabajando. Con esta idea en mente convoqu é a Alejandra Guerra para hacer juntas un proyecto de teatro de autoficci ó n cuando se volvieran abrir los teatros, y entonces escrib í un mon ó logo en el que yo soy el personaje que relata, que narra una pandemia en la que el recurso para resistir al encierro, y al miedo de no volver a trabajar, era yendo al teatro clandestino. Adem á s esto trajo la necesidad de usar un diario de cuarentena, que en realidad sí tuve durante la pandemia, y manipularlo un poco para utilizarlo. Motivada con la idea de que para hablar de los otros hay que tener la valent í a de hablar de uno mismo. Sent í a la necesidad de volver al teatro con una obra que hablara de lo que nos hab í a pasado como teatreros y tambi é n como peruanos en esta cat á strofe que es la pandemia.
¿ d isfrutas más escribir ficción o testimoniales ?
Escribir ficción es más difícil, porque hay que inventarlo todo de cero. Escribir testimoniales es organizar un material, es más placentero pero no siempre tan emocionante. Como dijo Joan Didion, escribir no ficción es escribir a la luz del día, pero escribir ficción es adentrarse en una noche oscura.
¿ e xiste actualmente machismo en el teatro ?
Menos que hace algunos años, pero tengo la impresión de que aún hoy, a los directores hombres los tratan y valoran mejor. Las mujeres todavía tenemos que demostrar el doble que somos capaces, y algunos todavía sienten que cuando nos dan trabajo o nos consideran, nos están haciendo un favor.
PIMPÓNCafé o vino: Vino
Libro o película: Libro Perros o gatos: Gatos Dulce o salado: Dulce
Escribir o dirigir: Escribo dirigiendo y dirijo escribiendo Romance o misterio: Romance misterioso
¿ c uál fue la primera obra de teatro Q ue viste y Q u é recuerdos tienes ?
Enrique V, en el 2005, dirigida por Coco Chiarella, con Bruno Odar, Alberto Isola, Salvador del Solar, Wendy Vasquez y Alfonso Dibos. En el antiguo espacio de Preludio. Quedé impresionado con el trabajo de todos. El trabajo corporal y de creación de personajes fue una clase maestra. Además de que el espacio prácticamente estaba vacío y solo utilizaban elementos para cambiar de personajes.
¿
Es un espacio creativo y colectivo del cual disfruto mucho. Darle vida a una historia cada noche y buscar que cada vez que se repita sea nueva, es mágico. Además del proceso que toma ensayar, estrenar y lo que dura la temporada, te da la oportunidad de mejorar y descubrir algo nuevo en cada pasada de la obra.
En primer lugar admiro a mis amigos por su vulnerabilidad y juego cuando actúan. Me encanta cuando los actores y actrices tienen esa dualidad orgánica. Oscar Meza, Andrés Salas, Sergio Gjurinovic y Silvana Cañote. Por otro lado, los actores y actrices de nuestro país, Bruno Odar, Alberto Isola, Miguel Iza, Leonardo Torres Vilar, Liliana Trujillo, Alejandra Guerra, Wendy Vasquez, a mi queridísima Sofia Rocha. Y de fuera a Benedict Cumberbatch, Daniel Day Lewis, Helen McCrory, Javier Cámara, Ricardo Darin, Leo Sbaraglia y Gael García.
¿ c uál fue la última obra Q ue te conmovió ?
Sobre Lobos, es un texto potentísimo, vigente y muy humano. El trabajo de Macla Yamada y Liliana Trujillo es maravilloso, a flor de piel y súper entregadas a su vulnerabilidad. Además de la puesta en escena de Mariana Silva y Diego Gargurevich.
¿Q u é es lo Q ue más te gusta de dictar talleres de actuación ?
Conocer a nuevas personas. Conocerlas a través de su arte, de su sensibilidad, de sus experiencias. Disfruto mucho de darles herramientas de actuación que les sirvan para su vida y ver cómo con cada clase van descubriendo algo nuevo y lo agradecidos que salen al terminar el taller, porque yo también termino muy agradecido por su confianza y porque también aprendo con ellos.
¿ c uál crees Q ue es tu personaje mejor logrado ?
No lo sé, pero he disfrutado de muchos, como Cristobal en El curioso incidente del perro a medianoche, Montana en Django y Martin en Tebas Land.
¿Q ué color tiene el teatro ? Negro.
¿ c uál es el libro al Q ue siempre regresas y por Q ué ?
Free Play, La improvisación en la vida y en el arte de Stephen Nachmanovitch. Creo que su nombre lo dice, es regresar al arte y a la vida desde la esencia y el juego.
¿Q ué mensaje darías a los Q ue recién se acercan al teatro ?
Permítanse el error, permítanse equivocarse, que de ahí probablemente salga lo mejor.
¿ a Q u é le tienes miedo ? Quizás a dejar de sentir.
¿Q u é te inspira ? La honestidad y vulnerabilidad de los seres humanos.
¿Q u é te indigna ? La injusticia.
Desde niño fue muy histriónico, lo que mejor hacía era imitar.
¿ c
?
Bueno, creo que en este momento estamos en la efervescencia del retorno, creo que hay mucho teatro, creo que la cartelera de estos últimos meses ha sido increíble, a nivel no solo de cantidad sino también de calidad. Ha habido realmente una buenísima racha de espectáculos, creo que el público ha asistido bastante dentro de las limitaciones del aforo, etc. Entonces estamos con todo el regreso. Me gustaría pensar que eso se va mantener, o sea, que la calidad de los espectáculos se va mantener y que la asistencia del público se va a mantener o va crecer. Creo que los problemas siguen siendo los mismos que antes de la pandemia, y el problema principal para mí sigue siendo el problema del público, el problema de que no tenemos o no hemos logrado todavía, en general, crear un público constante para el teatro. Ese creo que sigue siendo uno de los… quizás el más grande de los desafíos: cómo hacer que el teatro se convierta en parte fundamental de la vida cotidiana de la mayoría de personas de este país.
¿ c uáles han sido tus mayores retos en el teatro ?
Bueno, el reto mayor ha sido seguir haciendo teatro y, como dicen los españoles, “no morir en el intento”, o sea, haber tenido cincuenta años de teatro seguidos, con altibajos, pero sin parar, salvo por la pandemia. Probablemente el reto más grande fue hacer teatro a fines de los ochenta, comienzos de los noventa. Yo tomé el teatro Larco, que lamentablemente ya no existe. Desde el 91 hasta el 96 fueron años sumamente difíciles, que incluye el atentado en la calle Tarata una noche en la que yo estaba estrenando, entre otras cosas; quizás ese fue el periodo más difícil de todos.
¿ e n Q ué momento de la historia universal del teatro te hubiera gustado vivir ?
Me encantaría haber vivido en la época de Shakespeare. Me encantaría porque había muchos dramaturgos extraordinarios al lado de Shakespeare y porque el teatro tenía una presencia, una vitalidad y una importancia, dentro de la vida de la Inglaterra de la época, fascinante. Me encanta, además, el Globe Theatre como estructura teatral, me hubiera encantado vivir en esos años, en los últimos años del periodo Isabelino y los primeros años del período Jacobino o Jacobeo, como me han dicho que se dice.
ómo encuentras al teatro peruano en la actualidad y cómo podemos mejorarlo¿ c uál es el personaje Q ue siempre Q uisiste interpretar ?
El personaje que más quise interpretar siempre fue Hamlet, y por distintas razones nunca lo hice. Tuve la enorme fortuna de dirigir un montaje de la obra en el 2001 con el gran Bruno Odar en el papel, creo que el montaje es una de las mejores cosas que hice como director y la actuación de Bruno fue realmente, como suele ser con él, extraordinaria.
¿ c ómo es un día alejado del teatro ?
No hay días alejados del teatro, porque inclusive el domingo, que es un día que yo he aprendido con el tiempo a atesorar (los domingos trato, por encima de todo, de no hacer nada más que descansar, leer, escuchar música, tomarme un café con personas cercanas), también tengo teatro. Yo te confesaré que a mí no me gusta hacer teatro los domingos, no me gusta, lo hago siempre porque hay función los domingos, y yo creo que en ese sentido siempre he sido y seré un profesional a carta cabal. Hago la función con todo, como siempre, pero si me preguntaras, yo te diría que sería genial no poder hacer funciones los domingos.
¿ c uáles son tus dramaturgos favoritos y por Q ué ?
Bueno, mi dramaturgo favorito es Shakespeare, como creo que lo es para la mayoría de gente, simplemente porque es tan inmenso, tan vasto y tan sorprendente todas las veces. Mi dramaturgo peruano favorito es Leonidas Yerovi. Lamentablemente murió muy joven, pero diría que es mi dramaturgo favorito porque sigo pensando que La de cuatro mil es la mejor obra que se ha escrito en el teatro peruano. Yo siempre digo que las obras que se han escrito hace veinte años todavía son muy jóvenes, entonces no las puedes dimensionar realmente, por eso yo siempre cuento para atrás, desde el 2000 para atrás, y La de cuatro mil sigue siendo mi obra favorita. Ahora, a nivel latinoamericano hay una serie de autores que me gustan, como el venezolano José Ignacio Cabrujas, el brasileño Nelson Rodrigues, la argentina Griselda Gambaro y, sobre todo, la mexicana Elena Garro.
¿ p or dónde empieza tu proceso de creación de personaje ?
Para mí, yo leo mucho el texto, lo leo una y otra vez, porque siento que el texto, y el autor o la autora a través del texto, me manda claves o señales sobre el personaje. Luego confío mucho en las primeras imágenes, las primeras sensaciones que me da el texto, por extrañas o incomprensibles que a veces sean. Las sigo, si es una imagen, si es un texto, si es una sensación… Y después, una de las primeras cosas fundamentales para mí es la música, tanto cuando dirijo como cuando actúo, qué música me sugiere el texto. En el caso del personaje, puede ser una música que se asocia con el personaje o puede ser la música que escucha el personaje. Por ejemplo, me pasó que sentí que mi personaje de la obra llamada Cielo abierto de David Hare, y que en una ocasión Mateo Chiarella dirigió en Aranwa (no había música del personaje en la obra), era un personaje que escuchaba y al que le gustaban mucho las canciones de Charles Aznavour, que es un cantante francés que a mí me gusta mucho y admiro. Él es muy romántico y sentí que eso me ayudó a entender el personaje, a pesar de que el personaje aparentemente no tenía nada de romántico. La música es muy importante.
¿ c on cuál de los personajes de la comedia del arte te identificas y por Q ué ?
