Somos pueblo, Somos gente No. 14

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Somos pueblo, somos gente

No.

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Saber

Actuar

Regenerar

Septiembre 2018 “Miguel Hidalgo es el símbolo de la revolución popular, del

pueblo -los pueblos- que toman en la mano su destino, para transformarlo. Es también el símbolo del potencial rebelde y justiciero que subyace en la gente de Guanajuato”

Hidalgo, Cura de Dolores, en su traje de guerra, Claudio Linati, 1828

Colectivo Miguel Hidalgo

Editorial Seguro Popular o Seguridad Social Integral

Una mirada de atrás hacia adelante Un alacrán apellidado Echeverría Los Niños Héroes

Memorias de una práctica sindical ¿Pasado es presente? ¿Pasado será futuro?

El arte: un sendero a la plenitud José L. Gutiérrez y la magia de los acrílicos Colectivo.Miguel.Hidalgo@gmail.com


Editorial Seguro Popular o Seguridad Social Integral La Organización Internacional de Trabajo (OIT) establece la protección social, o seguridad social como “un derecho humano definido como un conjunto de políticas y programas diseñados para reducir y prevenir la pobreza y la vulnerabilidad en todo el ciclo de vida. Abarca los beneficios familiares y por niño, las prestaciones de maternidad, desempleo, accidentes del trabajo y enfermedades profesionales, así como las pensiones de vejez, invalidez y sobrevivientes, y la protección de la salud. Los sistemas de protección social abordan todas estas ramas mediante una combinación de regímenes contributivos (seguro social) y de prestaciones no contributivas financiadas con impuestos, en particular la asistencia social”1. La OIT señala también: “La protección social juega un papel decisivo en el logro del desarrollo sostenible, la justicia social y el derecho humano a la seguridad social para todos. Las políticas de protección social constituyen elementos esenciales de las estrategias nacionales de desarrollo para reducir la pobreza y la vulnerabilidad en todo el ciclo de vida, y respaldar el crecimiento inclusivo y sostenible. Las políticas de protección social aumentan los ingresos de los hogares, impulsan la productividad y el desarrollo humano, aumentan la demanda interna, facilitan la transformación estructural de la economía y promueven el trabajo decente.” Según datos oficiales, en 2017 la población en México se estimaba en poco más de 123.5 millones de personas. De éstas, casi 56 millones contaba con servicios de seguridad social, es decir con afiliación al IMSS, al ISSSTE o alguna otra de institución pública con esa responsabilidad. Es decir, más de 67 millones y medio de mexicanos no tienen derecho a la atención médica a través de esas instituciones y, por lo tanto, en caso de enfermedad estarían obligados a acudir a los servicios médicos privados en caso de no estar afiliados al Seguro Popular, creado en el año de 2004 con el nombre oficial de Sistema de Protección Social en Salud. Surgen preguntas a partir de las cifras anotadas en el párrafo anterior. ¿Por qué más de la mitad de la población no es derechohabiente de las instituciones públicas encargadas de garantizar de manera integral los servicios sociales (salud, riesgos de trabajo, vivienda, retiro, guarderías, etc.)? ¿Será que para más de la mitad de las familias mexicanas ninguno de sus integrantes cuenta con un empleo formal que le dé derecho a estar afiliado a alguna de esas instituciones? ¿Tendrá que ver ese bajo índice de afiliación con las cifras referidas a los ninis existentes en el país? ¿O, más bien, tiene que ver con el desmesurado crecimiento de la economía informal? ¿Quizás influye el hecho de que son muchos los trabajadores no registrados en el IMSS por su patrón a pesar de laborar en una empresa formalmente constituida? En cuanto a las consecuencias, de diversa índole, de la existencia del Seguro Popular: 1


