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El control de la inflación
ral aumentaron así mismo un 18% entre eneroyjunio. Hacer frente a la falta de interés de la patronal por la salud de los trabajadores, es una prioridad de CUT. Tenemos que poner medios para atajar de raíz, este grave problema, por la mejora de nuestras condiciones laborales y salariales frente a los abusos patronales que sólo se explican porsuafándebeneficios.
ÁreadeSaludCUT.
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No tocar el sistema, el control de la inflacción
Los impuestos sobre los beneficios extraordinarios corrigen la excesiva
acumulación de riqueza en manos de los grandes oligopolios, pero no inciden sobre las causas que permiten esas enormes ganancias. Atajar las causas implica debilitar el dominio de las grandes corporaciones sobre el mercado o el establecimiento de precios máximos, como está haciendoelEstadofrancés. Las fallas del mercado permiten a las grandes empresas obtener beneficios excepcionales. La clave para controlar los precios está en reducir la posición de dominio de las grandes empresas sobre el mercado, algo que han ensayado en el Estadofrancés Estos impuestos no establecen ningún mecanismo que recorte el gran poder que tienen las grandes empresas para fijar precios. Y esa es precisamente la clave para logrartenerlospreciosbajocontrol A mediados del mes de julio el INE hizo públicos la evolución de algunos componentes del IPC. Un dato muy significativo, aunque en absoluto sorprendente, fue que el precio de las comisiones bancarias había crecido en el Estado un 10,6% en 2021. En el mismo periodo, el IPC subió solamente un 6,5%. O se adelantaron a lo que iba a venir o decidieron pescar en río revuelto; el resultado fue que actualizaron sus comisiones aplicando al IPC un aumento de nada más y nada menos que cuatro puntos, un 163% más. Los bancos nosecortaronniunpelo. Este dato revela dos cosas. La primera es que los que tienen capacidad real para subir precios son las grandes empresas como los bancos- gracias a que tienen una posición de dominio en el mercado en el que actúan. ¿Y eso por qué ocurre? Porquelosgrandesbancossonmuypocos y, como ha quedado acreditado recientemente con las constructoras, les resulta terriblemente sencillo ponerse de acuerdo de manera tácita o explícita. Basta, por ejemplo, con que un gran banco suba una comisión para que todos los demás le imitenylasubantambién.Entrarenunaguerra a la baja supondría grandes pérdidas para todos y los más grandes terminarían arrasando a los pequeños. Además de tener poder sobre el mercado, nadie se atreve a decirle a un banco lo que tiene quehacer,nielreguladordelsistemabancario -el Banco de España- ni el Gobierno ni nadie. Tienen poder y el camino expedito.
La segunda cosa que revela el dato es que los sueldos de los trabajadores, que tantas veces se ponen como excusa del aumento de la inflación, nada tienen que ver con la actual escalada de precios. Esto es especialmente claro en el caso de los bancos, que llevan años reduciendo personal y cerrando oficinas, hasta el punto de que están dejando a las personas mayores sin servicios bancarios. La reducción de servicios ha sido de tal calibre que se ha creado una plataforma para que los bancos den a las personas mayores «un trato humano». Sobre esta cuestión tampoco ha tenido agallas para legislar el Congreso, novayaaserquelosbancosseenfaden. Lo mismo ocurre con la energía. Repsol, por ejemplo, ha reconocido ante la Comisión Nacional del Mercado de Valores que en el segundo trimestre del año el margen de beneficio del refino subió un 242%. Unos márgenes estratosféricos, pero los precios de los carburantes no han dejado de subir. La ecuación es sencilla: a los grandes oligopolios les sale más rentable subir un poco más, aunque pierdan algo de clientela, que meterse en una carrera de tirar precios para sacar al restodeempresasdelmercado. Buen reflejo de todo ello son los beneficios que han obtenido los principales bancos y empresas energéticas en el primer semestre de este año en comparación con el primer semestre de 2021: Santander: 4.894 millones (+33%) BBVA: 3.001 millones (+56%) Iberdrola: 2.075 millones (+36%) Repsol: 2.539 millones (+106%), CaixaBank: 1.573 millones (+17%). Los precios disparados y los beneficiostambién,¿quéempujaentonces los precios al alza? Como no se cansa de repetir el senador Bernie Sanders, la avariciadelasgrandescorporaciones.
Losnuevosimpuestos.