Cuando estudiaba en la escuela de Piccolo, teatro de Milán, hacíamos comedia del arte clásica (con las máscaras de cuero y todo) y yo me moría por hacer al Arlequín. No me dejaban porque me decían que yo era grande, no era gordo precisamente, pero era grande, me decían: “no, Arlequín es chiquito y tú eres grande”, entonces me hacían hacer el Doctor y me hacían hacer el Capitán. Pero me encantaba ser el Arlequín y creo que es el personaje con el que... no, no creo que es con el que más me identifique, pero sí el que más me atraía. Y David Carrillo, cuando fue a ver El cuidador, me dijo que el personaje de Davies le había recordado a Arlequín. Y ahora que lo veo a la distancia, había cosas de Arlequín o de Pulcinella. No me identifico con ninguno en realidad, porque son personajes muy distantes de mi experiencia.
c uéntanos un episodio de tu infancia donde sentiste vivo el teatro
Muy sencillo, en realidad mi descubrimiento del teatro fue como espectador. Las marionetas de las hermanas Marroquín —las marionetas de cuerdas, no los títeres de mano—, ellas hacían espectáculos donde representaban en su teatrito cuentos de hadas, números musicales, etc., y me acuerdo que fueron a algunos de mis cumpleaños. Mis cumpleaños eran en Ancón, porque yo cumplo años el 12 de febrero y nosotros íbamos a veranear. La segunda o tercera vez que fueron me permitieron, por petición mía, ver el espectáculo desde atrás, es decir, el niño del santo vio el espectáculo de las hermanas Marroquín desde atrás, o sea, viendo cómo funcionaba todo. Y creo que ese fue uno de mis grandes momentos teatrales, porque a la fascinación por el espectáculo teatral se sumó, ya desde esa época (no debo haber tenido más de cinco años o seis), la fascinación por ver cómo era el teatro por atrás, es decir, cómo se creaba el teatro.
Playa o campo
Ni playa ni campo, soy urbano, totalmente urbano. En todo caso, si tuviera que elegir, campo, pero no con mucho entusiasmo.
Café o té Café, a pesar de haber vivido tres años en Londres, donde siempre se toma té. Pero el té con leche es una cosa que toman los ingleses y que me produce rechazo absoluto. Así que café: espresso y muy cargado.
Actuar o dirigir Me gusta más dirigir, no sé si la palabra es que me guste, me llena más, a pesar de que actuar también es maravilloso. Pero dirigir, plasmar todo un mundo, todo eso, a pesar de que es para mí mucho más exigente que actuar, es lo que más me gusta.
Cine o teatro Como actor y director, teatro; como espectador, cine. Si yo tengo una noche libre, confieso que prefiero ir al cine.
Me resulta dif í cil hablar de lo teatral por m ú ltiples razones. Desdoblada a varios niveles, textual, intertextual, oral, espectacular, pedagógico, la teatralidad escapa a definiciones y ciencias, por ello cada vez que quisiéramos pensar en lo teatral recurrimos a certezas opacadas por sus propias controversias. Me gustaría aportar otra controversia más —como si no fuesen suficientes—.
Mi relación con la performance arrancó con la música en un coro infantil y mis presentaciones me regalaron visiones impactantes de plateas y palcos repletos de público versus un escenario amplio, vacío e intimidante. El edificio teatral estaba repleto de contradicciones. Principalmente segregar al actor del público, aunque entre ellos exista con fuerza comunicación y regalos. Incluso si teníamos alguna presentación en un lugar no convencional, como el estrado de un festival en la calle o graderías de la fachada de un edificio o en una plaza pública. No interesaba las características del espacio, espectador y ejecutantes eran parte de un fenómeno controversial y certero. Posteriormente, como actor en intervenciones callejeras, también he sentido el cambio de energía entre quienes actúan y observan,
no importa qué tan juntos estén, cada qui é n asumirá un rol.
Primero quisiera comentar sobre la evidencia de las dualidades del universo material. La oposición, contradicción, dualidad, desde nuestros orígenes explican esta naturaleza de vida y muerte, y lo teatral es apenas un instrumento más para explorar estas pulsiones. Desde las culturas orientales que reconocen, entrenan y componen desde un ying y un yang, pasando por rituales de siembra y cosecha hasta las sincréticas fiestas andino-cristianas, lo teatral nos invita a vernos como seres escindidos e integrados a la vez por esa escisión volcada en una celebración. Segundo, quisiera hacer una confesión: la oposición que más me satisface y atormenta en mi quehacer creativo es aquella que se da justo en torno a lo controversial y las certezas.
Certezas porque las cosas “son como son”. Si nos remitimos a describir la realidad tal cual está, realizamos un humilde ejercicio de aceptación. Y controversial porque “es lo que ocurrirá” con la otredad. Indiscutiblemente vamos a distorsionar esta realidad y lo vamos a hacer juntos. La creación es alienante, pero la imaginación colectiva puede llegar a ser una virtud cuando la ficción aún no se ha llenado de suficientes vicios como para ser considerada mentira.
Siento a la teatralidad esa complicidad por la verdad, y tengo tanta certeza de ello como que los sueños ocurren por condensación y desplazamiento —o sea, ninguna certeza, pero estoy seguro que sueño y nadie me enseñó a hacerlo—. Existen infinitas formas de hacer teatro, desde la academia o desde el recurso que se tenga a mano para satisfacer nuestros impulsos creativos. Yo, por ejemplo, lo hago una vez que haya acumulado cierta experiencia. Mientras tanto, sobrecogido, procuro anotar mis pesquisas en alguna bitácora porque la memoria es frágil y necesito dialogar conmigo mismo.
Casi siempre hago registro solamente de mis controversias, como si las certezas fuesen tan poderosas que no necesitan un recordatorio, se tatúan solas,
como anclas a pesar de lo controversial que se presenta a modo de vientos y olas. Necesito, por momentos, dejarme llevar por esas provocaciones, pero no puedo permitir que vuelquen el bote. Y, no obstante, necesitar un proceso creativo “estable”, ¿para qué rendirse al escueto montaje de lo certero? No creo que nos llevemos mejor con ello, pero existe tal seguridad en tener una embarcación bien anclada que al garete. Será una ilusión, no solo de certezas vive el teatro.
La libre navegación requiere decisiones y riesgos. Control habrá, con limitaciones, pero cuando cambie la marea los incidentes exigen tomas de acción inteligentes, sensibles e inmediatas. Lo teatral necesita seres de acción, pero también seres sensibles y públicos. Y regalos, porque al final nos debemos a estos intercambios —el resultado de lo navegado, muchas veces contra tempestades y mareas para estar en un espacio, absurdísimo, como lo es un escenario — y decir estoy aquí.
Por eso reflexiono sobre ese tan necesitado mundo de certezas y permitir lo controvertido, lo que no tiene respuesta en el quehacer creativo, a ver si nos lleva a nuevas aguas y a legitimar las miles de nuevas certezas en esta sopa tan diversa como lo es nuestra cultura.
La casona Grau 694 ubicada en el departamento de Lima, distrito de Barranco, me salvó. Es irónico, pero una casona abandonada a su suerte, ultrajada, robada y en una tremenda crisis pudo ser el punto de partida hacia nuevos horizontes en mi crecimiento personal. Esta casona conectó conmigo y ahora me toca escribirle para tratar de documentar y explicar la batalla más difícil que estoy viviendo. Por motivos de conexión, y porque me suena muy frío llamarle “La casona”, a partir de ahora la llamaré “Sofía”.
Sofía tiene casi 122 años. Es una casona tipo rancho de la época republicana, construida en la etapa de reconstrucción postguerra. A lo largo de su vida ha tenido innumerables dueños, siendo el más notable el portentoso abogado, diplomático y escritor Juan Francisco Pazos Varela. Sofía nunca ha podido quedarse mucho tiempo pegada a alguien porque siempre terminaba siendo vendida con prontitud. A pesar de ser hermosa, siempre estuvo envuelta en traspasos documentarios que se evidencian en las partidas notariales. Nunca pudo pertenecer, siempre estuvo en transición, y de por sí eso significa un tipo de sufrimiento, mejor dicho, una crisis: el no pertenecer. La década de los 90 fue su época de apogeo, estuvo habitada por una familia que le dio
mucho amor, le cambió muchas cosas, le arreglaron sus puertas, le vino cierta modernidad. Pero esto duró poco, en el 2003 Sofía volvió a los trámites documentarios, tenía que ser vendida por falta de dinero. Indudablemente, eso significaba una nueva crisis, dado que un futuro incierto solo llama a eso. No sé si Sofía lo habrá visto, pero en el 2010 un niño ansioso, jalado, con una novia hermosa y con una familia complicada, en resumen, en una crisis terrible, salía del colegio “Los Reyes Rojos” haciendo una parada intempestiva en sus muros y acto seguido quedarse perplejo viendo la destrucción en la que se encontraba: “Yo te voy a limpiar”, “Yo te voy a sacar de ahí”, fueron nuestras
primeras palabras cruzadas. Hubo un elemento en común que me unió inmediatamente a ella: La crisis. No hubo ni un solo momento en que al observar las estructuras de Sofía no me viniera esa palabra a la mente, y algo me hizo pensar que yo en ese momento de pubertad me encontraba de esa manera, se armó entonces una especie de analogía-espejo al observar a Sofía, ¿era yo? ¿Soy yo? Siempre mi cerebro está funcionando con imágenes, un tipo de crisis supongo.
Llegó la pandemia y con ella tal vez una de las crisis más fuertes de mi vida. El no saber qué hacer con mi vida, el sentimiento de no haber estudiado algo que sirviera para la humanidad, algo que no sea tan vulnerable a los sucesos históricos, algo que realmente sea un sustento. Intenté salir de esa depresión mil veces, fueron círculos enormes, esfuerzos incansables para reinventarme, para no aceptar que me sentía, a los 24 años, acabado. Estaba en crisis. Decidí caminar por Barranco, en plena pandemia, y mis pies me llevaron a la analogía que mi cerebro ya conocía: CRISIS CRISIS... ¡Casona! Ahí estaba la casona, destruida aún, apenas erguida, sola, ella era mi respuesta. En ruinas como la vi, sentí la necesidad enorme de salir con ella de toda esa situación, escuché una voz acompañante que decía: “De esto salimos juntos, estamos en ruinas, los dos salimos de esto”.
Propuesto el objetivo, decidí realmente tocar la puerta de Sofía y ver qué escondía detrás de esas puertas, no era muy alentador. El lugar arrastraba problemas legales, de inversión, le habían robado todos sus elementos ornamentales, y era casa de gente de mal vivir. Pero para mí esas ruinas no significaron destrucción o esperanzas perdidas, sino la oportunidad de renacer. Me embargó entonces la crisis, tal vez positiva, de querer salvar a alguien, me empecé un poco a olvidar de mi propia persona y a vivir más por Sofía, era la única forma de sacar eso adelante.
Tras arduos esfuerzos, que me implicaron muchos meses de trabajo, pude conseguir el objetivo y logré vincularme con la casona en todo sentido: legalmente, espiritualmente, emocionalmente, es mi vida entera, el lugar donde cosecho todos mis sueños. Sin embargo, todos estos puntos favorables pasaron a un segundo plano al escuchar nuevamente la palabra que viene siendo un recurrente en este texto: la crisis. Descubrí que Sofía fue declarada Patrimonio Cultural de la Nación, y esto, lejos de ser algo positivo, significó una de las mayores crisis que me está tocando atravesar: la burocracia en los trámites relacionados al patrimonio cultural inmueble. Sofía, al ser patrimonio cultural, supone que el Estado tiene que “estar presente” en el proceso de reconstrucción o adecuación del espacio.