¿Contribuye el Seguro Popular a ensanchar la brecha que en México existe entre desarrollo social y desarrollo económico? ¿Significa el Seguro Popular un estímulo para que los patrones evadan su obligación de registrar a sus trabajadores ante el IMSS? ¿Será verdad que el Seguro Popular fomenta la informalidad empresarial y laboral? ¿Es el Seguro Popular sólo un paliativo a una de las vertientes de la seguridad social que es la atención médica? Es evidente que en México, hasta la fecha, el desarrollo económico no se concilia con el desarrollo social, es decir, cada uno va por su lado. Ahora está de moda en la discusión pública si el dicho del presidente electo de México en el sentido de que el país se encuentra en bancarrota es verdad o es una falsedad. Separando al antojo de sus detractores lo económico de lo social, se afirma que esa aseveración de López Obrador es falsa. Según ellos, todos los indicadores macroeconómicos son sólidos, no importa que el dinero no alcance para satisfacer las necesidades básicas de la población, en particular los servicios de seguridad social. Durante los casi 15 años en los que ha venido operando el Seguro Popular, éste ha significado un alivio para la cobertura de los servicios de salud para la población mexicana, a reserva de analizar con detalle la calidad de éstos y la suficiencia de clínicas cabalmente equipadas, médicos y medicamentos. Sin embargo, es evidente que no responde a un objetivo más de fondo e incluso va en contra del mismo. Este objetivo debiera ser el de en verdad garantizar para todos los mexicanos la seguridad social vista ésta con un enfoque integral y no sólo en una de sus vertientes, lo cual pudiera lograrse si se amplía de manera decidida la economía formal y se dedican mayores recursos públicos para fortalecer las instituciones que tienen esa responsabilidad con el propósito de que las cargas que éstas representan para los patrones se aligeren.. En los dos párrafos iniciales quedan más que claros los objetivos de la seguridad social y los beneficios económicos que se generan como una secuela de su observancia. Es decir, existe un fuerte nexo entre lo social y lo económico, cuestión que ha sido olvidada por los gobiernos de corte neoliberal que sentaron sus reales en México desde hace varias décadas. Este es otro motivo por el cual los ciudadanos en julio pasado votamos de manera decidida en favor de un cambio profundo en la manera de gobernar y en los propósitos que debiera perseguir el nuevo gobierno. Así es, como votantes los mexicanos hicimos bien la primera parte de la tarea. Viene ahora la segunda, la de empujar a la administración que tomará posesión a partir del 1 de diciembre para que cumpla con ese compromiso de garantizar de manera integral y para todos el derecho a la seguridad social. Alguna utilidad tiene el actual Seguro Popular, pero la tendrá en mayor medida y con mayor extensión una institución que en verdad cumpla con los propósitos enunciados por la OIT. Por allí hay que caminar. 1

OIT; Inf Mundial sobre la Protección Social 2017-2019, La Protección Social Universal para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, www.social-protection.org/gimi/RessourcePDF.actionressource.ressourceId=54892

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Una mirada de atrás hacia adelante Un alacrán apellidado Echeverría Y ahí iba... sude y sude, cuesta arriba; como era la primera vez, le temblaban las piernas, sudaba copiosamente como si fuera caminando dentro de un baño de vapor. Si miraba para abajo todo era piedra gris y lodo seco, si miraba a su horizonte veía muchos nopales, magueyes, y muchas plantas que no conocía, y si miraba hacia arriba, todo era azul. El espacio delante de él era una transparencia como con hilitos viscosos, una ilusión visual por el calor. Y seguía y seguía y no aparecía gente por la vereda de subida, se preguntaba para adentro si deveras su vocación era de maestro, enseñar, y luego… tan lejos. Pero no era tan lejos, sólo estaba como a cincuenta kilómetros de la ciudad donde vivía, nada más que cuesta arriba; hacía apenas como año y medio que había recibido su título de Profesor, primero lo habían asignado a una comunidad en el plan, dentro del sistema estatal de educación, pero de ahí salió rápido, por haberse negado a ir a una manifestación de “desagravio” al presidente de la República, al que le habían dado un piedrazo unos estudiantes en Ciudad Universitaria, como muestra de repudio a su política represiva bajo el falso lema de “ arriba y adelante ”, era el mentado Echeverría. Se acordaba que ya hacía como cuatro años este presidente había ordenado una matanza de estudiantes en la ciudad de México un jueves de corpus; a esa masacre le llamaron el halconazo. El sindicalismo charro había preparado toda una serie de actos de sumisión política para “desagraviarlo”; y él se negó a ir a la capital del Estado, pero diez días después le llegó su cese fulminante por manos de su directora de la escuela. El texto era de un lenguaje asombrosamente represivo, como que le regañaban por su conducta antipatriótica, le decían que su presencia era necesaria para manifestar su rechazo a esas conductas que atentaban contra las instituciones del país. Casi, casi lo convertían en cómplice. Quedó sin empleo y ya con obligaciones, pues recientemente se había casado con una profesora que laboraba en la misma escuela de la cual había sido despedido en el Sistema Estatal, la opción lógica que le quedaba era acudir al Sistema Federal; así lo hizo y fue asignado casi sin

