La moda como hecho político

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LA MODA COMO HECHO POLÍTICO Por: Paula A. Trujillo T. (@PaulaTrujilloPT) para Generación, El Colombiano En una mano la tarjeta de la Alcaldía de París, con la fotografía en portada de la increíble robe du soir de Madeleine Vionnet (1932), Entidad que no sólo alojaba sino que invitaba a descubrir la exposición Paris Haute Couture (2013) afirmando que “la alta costura es una disciplina francesa por no decir parisina por excelencia”. Más allá del capital asiático que hoy opera detrás de las grandes casas de moda, Francia y sus Instituciones público-privadas saben que detrás de las marcas icónicas su Sistema se viste de turismo de lujo, shopping, y ventas de vino, cosmética y lentes. En la otra mano la información completa de la exposición a la que invitaba la Generalitat de Catalunya titulada Barcelona Prêt-à-Porter 1958-2008: Medio Siglo de Industria y Moda, la cuál estará casi un año en el Palau Robert con renovaciones periódicas sumando más de 300 piezas. En simultánea hojeo un artículo de la prensa británica que anuncia los planes del Gobierno para estimular de nuevo su Sistema Moda de manera integral: ya han hecho en buena medida la tarea con su capital creativo pero ahora quieren incentivar la reindustrialización del sector. Sobre mi mesa de trabajo varios textos, noticias, imágenes y vivencias recientísimas. En Nueva York se suman la gestión del Fashion Institute of Technology (FIT), del Council of Fashion Designers of America (CFDA) impulsando el nuevo programa Fashion Fund y el Fashion Week y sus nuevas decisiones, además de activaciones permanentes de todo tipo como la exposición de Jean Paul Gaultier en el Brooklyn Museum (de museografía magistral). China anuncia que su presencia en la próxima Exposición Universal en Milán girará alrededor de la moda, aunque el eje del evento será la alimentación. Será su manera de decirle al mundo que pronto será destino tanto de consumo como de producción premium y lujo presentando la ciudad de Shanghai como la próxima capital mundial de la moda a través del proyecto The Fashion Food. Por su parte, Brasil ha incluido la moda dentro de la ley de incentivos culturales -Ley Rouanet- con un presupuesto total de 700 millones de dólares, y organiza eventos mundiales para presentar en conjunto sus industrias creativas como el que realizó en Nueva York el año pasado bajo el título BeBrasil. Casos en distintas regiones del planeta que lejos de resolver el todo o ser la panacea, sí evidencian el peso de la moda, su significancia como hecho político y la manera audaz y decidida como los grandes jugadores están moviendo sus cartas mientras uno se pregunta qué estamos haciendo del mismo nivel de intrepidez y de voluntad de Estado en el resto de América Latina. Apuestas todas que han comprendido que la lógica de Sistema Moda debe inscribirse en un compromiso general con las Industrias Creativas y Culturales (ICC), de las cuáles ya no sólo empieza a hablarse en el globo por su aporte al PIB mundial sino por su dinamismo y por ser según muchos expertos uno de los segmentos con menor desempleo en el conjunto de la economía. Apostarle a un Sistema Moda no es sólo un nombre que se busca poner de “moda”, sino que debe llenarse de sustancia y que va más allá de medidas de proteccionismo o de estimular la producción de series cortas y hablar de vitrinismo. El concepto obliga a respaldar al sector productivo tanto como al comercial o al de diseño. Promover los fondos de inversión o el capital de riesgo bajo programas a la medida de incubadoras de moda –un proceso no de multitudes sino de esfuerzo concentrado-. En los casos mencionados entre otros tantos, tal apuesta por un Sistema Moda se acompaña


por un tejido institucional sólido, del fuerte estímulo a las universidades e instituciones de formación con programas cada vez más especializados y una oferta en todos los eslabones, incluyendo pregrados completos, y la evolución de diplomaturas hasta opciones de master y MBA con la máxima rigurosidad. Incluye observatorios económicos que monitorean los resultados y dinámicas comerciales, pero que van más allá dando una mirada integral al Sistema, relevando el eslabón diseño que casi nunca se ha medido y que hoy es crucial, generando reportes, espacios de debate y, por ende, conciencia colectiva de la importancia estratégica de la Moda. Este desafío que, por supuesto, construye canales de comercialización y de visibilidad como salones o ferias de negocios, también llega a los mercados destino a través de multi-estrategias. Un Sistema Moda exige espacios académicos de debate serios y que no esconden simplemente la intención de promover un producto o servicio, y que van desde los estudios sociológicos hasta miradas estratégicas al retail. Implica también construir conocimiento en todos los ámbitos no sólo en los “más gustadores”, publicar continuamente sea cuál sea el formato, divulgar y propiciar debate público “puntiagudo”. Una apuesta como ésta se expresa en espacios dedicados como lo fue en su momento el Musée des Arts Decoratifs en El Louvre, o la relativamente reciente Cité de la Mode et du Design: Les Docks. Así está pues el listón para hablar de Sistema Moda en nuestros países latinoamericanos. México, Chile, Colombia, Perú y Argentina contaron o cuentan con procesos en esta línea. La clave para lograrlo: voluntad política de Estado y un entendimiento realmente integral de lo que un Sistema exige y de lo que es la Moda.


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