En teoría esto sonaba positivo. Pero conocer a Sofía me hizo entender muchas cosas de mi entorno, entre ellas comprender tristemente cómo funciona realmente el Perú. Todos mis esfuerzos por levantarme y reconstruirme con ella se veían reducidos a un papel, a la frustración de la inversión sin destino, a seguir viendo mi casona destruida. La llamada “tramitología” refleja literalmente lo que es el Perú. La espera interminable, el vaso de leche que nunca llegó, el funcionario que actúa como si estuviera cansado de atender, el vivo que pagó para que le den prioridad, el que paga porque simplemente ya se cansó de esperar, etc. El Perú vive en un estado de trámite.
Este problema que está arraigado de manera profunda y sistemática en el Perú, lo alimento y sostengo con las referencias de un autor que reconoce la burocracia como una crisis extendida e instaurada en nuestra sociedad: El proceso de Frank Kafka. La novela sirve para encauzar teóricamente el tema, gestando una comparación con el contexto peruano en el que la burocracia ha tomado matices únicos, haciendo caer en cuenta que a pesar de estar contextualizada en otro país y en otro siglo, no se encuentra mucha variación. Pero, sobre todo, esta novela alimenta mi propuesta artística.
Si tuviera que resumir casi toda mi experiencia, sin duda los documentos y trámites relacionados a la restauración para que sea un lugar nuevamente de valor histórico ocuparían gran parte de
la conversación y preocupación. Más que sentir que Sofía tiene valor por su materialidad y hermosura, siento que el documento o el papel reemplaza este valor relacionado al recuerdo, que la memoria de Sofía no está ahí a simple vista cayéndose a pedazos, sino que está en las palabras en un papel con aroma de trámite. Son documentos en vez de adobe, pues, lo que termina siendo mi certeza más grande y es algo que me costó tiempo asumir. Pero asumirlo no me llevó a desistir en mi lucha por querer cambiar las cosas. Entonces me surgieron muchas preguntas relacionadas a mi experiencia: ¿Qué sucede si un joven como yo en otra parte del Perú o el mundo emprende mi mismo camino? ¿Dejaré que los trámites lo
desanimen a relacionarse con el patrimonio? ¿Cómo puedo explicar a otros que también es responsabilidad de las personas naturales recuperar el patrimonio y no solo de la empresa privada? Sin duda, mi experiencia puede aportar a construir un mejor futuro con relación al patrimonio cultural.
Es en ese momento que reconozco que los documentos, a pesar de ser un obstáculo, si son llevados y entendidos de la manera correcta, con tino, ternura y propósito, también pueden ser portadores de experiencia que influyan en la sociedad. Los documentos me brindan la posibilidad de graficar una realidad mucho más exacta para que a través de la verdad surja la semilla de la transformación.
Es aquí donde el teatro documental surge como medio necesario para desarrollar mi investigación. El teatro documental utiliza material documental, valga la redundancia, preexistente como material-fuente para historias sobre eventos y personas reales.
Recogiendo mis palabras, miro para atrás y me doy cuenta de que la mejor catarsis para poder seguir adelante con Sofía, es contarlo. Siento la necesidad de pararme frente a cualquier espectador y denunciar mi crisis, la crisis en la que vivimos. Por esta razón, y porque siento que puedo cambiar realidades al hacerlo, el teatro documental viene a ser la manera natural de poder desarrollar este trabajo, dado que de los propios documentos nace la expresión de denunciar, la de gritar. El teatro documental me permitirá organizar todo el discurso que quiero manifestar. Siendo este 2022 el año del fortalecimiento de la soberanía nacional, hemos visto que muchos patrimonios culturales que dan peso a nuestra soberanía han llegado a la destrucción, la muralla de Kuelap llegando a ser el caso más llamativo, siendo la “tramitología” uno de los obstáculos con los que se encuentra la población o empresas para poder entrar al rescate.
seguro que muchos conocen alguna de estas artes, probablemente por separado: teatro, danza, música. Y una de las expresiones más recurrentes es, probablemente, el teatro musical, que une estas tres artes. Y quizá lo menos recurrente sea la unión de solo dos de ellas, como el teatro y la música o el teatro y la danza.
Es de esta última de la que quisiera hablar. El teatro-danza es una fusión interesante, una expresión de movimientos corporales que transmiten una creación, una experiencia, que busca generar sensaciones viscerales a los espectadores. Cada movimiento es tan importante que se deben cuidar los detalles, pues una variación en estos puede implicar transmitir un mensaje diferente al que se quería originalmente.
Seguramente habrá una interrogación respecto al “texto” del teatro tradicional, pues este está suprimido durante la presentación en un teatro-danza, sin embargo, este es reemplazado por los movimientos que los cuerpos emiten, cada fibra, cada elongación, cada expresión... son los mensajes hechos movimiento. Es
interesante ver cómo los artistas pueden llegar a transmitirnos, sin palabras y sin guion, toda una historia, hecho o acontecimiento que llega a tocar nuestros sentimientos y provoca en nosotros querer estar en el escenario para ser uno de ellos, expresando con nuestro cuerpo o dejándonos en libre movimiento.
De hecho, la preparación de los artistas de esta especialidad es parecida a la de los bailarines, pero también realizan dinámicas teatrales.
El resultado final es mágico, literalmente solo tenemos el cuerpo, la base, para poder expresarnos y transmitir.
Recomiendo vivir la experiencia de ver una pieza de teatro-danza. Si ver el teatro clásico es maravilloso, ver teatro físico es mágico; enriquece mucho la imaginación y la creatividad, dejándote ver las infinitas posibilidades que puedes hacer con tu cuerpo y todo tu ser. Estoy seguro de que después de ver alguna pieza querrás mover tu cuerpo sin razón alguna.
Por MARIANA SILVA YRIGOYEN
“Sobre lobos” fue llevada a escena por segunda vez el 9 de junio del 2022 en el Teatro La Plaza bajo la dirección de Diego Gargurevich y Mariana Silva y con el siguiente elenco:
- Liliana Trujillo: Gloria Peñascal
- Macla Yamada: Julia Martínez
- Johan Escalante: Federico (Fede)
**NOTA DE LA AUTORA ---Símbolo que representa un corte abrupto del diálogo
Lo que se presenta a continuación es la primera y la segunda escena de dicha obra.
Un dormitorio amplio. Las paredes fueron pintadas hace más de dos décadas y hoy lucen descoloridas. Son visibles las huellas de la humedad. Una ventana con las rejas abiertas y vista al parque. Preside el cuarto una enorme fotografía de GLORIA en su mejor época de vedette.
La puerta se abre de golpe e ingresa GLORIA, a sus sesenta. A pesar suyo, decadente. Detrás, la joven JULIA. Lleva un par de maletines, bolsas y el periódico con anuncios de alquiler.
GLORIA: ¡Una cancha de fútbol! ¡Qué vas a compararlo con los cuartos de ahora, que abres la puerta y te empotras con la cama! Y estos muebles son bien finos. Italianos. ¿Tienes pareja,hombre ,mujer?
JULIA: Soy sola. Mientras JULIA deja las bolsas y registra el cuarto, GLORIA se sienta en la cama y prueba la elasticidad del colchón.
GLORIA: ¡Qué mierda! Yo también ando de vacaciones forzadas, pero si mi cama hablara… Carajo, yo sí que he gozado esta vida. Prueba con confianza, cholita, estas camas italianas son bien resistentes.
JULIA: Disculpe, no es lo que busco.
JULIA se dirige a la puerta y la detiene el dolor de una ampolla en el pie.
GLORIA: ¡Está horrible! Voy a ver qué hay en el baño para curarte.
JULIA: Estoy bien.
GLORIA:(Bromeando.) Lo hago para que te sientas comprometida. GLORIA entra al baño.
GLORIA: Después tienes que ver el baño. En esta tina entras con un zambo de dos metros… y su hermano.
GLORIA trae alcohol y algodón para JULIA. Ella se cura la herida del pie.
GLORIA: Es un cuarto de lujo, cholita. ¡Y por 300, un regalo! ¡Miraflores es lo más exclusivo que hay! Mira, te lo puedo dejar en 250 y ¿sabes cuál es la verdadera ventaja de alquilar aquí? Yo. Conmigo no te tienes que inhibir de nada. ¿Quieres armar una orgía? En buena hora y mejor si invitas. Felizmente, a mí el mundo de la televisión me quitó todos los prejuicios. ¿Ya me reconociste? Sí, soy Gloria Peñascal.
JULIA: ¿Usted no era vedette?
GLORIA: ¡La mejor! Y si un amiguito tuyo quiere que le firme un autógrafo caliente, yo encantada, cholita. Nunca me he negado a mí público. ¿Qué dices? ¿Te animas por el espacio?
JULIA: Como le dije, no es lo que…
JULIA se detiene al descubrir algo muy peculiar en la habitación: la puerta tiene una tranca interior y dos cerraduras.
GLORIA: ¿Puedes creer esa ridiculez?
JULIA: ¿Funcionan?
GLORIA: Supongo. Ahora, dónde habrá guardado las llaves.
GLORIA busca las llaves.
GLORIA: El antiguo inquilino creía que los extraterrestres
lo querían secuestrar, que conspiraban para robarle sus pensamientos y sus millones. Y resulta que no tenía un centavo. Con decirte que yo tuve que pagar el cajón.
GLORIA encuentra las llaves.
GLORIA: Aquí están. Las de la casa, las del cuarto, los dos seguros y el cantol.
JULIA: Lo tomo.
GLORIA: ¿De verdad? Ni has visto la vista al parque.
JULIA:(Pagándole.) El mes de garantía y el de adelanto.
GLORIA: También puedo hacerte menú. Te preparo un arroz con pollo, un seco, un locro de chuparse los dedos, cholita.
JULIA: Con el cuarto está bien. Si me disculpa, quiero acomodar mis cosas.
GLORIA: Sí, claro. ¡Bienvenida, Julia! Estoy segura de que la vamos a pasar bomba.
GLORIA se retira. JULIA coloca todos los seguros de la puerta. Luego, cierra las rejas de la ventana y baja las persianas viejas y torcidas. Queda atrapada. Saca del equipaje unas pastillas. Toma una, dos, tres.
Oscuridad. ESCENA II Hambre
JULIA duerme en su cama. El televisor está encendido sintonizando la telenovela mexicana Los ricos también lloran. Afuera, GLORIA toca la puerta cada vez más fuerte.
GLORIA: ¡Julia!
JULIA: ¿Qué pasa? Estoy durmiendo, señora.
GLORIA: Eso me vienes diciendo hace días, pero ni sales del cuarto. ¿Qué está pasando ahí? ¡Abre! ¡Ábreme ahora, Julia, o llamo a la policía!
JULIA sale de la cama. Se arrastra hacia la puerta, retira los pestillos y abre. Entra GLORIA.
GLORIA: ¡Por Dios santo, Julia! ¡Huele a muerto!
GLORIA sube las persianas e intenta abrir la ventana.
JULIA: ¿Qué hace?
GLORIA: Pásame las llaves para abrir la reja.
JULIA: ¡¿Y que se meta cualquiera?!
GLORIA: Ay, cholita, no conoces a esta gente. Los ratas han privatizado el parque.
JULIA: La voy a dejar.
GLORIA: Bueno. ¿Y tú qué tienes?
JULIA: Ya le dije que estoy de vacaciones. Quiero descansar.
GLORIA: ¿Has estado jalando?
JULIA: No.
GLORIA: ¿Y qué has comido todos estos días?
JULIA: Tenía galletas.
GLORIA: Nadie vive de galletas.