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reparo a una zona algo retirada, y con unas parcelas muy accidentadas; mucho cerro, poco plan. Por eso andaba allá arriba, ya con ampollas en los pies, y pensando mucho para sus adentros. Iba a ser el único maestro allá en esa comunidad, pomposamente iba a ser “Maestro Unitario”, su inspector escolar le había dicho que era una comunidad muy cooperadora y el ambiente era muy sano... lo que no le dijo era hasta donde estaba ni otras muchas cosas. En fin, por todo esto andaba allá, le habían dicho otros profesores que conoció en la SEP solicitando trabajo, que había sido afortunado porque no le habían pedido dinero para darle la plaza, que a ellos sí, y que le iban a tardar como tres meses en recibir el primer pago, en todo eso pensaba y en ir imaginando cómo sería la gente de ese rancho… De pronto comenzaron a aparecer cercas de piedra, y más y más, largas, largas. Hasta que vio al primer ser humano como en cuatro horas de caminar, el señor estaba del otro lado de la cerca y le informó que el rancho que buscaba estaba más arribita y le dio un jarro de agua. A seguir pues la caminata, después de dos horas más comenzaron a verse ya más seguido vacas o toros pastando libres en el cerro y como que comenzó a sentir cercanías distintas, como de gente… Efectivamente, al llegar a la mera punta comenzaron a verse las primeras casas, y luego más… Recelosamente se acercaron algunos niños ataviados con ropas casi en andrajos, descalzos y con los ojos muy tristes; había también, casi en todas las cercas que iba dejando atrás mientras caminaba, personas que le miraban con recelo, muy cohibidas. Por fin llegó a una tienda de abarrotes muy precaria y sombría, preguntó por el delegado municipal o comisariado ejidal o algo... alguna autoridad... Le dijo la anciana de la tienda que el delegado era Lupe Arriola y que ya le habían mandado a llamar cuando lo vieron a él entrar al rancho; mientras la Sra. le ofreció un refresco y lo sentó en una piedra que estaba adentro a manera de silla. -¡Ora’ qué queren, qué se les atoró! -¡Qué queren ma’ China! Como joden… Llegaba el delegado, con una vara en la mano, seguro andaba arriando animales… le dijo que qué bueno que había llegado, que ya tenían como seis meses sin maestro y que pues era bien llegado… le pidió que esperara poquito en lo que encargaba sus vacas y que lo llevaría a su casa para que comiera algo. 4


Así fue, le llevó a su casa, toda de piedras amontonadas sin cemento y techo de láminas de cartón y le dieron pulque y tortillas con sal y le pusieron al lado un plato de chiles verdes pa’ lo cansado, por si quería acompañar las tortillas. Don Lupe mandó a sus hijos que buscaran a unos señores de los que ya habían llegado del pasteo para que les dijeran que tenían junta en la escuela a las seis, porque ya había llegado un maestro, y que ésos le avisaran a los otros de pasada, ya cuando fueran para la Junta. Él mientras le enseñaría al maestro con mucho orgullo la escuela nueva que “les había costado un güevo” y que ya tenía como seis meses, y que todavía no se estrenaba. Le contó también que hacía como tres meses había ido uno de la Presidencia de la cabecera municipal a inaugurarla y a “regalarles” unos retratos del Presidente Luis Echeverría Alvarez y uno de su esposa, doña Esther, grandes, para ponerlos en la escuela y que le tuvieron que hacer carnitas para que comiera él y los prencipales que iban acompañándolo. La escuela se llamaba María Esther Zuno. Era un galerón grande hecho de piedra con mezcla, y techo de asbesto, estaba llena de mesabancos de dos plazas, de esos de madera gruesa, todos destartalados, les faltaban muchos tornillos; en un rincón estaban en el suelo muchas tejas de barro viejas, recargadas en fila que eran del techo de la escuela vieja. Todavía toda olía a cal, pues la habían pintado de blanco. Les había salido en un dineral, como dos mil pesos porque la SEP no se les hizo de las del capfce y habían tenido que comprar ellos todo el material, aparte poner la mano de obra junto con los niños. En fin, quedó con don Lupe de verse, como ya lo habían dicho, a las seis ahí con todos los padres de familia, para presentarlos con él; le dijo también el delegado que sería bueno que él durmiera en la escuela pues era la mejor casa del rancho, por si llovía; que les propondría a todos que diario le diera de comer una familia distinta para que entre todos cooperaran en eso de su comida y así él no gastara. La reunión fue larga y en resumidas cuentas fructífera. Se quedó que entre todos comprarían una campanita para anunciar la hora de la entrada, y en cooperar también para comprarle al maestro una lámpara de gas, de esas de capuchita, pues no había luz eléctrica. Le dijeron que el Sr. más pudiente del rancho, tío Teban, no había ido pues sus hijos ya estaban grandes y ellos habían estudiado en el pueblo, pero que era buena gente y les daría ayuda; que era amigo del padre Chema, que vivía en un rancho cerca y que tenía una ganadería de toros para jaripeo. 5