En este contexto, el Gobierno español ha decidido establecer dos nuevos impuestos que gravarán los beneficios extraordinarios de bancos y empresas energéticas. Unodelostributoscargarálascomisiones e intereses netos de la banca con un tipo del 4,8%. La norma dice que se prohibirá trasladar el impacto a los clientes, aunque no está claro cómo lo conseguirá toda vez que sus comisiones ya están creciendo
por encima de la inflación -para ser exactos IPC+4 en 2021. Un impuesto similar gravará con un tipo del 1,2% los ingresos delasenergéticas. A poco de hacerse público el plan del Gobierno, Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol, dijo que hará «todo lo posible» para impedir que el impuesto a las energéticas prospere. A continuación, los grandes oligopolios anunciaron recursos en los tribunales. Sin embargo, a pesar del enfado de los oligarcas locales, no está claro dónde ven el peligro. Si hasta ahora han logrado subir los precios al ritmo que les ha parecido adecuado, estos impuestos no les impedirán seguir haciéndolo en el futuro y, en consecuencia, trasladar el impacto a los trabajadores, por mucho la ley diga lo contrario. Las declaraciones de Imaz parecen destinadas, por contraste, a hacer bueno algo que no lo es; a apuntalar un camino que no lleva a ningún sitio, si de lo que se trataesdemantenerlospreciosaraya. Por sí mismos, estos impuestos no establecen ningún mecanismo que recorte el gran poder que tienen las grandes empresas para fijar precios. Y esa es precisamente la clave para mantener los precios bajo control. Evidentemente, que los grandes oligopolios paguen impuestos por sus beneficios extraordinarios es un paso importante para avanzar en la justicia y la redistribución de la riqueza. Pero, al mismo tiempo, dejan en evidencia que el actual Impuesto sobre Sociedades no es en realidad más que un simulacro de impuesto, un montaje para que las empresas paguen «entre poco y nada», en feliz expresióndeIgnacioZubiri.Sihubieraun Impuesto sobre Sociedades digno de tal nombre, los beneficios extraordinarios serían gravados automáticamente; ahora vuelanmientraslagenteseempobrece. Se centran en los beneficios extraordinarios, en las consecuencias, pero no entran a solucionar las fallas que permiten a las grandes empresas obtener beneficios excepcionales. La clave para controlar los precios está en reducir la posición de dominio de las grandes empresas sobre el mercado, algo que han ensayado en el Estadofrancés.
Elmodelofrancés.
A principios de julio el Gobierno francés decidió comprar el 16% de la compañía eléctrica EDF que estaba en manos privadas. Pagará un 53% más que el precio al que cotizaban entonces las acciones. En conjunto, recuperar el 16% de la compañía le costará 9.700 millones. Se ha especulado mucho sobre las razones de esta compra. Hay quien apunta al enorme endeudamiento que soporta la eléctrica francesa y la obsolescencia de la mayoría de centrales nucleares que obligará a realizar grandes inversiones, y enmarca la compra en un movimiento para socializar laspérdidas. Lo más curioso del asunto es que mientras EDF acumula ingentes pérdidas, el resto de eléctricas europeas está obteniendo beneficios récord con el actual sistema eléctrico liberalizado. Tal vez en esa diferencia esté precisamente la explicación a
la decisión del Ejecutivo galo de comprar latotalidaddelaeléctrica. En julio la inflación en el Estado francés fue de 6,1%, frente a los 8,6% de la eurozona, nada menos dos puntos y medio por debajo de la media. Una diferencia sustancial cuando, además, la mayoría de centrales nucleares están funcionando a media potencia. Parte de la explicación está en que la ley obliga a EDF a vender la energía que transforman sus centrales nucleares a comercializadoras, de este modo mantiene esa apariencia de mercado que tanto gusta en Bruselas, pero lo tiene que hacer a un precio que fija el Gobierno y que en este momento es de 42€ el Mwh. Cuando las nucleares funcionaban a pleno rendimiento, en invierno abastecían la demanda interna y en verano podía exportar electricidad. En esas condiciones, el Gobierno galo tenía un amplio margen para subir o bajar la tarifa fijaparaquelaeléctricamayoritariamente pública no perdiera o ganara demasiado dinero. Cuando las centrales nucleares han empezado a detenerse y EDF ha tenido que importar electricidad y gas de otros países, la producción se ha encarecido, pero EDF por ley, sigue sin poder repercutir esos precios del gas, lo que le ha llevado a empezar a acumular importantes pérdidas: continúa vendiendo la electricidad mucho más barata de lo que le cuesta. Al no repercutir el precio del gas, la factura de la luz apenas afecta a la inflación en el Estado francés. De ahí posiblemente la diferencia de más de dos puntos con la mediaeuropea. Dealgunamanera,loqueestáhaciendoel Gobierno francés es obligar a la empresa pública EDF a vender barata la electricidad, lo que ayuda a contener la inflación. El resultado es que la compañía pierde dinero y acumula deudas, y posiblemente siga así. Y esa es la razón por la que el Ejecutivo la ha comprado en su totalidad: para hacerse cargo de esa deuda. El Estado francés está cambiando baja inflaciónpormásdeudapública. Este ejemplo invita a considerar la deuda de las empresas públicas no como una falta de eficiencia, como siempre han pregonado los liberales, sino como un modo de intervención en la política económica que permite, por ejemplo, mantener ciertos precios a raya. Además, desde el punto de vista macroeconómico, una mayor deuda pública se corresponde con mayores ganancias privadas, lo que ocurre es que en este caso no son beneficios extraordinarios de los oligopolios, sino que se reparten entre todas las empresas y trabajadores, gracias a unos precios de la energíamásbajos. Y esta parece ser la dirección que tomará el Ejecutivo francés, ya que, a finales de julio, el legislativo francés aprobó la ley a favor del poder adquisitivo que entre otras cuestiones establece que el precio delgasparalosparticulares,queestácongelado desde octubre, se mantenga así, lo que según los expertos ha evitado un incremento de al menos el 50% en su precio. En cuanto a la electricidad, la subida