JULIA: ¿Va a supervisar lo que como?
GLORIA: Me preocupo por ti, cholita. Ya me estaba imaginando tragedias. ¿Terminaste con el novio?
JULIA: No, señora.
GLORIA: Cuidadito con señorearme. A mí me dices Gloria. (Detiene su mirada en el televisor.) ¡Ay, mira, veinte años después y siguen pasando esta telenovela! (Canta.) «No te quiero mentir, no esperaba tu amor porque tú no sabías amar. Yo que puedo sentir de tu piel el calor, por amor, aprendí a llorar». No sabía que eras fan de Verónica Castro.
JULIA: Me quedé dormida con el televisor---
GLORIA: Yo le puse a mi hijo Rogelio por el bombón de Rogelio Guerra. ¡Qué hombre! ¡Lo que hubiera dado por tirármelo!
JULIA apaga el televisor.
JULIA: Si no le molesta, quisiera---
GLORIA: Me lo presentaron una vez que viajé a México y me dio escrúpulos levantármelo porque andaba con otro. ¡Una estúpida! ¡Las oportunidades hay que tomarlas siempre, Julita!
JULIA: ¿Podría llevarse su retrato?
GLORIA: Te arma el espacio. JULIA descuelga el retrato.
GLORIA: Al antiguo inquilino le encantaba. Era un gran admirador de mi trabajo en Sábado picante. Oye, ¿me estás mirando con desprecio?
JULIA: No.
GLORIA: Porque te aclaro ya mismo que fui la mejor vedette que parió este país. Una artista completa: baile, canto, actuación. No como los mamarrachos de ahora. ¡Yo era famosa por mis imitaciones de las divas españolas! ¡Lola Flores, la Pantoja, la Jurado!
JULIA: Muy interesante, señora, pero me duele la cabeza.
GLORIA: ¿Qué te traigo? Juanito era de lo más hipocondríaco. Dejó una bolsa repleta de pastillas. Aspirina, Migracín, Excedrin…
JULIA: No se preocupe, tengo en el baño.
GLORIA: Dale.
GLORIA no piensa irse. JULIA, sin fuerzas para contradecirla, entra al baño y cierra la puerta.
GLORIA canta imitando a Rocío Jurado.
GLORIA: Lo que le debo a la Jurado. Yo sentía que me poseía cuando la imitaba. El drama me brotaba que daba ganas de cortarse las venas. Tanto, que me llamaron para actuar en una telenovela de Antena 3.
GLORIA aprovecha la ausencia de JULIA para inspeccionar la
habitación. Sin hacer ruido, abre algunos cajones de la cómoda.
Mientras:
GLORIA: ¡Uy, vieras la ola de envidiosas que vaticinaron mi fracaso! Pero el público quedó fascinado, chola. Me contrataron para una segunda novela, el futuro que me esperaba y, más salada, ¡salgo preñada! No, al canal no le gustó nadita y se fue mi oportunidad.
GLORIA encuentra un billete, lo esconde en el sostén. Pero se siente culposa y lo devuelve.
GLORIA: Al menos a mi hijo le va bien. Vive en los Estados Unidos él. Vieras qué bien le va. Es financista, Rogelio. Usa unos ternos que uf, cholita, nomás de verlos se te cae el calzón. Eso sí, tiene el trato muy sencillo. (Descubre una carta que le llama la atención. Lee el remitente.) No es como los atorrantes del parque. Mi Rogelio heredó mi don de gente.
GLORIA está por abrir el sobre cuando JULIA la sorprende. JULIA: ¿Qué hace?
GLORIA: Te ordenaba un poco. ¿Es la dirección de tu anterior casita?
JULIA: ¡Deje!
GLORIA: Conmigo no te avergüences, Julita. ¿Quién está libre de polvo y paja? Nadie, cholita.
JULIA retira de la habitación el retrato de GLORIA.
GLORIA: A ese mismo juzgado me citaron un par de veces cuando agarraron a un amigo narco. Pobre Castañita, más generoso. Nunca se negaba a darte unas rayitas y yo---
JULIA: No me interesa, váyase. ¡Salga ya!
GLORIA: Bien, disculpa. Voy a estar en el jardín cualquier cosa.
GLORIA sale. JULIA coloca nuevamente los pestillos. Baja la persiana. Se echa en la cama. Tiene hambre. Mucha. En seguida, GLORIA aparece en su terraza con dos platos de arroz con pollo. Los deja sobre la mesa. Coloca en un equipo de música portátil un casete de Rocío Jurado. Con disimulo, saca de un escondite una botella de ron, bebe un sorbo. Después, se acomoda en una vieja poltrona. Canturrea, se retoca un poco y finge leer un periódico, aunque se mantiene pendiente de lo que sucede en el parque. Su mirada se ilumina cuando aparece trotando el vecino. FEDERICO.
GLORIA: Buenas, mi Fede.
FEDERICO: Hola, guapa. ¿Qué novedades se trae la farándula?
GLORIA: (Lee titular y comenta.) Otra bailarina demanda al productor Julián Portocarrero por abuso sexual.
FEDERICO: Paso.
GLORIA: (Lee titular y comenta.) La bruta de Candela Arrieta niega reconciliación con pelotero. Ah, y estrena tetas. Le quedan bien, ¿no?
GLORIA le muestra la imagen.
FEDERICO: Parecen dos globos, mujer.
GLORIA: Como las que se acaba de poner nuestra vecinita deportiva. ¿La viste?
FEDERICO: Pobre.
GLORIA: Pobre, yo. Esa debe estar billetona para andarse rellenando. Se te ha extrañado en la semana.
FEDERICO: Tuve unos días de mucho ajetreo.
GLORIA: Por acá lo mismo. Vino una prima de visita. Se va a quedar un tiempito…
FEDERICO: ¿Y está buena la prima?
GLORIA: Conmigo rompieron el molde, amor.
JULIA siente muchísima hambre. Se mueve, cambia de posturas hasta que, entre las persianas, divisa a un extraño en la terraza. Se detiene a observar lo que sucede afuera.
GLORIA: Oye, ¿y la ratita esa que tienes por perro? ¿No sale hoy de paseo? ¿Qué? ¿Qué pasó? ¿Se comieron a la rata, la atropellaron?
FEDERICO: Se la llevó Malena. Se regresó a España.
GLORIA: ¿A visitar a la familia?
FEDERICO: Consiguió un trabajo allá. Un buen trabajo. Casi el doble de sueldo.
GLORIA: ¿Y tú te vas con ella?
FEDERICO: No quiso. Nos separamos, Gloria.
GLORIA: (Intenta una frase de consuelo sin éxito, así que se lanza a comentar con sinceridad.) Perdón, no me sale decirte «qué pena». Esa Malena es un frigider. ¿Cómo va a poner su carrera antes que el amor?¡Una cacasena! Y yo te lo advertí, corazón: las anoréxicas son mezquinas de cuerpo y de alma. Pero tú tranquilo que cuando una vela se apaga, se enciende otra más intensa.
FEDERICO: Por ahora, me conformaría con poder dormir.
GLORIA: Tengo ron, ¿quieres?
FEDERICO: Ganas no me faltan, mujer. Pero tengo una ruma de pendientes en el trabajo.
GLORIA: Al menos almuerza conmigo, corazón. Cociné para mi prima, la zamarra se fue con un amiguito y yo acá plantada con mi arroz con pollo.
FEDERICO: Se ve buenísimo. Pero después de esta vuelta, salgo volando para la oficina. Me espera un cliente.
GLORIA: Está bien. No insisto, amor mío. Eso sí, cuando te haga falta una buena comida de casa, recuerda que aquí siempre tienes las puertas abiertas.
FEDERICO: Gracias, Glorita. Buen día.
JULIA ve al hombre alejarse. Sale de la cama y queda un momento frente a la puerta. Finalmente, toma la decisión: abre los cerrojos y sale del cuarto. A los pocos segundos, asoma al jardín.
JULIA: ¿Le queda almuerzo? GLORIA: Te está esperando.
JULIA toma el plato sobrante, los cubiertos y se dirige a su cuarto.
GLORIA: ¿A dónde vas?
JULIA: Tengo cosas que hacer. GLORIA: ¿Qué?, si estás de vacaciones.¡Julia, no me dejes comiendo sola! ¡No seas maleducada!
JULIA sigue su camino. A solas, GLORIA, abre su botella de ron y se toma unos buenos sorbos. JULIA entra a su cuarto. Vuelve a colocar todos los cerrojos y, una vez a salvo, empieza a comer. Engulle, devora la comida cada vez más rápido.
Oscuridad.
“Transgeneracional” fue llevada a escena por primera vez el 12 de agosto del 2022 en el Teatro Brítánico.
La obra es una creación colectiva de autoficción bajo la dirección de Vanessa Vizcarra Soberon y se llevó a las tablas con el siguiente elenco: - Ernesto Barraza Eléspuru : Ernesto y la abuela -Diego Ortero Oyague: Diego y el abuelo
Lo que se presenta a continuación es un fragmento de dicha obra.
DIEGO: He comenzado a ir a la casa de mi mamá los domingos.
ERNESTO: ¿Ya está totalmente mudada?
DIEGO: Sí. Ahora esa es la “casa centro”. Ella ya no tiene “casa de su mamá…” Eso me hace pensar que algún día yo tampoco voy a tener casa de mi mamá.. ¿Qué ha pasado? Hemos dejado de ser tercera generación para pasar a ser segunda generación.¿Te has dado cuenta?
ERNESTO: Dame (la naranja pelada)
DIEGO: Eso me hace pensar que cuando se muera mi mamá, vamos a tener que hacer otra obra sobre el paso a primera generación. (Pausa) ¿Y cuando yo me muera? Yo no sé si tenga hijos. Tú tampoco vas a tener.
ERNESTO: ¿Qué?
DIEGO: ¿Vas a tener?
ERNESTO: No sé…
DIEGO: ¿Quién se va a quedar con las cosas que estamos guardando? ¿Para qué las guardamos? ¿Para quién?
Ernesto deja lo que está haciendo y saca una caja. Diego sigue pelando naranjas.
ERNESTO: Mira. Son mi abuelo y su abuela cuando él tenía cinco años.
DIEGO: ¿Y esos libros?
ERNESTO: Ella le enseñaba a hablar francés.
DIEGO: Es muy linda, pero de qué le sirve a él que tu hayas encontrado esta foto.
ERNESTO: ¿De qué le sirve?
DIEGO: ¿Crees que la guardó para ti?
ERNESTO: No sé. No.
DIEGO: ¿Tú crees que alguien encuentre mis diarios de sueños?
ERNESTO: Cuándo te mueras.
DIEGO: ¿Los debería botar?
ERNESTO: ¿Quieres que alguien los lea?
DIEGO: No… Son para mi.
ERNESTO: (Saca un papel viejo.) Mira esta lista. Son
las personas que llamaron a mi abuelo por su cumpleaños en 1992.
DIEGO: ¿Quién guarda este tipo de cosas?
ERNESTO: También he guardado carnets, libretas electorales, pasaportes de él y de mi abuela.
DIEGO: Tu abuelo tampoco botaba nada ¿no?