Se acordó que se atendería a los seis grados de la escuela, tres en la mañana y tres en la tarde. Primero, segundo, tercero de nueve a dos y cuarto, quinto y sexto de tres a seis. Se levantó la matrícula: cincuenta y seis alumnos en total para un solo maestro, en seis grados distintos. Después todos se comenzaron a ir, alguien llegó poco después a llevarle unas cobijas y se dispuso a dormir uniendo los asientos de dos mesabancos, todo a la luz de una vela. En la cabeza un marasmo de ideas yendo y viniendo, recuerdos y un miedo terrible a no poder con la responsabilidad que acababa de formalizar con esas gentes. Le ardían los ojos. Al día siguiente le bajarían a su ciudad en una camioneta para que recogiera una cama, ropa y unos papeles y libros. Iría don Odilón con él, en su camioneta, pasaría por él a las siete de la mañana. Le estaba costando trabajo dormir, de pronto… con los ojos entrecerrados, en la penumbra, alcanzó a ver en la pared blanca como una mancha obscura pero no distinguía que era, lentamente se bajó de su improvisada cama, tomó la vela y se fue acercando a la mancha… ¡Era una aglomeración de alacranes!…. Se echó atrás de un salto con mucho miedo, y cayó de espaldas sobre unos bultos con cal... con pánico cogió uno de sus zapatos y comenzó la matanza de bichos que corrían por todos lados, seguro no alcanzó a matar a todos… Ya no pudo dormir, si antes no podía, ahora menos… la cabeza le explotaba... Al fin… ya no supo ni la hora en que el cansancio lo venció… Eran las siete diez de la mañana del día siguiente cuando don Odilón salía corriendo de la escuela aterrado, gritando: ¡¡¡Chana, Chana, Chana…!!! ¡¡¡El maestro no se mueve, está frío, está tieso, ayúdame!!! ¡¡¡Chingados animales!!! Para las nueve de la mañana, en medio de un gentío y caras tristes, sacaron de la Escuela Primaria Rural Federal “María Esther Zuno Arce" el cadáver del nuevo maestro envuelto en una cobija y lo subieron a la caja de la camioneta de don Odilón rumbo a la cabecera municipal para entregarlo al jefe de los maestros en la zona escolar. Finales de 1975. José Antonio Bueno Saucillo

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Los Niños Héroes El 6 de septiembre de 1847, luego de tres semanas de tregua, reinició la guerra. Para ese momento los estadounidenses había ocupado todo el norte de la República: tanto los territorios de California y Nuevo México, por cuya posesión iniciaron aquella injusta guerra, como los estados de Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Coahuila. Habían bloqueado todos los puertos del país, ahogando a nuestro comercio, y controlaban el camino principal de la República, del puerto de Veracruz al Valle de México, en el sur, ante el cual habían colocado un poderoso ejército que amagaba la capital. El general Santa Anna, violando todas las condiciones del armisticio, había preparado la defensa de la ciudad de manera que la mayor parte de los observadores de la época aceptan como inteligente y bien pensada. Contra la primera línea de esas posiciones, la casa Mata y el Molino del Rey, lanzó el general Winfield Scott sus invictas tropas el 8 de septiembre. Ahí perdieron los invasores más de 800 soldados y quedó en los mexicanos la impresión de que se pudo haber ganado si el general Juan Álvarez hubiese obedecido las órdenes de Santa Anna de atacar con sus 4 mil jinetes. En lugar de eso, acusó Santa Anna (todos se acusarían de todo tras la derrota, pero el premio gordo se lo llevo Santa Anna, a quien muchos seguimos llamando traidor a la patria), se quedó mirando la acción de la artillería del general Antonio León, sin intervenir. Tras dos días dedicados por Scott para asegurar sus líneas, el 12 de septiembre lanzó a sus fuerzas contra la última posición antes de la ciudad misma: el alcázar de Chapultepec, al que bombardeó sin piedad con 200 rondas de artillería. Se acusó a Santa Anna de no acudir en auxilio del general Nicolás Bravo, jefe de la posición. El general-presidente visitó al héroe de la Independencia en Chapultepec, donde lo encontró desayunando bajo el terrible bombardeo. Contaron testigos del encuentro que “en un pasillo, convertido en pabellón de cirugía, se encontraban amontonados cuerpos en putrefacción, heridos que gemían de dolor y los Cadetes del Colegio Militar”. Santa Anna regresó a la ciudad pero no socorrió a Bravo, pues diversos informes (sobre todo del general Antonio Vizaino) le hicieron pensar que el ataque a Chapultepec era de distracción y que el grueso del ejército invasor estaba frente a las garitas de La Candelaria y San Lázaro, hacia donde llevó de paseo a las fuerzas disponibles. Scott contaba con que el fuego de su artillería (que los cañones mexicanos, mucho más lentos y de menor alcance no pudieron contestar eficazmente en ninguna batalla) bastaría para someter Chapultepec e incluso, para que se rindiera la ciudad de México ante la evidencia de la destrucción que podía causar (que Veracruz y Monterrey habían experimentado en carne propia). Pero advirtió que, a pesar del castigo sufrido, Bravo no estaba dispuesto a rendirse. El 13 de septiembre amaneció un espléndido día de otoño. Los cielos eran azules sin asomos de lluvia y la temperatura “deliciosa”, según contaría algún oficial estadounidense. La posición de 7


