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El Campamento A modo de manual de motivos

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LA MENTE

LA MENTE

Por Camille Martínez Mc Lane

Estoy en noveno grado, es mi último año de secundaria. Desde que inicié la Secu, se platicó la posibilidad de ir a un campamento, ¿te imaginas? Me decía a mí misma, pasar unas noches entre amigos, como una pijamada de varios días, conviviendo y contando historias alrededor de la fogata (yo prefiero las de miedo), y compartiendo aventuras que quedarán grabadas en nuestro corazón para toda la vida... en verdad, así me lo imaginaba.

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Pero desde entonces y hasta ahora, por un acontecimiento que se ha vivido pocas veces en la historia, no nos fue posible realizarlo, porque como todos sabemos, sufrimos, como humanidad, una pandemia que nos obligó a guardar larga distancia, y con ella se frustraron muchos planes, incluida la posibilidad de ir de campamento con nuestros compañeros de generación.

Ahora la situación es distinta, aunque con las precauciones debidas, por fin se ha programado el campamento que tanto habíamos esperado, y ya estamos muy cerca de llevarlo a cabo, será para finales de mayo de este año. Con la cercanía de la fecha y los preparativos a la orden del día me he puesto a pensar... ¿por qué querría ir de campamento?

Segura estoy que no soy la misma que hace tres años, en todo este tiempo he vivido y hecho cosas que me ponen en un lugar distinto, que me hacen anhelar vivir aventuras distintas a las que antes quería, y entonces me encuentro preguntándome ¿por qué sería importante acudir a una actividad de esta naturaleza? Más aún, si son justo los últimos días que estaré dentro de esta comunidad, porque, seamos realistas, los que estamos en noveno prácticamente ya nos estamos yendo...

Si bien en séptimo podría haber sentido curiosidad y un entusiasmo más cándido, hoy, estando en el último trimestre del último año de pronto ya no siento tanto esas ganas del campamento. Tal vez porque he aprendido a convivir con mis compañeros a la distancia, y pensar que conocerlos en persona, puedan no ser como yo creo (sí, me dan nervios) y que tal vez pueda no caerles bien. Pienso también en todos los preparativos que implica, desde reunir las cosas y armar la mochila, hasta recaudar los fondos necesarios... ¿será que valga la pena tantas molestias, solo por unos cuantos días? Dicho esto, he tratado de ser muy sincera conmigo misma, y para escribir este artículo me he preguntado seriamente: ¿Por qué quiero ir de campamento?

Coincidir en un espacio fuera de horario escolar, sin preocuparse por las tareas y los proyectos pendientes, por el bendito internet y la conexión, o por el tiempo limitado en que nos reunimos a tomar uno u otro curso, parece sinceramente relajante.

Sé que por diferentes razones no acudiremos todos, sin embargo, me encantaría ver a mis compañeros de grado en este campamento, solo para tener a toda la banda reunida. La idea de hacer saludos de manos secretas siempre me ha llamado la atención, unos que sean tan complejos que los olvidemos a segundo día. Estoy segura que cualesquiera que sean las memorias que crearemos en esos días, serán parte de la conexión que nos acompañará, aun y cuando todos pasemos pronto a los proyectos que siguen en nuestras vidas.

Debo decir que también me emociona estar con los integrantes de mi casa y reunirnos como el verdadero club que somos; con ellos, desde hace tiempo comparto la complicidad que surgió de trabajar en equipo para superar los muchos retos del Juego de las Casas, y la satisfacción de los muchos logros obtenidos. Por primera vez sería bueno tener de nuestra propia contraseña o nuestra área común, como un “escondite”, por esos días y cerrar con broche de oro esta etapa tan significativa.

Debo confesar que la respuesta no me vino de pronto, como inspiración divina, y que me tomé un tiempo para reflexionar. Y, después de todo, quiero compartirte la que fue mi respuesta.

Para empezar, concluyo que lo más importante de permitirme vivir esta experiencia es llegar a conocer a mis compañeros en persona; de verdad me emociona que podamos platicar, convivir, y compartir, y poder abrazar a las personas que me han acompañado estos años en esta aventura académica será nada más y nada menos que increíble.

Por último, pero no menos importante, las actividades propias de un campamento no se quedan atrás. La simple idea de estar rodeada de la naturaleza es fabulosa, de darnos la oportunidad de desconectarnos para conectar. Desconectarnos del mundo artificial, de la tecnología que, por necesaria que resulte a veces, nos limita, y reencontrarnos con otra parte de nuestra realidad, de escucharla y aprender un poco más de nosotros mismos. Y de ya, uno piensa en fogatas, caminatas en la naturaleza, retos, juegos y por si fuera poco un chapuzón en un arroyo helado... ¡Apúntenme!

Según lo que nos han platicado, tendremos una dinámica súper interesante, me emociona mucho participar en el trueque. Y ¿qué tal el baile de fin de curso?, cualquiera que resulte ser el tema, seguro se da este momento para divertirnos, despegarnos un poco de la idea que ya tenemos de nosotros y permitirnos explorar nuevas formas de hacer y de estar. Yo, personalmente no considero ser buena bailarina, pero eso no quitará que lo disfrute al máximo, estoy segura que llegado el momento estaré en la pista, muy feliz y pasándola genial.

En conclusión, y sin contarme un cuento para convencerme, encuentro que este campamento es una idea maravillosa, tanto como lo fue en un principio, como la oportunidad de tener un cierre, sin importar si acabas de llegar a la Secu, o si como yo, te estás despidiendo.

Y como en cualquier situación de la vida, si uno quiere obtener algo, hay que participar, hay que atreverse, hay que invertir, dejar atrás los prejuicios, los pretextos y dar un salto de fe. Segura estoy que, nuestras familias en casa y nuestra familia de Alas, cuidaron ya todos los detalles para prepararnos un espacio seguro, listo para sacarle jugo y para vivir esta gran experiencia.

Solo me resta expresar que todavía estamos a tiempo; si eres de los que ya se inscribieron, como yo, si eres de los que tuvieron sus dudas, como yo, si eres de los que ni siquiera lo habían considerado como una opción, y a pesar de la incertidumbre y de que ni tú ni yo sabemos cómo será, pues no hay forma, hoy te preguntes tan seriamente como yo lo hice, ¿por qué anotarme para ir de campamento este verano?

Tu respuesta podría sorprenderte. ¡Allá nos vemos!

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