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Entre el cafe de l11s Ires y un b11ul memnrlcosu: Ia lllstorl11 en dos rd11tos de Ana Lydl11 \'e1:11 l l\'ctlc lopez
de los policias y cl modo en que Ia mama evade Ia prcgunta nos situa ya en cl tcrritorio del silcncio, de to innombrado que sc pcrcibc como potencialmente explosivo. El proximo cuadro narrativo correspondc a Angel, quicn par averiguar se accrca a Ia plaza y comenta sus pcripccias para cvadir el cordon de policias: "Tenia curiosidad par vcrles Ia cara a los nacionalistas esos que habian anunciado un mitin con tanta fanfarria", dice, dejando claras sus intencioncs de observador y exponiendo asi que no se tmta de un participantc de Ia actividad nacionalista. De igual modo el proximo integrante, el fotografo, at quejarse de no huber podido ocupar una mejor posicion para sus fotos, nos da informacion similar: " ... si Ia caminata no hubiese sido tan larga. Pero Ia policia tenia acordonadas las callcs mas cercanas y ni siquiera el camet de Ellmparciat le habia podido conseguir Ia dispcnsa nccesaria". El discurso de Ia niiia reconstruye el espacio sureno y ofrcce datos de canicter cultural: el rio Inab6n, Ia cuarcsma, Ia sequin, Ia plaza del pueblo, Ia antigun hacienda, los juegos infantiles, los platos del almuerzo dominguero, Ia vida rural. Crca tam bien, metaforicamente, unas aristas que desde cl inicio del relata apuntan at Iemar: las cruces de madera, que en las carrcteras solian marcar los que habian mucrto en esc Iugar; cltraslado de un vccino at hospital o at cementerio, que Liliannc obscrva desdc cl carro; Ia tristeza que le sobrevicnc cuando junto at papa canta un duo de coplas sobre pcrdida y dolor: Yo tenia una palomita que era mi divertimento se me fue de mi jaulita se me fue de mi jaulita sin darle ningun tonnento Ante cl aplauso del papa al concluir de cantar Lilianne, llcna de presagios, dice: "En esc momenta, sin saber aun por que, se me aguaron los ojos y se me aprcto el pccho". El "aun" de Ia protagonista prefigura un ticmpo, el adverbio de Ia espera de to que se sucedem, de aqucllo que pucde explicar esa sensacion de pena. Tal conocimiento nos llcga en el ultimo cuadro que corresponde a Lilianne, en cl que cl publico lector pucdc enfrcntarse a! a tin que ahara
cxplica Ia repcntina tristeza, convertido el prcscntimiento en ccrteza. A Ia par que Lilianne y cl papa entonan sus cop las tristes, Carlos cscucha como "La Borinque1ia subi6 at cielo en alas de Ia brisa" y Ia muchacha que to acompaiia "Via a los nacionalistas en atcncion con sus rifles de palo; vio detnis a las mujeres todas vcstidas de blanco. Y via tambicn Ia fila de ametralladoras Thompson como una oscura frontera entre Ia vida y Ia mucrtc, como un rio congclado". Angel, e\ otro participante de Ia narracion, tambicn escucha como los acordes de La Borinq11e1ia "sc impusieron a golpc de platillos y trompctas". La narracion qucda marcada par el jucgo de sonido y silcncio: las coplas que entonan padre c hija en Ia casu de campo, los acordes de La Borinque1ia, Ia quietud de scgundos anterior a los disparos, Ia tension del fotografo mientras prcpara su lente, el conjunto de gritos. Dcsdc perspectivas diferentes, el triptico de voces bordea c1 mismo hccho en cl relata jugandole cabeza asi a una sola voz autorial. Et "escarabajo de mal agUero", c\ carro de Ia poticia que Ia nina ve llegar y que ocasiona que Ia mama suelte Ia taza de cafe, interrumpiendo asi cl habito de Ia tarde, lo cncontraremos luego en Ia cncrucijada de las callcs Marina y Aurora; dcsdc cl percibc cl Fiscal "cl olor avasallante de Ia muerte que subia de los adoquincs manchados". Sc trata, como ha senalado Elsa Noya a! leer "La alambrada'?~ uno de los rclatos de Encancaranublado,26 de Ia conciencia del cerco. En cJ cuento que nos ocupa cJ cerco corrcsponde a una cnccrrona, a un cspacio acorralado y tambicn a una memoria sitiada. La nocion de cspacialidad es fundamental en "Un domingo de Lilianne", pues se trala de un cuento que se construye en gran mcdida sabre Ia "Icy" de lcrritorialidad, sabre los limites que separan to \egitimo de lo ilegitimo, sabre espacios rca\es y las !eyes que dcfincn los lugares en los que transitamosP Las luchas culturales se dan en esccnarios o paisajes que suclcn cstar sujetos a una geomctria del poder,l" csa estructura del cspacio en cl que nuestras vidas adquieren significado. En e\ cuento, las calles Marina y Aurora configuran csa gcometria de control de los lugares; como sc desprendc de las fotos Ia policia sc habia organizado para ccrrar todas las calles a\cdanas a Ia manifestacion.
25 Elsa Noya, Leer Ia fWfria. £studios .1' njlc.tillii<'S .mbn? <'.<critura.< puerlllrriqudia.< (Cordoba, Argentina· Alciiin Editorn, 2004), p.43-45. 26 Ana Lydia Vega, Ellc·wrccmmuhlado y olrm cue11111s de llllltjragio (San Juan: Editorial Antillana, 1983). 27 Las ideas sabre el cspacio y su funcion en tanto clemento de Ia culturn provicncn del Hbro que cdita Don Mitchell, Cultural Geograpltl' A Critiml lrllmcluaioll (MA. O~ford, Victoria, Berlin: Blackwclll'ublishing, 2000). 28 Mitchell se vale cste conccpto, que dcsarrull<i Doreen Massey, segim exponc en Ia introduccicin dellibro.