Chapultepec, de 1200 metros de largo y 400 de ancho, sólo podía ser atacada desde el sur, pues las otras pendientes eran muy empinadas. Los invasores tendrían que cruzar un lodazal de casi un kilómetro de largo, entre los centenarios ahuehuetes, antes de iniciar el ascenso. Fuera de los muros del alcázar, 600 soldados mexicanos estaban listos para repeler el ataque. Dentro esperaban 260, entre ellos alrededor de 50 cadetes del Colegio Militar. Las descripciones estadounidenses del avance bajo el fuego mexicano, a pesar de que la artillería los protegía, muestran la fuerte resistencia de los mexicanos. El general Pillow, que mandaba el ataque, recibió una herida que lo inutilizó. Dos horas tardaron los invasores en recorrer aquellos 800 metros y subir al castillo, donde hacia las 9:30 de la mañana empezó una feroz carnicería cuerpo a cuerpo. Los norteamericanos, furiosos por las bajas sufridas en Molino del Rey y por la dura prueba que acababan de pasar, mataban mexicanos sin piedad. Afuera de los muros murieron casi todos los hombres del Batallón de San Blas, desde su jefe, el coronel Xicoténcatl, prácticamente hasta el último solado. Cuenta J. D. Eisenhower, el mejor historiador militar norteamericano de aquella guerra: “El general Bravo entregó sus espada, tachonada de piedras preciosas, pero no logró que se rindieran seis de sus jóvenes cadetes, los cuales prefirieron morir. Uno de aquellos muchachos, con la bandera mexicana en los brazos, perdió la vida al arrojarse del muro”. La tradición recogió los nombres de esos seis alumnos que murieron enfrentando cuerpo a cuerpo al invasor: subteniente Juan de la Barrera y cadetes Agustín Melgar, Francisco Márquez, Fernando Montes de Oca, Vicente Suárez y Juan Escutia, quien, según la leyenda, se arrojó al vacío envuelto en el lábaro patrio para evitar que cayera en manos del extraño enemigo. La documentación ha permitido establecer sin duda los orígenes y edades de los cadetes Melgar, Márquez, Montes de Oca y Suárez, así como del subteniente De la Barrera. Muchas dudas existen sobre Escutia. Se sugiere que, si era nacido en Tepic, probablemente fuera soldado del Batallón de San Blas y no cadete. Entre los treinta o cuarenta cadetes que acataron la orden del general Bravo y rindieron sus armas, se cuentan los futuros generales Leandro Valle y Miguel Miramón. En medio del dolor de la derrota, el sacrificio de esos seis jóvenes, a quienes el pueblo con gratitud ha llamado “los niños héroes”, fue un aliento para la resurrección de la nación mexicana. Su ejemplo fue guía para una nueva generación de mexicanos que comprendió que nuestra nacionalidad estaba en grave peligro y asumió las implicaciones de tan solemne decisión. Siguen siendo un ejemplo, aunque sin duda la historia oficial priista abusó del mito y la retórica, provocando la reacción opuesta, de quienes se empeñan en negar su heroísmo e incluso su existencia. Que sepamos que existieron y que pese al exceso retórico, sí murieron por la patria. Pedro Salmerón J. D. Eisenhower, Tan lejos de Dios, Fondo de Cultura Económica, 2000 W. Fowler, Santa Anna, Universidad Veracruzana, 2011 8


Memorias de una práctica sindical ¿Pasado es presente? ¿Pasado será futuro? “Que veinte años no es nada”, cantaba Carlos Gardel, ¿Veintiocho serán algo? Sin miedo del “encuentro con el pasado que vuelve”, la memoria nos permite revivir cómo el movimiento magisterial, organizado en parte por la CNTE y en parte de manera espontánea derrocaron (derrocamos) a “vanguardia revolucionaria” y al cacique sindical, asesino y títere del régimen, Carlos Jonguitud Barrios. Lo logramos más de 500 mil profesores en una protesta histórica. El 24 de abril de 1989, el movimiento magisterial envió a Jonguitud al basurero de la historia; sin embargo, engolosinados con nuestros triunfos no vigilamos a Carlos Salinas, quien decidió nombrar a alguien incondicional que al mismo tiempo supiera manejar los hilos de los títeres del sindicato. El entonces Presidente (que nunca se liberó de la sospecha de ser espurio) aprovechó para sustituir al líder que había dejado de serle útil por la profesora Elba Esther Gordillo, quien aceptaría sin reservas la “modernización educativa”. El magisterio estaba en pie de lucha, para Carlos Salinas y los ministros de su gobierno era necesario desmantelar el movimiento magisterial, lo lograron de dos maneras, primero respondiendo a algunas de sus demandas, aunque se peleaba por el 100% de aumento salarial, se rebasó el tope de 10% impuesto al magisterio con un 25%, se ganaron comités ejecutivos seccionales en Oaxaca, Chiapas y en la sección IX del D. F., se avanzó en Guerrero, Michoacán, incluso en Guanajuato. La segunda fue la apariencia de legitimidad, como la disidencia era muy fuerte se hacía indispensable disimular el dedazo con el que fue impuesta Elba Esther Gordillo en calidad de nueva secretaria general del sindicato, las sospechas de su complicidad en el asesinato del maestro Misael Núñez Acosta, perpetrado el 30 de enero de 1981 en Tulpetlac, no era el único aunque sí el mayor delito en su trayectoria. Así que con el pretexto de discutir el documento para la modernización educativa se convocó al XVII Congreso Extraordinario del que saldría como Secretaria General electa del sindicato más numeroso de América Latina. Con un par de días de anticipación se nos proporcionó un documento sobre la modernización educativa para que lo discutiéramos y se nos pidió que lleváramos ponencias para el congreso. Como algunos maestros del Tecnológico de Celaya habíamos conseguido el escrito con anticipación pudimos analizarlo a conciencia; el documento sugería institucionalizar varias prácticas que ponían en peligro la educación pública y otras que generarían una división en el magisterio 9


