DOSSIER
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Ricardo Alegria con Ia clase graduanda del 1985 en el Centro de Estud1os Avanzados de Puerto Rico y el Caribe.
cuando se puede ir allf, a los sancta sanctorum donde se forja Ia crema de Ia crema de Ia elite del poder de los Estados Unidos, para sentar plaza y demos-trar que somos iguales y hasta mejores que ellos en lo que a! ejercicio de Ia inteligencia respecta. El colonizador solo respeta Ia voz de quien intenta colonizar cuando este se yergue frente a el y Je contesta de tu a tu. Por eso Ricardo Alegria ha sido una de las mas altas voces dcscolonizadoras de cstc pafs durante este siglo. Y ello, porIa scncilla razon de que, como diria Hostos refiriendose a Luper6n, "no consinti6 vera amos en su tierra", fuesen estos intelectuales o politicos. Pero, para poder aquilatar, en toda su profundidad y extension, ellegado cultural del Dr. Ricardo Alegria a nuestro sociedad, resulta imprescindible, a mi juicio, ubicar su ingente labor, como corresponde, en su contexto hist6rico. Si fuesemos a guiamos, en el caso presente, por criterios generacionales, podrfamos decir que nuestra distinguida figura intelectual debe ubicarse en Jo que podrfamos Hamar Ia generaci6n del cuarenta, es decir, de aquella promoci6n u homada de mujeres y hombres que hacla su entrada en el escenario publico al filo del ascenso al poder del Partido Popular Democr.itico en 1940. Ha transcurrido ya mas de medio siglo desde aquel momento en que ellider maximo de esa colectividad anunci6 que el sol saldria en noviembre de 1940 "quemando sogas y derritiendo cadenas". Lo cierto es que decenas de miles de puertorriqueiios acudieron a aquel II amado y que el Dr. Alegria se sumaria a ese esfuerzo, una vez concluidos sus estudios pioneros en el campo de Ia arqueologfa y Ia antropologfa en Ia Universidad de Chicago. Pero, eso sf, siempre con ojo critico y con criteria propio. El ascenso del Partido Popular Democratico en 1940, marca el inicio de un profunda realineamiento de fuerzas en nuestro pais tanto como de Ia entrada, en c\ csccnario politico puertorriqueiio, de grupos y clases socialcs previamente marginadas de nucstros procesos politicos: las mujcres, los campesinos,los trabajadores agrfcolas, los pequeiios y mcdianos comcrciantcs, los dcsheredados de Ia fortuna, etc. Se trataba, en suma, de un movimiento de masas sin preccdentes dirigido por un lider que no puede sino designarse como de caracter profundamente carismatico- gustenos o no a quienes no compartimos su vision acerca del futuro de nuestra isla - y que enunciaba como su proyecto hist6rico cardinal, unas refonnas sociales profundus predicadas sobre e l tema de Ia justicia social. Si se me pennite e l dato autobiognifico. Mi recuerdo de niiio (naci en el 1933) de todo este movimiento era
el que provenia de mi padre y mi madre, ambos asiduos populares, escuchando todas las tardes, religiosamenle, Ia palabra de Muiioz Marin por radio en "EI diario hablado de Ia democracia y el batey". Fue en ese ambienle entusiasta, donde se vislumbran grandes transfonnaciones sociales, que el Dr. Alegria, quien es poco mas de dos lustros mayor que el autor de estas linens, se incorpor6 a aquel gran esfuerzo colectivo capitaneado, en aquel entonces, por don Luis Muiioz Marfn. La coyuntura hist6rica que presenciaremos en Puerto Rico desde los inicios en el poder del popularismo, en 1940, hasta que concluye esta decada en 1950 es, sin Iugar a dudas, una de las mas decisivas de nuestro historia como pueblo. Resulta patente, para cualquier estudioso del te.m a, que el periodo 1940- 1945, caracterizado por el principia y fin de Ia Segunda Guerra Mundial, contrastarn notablemente con Ia reorientaci6n del proyecto hist6rico del PPD, que presenciaremos a partir del periodo de Ia post-guerra. El desarrollismo econ6mico, bajo el signo de Ia industrializaci6n y Ia urbanizaci6n de Ia isla, que se iniciaria fonnalmente con Ia Ley de Incentivos Industriales (1947}, darfa un viraje hacia un nuevo orden social que dejaria atrns, de manera irreversible, el populismo y Ia retorica caracteristica de este durante ellustro 1940-1945. Qued6, quizas, el discurso nostalgico de un mundo en vias de desaparicion. Pcro, las realidades concretas tenninaron por imponerse, cual implacables aplanadoras, a toda aque\la madeja de ilusiones urdidas al calor de Ia imagen de un jfbaro montado, feliz o infelizmente, segun fuere el caso, en su rocinantesca yegi.iita. La vitrina de Ia democracia, el escaparate en fonna de cornucopia que deberla servir como modelo para el resto del Caribe, comenz6 a mostrar el reves de aquel tapiz, Ia cara oculta detrns de Ia vitrina. Cuan¡ do en Ia decada del cincuenta, se inaugura el Estado Libre Asociado de Puerto Rico, el 25 de julio de 1952, presenciaremos aquello que denominare "Ia celebraci6n puertorriqueiia". Hecho captado tambien, muy atinadamente, por nuestro gran escritor Rene Marques en su laureado ensayo, titulado muy significativamente, "Optimismo politico y pesimismo literario en el Puerto Rico contemporaneo". Frente a Ia ideologia desarrollista de un capitalismo desenfrenado, ejemplificado, en el Partido Popular de aquel entonces, por quienes habian desechado el ideario populista de sus fundadores por los tecn6cratas y planificadores de nuevo cuiio, dispucstos a sacrificarlo todo en aras de un e lusivo ente II amado "progreso", surgira en el seno de esa colectividad un sector importante que