E
sa necesidad de fiesta permanente, ¿la tienen? Sentir mil voces ocultas en el viento susurrando “sos un fiestero, sos un fiestero, esto es lo que sos, man”. Y uno que pelea contra la monstruosa imposición. Pero la necesidad progresiva se abre como una entrepierna majestuosa. Tentándote, desafiándote, incitándote para que la alimentes. Y los susurros se hacen gemidos hasta que gritan “¡dale!”. Y es la única arenga que escuchás. La única arenga que querés escuchar. Y le pertenecés a este YO decadente… a este parrandero empedernido. Sabés también que hay algo de procastinación en vos. Y la ocultás. Vas dejando todo lo importante para mañana y la culpa disminuye con los días. Desde luego que no hablás de esto en público. Pero la entrepierna que se abre está ahí. Siempre. Provocando a tu fiestero implacable. Y cuando ella enciende la marcha, te sentís vivo. Un poco mareado por la estimulación, por hacer lo incorrecto. Y no la combatís. Ya no querés combatirla. Parece que es todo lo que tenés. Sentís que nadie más podría entenderte. Amarte. Ni siquiera… especialmente, vos mismo. Y empezás a reírte. Y cada vez más fuerte. A los gritos te reís. Te reís en la cara de la Luna, la atractiva, real, imaginaria y dudosa Luna, y te reís de todo y de todos. Eso, por supuesto, te empieza a dar escalofríos. Pero igual seguís. Ya es demasiado tarde. Sos un fiestero, esto es lo que sos, man. Los Happy Mondays entran justito en esta categoría de artista-ser humano, tan famosos por sus canciones como por su trato desmedido con el libertinaje y
todo lo que eso conlleva. Lo cierto, lo que destacamos y admiramos, es que sus discos y sus vivos levantaron la bandera de la diversión británica, una parranda que se asemeja a la nuestra. Su cóctel, apañado por Factory Records desde Madchester, combina en el debut Squirrel and G-Man twenty four hour party people plastic face carnt smile (white out) algo de funk, psicodelia, post
punk y la música electrónica medio berreta que bailaban los pibitos ingleses allá por 1987, y anticipa también el Screamadelica de Primal Scream, álbum que recién saldría en 1991. La primera edición de Squirrel... no trae 24 hour party people*. Su inclusión llegaría en reemplazo de Desmond, un homenaje a Ob-la-di ob-la-da de The Beatles que disgustó al por entonces dueño de los derechos de explotación del catálogo Beatle y Rey del Pop, Michael Jackson. La mala onda de Jacko confirmó la máxima popular ‘no hay mal que por bien no venga’, y el disco ganó vigor y sumó a su tracklist una de las mejores canciones de la discografía de Shaun Ryder y compañía. Una canción alborotadora y saltarina, de teclado tonto, bajo groovero y un cantante pasado de juerga, que pelea por el título al himno nocturno-fiestero-de-todos-los-tiempos- para reírse de la Luna y de todo lo impuesto. *En 2002 salió una especie de biopic con el mismo título, que pintaba el nacimiento del punk, el post punk y la movida Madchester en Inglaterra, todo desde la mirada del productor y empresario Tony Wilson.
conga mag 125