y una competencia feroz por el encumbramiento individual. El nueve de enero se anunció mediante un memorándum en una hoja tamaño carta en la prefectura del Instituto Tecnológico la asamblea de la Delegación D II 5 que se llevaría a cabo el jueves once a las diez de la mañana. Asistimos a la Asamblea Sindical el muy frío 11 de enero de 1990. Sólo unos cuantos trabajadores llegamos puntualmente, a las 10.30 no había aún el quórum legal, el Químico Humberto Contreras representante de la sección y presidente de la mesa leyó la convocatoria para el congreso y la orden del día de la asamblea: pase de lista, instalación legal de la asamblea; elección de delegados al Congreso Extraordinario, toma de protesta de los delegados y clausura. El pase de lista se realizaba con hojas numeradas en las que escribíamos nuestro nombre. Cuando faltaban diez minutos para las once, no se había reunido aún el quórum legal, el presidente de la mesa preguntó si podríamos esperar 10 minutos más. La Asamblea decidió esperar, diez minutos después entre aplausos y risas entró el maestro que completaba el quórum. Se instaló la asamblea y se procedió a la elección de delegados; quedando como primer delegado el Ing. Luis Alfredo Luna Ramos, como segunda delegada quien esto escribe, como tercer y cuarto delegados los ingenieros Agustín Ramírez Agundis y Saúl Serna Gamiño. El Ing. Serna como secretario general de la sección nos invitó a reunirnos para analizar la convocatoria, decidir en qué mesa participaríamos y cuál sería la postura de los delegados del Instituto Tecnológico. Así que nos reunimos, analizamos la convocatoria, comentamos los seis temas de las diferentes mesas, expresamos algunas dudas y ante nuestras inquietudes, el Ing. Serna nos explicó la mecánica de los congresos anteriores para que la consideráramos y si fuera posible nos disciplináramos. Reproduzco la mecánica de manera sintética: El comité ejecutivo de la sección XIII del SNTE designaba las mesas y una persona seleccionada de antemano proponía la planilla y en un simulacro de elección ganaba por abrumadora mayoría, después en las mesas se daba lectura a documentos previamente elaborados, que eran aceptados sin discusión; en caso de haberla, se aceptaba la propuesta para llevarla a la plenaria donde se ponía a votación, quedando anulada por abrumadora mayoría y resultando al final un documento idéntico al propuesto por la mesa. Estos vicios hacían de cada congreso una farsa, se habían mantenido durante años por la poca educación y cultura sindical de nuestra sección. El Ing. Serna proponía que nosotros avaláramos las propuestas del Comité Ejecutivo de la Sección porque había “que estar bien con ellos, pues sólo así existía la posibilidad de obtener 10


otros cinco préstamos para carro y algunas ventajas”. Se mostraba muy preocupado por las ayudas inmediatas que pudieran proporcionarse a los compañeros, pero la posición tanto del Ing. Ramírez Agundis como la mía, eran distintas, nosotros sólo avalaríamos las propuestas que no perjudicaban a los trabajadores a corto, mediano o largo plazo. Cómo no llegamos a un consenso, propuse al Ing. Serna convocara a una asamblea para que la base del tecnológico nos hiciera saber su sentir. Él consideró que no podía reunirse el personal por la premura con la que fue convocado el congreso, además, el lunes o martes debíamos ir por las credenciales y el miércoles comenzaba el congreso. En vista de las diferentes posiciones se tomó el acuerdo de que cada uno actuara con base en su criterio y principios, en la inteligencia de que todos los compañeros nos conocían y sabían cuáles eran nuestras convicciones. Cada uno seleccionó la mesa que consideró más importante, a excepción del Ing. Serna que había sido designado por el Comité Ejecutivo de la Sección para ser vocal en la Mesa de Asuntos Económicos. Escogí la Mesa dos: el SNTE ante la modernización educativa por su trascendencia histórica. Se nos citó en el local del sindicato para recoger nuestras credenciales, de allí pasamos a casa del profesor Beltrán en la colonia Laureles, donde se suponía que firmaríamos nuestra adhesión al Comité Ejecutivo de la Sección para posteriormente asistir a un desayuno en Irapuato con el Profesor Astudillo. El Ing. Ramírez Agundis y quien esto escribe negamos a firmar cualquier documento a espaldas de la base por lo que ni siquiera entramos a casa del profesor. No firmamos y por supuesto, no fuimos invitados al desayuno que se llevó a cabo, “con todos los delegados charros, alineados con el profesor Astudillo”, como dijo el Ing. Marco del CRODE. Desde la sección nos citaron el día 17 de enero a las ocho horas en la Alhóndiga de Granaditas para ubicarnos e indicarnos el lugar donde se realizarían los trabajos del Congreso, se nos instaló en distintos hoteles. Se nos citó a las 10 a.m. en el Real de Minas, lugar donde se desarrollaron los trabajos. De acuerdo con la convocatoria emitida por el CEN del SNTE, la presidencia de la mesa de debates estuvo a cargo del oficial del CEN del SNTE profesor Humberto Dávila Esquivel. Hecha la presentación del mismo se procedió al pase de lista de los presuntos delegados, estábamos presentes 349 de los 352 electos en las reuniones delegacionales del Estado. Una vez comprobado el quórum que requería la reunión se declararon inaugurados los trabajos 11


