
3 minute read
VÍCTIMAS DEL PLACER
POR: DAVID ALEJANDRO HERRERA POZOS
Últimamente me resulta muy fácil no pensar en nada y poner la mente en blanco por horas, como cuando recorremos todas las películas del catálogo de Netflix y al final mejor decides irte a dormir; se ha convertido en un estado que puedo replicar diariamente. Cuando comienzo a pensar que me falta motivación existencial, mejor abro el carrete de videos de Instagram, TikTok, Facebook o incluso YouTube, donde puedo ignorar todo eso y obtener la dosis de dopamina que necesito. ¿Para qué invertir mis ratos libres en una extensa serie o película, cuando tengo muchísimo más contenido en la palma de mi mano? Las diferentes redes sociales han encontrado a la gallina de los huevos de oro en la gratificación instantánea y no dudan en explotarla ni por un segundo. Lo que empezó como publicaciones de títulos llamativos y engañosos se ha convertido en una serie de micro-contenido en formato de video, los cuales te dejan satisfecho e insatisfecho al mismo tiempo. Con una duración entre 30 y 60 segundos, estos videos van directo al grano; te emocionan y hacen reír y generan la suficiente curiosidad para que al terminar, se abra otro que te podría hacer sentir algo similar. Es como una espiral infinita de emociones que al final te mantiene pegado a la pantalla.
Advertisement
¿Te has preguntado si este agujero de placer instantáneo tiene alguna repercusión en nosotros? Debido a que es algo relativamente reciente, no hay tantos estudios profundos sobre el efecto de esto en nuestras mentes. Pero lo que sí está claro es, que al menos en nuestra cultura, sí que está permeando fuerte y claro.
Por ejemplo, hay un concepto de moda llamado “clipear” el cual consiste en que, cuando una persona dice algo medianamente sensacionalista, en medio de una conversación más larga, se corta el fragmento para publicarlo y llamar la atención. Tenemos a políticos construyendo carreras “exitosas” en redes, utilizando esto como vehículo principal de difusión, donde en cualquier momento intentan (o no) decir algo sugestivo, terminando muchas veces incluso siendo parodiados, logrando afianzar así, su alcance en general ya sea en pro o en contra de sí mismos.
Lo gracioso de todo esto, es que nuestra sociedad individualizada está configurada para hacernos pensar que las distintas adicciones digitales son totalmente nuestra culpa, cuando lo cierto es que, si lo pensamos fríamente, hay miles de millones de dólares invertidos en el desarrollo de los distintos algoritmos de engagement o compromiso. Habiendo dicho esto, ¿entonces la culpa por ser adictos será nuestra?
Johann Hari en su libro, El valor de la atención, nos dice algo cruel pero realista, “Llevamos años sabiendo que las redes sociales están destrozando nuestra capacidad de atención, pero al mismo tiempo llevamos años creyendo que todo eso es nuestra culpa por no tener suficiente autocontrol, sin pensar, sin darnos cuenta, de que al otro lado de la pantalla tenemos a miles y miles de ingenieros trabajando dia y noche en diseñar sistemas que en lugar de luchar contra tu autocontrol, directamente se lo saltan”.
¿Y cómo lo hacen? A través de un principio sencillo pero poderoso: si no estás concentrado, tu fuerza de voluntad no sirve para nada.
Hace untiempo recibí un golpe leve durante untrayecto de tráfico pesado. Claramente el conductor venía discutiendo con el copiloto, vamos, venía desprevenido. Muchos tipos de accidentes ocurren realmente por esta causa. Una persona profundamente distraída es, prácticamente, una persona ebria. Estamos comenzando a conducirnos por la vida pensando en todo tipo de cosas a la vez, y cómo no hacerlo si a cada segundo hay algo nuevo de qué hablar. Definitivamente el estar siendo sobre-estimulados constantemente, nos mantiene en un estado perpetuo de distracción, y en una sociedad donde impera el consumo desmedido, esto no nos ayuda a ejercer el autocontrol.
Es una mentira piadosa el pensar que podemos ser multitarea. Hasta cierto punto somos capaces de realizar un par de cosas a la vez, pero no podemos tener la cabeza en todas partes al mismo tiempo. No quisiera seguir siendo víctima de las mentiras que alguien más me hizo creer.
Nuestra fuerza de voluntad prevalecerá en función de qué tan conscientes seamos sobre una posible manipulación hacia nuestra persona, mientras nosotros continuamos siendo las víctimas de una historia distorsionada a favor de la gente encorbatada del internet.