Familia 2019 - 4

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We are not good, until we all are good

Colección de formación familiar Año 4 - Número 11

www.alpamayo.edu.pe

¿Es posible educar la libertad? Álvaro Villa García Psicólogo del Colegio Alpamayo

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Siempre del lado de tu familia

a pregunta puede parecer capciosa, pero no lo es. ¿Cómo se puede educar una cualidad humana inherente? ¿Somos realmente libres? Sin duda, una reflexión de este tipo influye mucho sobre cómo educar a los hijos. Trataré de brindar una posible respuesta desde uno de los tantos puntos de vista que ofrece la psicología contemporánea. Viktor Frankl, eminente psiquiatra y escritor vienés, construyó su teoría a partir de su experiencia personal. Fue parte de la comunidad judía de Viena en la época de Hitler, por lo que su familia y él fueron perseguidos. En total, pasó por cuatro campos de concentración soportando todo tipo de torturas y tratos inhumanos. Fue uno de los pocos sobrevivientes a una de las épocas más oscuras de la humanidad. Dentro de este contexto, ¿es posible decir que Frankl era libre? ¿Cómo podría serlo? Lo privaron de todo lo que amaba: sus seres queridos, su profesión, gustos, e, incluso, de sus derechos. Sin embargo, él propondría una forma distinta de entender la situación. Luego de sobrevivir, escribió su primer libro, “El Hombre en busca del sentido”. En él, cuenta que, apenas llegó, se preguntó ¿por qué algunas personas sobreviven en las peores circunstancias y otras deciden dejarse morir? Una de sus conclusiones fue la siguiente: aquellos que luchan por sobrevivir son los que tienen una razón para seguir viviendo, una razón que los aferra a la vida. A esta razón la llamó sentido: aquel que tiene un sentido para vivir sobrevive a cualquier cómo. Profundizando en este punto, concluyó que somos esencialmente libres. Esta libertad, propone, es indeterminada: nada ni nadie puede quitárnosla, incluso en las peores circunstancias. No es una libertad total, pues no somos libres de hacer todo lo que queremos. Sin embargo, siempre tenemos un margen de libertad. Incluso él, a pesar de ser despojado de todo, era capaz de elegir si se convertía en un tirano, conducido por el resentimiento, o si se convertía en una persona más comprensiva y entregada a la ayuda de los demás, gracias al dolor que había experimentado. Propone, además, que la libertad es imposible sin su contraparte: la responsabilidad. Se trata de dos caras de la misma moneda, porque uno siempre es responsable de lo que elige a pesar de las circunstancias. Sin ser consciente de esta libertad y responsabilidad, la persona es más proclive a dejarse llevar por las presiones internas y externas. Si es

libre y responsable, no. Es libre porque se hace cargo de su decisión, de los valores que quiere seguir y de su actitud frente a las circunstancias. ¿Qué reflexión nos puede dar la teoría de este autor en la crianza y educación de niños y adolescentes? En primer lugar, que la libertad se puede educar siempre y cuando se eduque la responsabilidad. La libertad es inherente a todo ser humano en potencia: todos tenemos la posibilidad de ser libres. Sin embargo, solamente existe una verdadera libertad cuando uno es responsable de sus decisiones y acciones. Por ejemplo, una persona que no es responsable de sus acciones y deseos es mucho más fácil que se deje llevar por la presión social. En segundo lugar, que las circunstancias nunca te definen: si uno se acostumbra a responsabilizarse de sus acciones, decide según lo que cree y quiere, por más presión que exista. En esta época en la que hacerse responsable de las propias acciones y decisiones es lo menos frecuente, es muy importante educar a los niños y adolescentes en lo contrario. Si no los ayudamos en esto, para ellos será imposible ser libres. Siempre se puede decidir por convicciones propias a pesar de las presiones externas y lo que pueda estar hoy en día de moda. Es muy importante que lo sepan: aun cuando no quieren decidir, también están decidiendo, y, por lo tanto, están ejerciendo su libertad. Fomentar su sentido de responsabilidad los ayudará a que sus decisiones vayan de la mano con lo que realmente quieren para su vida. Solo así serán realmente libres de forjar su propio camino.