ERNESTO: Son como un registro fotográfico, puedes ver cómo fueron cambiando con los años. (Saca unos anteojos) Estos eran los anteojos de mi abuelo antes de que dejara de usarlos porque se fue quedando ciego. (Saca un arete) Y este arete era de mi abuela.
DIEGO: Sabes que esas cosas no son tuyas, ¿no?
ERNESTO: Esto sí mira. (Saca una cajita) En esta cajita hay un rulo. (Saca el rulo) Dice mi mamá que es mío. De mi primer corte de pelo.
DIEGO: Este mechón es rubio.
ERNESTO: ¡Mi mamá dice que yo de chiquito era rubio! Ernesto le quita el mechón, cierra la caja y se la lleva.
DIEGO: Creo que me voy a quedar con el secreter.
ERNESTO: ¿Cuál secreter?
DIEGO: El que fue de mi abuela, luego de un tío, luego de mi hermana, luego mío…
ERNESTO: ¿El que no entraba en ningún lado?
DIEGO: No entra en ningún lado.
ERNESTO: Y ¿Dónde está?
DIEGO: En casa de mi mamá.
ERNESTO: ¿Y dónde lo vas a poner?
DIEGO: Por ahora que me lo guarden.
ERNESTO: Ah ya…
DIEGO: A veces llegaba a mi cuarto encontraba a mi mamama sentada en él, escribiendo una cartita, o una tarjetita. Me decía “estaba tan ordenadito que me provocó sentarme aquí, te lo robo un ratito más, ya termino”. Y seguía escribiendo… parecía que necesitaba otro
espacio que no sea su cuarto para escribir, cosa que a veces a mi me pasa. (Pausa) Ella siempre escribía.
ERNESTO: ¿Le gustaba o lo necesitaba?
DIEGO: A veces no quería decir algo y te lo escribía en una cartita. Ahora es una costumbre un poco familiar, mi mamá también lo hace, mis tías…
ERNESTO: Tú…
Diego busca la tarjeta de su abuela en su caja.
DIEGO: Esta es de un cumpleaños Diego le da la tarjeta a Ernesto
DIEGO saca de su caja un vestido de la abuela. Lo huele.
ERNESTO: “Diego, lo mejor que puedo desearte por tu día y para todos los días, es que sepas disfrutar de las cosas simples de la vida, creo que hace reflexionar, ¿no? Y también gozar. Un abrazo de la Mamama.”
ERNESTO: Entonces te quedas con el secreter. ¿Y el ropero? DIEGO: Son un juego.
Diego intenta mover un ropero grande.
ERNESTO: No, no. Oye, ya nadie usa roperos.
DIEGO: ¡Ya sé!
ERNESTO: ¡En los departamentos ya no entran los roperos!
DIEGO: ¡Ya sé!
ERNESTO: No va a entrar en el camión. DIEGO: Podemos hacer un segundo viaje.
ERNESTO: Lo tendrías que restaurar…
DIEGO: Podría convertirlo en un barcito…
ERNESTO: Si claro, ponle unas luces led en las puertas. DIEGO: ¿Pasará por la puerta?
Diego saca una wincha y mide el ropero. Ernesto lo ayuda. Intentan moverlo.
ERNESTO: ¿Está vacío, no?
DIEGO: Mi mamá me aseguró que estaba vacío. Abren una puerta, buscan, algo vuelve a sonar. Diego encuentra el diario, lo saca.
ERNESTO: ¿Qué es?
DIEGO: Parece un diario… Está todo lleno de papelitos… 1958… Esta es su letra. Espérate…En ese año mi abuela tenía… más o menos mi edad. Y va hasta 1962. ¡Mi mamá nació en el 59! Mierda, es un diario.
Diego se prepara para leer al público pero se detiene.
DIEGO: (A Ernesto) No, mejor léelo tu.
Diego le entrega el diario a Ernesto.
ERNESTO: ¿Qué día nació tu mamá?
DIEGO: No, no, no. Lee desde el comienzo.
ERNESTO: (Leyendo) Viernes 3 de enero de 1958: “tenía ilusión por hacer “diario”, me gusta, pero… no quiero que me sirva para pensar solo en mí, para que me crean buena” (Pasa páginas) “me es muy fácil prometer, hacer planes y crear ilusiones… hace días que no hago nada, vegeto, siento que pierdo el tiempo” (Pasa páginas.) Sábado 10 de octubre de 1959: “Tuve un colerón terrible, la verdad es que me desespera el que no comen ni engordan mis hijas… ¡Qué pena me dió verlas llorar! Mas me emocioné cuando mi Prince me pidió perdón, ¡qué linda es! Te ofrezco ¡Jesús Mío! Mis sufrimientos, pruebas, consuelos y alegrías de esposa y madre para sacrificar mi hogar.”
DIEGO: ¡Santificar!
ERNESTO: Eso. Santificar. (Pasa las páginas.) “Hoy fui a misa a Puerto Nuevo, quería estar más en contacto
con la gente con quienes trabajo. Además, me gusta el ambiente de la capillita donde te recibí” (A Diego) ¿A quién le habla?
DIEGO: Creo que a Dios.
ERNESTO: Ah... (Sigue leyendo) “me hace acordar y añorar ese convento en Colombia que me emocionó tanto por su pobreza… en días como ahora, que siento más tu amor por las circunstancias, siempre me pasa que recuerdo mi antigua vocación y la extraño…” (Pausa.) ¿De qué vocación está hablando?
DIEGO: Creo que está hablando de ser religiosa…
ERNESTO: ¿Monja?
DIEGO: Yo sé que a su hermana no le dejaron ser religiosa…
ERNESTO: ¿Tú crees que tu abuela hubiera preferido no ser madre?
DIEGO: ¿Tú sabes qué significa responder esa pregunta para ellos?
ERNESTO: ¿Quiénes son ellos?
DIEGO: Sus hijos.
ERNESTO: ¿Y para ti? ¿Qué significa para ti? DIEGO: No sé…
Intentan una vez más mover el armario.
DIEGO: Un día mi mamá me dijo que ella sentía que no había llegado a conocer realmente a sus papás. Que mostraron algo, pero ella siempre intuía que había algo más.
Intentan una vez más mover el armario.
ERNESTO: Es como la historia de mi tío que no termino de entender.
DIEGO: Sí. Silencio.
ERNESTO: Hay cosas que no necesitamos entender.
DIEGO: ¿Si?
ERNESTO: Hay cosas que no podemos entender.
DIEGO: No estoy de acuerdo. Si no es para entender, ¿Para qué guardamos todo esto?
Diego encuentra un cuaderno en el escritorio.
DIEGO: “Juan Eléspuru: Un romántico que se convirtió en materialista”
ERNESTO: No lo leas.
Diego lee el cuaderno.
DIEGO: “Los hombres somos un complejo indefinible. Tenemos en nuestro interior un pequeño mundo ignorado, un mundo que solo conocemos por determinadas circunstancias, determinadas causas y excitantes.”
ERNESTO: (Al público.) Nunca me atreví a pedirle permiso a mi abuelo para leer sus textos.
DIEGO: “Andanadas de prosa y verso de la artillería gramatical”
ERNESTO: Esto lo escribió cuando tenía diecinueve años.
DIEGO: ¡Era un romántico!
ERNESTO: Un enamorado, aspirante a poeta.
DIEGO: (Encuentra una foto dentro del cuaderno.) ¿Quién es?
ERNESTO: Bertha. La chica de la que estaba enamorado cuando tenía diecinueve años.
DIEGO: Amores juveniles, qué flojera.
ERNESTO: (Señala el cuaderno.) Esto está lleno de poemas para ella.
DIEGO: Escribía bonito. ¿Mi abuela habrá escrito algo así de romántico?
ERNESTO: Era un poeta frustrado.
DIEGO: Lo cursi te viene de él. Lo romántico.
ERNESTO: ¿Tú crees que mi abuelo quería que encontrara sus poemas?
DIEGO: ¿Tú crees que mi abuela no quería que lea su diario?
ERNESTO: Nunca vamos a saber.
DIEGO: Pero podemos intuir…Yo creo que a mi abuela le hubiera gustado decir mucho más.
Se ponen los indumentos de los abuelos.
ABUELA: Julita Beartl… de Oyague.
ABUELO: Juan Eléspuru, mucho gusto. (Pausa.) ¿Usted sabe dónde estamos?
ABUELA: Yo soy bien católica.
ABUELO: Por favor no se ofenda, claramente usted viene del cielo.
ABUELA: Bueno, me parece que a usted lo seguimos esperando…
ABUELO: No se preocupe, no tengo ningún apuro.
ABUELA: Ah, si pues…
ABUELO: Pero no me refería a eso. ¿Quiénes son estas personas?
ABUELA: Me parece que estamos en un teatro. Nunca había estado en un escenario, pero tengo un nietecito al que le gusta mucho todo esto.
ABUELO: Yo, un año antes de morir, fui al estreno de una obra de mi nieto.
ABUELA: Y, ¿qué tal?
ABUELO: Mee.
ABUELA: Ay, yo también fui a una obra de mi nieto, pero en esos años ya no entendía nada.
ABUELO: ¿Y qué hacemos aquí?
ABUELA: Parece que nos han traído.
ABUELO: ¿Para qué?
ABUELA: ¿No ha sentido usted que andan rebuscando y haciendo preguntas?
ABUELO: Ah, era eso. Pensé que era la mudanza nada más.
ABUELA: ¿Su casa también ya la vendieron?
ABUELO: Ya hasta la botaron.
ABUELA: Ay que pena.
ABUELO: Entonces, ¿usted dice que esto los habría afectado?
ABUELA: Seguramente, sino no estaríamos acá.
ABUELO: Bueno y ¿Qué es lo que quieren saber?
ABUELA: Paciencia…
En una caja el abuelo encuentra una foto.
ABUELO: Bertha…
ABUELA: ¿Quién era?
ABUELO: Un viejo joven amor. No me acordaba que tenía esta foto. Es de unos años antes de conocer a mi esposa. Tenía diecinueve.
ABUELA: Amores juveniles… qué flojera. Yo siempre fui muy pegada a mi familia(encuentra su diario) ¿Y esto? ¿Qué hace esto aquí?
Él le devuelve la mirada sospechosa.
ABUELO: Sus amores juveniles.
ABUELA: No se confunda, por favor. Este es un diario que escribí cuando ya era madre de tres.
ABUELO: Estos vivos han estado rebuscando nuestras cosas.
ABUELA: Dios mío, ¿usted cree que lo hayan leído?
ABUELO: Sin duda.
ABUELA: ¡¿Qué cosa?! Y qué más…
El abuelo encuentra su cuaderno.
ABUELO: Primer año de letras… ¡Mis poemas!
ABUELA: Esto también está lleno de mis cosas… Yo pensé que las botarían.
ABUELO: Parece que ellos no han sido capaces.
ABUELA: Es mi culpa, yo era más cachibachera…
ABUELO: Yo también fui un gran acumulador de recuerdos.
ABUELA: Que bonito ponerlo así.
ABUELO: Pero, ¿por qué han traído estas cosas aquí? ¡A este lugar!
ABUELA: Ventilando nuestras intimidades. Nuestros secretos.
ABUELO: Que cosa tan grave puede haber escrito usted ahí.
ABUELA: Nada. Vamos a recoger todo ahorita.
Comienza a recoger cosas. Él la mira un momento.
