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No dejar a nadie atrás
“Nadie puede entender realmente cómo nos encontramos, cómo es nuestro día a día. Te dedicas completamente a ellos y siempre pensando cuál será su futuro cuando nosotros no estemos”, comenta Paloma, cuya organización trabaja bajo la premisa de “no dejar a nadie atrás” tal y como recoge la Agenda 2030 de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad. A través de recursos de ocio pedagógicos, educativos y rehabilitadores trabajan por mejorar su calidad de vida y lograr una plena integración social.
Fue en 2004 cuando cuatro familias crearon la Asociación de Ocio Ocupacional para personas con Discapacidad Intelectual (AODI). Una de ellas es Paloma Arroyo, presidenta de la organización, y madre de una joven gran dependiente. Buscaban momentos de ocio inclusivo y terapéutico para sus hijos, pero también de descanso y apoyo a las familias y cuidadores ante la carencia de recursos en la provincia.
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Diecinueve años después, AODI atiende a más de 70 personas con diversidad funcional de cualquier tipo, nivel y grado a partir de 4 años, así como a sus familias. Además de atención psicológica y social, acciones de sensibilización y difusión, promoción del voluntariado social y talleres terapéuticos extraescolares de musicoterapia y nuevas tecnologías, hacen salidas inclusivas de día y fin de semana, campamentos y escuela de verano en meses estivales. Algunos de estos servicios, en ocasiones con lista de espera, por la reducción que ha registrado el equipo de voluntariado para participar activamente en las actividades de la entidad a consecuencia de la crisis sanitaria del COVID-19, un problema que está afectando a muchas entidades sociales cuyo principal activo son los voluntarios.
Autobuses y lugares adaptados
Todos los servicios son organizados y coordinados por Cristina Pérez, trabajadora social de la entidad. Los usuarios están acompañados por una coordinadora y voluntarios formados, siendo necesario en el 90 % de los casos una ratio de atención de un voluntario por usuario.
A través de la colaboración con organismos públicos y privados intentan cubrir parte de sus necesidades. Y es que las demandas son muchas. El colectivo precisa de recursos adaptados para participar de manera inclusiva en la sociedad: lugares que cuenten con una accesibilidad física y cognitiva y donde atiendan distintas necesidades alimentarias (alergias, intolerancias, triturados, sondas, etc.), autobuses adaptados, espacios naturales, equipamiento técnico (grúas, sillas de baño, camillas, etc.), y un vehículo adaptado para el traslado de usuarios y el material necesario para su atención integral en las actividades. Cualquier ayuda es poca, y toda es bienvenida.