Verdades (nov. 1936)

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D. Fernando de los Ríos presenta Credenciales en Washington Texto completo del discurso pronuncia. do por el Exmo. Se1íor don Fernando de los Ríos Urruti, Embajador extraordinario u plenipotenciario de la República española en los Estados Unidos, al presentar sus credenciales len Washington ante el [•residente norteame. ricano, Hon. Theodore Roosevelt, el dla 20 de octubre de 1936,

Señor Presidente: Tengo el honor de poner en las manos de Su Ex. celencia las credenciales con que me ha honrado el Presidente de la República Esp¡¡ñola, al terminar la misión de mi predecesor, y qu~ me acreditan como Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la nación española ante este gran país cuyos altos destinos Su Excelencia: preside. Si en otras épocas, al llegar a esta tierra esplén. dida y juvenil, be sentido fortalecerse mi fe en la eficacia de la Libertad como fórmula que comprende to. dos los contenidos de la conciencia humana, y en la Democracia, como la única institución capaz de re. solver todas las disonancias en armonia, hoy, con mi alma de español lacerada por la invasión de fuer.

zas extrañas que han roto el régimen legal de mi pa. tria, esta fe se me renueva, y ruego y espero en nombre de mi Gobierno, que nunca esta gran nación pueda apartarse de su senda histórica, la senda de la paz que es al mismo tiempo la senda de la justicia. En nombre de mi patria y del Presidente de la República Española, quiero expresar a Su Excelencia mis m:\s profundos y sinceros deseos de que el destino os :;ca propicio para que vuestro gran pueblo pueda proseguir encarnando en realidades los luminosos principios de libertad y democracia, actualmen. te amenazados en el mundo. En nombre de mi patria que es una república democrática que ha respetado, respeta y respetará siempre todos los intereses legítimos nacidos bajo el amparo de sus leyes, deseo nue. varnente expresar a Su Excelencia mi sincera aspiración de estrechar las relaciones de amistad actuai. mente existentes entre mi patria y los Estados Uni. dos, cuya fundación y cuya historia contienen no poco de nuestro espíritu, reiterándoos al mismo tiempo la admiración con que mi patria, tierra de descubrirlo. res, observa vuestros esfuerzos por hallar nuevas Y verdaderas normas que satisfagan las aspiraciones de Justicia.

Cuarenta Capuchinos de Amute, los Más Viejos de la Com~­ nidad, Encarcelados por Orden del Coronel Beorlegui. Otros 45, después de luchar con las Milicias en el Jai:. quibel, pasaron a Francia o se sigu'en batiendo contra los rebeldes. A su tiempo referimos el episodio de los frailes capuchinos de Fuenterrabia, que optaron espontánea. mente por el pueblo contra las hordas de "requetés", moros y legionarios que asediaban Irún y la ciudact ondarabitarra. Residían en el convento-que está si. tuado frente al campo de fútbol de Amule-unos no. venta monjes. Entre ellos había cuarenta y tantos me. nores de cuarenta años, Jos cuale~ se vistieron todos el "mono" del miliciano y se incorporaron a los comba. tientes de la República. Les tocó luchar en las unida. des que defendían contra los facciosos el monte Jaiz. quibel. Hoy hemos conocido la continuación de este ejemplar suceso por un vecino de Fuenterrabla que, después de ser tomados ésta e lrún por los rebeldes, se refugió en Hendaya, y que se encuentra actualmen. te en Madrid. Como se sabe, las dos ciudades pudieron ser ocnpadas porque a sus defensores se les agotaron las mu. niciones por completo. Mientras dispusieron de ellas se batieron con una bravura que maravilló a los pe. riodistas extranjeros que presenciaron la pugna, in. cluso a los que se encontraban junto a los facciosos. Estos sufrieron durante el sitio cerca 'de tres mil bajas. De los capuchinos que pelcr.ban en las Milicias del Jaizquibel sólo se sabe que una treintena de ellos pasó a Francia. El resto debió unirse a las fuerzas

republicanas que prosiguieron la resistencia en Gui. púzcoa y que tan sensibles progresos llevan ya logrados. Alguien babia notificado al a!to mando lnsurrec. to la actitud de los capuchinos de Amule, y cuando hicieron su entrada en la ciud:~.cl-totalmcntc dcsíer. ta- los rebeldes, el coronel Beorlegui ordenó que se hiciese comparecer ante él al superior del convento. En las columnas que capitanea Beorlegui abundan carlistas navarros y los cedistas guipuzcoanos, a cuyo frente se halla el abogado Logendio. Gente toda que, más que de católica, presume de ultraclerical. El propio Beorlegui se titula tradicionalista. Los legionarios y "requctés" enviados por Beor. legui al convento de Amute mandaron al padre supe. rior que reuniese a toda la con:unidad. Se presenta. ron unos cuarenta frailes de edad madura y anciano;¡, Se le preguntó con malos modo:> si no habla más. "Es. posible que haya alguno - respondió--. Si lo hay, es. tará en su celda". Un registro minucioso dernostr1l que no habla más monjes que los presentes "¿Y los demás? -interrogaron los subalternos de Beorlegui-. ¿E¡; verdad que se han ido cor¡ los comunistas?" "Se marcharon con el pueblo", conle!.tó el superior. "¿Y ustedes?" "Nosotros también estarnos con el pueblo" Esta réplica fué decisiva. En fila india y en cuerda los cuarenta y tantos capuchino:> fueron conduc!idos a la cárcel por los devotos de la tradición, de la reli. gión Y del clericalismo, y se asegura fueron fusilados. (De POLITIC.4., diario de 1\Iadrid).

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