ABUELA: Rápido, seguro que ya vuelven, ayúdeme, hay que llevarnos todo esto.
El abuelo no se mueve. Queda pensativo por un momento.
ABUELO: Espere. Estas cosas ya no son de nosotros, ya no nos pertenecen.
ABUELA: ¿Cómo que no?
ABUELO: Al menos yo, no tengo donde guardar nada.
ABUELA: Guardar, yo tampoco, pero siguen siendo mis cosas. ABUELO: ¿Segura?
ABUELA: ¿Usted cree que a ellos le sirvan?
ABUELO: No lo sé. Lo que sí sé es que a nosotros no. ABUELA: (Lo piensa) ¡Ah, qué alivio!
Deja caer todo.
ABUELA: Qué pena que ellos no puedan hacer esto.
ABUELO: Ellos todavía las necesitan.
ABUELA: Ahora que lo pienso, tampoco es que las tuviera escondidas.
ABUELO: Yo pude haberme deshecho de esta foto.
ABUELA: No tengo de qué sentirme avergonzada.
ABUELO: Tal vez las dejamos a propósito.
ABUELA: Algo así será pues, ha pasado tanto tiempo…
ABUELO: ¿Cuándo falleció usted?
ABUELA: Diciembre de 2018, ¿usted?
ABUELO: Agosto de 2010, pero a mi esposa le pasó exactamente 10 años después. (Saca una foto) Mire, es ella.
ABUELA: Muy bonita… Estoy de acuerdo con que estas ya no son nuestras cosas, este ya no es nuestro tiempo.
ABUELO: Si les ayudan a entender, que se las queden.
ABUELA: Pero, ¿Qué es lo que quieren entender?
ABUELO: ¿No se acuerda usted que cuando teníamos su edad tampoco entendíamos nada?
ABUELA: Hay cosas de mi familia que yo nunca entendí, entiendo la curiosidad. A mi me hubiera gustado preguntar tantas cosas, pero en esa época no se hacían preguntas.
ABUELO: Yo una vez hice un viaje para intentar responder algunas de esas preguntas.
ABUELA: ¿Y cómo le fue?
ABUELO: Meee…
ABUELA: Parece que es más fácil preguntarle a los muertos que a los vivos.
ABUELO: Siempre y cuando los muertos sepan contestar.
La abuela saca la bocina de un teléfono viejo de una de las cajas y se la da al abuelo.
ABUELA: Conteste pues.
Un texto teatral se completa cuando pasa del papel al escenario. Deja de ser literatura para ser teatro. Para “teatrar”, como dicen los maestros. Cuando me ofrecieron leer El muro supe que su materia prima tenía los ingredientes para entrar en un proceso de (re)creación. Sin embargo, el secreto de una buena escritura está en la reescritura. Algunos consejos técnicos, repreguntas y dejar que jueguen las palabras. El dramaturgo enfrentaba su primera obra de formato largo con decisión y dudas razonables. Ambos elementos, aparentemente contrarios, auguraban un proceso feliz. En ese contexto es que luego me invitan a dirigir la puesta en escena. TraSpunte Laboratorio Teatral asumiría la producción. El Centro Cultural Ricardo Palma nos confirmaba la temporada para mayo y
junio. Un plan de trabajo detallado, intérpretes en búsqueda para darle cuerpo a aquello que los personajes planteaban y siempre el tiempo en contra. Así suele ser el teatro independiente. Más aún en medio de una pandemia que empezaba a abrir sus puertas con más recelo que certezas.
Ensayos de lunes a jueves despedían el verano limeño. Cuatro actrices y un actor se pusieron la camiseta. Andinnia, Claret, Eliana, Malory y Vanessa fueron elegidos por la misma obra. Siempre es así. Cada ensayo era un abanico de posibilidades creativas. No había lugar para el desánimo. Mis primeras directivas fueron: lograr un ritmo sostenido que no le temiera al silencio y no tratar de resolver los enigmas catastróficos que la obra nos ponía
sobre la mesa. Ni siquiera sucumbir ante la pregunta de “qué hay al otro lado del muro”. La curva dramática del texto estaba clarísima. Quizá lo más interesante y complejo, a la vez, estaba en cada personaje. Hartazgo, bombas de tiempo y una extraña esperanza que nadie se atreve (realmente) a defender. Sin embargo, los cuerpos debían resonar desde algún lugar desconocido para verificar que algo suceda con el espectador que gentilmente se haría presente en el presente propio de la ficción teatral...Y ese lugar desconocido es la incertidumbre misma de los larguísimos días de encierro. Pues bien, entonces ella sería tomada como motor para crear ese universo post pandémico con el que aún no podemos soñar completamente.
Así fluyeron las casi cien horas de ensayo. Cumpliendo con atención los objetivos creativos y “gestivos” que nos propusimos espartanamente.
Sin dejar de lado la libertad para proponer y soltar ideas. Todo se logró como me gusta hacer teatro. Siendo originales dentro de los parámetros presupuestales, pero potenciando los talentos naturales del equipo. Logramos un increíble diseño sonoro, una correcta paleta de colores en los elementos teatrales, coherencia espacial con estructuras bien construidas y cuerpos danzando en momentos memorables de gran carga visual. Siempre hay autocrítica. Siempre podría estar mejor. Solo me toca decir, desde mi corazón inquieto, que la experiencia vivida es un regalo que no hubiera sido posible sin el respeto mutuo y la serenidad para afrontar las crisis naturales de un proceso que se hizo con toda el alma.
La sesión de fotos para El muro la hicimos en una casona junto a “Los Reyes Rojos”, en Barranco. Previo a esto, Vanessa me había compartido un poco del guion y me había comentado de qué iba la historia.
Una cosa es ver el guion, otra es imaginarlo a nivel imagen y otra cosa muy distinta es ver la puesta en escena. A mí me tocaba ayudar con la imagen previa a la puesta en escena.
Para el momento en que vi la obra, después de hacer la sesión de fotos, me di cuenta de que el lugar elegido para la sesión había sido el ideal. El ambiente de una casona abandonada llena de vacíos destruidos en buena parte... rotos, hacían un símil bien cercano con los personajes, con los actores ya caracterizados, obviamente, y con lo que ellos me iban dando en la
cámara. Tuve muy buen apoyo de Diego, ayudándome a guiar un poco a los actores en su performance frente a la cámara... Y también, un poquito, ayudándome a darme una idea más clara de cómo teníamos que trabajar la luz, cómo teníamos que trabajar los contrastes, escoger a través de la luz qué cosas mostrar y qué no mostrar, qué zonas mantener en sombra, qué zonas mantener más iluminadas... Y en base a eso se pudo conseguir un trabajo interesante, creo yo. A mi parecer, creo que la sesión fluyó muy bien. Creo que eso se puede notar en las fotos finales.
Es bastante agradable y satisfactorio para el fotógrafo que, luego de hacer las fotos, sientas que la persona a la que fotografiaste ha conseguido lo que esperaba o inclusive algo más. En este caso fue así.
Si bien en la sesión de fotos no hubo movimientos a nivel baile o algo similar, siento que no había nada estático. Había más bien estas tensiones y estos, por así decirlo, momentos capturados en instantes de segundos, que se transformaron en reflejo de lo que luego vi en la obra. La conexión entre Malory y Claret en un momento en que están jugando como patas de barrio y todo eso, lo vi también en la obra. La conexión entre Vanessa y Eliana también estaba ahí, se podía mostrar en las fotos esa tensión que luego también pude sentir en la obra misma. Las relaciones que había entre todos los personajes, las sentí bastante... Es como si hubiera tenido una obra de teatro para mí solo, con una especie de “yo puedo iluminar a mi antojo”. Básicamente creo que fue eso. Ya luego, obviamente, cuando fue la primera función y pude ver, me sentí bastante satisfecho con el trabajo que hicimos, porque fue un trabajo en equipo... Un trabajo de Diego también, dirigiendo, de los actores, dando el personaje para las fotos. Estoy muy agradecido.
Formar parte del elenco de El muro fue una muy bonita e inolvidable experiencia. Recuerdo que el autor de la obra me había escrito meses atrás al ver mi trabajo en Llauca (no nos conocíamos), y en enero Vanessa me contactó para proponerme a Tata. Leí el libreto y ¡simplemente me enamoré! Tuve grandes compañeros actores de quienes aprendí mucho y a quienes admiro. El proceso fue con mucha calma y amor. Fue así como lo llevó nuestro director Diego la Hoz. Días antes del estreno, como de costumbre, todo es más intenso, jaja, pero a la vez es la semana donde salen cosas increíbles y todo empieza a tener más vida. ¡Ver la entrega y apoyo entre todos fue súper bonito! Estoy agradecida siempre con todo el equipo de TraSpunte por haber confiado en mi trabajo y por todo el amor recibido.
Trabajar en TraSpunte es un pasatiempo y al mismo tiempo es una manera de lograr el desarrollo de otras habilidades. Pertenecer al grupo de diseño, prensa y comunicaciones fue la mejor experiencia en prácticas que he tenido. Más que un trabajo, lo sentí como un hogar, y conocer el teatro de esta manera me dio expectativas a futuro de lo que quisiera hacer después de culminar mi carrera. Además, mis compañeros, y ahora amigos, me dieron la seguridad de lograr buenos resultados en los contenidos y en nuestra primera obra. El muro no es más que el inicio de una marcada trayectoria hacia la excelencia del trabajo en equipo.
Empezar. El teatro de nuevo. Esa casa hermosa de los ensayos en Barranco, la mesa de trabajo y análisis, reconocer a mis compañeros, conocerlos, el proceso de creación, sentar las bases de la historia que queremos contar, encontrar las problemáticas que conciernen a estos personajes, que aunque no sean reales, los problemas que los aqueja son los mismos que nos aquejan en la vida real; el entendimiento de la lucha por alcanzar un objetivo que es escaso conmueve, y así nos volvemos más empáticos y menos jueces, porque finalmente quién sabe lo que uno vivió hasta que llegó a ese presente, quién sabe su historia, su lucha, su vida. Todo eso me atravesaba en este viaje que significó representar a Chela en El muro. ¡Gracias por eso, TraSpunte!
Uff. Formar parte de El muro... gigante como la escenografía misma. Escalando cada vez más alto, transitando tantas cosas, como el temor y la inseguridad, y a la vez pudiendo observar cómo todo se entretejía con el apoyo del elenco completo y el apoyo del gran equipo de comunicaciones de TraSpunte, quienes me permitieron volar.
Trabajar el personaje de la madre de Mathías, Rosario (quien es una incansable luchadora con cualidades muy humanas), me permitió explorar sensaciones íntimas y exponerlas a un público muy atento y presente.
Ese trabajo estuvo de la mano con la producción general de la obra, que fue un reto tan grande como si vinieran galopando dos caballos en carrera, imponentes, veloces, decididos, imparables. Así se sintió.
Estuve siempre acompañada de la magia y las supersticiones (que fueron apareciendo y trayendo eso que solo te dan las conversaciones en los camerinos del teatro), y también acompañada por mis maestros: los dioses del teatro. Perdí el sueño por largas noches y fumé todos los cigarrillos que necesité. Acogí día a día lo que se iba presentando. Como la vida misma. Siempre aprendiendo mucho.