del congreso y se procedió a proponer la forma de elección de la primera y segunda comisión dictaminadora de credenciales. Se propuso que fuera por planillas con voto directo y manifiesto. Se presentaron dos planillas por cada una de las comisiones, ganando con mayoría visible las propuestas por el comité ejecutivo de la Sección y manteniéndose cincuenta y tantos votos para las planillas propuestas por los delegados democráticos. Todo el aparato montado para que se declararan delegados efectivos los presuntos delegados y se eligieran con toda la apariencia de democracia, que no borraba el dedazo para designar y el dedo levantado para aceptar, llevó algunas horas, lo mismo sucedió con los presidentes de las mesas que ya habían sido designados con anterioridad, tenían que guardarse las formas, aunque el fondo estuviera podrido. Las tácticas dilatorias tuvieron un efecto de doble filo, por un lado estábamos cansados, fastidiados, tensos; por otro, las horas de espera nos permitieron una comunicación más amplia con los compañeros delegados que no estaban en el juego de complicidades y sumisión abyecta. Los trabajos iniciaron después de las cinco de la tarde, los que íbamos de fuera llevábamos ya doce horas de tensión. En el próximo número del boletín presentaré lo sucedido en la mesa, baste por hoy compartir que: pasado es presente. El ausentismo en las asambleas sindicales se sigue presentando, la falta de claridad sobre las decisiones que se toman continúa siendo una práctica constante. Sólo en los maestros está cambiar esta situación, lo que significa estar al pendiente de lo que sucede, tanto de la legislación como de los acuerdos que se toman en cada asamblea. Por cierto ¿saben lo que el 11 de septiembre se aprobó con relación a la ley del servicio profesional docente en lo relativo a los procesos de evaluación del desempeño?

¿Y los exámenes a los maestros? Esther Sanginés

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El arte: un sendero a la plenitud José L. Gutiérrez y la magia de los acrílicos De manera somera, hablaremos en este artículo de la historia y evolución técnica de los materiales empleados por los artistas plásticos del mundo, desde sus orígenes hasta nuestros días, considerando los pigmentos o colorantes de origen orgánico, inorgánico y sintéticos, así como los aglutinantes. Arte rupestre: El artista de la época rupestre aplicaba los pigmentos por medio de frotación directa sobre las paredes de las cuevas que habitaba, empleando colorantes inorgánicos de colores: negro, rojo y blanco. Pintura al freso: Posteriormente, la ornamentación de sus aposentos y centros ceremoniales se realizó sobre muros hechos de piedra y cal (calicanto) recubiertos con aplanados de cal y arena, en donde se pintaba con agua y pigmentos estando aún frescos. A este procedimiento se le llama pintura al fresco, en el que se anexaron otros colores: azul, amarillo y marrón. Pintura encáustica: Otro método contemporáneo a la técnica del fresco fue la encáustica, que consiste en el empleo de cera de abejas como aglutinante, con resina de copal y pigmentos. Se aplica diluido por calentamiento con espátula o pincel. Más tarde surgió la pintura llamada a la “tempera” o temple. En la que se emplean diferentes pegamentos de origen animal, vegetal y sintético. Temple de cola: Se le llama temple de cola al pegamento elaborado a base del cocimiento en agua de pieles, cartílagos y huesos de diferentes animales, con los que se obtiene una solución para la aplicación de pigmentos. Temple al huevo: Es un pegamento elaborado con huevo de gallina (sólo la yema o el huevo entero), aceite de linaza, barniz damar y agua. Perfectamente emulsionado sirve de aglutinante de pigmentos. Temple de caseína: La caseína se obtiene de la leche de vaca, descremada o desgrasada. Se emplea como aglutinante de pigmentos. Para su preparación, en un recipiente se hierve medio litro de agua y se agregan 100 gramos de caseína en polvo y 30 gramos de carbonato de amonio, se mezclan perfectamente hasta formar una emulsión. Se emplea para pintar, mezclada en partes iguales de caseína y agua. Temple de sábila de nopal: De origen prehispánico, empleado en México, se elabora con pulpa de agave de nopal de diferentes maneras. Ejemplo: se parte el nopal en trozos de tamaño pe13