“La familia, el rostro de lo humano” Los padres tienen una “autoridad sin competencia” y se encuentran con el deber moral de ir adquiriendo esa formación que les prepare como educadores competentes. Mg. Walter Espinoza Jock Director de Orientación y Familia

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urante la tercera semana de octubre, tuve la oportunidad de viajar a Londres, capital del Reino Unido, para participar, junto con mi esposa, en el XX congreso mundial de familia de IFFD -International Federation for Family Development-, denominado “La familia, el rostro de lo humano”. Más allá de las belleza de tantos lugares icónicos de la ciudad, lo que más nos impresionó, sin duda, fue la presencia de más de 1.300 personas procedentes de los 70 países en los que IFFD se encuentra desarrollando su labor. El encuentro se realizó en el deslumbrante “Queen Elizabeth II Centre”, a dos cuadras del río Támesis, frente a la Abadía de Westminster, con el fin de compartir experiencias y enriquecer la labor más importante de nuestras vidas: la familia. Con la presencia de conferencistas internacionales de primer nivel, se demostró que la familia es “el verdadero rostro de lo humano, el lugar donde la persona está llamada a nacer, crecer, amar y morir”. Con esa convicción, quiero compartir con ustedes las ideas principales desarrolladas en el congreso, resumidas en tres ideas principales, desarrolladas por el secretario general de la organización, don Javier Vidal–Quadras:

1.Somos seres dependientes

A diferencia de muchos animales, el ser huma-

no nace biológicamente indigente. Necesita una madre que le haya acogido con un amor consciente y, a veces, esforzado, que cuide de él y le mantenga en la vida durante los primeros años de vida. También necesita el cariño, el contacto, la voz y la caricia. Después, esa vida biológica se hará cultura, humanidad, porque la naturaleza del ser humano no es solo genética, sino que crece, se desarrolla y se “hace” a sí misma con la experiencia y el entorno. Los padres tienen una “autoridad sin competencia” (Fabrice Hadjadj) y se encuentran con el deber moral de ir adquiriendo esa formación que les prepare como educadores competentes. Son los primeros educadores, coprotagonistas de las vidas de sus hijos y necesitan buenas herramientas para formarles. Con qué facilidad se entrometen el Estado, el colegio, Google y todos los vendedores de ilusiones en el seno de una familia sin proyecto propio. Por eso, en la declaración final del congreso, que se presentará en Naciones Unidas en febrero, se pide a esta organización que inste a los países a fin de que promuevan cursos de parenting education o Family Enrichment.

2. Aprender a amar en familia

En la familia será también donde el niño salga al encuentro de la sociedad. El despertar sociológico del ser humano comienza en la familia, donde se aprenden las vigencias sociales que permitirán después vivir en comunidad. “Quien no ha alimentado dentro de sí los lazos familiares –razona Irenäus

Eibl-Eibesfeldt–, tampoco conseguirá más tarde que se despierte el amor hacia la sociedad. Por el contrario, quien ha aprendido a amar a sus padres y hermanos, puede también más tarde amar a una colectividad”. Una sociedad que olvida o maltrata a la familia degenera en el individualismo.

3. Lo humano, por delante de lo ideológico

La labor profamilia de la IFFD en Naciones Unidas consiste en una sencilla, aunque exigente, actividad: descubrir la verdad desnuda, sin sombra de ideología. Desde la ciencia y la estadística no hay ninguna duda. Todos los estudios con rigor científico, vengan de donde vengan, ratifican tozuda e invariablemente que la familia formada por un padre y una madre que se unen con vocación de estabilidad y apertura a la generación de nuevas vidas es el mejor entorno para el ser humano. La drogadicción, el alcoholismo, la violencia infantil, los abusos sexuales, el fracaso escolar, la violencia doméstica y todas las demás lacras sociales se previenen más eficazmente en la familia que en cualquier otro lugar. La necesidad de amor de los primeros años de vida se intensifica en el adulto. La autonomía y el desarrollo personal, contrariamente a lo que podría parecer, reclaman ese entorno familiar. La familia es el lugar irreemplazable del amor, el único donde el amor incondicionado está asegurado, o debería estarlo, desde la concepción hasta la muerte. Ontológicamente, la persona es un ser para el amor. Y, como explica Tomás Melendo, cuanto más perfecta y desarrollada es la persona, es decir, cuanto más capaz de amar se ha hecho, más necesita a la familia, pues no hay otro lugar donde el amor florezca con más fuerza. Fuente: Javier Vidal-Quadras - IFFD


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