Estar en la producción de la obra El muro fue una experiencia muy hermosa y enriquecedora para mi, aprendí mucho de cada integrante de este equipo, a quienes agradezco por recibirme en el Laboratorio teatral.
Para comenzar, es la primera vez que fui asistente de producción y ha sido una experiencia enriquecedora, en todo sentido. Estuve durante todo el proceso de creación del diseño de vestuario, de escenografía, de luces y de sonido. Estuve presente en los ensayos, y vi parte del trabajo de cada uno de los integrantes de la obra. Todos muy comprometidos con el proyecto.
Como asistente de producción, mantuve constante comunicación con Vanessa (productora). Coordinar con el Centro Cultural Ricardo Palma (me encargaba de gestionar cualquier requerimiento que nos solicitaron), con Joinnus (para ver las ventas de entradas), con la persona encargada de construir los paneles, con mis compañeros del área de comunicaciones para conseguir vestuario y utilería. También tuve contacto seguido con Kitty, jefa de prensa.
Durante la temporada fui responsable de que la escenografía estuviera correctamente ubicada, tener toda la utilería y vestuario. Dar apertura a la sala y recibir a los asistentes.
Ha sido una de las vivencias más bonitas que he tenido. Me ha permitido estar cerca del mundo que tanto amo: el teatro. Siempre he querido sentir que soy parte de él, y esto significa un gran logro para mí. Agradecida por siempre con Vanessa y todo el equipo por la oportunidad y la confianza.Con toda mi gente del área de comunicaciones, por su trabajo, apoyo y cariño.
En Barranco está naciendo un nuevo centro cultural, específicamente en la avenida Grau 694, al costado de “Los Reyes Rojos”. Este lugar, generador de sueños y renacimiento, tiene sus orígenes y base en una casona que data de comienzos del siglo XX. Para mala suerte, esta casona ha estado envuelta en muchos problemas y recién ahora hemos podido darle un rumbo tal como merece este lugar y el distrito de Barranco.
En plenos trámites para restaurar dicho lugar, la compañía de teatro TraSpunte se comunicó conmigo para proponerme realizar una sesión de fotos, dado que para ellos la casona enmarcaba perfectamente la destrucción y ruina que mostraba su obra a estrenar: El muro. No tardé mucho en entender la razón de la conexión tan espontánea que surgió entre la obra y la casona.
Es que claro, El muro, presentada en el teatro Ricardo Palma, nos hablaba de un futuro no tan distópico en el cual los personajes se encuentran en una situación de vida o muerte, entre la ruina y el hambre, esperando algún día poder cruzar ese muro, el cual tiene promesas de un futuro prometedor y que sobre todo ofrece la posibilidad de volver a creer. En esa misma situación, si la casona pudiera personificarse, se encuentra el lugar del cual soy responsable. Tantos años abandonada, con tanto potencial, con tantos sueños que nunca se concretaron, es como si la casona no se atreviera a salir de sus propios muros hacia una nueva modernidad y solo le queda aceptar su destrucción, tal cual los personajes de El muro Cuando no se nos permite salir, creamos ruina interna, traumas, anhelos sin concretar, y nos volvemos una casona sin, aparentemente, un futuro esperanzador.
Por este motivo, las paredes destruidas, el alma abandonada, los pisos sin terminar de la casona funcionaron como potenciador-imagen del estado de todos los personajes de la mencionada obra, generando una gráfica y atmósfera muy potente que llama a la búsqueda para saltar el muro y llegar a la ansiada “vida mejor”.
Imborrable. Tengo la certeza de que haber sido parte de la obra El muro será de esos recuerdos que te llenan de emociones incluso después de muchos años. En principio porque antes de ella no tuve un acercamiento tan íntimo con el teatro. Entonces, como todas las primeras veces, esta también estuvo cargada de expectativas y miedo, miedo que TraSpunte se encargó de transformar en confianza al confiar también en mí.
Crear contenido para la campaña de intriga fue una de mis primeras tareas y, desde aquellos inicios hasta ser parte de la recepción del público en las funciones, El muro no dejó de regalarme momentos, historias y aprendizajes que me hicieron crecer en paralelo a su creación. Pero, sobre todo, las personas que conocí a través de la obra son las que realmente sellaron en mi memoria el ser parte de este proceso: directores, dramaturgo y actores apasionados, espectadores que conectaron y un equipo de trabajo dispuesto siempre a tenderte una mano, hacen que sea inevitable sonreír al mirar atrás y recordar aquellos días en el Centro Cultural Ricardo Palma.
Mi primera experiencia en TraSpunte inició con la obra El muro, esto significó un nuevo aporte para mi formación como diseñadora.
Me caracterizo por ser consumidora de arte, mi mente y mis trabajos crean un pequeño observatorio que le da el sentido y la conexión al material visual que elaboro. Este contacto cambió mi enfoque sobre cuánto me falta por descubrir y sentir, puso un alto a las repeticiones visuales del cine o los cansados programas de tv que siguen un mismo guion para todo; bueno, el teatro crea su propio guion, entonces capté la trascendencia de la puesta en escena, las interpretaciones vividas, los sentimientos que empatizan y te sumergen en el mismo escenario junto, arriba, debajo, en medio del acto.
Por ello y por todas las cosas que experimenté, me animo a descubrir más, engancharme más en el teatro y participar de futuros proyectos con TraSpunte :)
Equipo de comunicaciones
Trabajar en el equipo de comunicaciones de TraSpunte durante la temporada de El muro fue una experiencia inolvidable. El trabajo tras bambalinas y la coordinación necesaria para llevar a cabo un proyecto tan importante como ese hacían de nuestra labor una faena frenética y muchas veces impredecible, con los típicos percances de último momento que solían surgir frecuentemente, sin embargo, me quedo con la sensación de satisfacción que nos invadía luego de completar cada función de manera impecable y la felicidad que nos embargaba al ver las expresiones dichosas del público al salir del auditorio y contar su experiencia para nuestras cámaras.
Componer la canción fue concientizar, existir después de una existencia. Después de ver las diferentes formas de vida en una misma sociedad, me queda claro que El muro, a veces, suele ser mental, me llevó a pensar que vivir fuera no es tan peligroso como vivir dentro de tu mente. Componer la canción me recordó cómo existen divisiones en un universal y maravilloso lugar. Para finalizar, agradezco a todo el equipo TraSpunte por tanta energía y por permitirme transcribir una historia hecha una canción.
“Los ricos se hinchan de orgullo, los pobres del hambre”.
Sholom Aleichem
Dirección de arte
Para la obra El muro, nos reunimos con el director, escritor y producción para entender qué era lo que se quería transmitir con ella. Conversando con Diego, me comentó que necesitaba algo simple pero que pudiera sugerir diferentes espacios, tanto exteriores como interiores, en un mundo distópico. Comenzamos a compartir referencias, hasta que encontramos el lenguaje que queríamos para la obra. La textura utilizada y la paleta de colores, ambas sugieren el mundo que cuenta El muro y se relaciona a lo que ocurre con los personajes.
TraSpunte me contactó por medio de Gisella “Lics” Ramirez, directora de arte que primero fue mi profesora y con la que luego he podido trabajar también. Vengo trabajando como escenógrafa desde hace unos seis años. Normalmente trabajo con la productora Preludio de Denisse Dibós y con Playbill de Pedro Iturria, pero también he trabajado con otras productoras. Esta es la primera vez trabajando con TraSpunte y me ha gustado muchísimo su trabajo y la vibra de todo el equipo. Estoy segura de que van a seguir creciendo y logrando grandes proyectos.
La anécdota del queso:
Como todos los días de función, llegué temprano y comencé a preparar la escenografía y revisar que tengamos todo lo que se necesita. ¡¡Oh, sorpresa!! ¡¡Faltaba el queso!! Tuve que salir rápido a comprar el bendito queso, jajaja. Fui a la primera tienda, a la segunda, a la tercera, y naaada... se venía el infarto , jajaja, hasta qué lo conseguí, aliviada regresé al teatro. Ahí no termina, no. No. Yo compré queso fresco (según yo estaba en lo correcto), pero tenía que ser el queso empaquetado, ese era más fácil de conseguir . Al final se solucionó el inconveniente y yo quedé...
En una función olvidé entrar a escena con una mandarina para Mathías y estuve toda la escena pensando en cómo meterla. Cuando, de pronto, veo a Mathías entrar a escena con una mandarina, lo que me dio un alivio tremendo. Pero luego vi a la tía Chela entrar a escena con otra mandarina. Y así fueron desfilando las mandarinas en escena, acumulándose una generosa cantidad sobre la mesa, cuando la indicación del director siempre había sido tener una sola en escena, por un tema de austeridad. Fue muy divertido encontrarnos rodeados de mandarinas, mirarnos con complicidad y decidir qué hacer con tantas durante la escena.
Todo preparado, todo listo para la función para la prensa, utilería en su lugar, la pequeña media de panty negra está ahí, con una de repuesto por si acaso, texto repasado, vestuario, maquillaje, ensayos comprometidos: check. Llego temprano al teatro, miro la sala hermosa al entrar, el escenario, las butacas, es casi el estreno, los nervios, la adrenalina, la emoción y un poco de tensión, solo tenemos que hacer lo mismo que hemos venido ensayando y disfrutar mucho lo que nos gusta hacer, nada más… y entrega, mucha entrega. Recordar, antes de salir, el objetivo de Chela. Todo check y bien estudiado… Chela ingresa con una maceta, una plantita llamada Señorita. A la primera llamada me aseguro de ir al baño rapidito. Para la segunda llamada, Claret ya estaba observando desde una rendija a los espectadores de esta mañana, así como lo hace antes de cada función… le gusta mirarlos antes de que ellos nos miren a nosotros. Tercera llamada, salimos en el momento indicado que debemos salir, las luces se apagan completamente y yo no encuentro a la Señorita, pero… ¡la había sacado!
¡Estaba en su lugar! ¡Todo apagado, no la veía! Empezaron a salir todos… Salí sin Señorita, ayyyyyy, Chela salió sin Señorita. ¿Qué pasó? Al día siguiente, que era el estreno, logro encontrar un lugar imposible de perder de vista aun en completo apagón. Empieza la función, Chela sale con Señorita, uffff todo genial… se viene la última escena en donde ahora personifico a un ser miserable y vagabundo, tengo una media de panty para ponérmela en la cabeza y cubrir mi cara, la tenía en el bolsillo… y ya no estaba. Los nervios se apoderan de mi mente, me paralizo, se viene pronto esta escena. Recuerdo el repuesto, lo busco, no lo encuentro, meto la mano muy al fondo, es pequeñita y fácilmente extraviable, pero ahí está finalmente. Respiro profundo y salgo a hacer mi trabajo… allá por las patas y detrás del escenario todo puede pasar.
El muro me ha regalado más de una anécdota: desde buscar cosas en mi casa que puedan servir para la obra, recibir al público que compró toda la primera fila pero que llegan justo tras la tercera llamada, hasta viajar en el metropolitano lleno con un banner de El muro. La primera obra presencial de TraSpunte fue una grata experiencia llena de aprendizajes. Ayudar al público a ubicar sus asientos, reconocer y acompañar a los invitados, fue una tarea amena y dinámica. Aunque cuando llega un grupo de casi una decena de estudiantes que va por primera vez al teatro, ajustadísimos con la hora, puede ser un tanto complicado… Pero se vuelve satisfactorio cuando te enteras de lo encantados que salieron después de ver su primera obra de teatro. Eso es parte de lo que ha logrado aportar El muro a la escena teatral: ir sembrando la semilla teatrera en nuevos espectadores. Estoy agradecida por la bonita experiencia.