queño y se pone a macerar en un recipiente con agua durante ocho días. Posteriormente se hierve con la misma agua. Se sacan los fragmentos y se prensan para extraer la sábila, se elimina el bagazo y con esta emulsión se pinta con pigmentos. Esta técnica también se emplea para pintar fachadas de casas, únicamente se agrega cal apagada, sal de grano y más agua, en su caso algún colorante. Esta pintura posee la característica de tener mayor duración que las pinturas vinílicas actuales, es más barata y repelente a los insectos. Pintura a la acuarela: Es de origen milenario en los países asiáticos. Los pintores ingleses la dieron a conocer en el mundo occidental modificando la fórmula original que consiste en la mezcla de pigmentos finamente molidos con goma de tragacanto o arábiga y agua. Se obtiene en tubos de estaño o pastillas, se diluye en agua. Pintura al guache: Esta técnica se prepara disolviendo goma de tragacanto, miel de abeja y agua. Con este aglutinante se mezclan los pigmentos y se hace una pasta de consistencia media, ni muy líquida ni muy espesa, y se aplica sobre papel o cartulina. Se obtiene en tubos de plástico o estaño, se diluye en agua. Pintura al pastel: Se elabora a base de gises suaves de caolín y pigmentos aglutinados con pegamento de colas de pieles, goma arábiga y leche. Se aplica por frotación directa, sobre papel o cartulina. Pintura Conté: Técnica inventada en 1795 por el químico Jacques Conté. Se elabora a base de arcilla, goma arábiga y pigmentos. Se expende en barras, tipo gises o lápices. Se aplica sobre papel o cartulina. Pintura al óleo: Se descubrió en el año de 1410 por los pintores hermanos Van-Eyck, de origen flamenco. Esta técnica revolucionó las formas de pintar en su época a nivel mundial. Su uso sigue vigente hasta nuestros días. Se caracteriza por su brillo esmaltado, que no se logra con el temple, y su facilidad de manejo. Con el óleo se pueden lograr empastes con volumen, mezclarlo con otros materiales para lograr texturas, como arena de mar o polvo de mármol y otros materiales. Sin embargo tiene un inconveniente, con el tiempo se craquela y se oscurecen los colores, en relación con la pintura al temple es menos durable. El óleo se elabora con base en una mezcla de pigmentos con aceite de linaza o de nuez, barniz damar, goma arábiga, resina de copal, miel de abejas y trementina, se aplica con pinceles y espátula. Se diluye con aguarrás o barnizeta (emulsión a base de aguarrás, aceite de linaza y 14


barniz damar en partes iguales, perfectamente mezclados). En México, a raíz del triunfo de la Revolución, los pintores revolucionarios se dieron a la tarea de hacer un arte público a través de pintura mural. Para realizar sus obras recurrieron a los procedimientos tradicionales como pintura al fresco, al temple, la encáustica y el óleo. Sin embargo, había la inquietud por emplear nuevos materiales, que ofrecía la industria química moderna, la petroquímica. Entre los pintores que más destacaron en esa búsqueda estaban: David Alfaro Siqueiros, pionero en el empleo de ducos, siendo también el primero que cambió los pinceles por el aerógrafo o pistola de aire. José Clemente Orosco, Rufino Tamayo y Carlos Mérida, entre otros, utilizaron la piroxilina, el silicato de etilo, etc. Estos artistas contaron con el apoyo técnico del pintor y químico José L. Gutiérrez, quien fue determinante en sus investigaciones. El maestro Gutiérrez nació el 15 de marzo de 1900 en el estado de Morelos. Aprendió pintura en el Instituto Pratt de Brooklyn y estudió y trabajó en un laboratorio de química fabricante de pintura en los Estados Unidos. En el año de 1936 colaboró en un taller experimental de pintura fundado por David Alfaro Siqueiros en el país del norte. A su regreso a México en 1945 funda el Centro de Investigación de Pinturas y Plásticos en el Instituto Politécnico Nacional, donde asesoró a pintores nacionales y extranjeros. Años más tarde, el maestro Gutiérrez desarrolló una fórmula que revolucionó la industria mundial de fabricación de pinturas. El acrílico resina polimerizada y comercializó en México con el nombre de Politec. Su fórmula se utiliza en la fabricación de pinturas industriales en todo el mundo. Desde el año de 1410, año en que se inventó la pintura al óleo, no se había descubierto otra pintura que superara sus cualidades y que igualara la de otras técnicas. Hoy la pintura acrílica Politec es empleada por artistas plásticos, diseñadores, artesanos y miles de estudiantes en todo el planeta. En Celaya existen murales realizados con la técnica del acrílico, como es el caso de los que se ubican en la Presidencia Municipal y en el Instituto Tecnológico de Celaya. El maestro José L. Gutiérrez murió en el año de 1968. Un mes antes de su muerte participó con los estudiantes en la gran marcha de protesta contra la represión del presidente asesino Gustavo Díaz Ordaz. Jesús Oñate Moreno 15


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