Docente, dramaturgo y gestor teatral
Bueno, es un trabajo muy rico e interesante. Estoy muy gratamente impresionado por esta obra dirigida por Diego La Hoz. Tienen un elenco muy bacán, con momentos muy desconcertantes y transmite esta cosa enrarecida que es este mundo que está sucediendo y donde todos estos personajes siempre aspiran, donde hay un muro, a atravesar el muro como una especie de locus de esperanza y luego, al final, no voy a dar un spoiler, lo que ocurre es que cuando se lo proponen realmente, se podría decir que lo que imaginaron no ha sido tan exacto como lo que pensaban, y eso me parece que está bien planteado. Por otro lado, también me ha gustado el manejo del componente musical sonoplástico, muy interesante en varios momentos, hay eso que llamamos corrientemente efectos de sonido, pero que están inteligentemente muy insertados, y también tiene un momento como el manejo de la música, los personajes bailan, coreografías, casi que está lleno de sensualidad, y tiene cosas muy bacanes este trabajo. Creo que el equipo de TraSpunte debe sentirse muy orgulloso de esta obra e invito al público a que vengan a verla y saquen sus propias apreciaciones, la obra es más que interesante y además desafiante.
Hola, mi nombre es Eduardo Adrianzén y he venido a ver El muro, que es una obra que está acá en el Centro Cultural Ricardo Palma. Fue una obra muy bonita, con las actuaciones de Malory Vargas, Eliana Fry, Vanessa Demichelli, Andinnia López-Cano y Claret Quea.
Hola amigos, soy Ernesto Pimentel, de la Chola Chabuca, y acabo de disfrutar de El muro, aquí en el Centro Cultural Ricardo Palma, se queda hasta el 12 de junio. Un espectáculo que te inmoviliza las emociones y te lleva de un lado al otro. ¡No te lo pierdas!
Me ha gustado bastante, es una obra que me ha dejado pensando muchas cosas y la propuesta es muy chévere, me gusta la música, la puesta de luces, el arte y las situaciones. El texto es bastante fuerte, conmovedor, desolador. Creo que es una obra que todos deberían de venir a ver, quedan pocas funciones. Así que los invito a que vengan a ver la obra El Muro.
Bueno, es una obra que te hace reflexionar mucho porque tiene un final inesperado, fuerte, te choca, así que los invito a todos a ver esta obra, estoy segura que les va a gustar mucho y los va a sorprender.
Que me traguen las montañas Que me hagan paisaje Que me admiren por mi belleza Que me exploten por mi riqueza Que me dejen en paz Ya no quiero sufrir Ya no quiero llorar Solo quiero vivir Solo quiero soñar Soñar vivo Vivir un sueño Porque siempre estoy Pero tú ¿dónde estás? Tierra mágica Tierra de cuento Tierra trágame Para ser paisaje y no personaje Para ser espectador y no actor Para solo mirar y no involucrarme Para que hablen de mí muchos Para que recuerden lo que pasaron en mi muchos Quiero ser paisaje, no personaje Quiero ser lo bueno de lo malo Lo sano de lo podrido Quiero ayudar Llévate un poco de mi Nunca me dejes vacío Estoy cansado del vacío De llorar y sufrir De angustiarme y suspirar De perder y no recuperar
Porque vivo con todo Porque soy sensible Porque el amor y el odio son muy grandes Porque ambos te abruman y te dañan los órganos Porque es un parque de diversiones Donde todo sube y baja Donde todo te zarandea Pero la pasas bien Lo bueno no debería ser tan breve aunque parezca mucho tiempo Lo malo es una eternidad Me rompo, me armo. Te escribo, te canto, te actúo Duele, duele, duele Respiración agitada El hambre no importa El sol no ilumina La ausencia ni te mira La indiferencia golpea La confusión dispara El sentimiento tiembla y muerde El pecho se cierra Los ojos se aguan El cerebro explota Y duele, duele, duele Crece, crece,crece Que aquí como paisaje aún estoy Cuando el dolor pase seré personaje Para encontrarnos, para fundirnos Para ser y existir Para dejar de ser paisaje y actuar Para amar, Para armar. Pero hoy duele. Fuerza, fuerza, fuerza
Rocío Limo
«No soy un pequeño ratón», ha dicho enfurecida mi gata.
La ignoro como si fuera común y sigo sirviendo café en la taza. La vecina grita, su hijo adolescente grita, un perro ladra. ¡Mierda! Me quemé el dedo con el filo de la cafetera.
Mi gata repite: «no soy un pequeño ratón».
Un milagro se puede dejar pasar por dos motivos: uno, porque no te diste cuenta y solo pasó. O dos, sí te diste cuenta, pero eres muy cobarde para asumir lo que acontece.
Sea cual sea la causa, ni la fortuna ni el azar avivarán el viento a tu favor si lo dejas pasar más de tres veces.
Ni una más.
Nunca más. Esta era mi última oportunidad.
Decidí dar toda mi atención a mi gata, a ese momento. Dejé la taza, tiré un poco de agua helada a mi mano y le pedí amablemente un tiempo para secarme y encontrar una posición cómoda que deje reposar mi cuerpo.
Quería hacerlo bien.
Nunca ha sido una gata irracional, por suerte.
Esperó paciente y aprovechó el momento para estirar su espalda y arañar un pedazo de cartón, mientras yo caía en cuenta de que algo extraordinario estaba a punto de suceder.
Mis costillas se extendieron, las vértebras sin gravedad ligeras por un instante, una ráfaga de viento entró hasta el centro de mi médula y sopló una nube oscura que es en verdad la sombra del edificio del frente.
Nos miramos. Le dije:
—Háblame.
— ¬¬ «No soy un pequeño ratón», ha gritado toda la noche la gata que vive en la cochera del edificio. El sonido entraba dire de los tragaluces a mi cabeza. Aquí sigue.
Ella rasca su frente, veo lo pequeña y bonita que es su cabeza. Ella sigue.
«No soy un pequeño ratón». Era un sollozo desgarrado y crecía en volumen, en intensidad. Hasta que empezaba a entrecortarse. Luego una tos, un ahogo. Y cuando decía la palabra «pequeño», era la angustia de la pesadilla. Silencio. Y otra vez el sollozo. «No soy un pequeño ratón». El mismo orden y patrón de agudos con intervalos de sutiles ronroneos, toda la noche. «No soy un pequeño ratón», así gritaba la gata de la cochera. Y yo, tan gata como ella, no podía saltar de la ventana a ayudarla, nada. Me puse a gritar, pero como no era mía la desesperación, nadie me escuchó decir...
Se calló de golpe. Se acercó a mis piernas y siguió: —«No soy un ratón, pero tampoco soy un zorzal, nunca sé hacia dónde soplará un huracán. Lo que sí sé, y eso me consuela, es que estos meses juntas me han hecho quererte, acostumbrarme a tus formas, a tu nariz, a las mantas que dan vueltas por la casa y que nunca te moleste que deje mis pelos, mi vómito, mis rasguños. Me he acostumbrado a que me mires con amor y a que no te aburras cuando sin querer y queriendo pongo mi culo en tu cara. Y estos meses, en resumen, lo que sucede es que me importas».
¿Qué decir?
Se levantó y se fue, no me volvió a mirar. Se lamió frente a la ventana, bajo el único rayo de sol. Me senté a su lado.
Todo seguía igual: los edificios altos despintados, difuminándos por la neblina hasta volverse cerros. Las banderas mal puestas, olvidadas en los techos desde julio, en un agosto que maravilla y asusta, como los temblores de octubre del Señor de los Milagros.
De la fotografía de Rocío Limo: Ilustración de Dakiria_dellCarla Valdivia
Esas abejitas se posan en mi dedo y me pinchan Los padres que tienen hijos recién nacidos no pueden creerlo
Ni los matrimonios que hacen su compra mancomunada ni las repisas recién terminadas de armar ni los peluches del más grande al más pequeño ni las tesis ni los partes ni los postres en los hornos ni los grados académicos ni Fahrenheit
El mundo es una cuenta regresiva
Tampoco lo creen las abuelas asiladas
Que se ríen porque ya se habían extinguido del planeta mucho antes
Es mejor tirar los dados sobre el ludo y acabar a tiempo la partida
La sopa tibia ha malogrado el tablero Mientras me chupo el dedo
Las abuelas vaticinan el final cuando ven la luz entrar por la ventana diferente Los síntomas comienzan a pasar
La Tierra abre sus brazos (es que la Tierra necesita abrazos que la calmen)
Las personas se ponen zapatillas
Las suelas se derriten y no ayudan El mar vomita cartas inconclusas Tiene calor y frío y tiembla el cielo Y ya no recuerdo los glaciares de la mano de mi madre Osos, pájaros y peces se conocen
Las abejas han dejado de existir Nos une un canto medular tengo cola ladro hablo idiomas es el segundo más corto de mi vida el último dl más triste nunca más voy a vivir cien años Será imposible conocer el hielo Será imposible el verbo conocer Nos vamos a recordarnos entre nosotros.
Esta carne que me rodea ( la alteridad de mi cuerpo) carcomida por menguada boca colonizadora que con saliva agria corrompe el perlado sudor de toda una vida para unificar la materia al alma por habitar el agua heladita del río profundo con alalau que vibra en la vulva y la coronilla y fuera de mí en la bandada de loros. Nuestras voces pipían tan bonito juntas por el barro de la tráquea sonidos indivisibles viajan hasta el infinito se unen con lo azul yo soy lo inmenso y esta partícula que se pugna por no pudrirse Macumba de concomitancia limpieza despojo Resguardo la pulpa aglutino la frescura olvido los suspiras por la grisura de esta (no) piedad conmigo.
Te rezo con mi graznidos de loro oye que caigas en cuenta: a través de cientos de vidrios empañados, aún así brillan las lágrimas que te enseñaron a no sacar. Coma usted fruta madura que atraviese el guargüero para ahogar esta saladez ancestral y sacarse el amor padelante.
Que no se oiga en esa casa el sollozo Que pasen los tanganazos sin pepitas amargas, dicen las voces
de tus madres tristes y padres ausentes; estadísticas impecable de la desgracia instaurada que vive en la maldad de tus dedos que me chancaron au.
¡Fuera, mierda! Ten el valor de tragar las pepitas En ese amargor está mi semilla y me arrojaré a la tierra aún así tus perros me devoren los huesos. Soy la heroína de mi propia fruta fresca. Soy la que se pudrirá mutando en mil colores aún asi cierres duro los ojos para no verlos Tornasol persisto porque soy loro alas de diamante, soy fruto que se devuelve al firmamento en su ciclo eternamente nutricio.
Ahora, calma. . . Ya se bailó sin zapatos ya cayó el cuágulo que contenía la demencia ciega está libre el grito y la lágrima de amor por mí y por ti ya está . . . retorno al alalu la bandada atravesando el cielito azul soy esta pulpa matricia semillita germinándose sabor eterno viaje alabado.