Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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genitales y glúteos los cuales contrastaban con la mujer blanca3. A través de una caricatura anónima, se mostró la exacerbación de su fisionomía, al igual que las reacciones y comentarios denigrantes de los espectadores de la mujer

Este tipo de representaciones muestran cómo ilustradores de la época se apropiaron de concepciones prejuiciadas en una sociedad racista y clasista, en la cual la negra era un objeto sexual y el esclavo respondía al abuso físico. En este sentido, la visión prejuiciada europea cimentó la edificación de la idea del negro como el “otro”. El impacto del tráfico transatlántico de negros originarios de múltiples etnias africanas fue dramático para las culturas caribeñas enmarcadas en una cosmovisión eurocéntrica4. En Puerto Rico el sistema esclavista sentó las bases de las jerarquías “raciales” , de esta manera se posicionó al blanco como superior frente al negro en términos políticos, económicos y sociales. Hasta finales del siglo XIX el dominio español, respaldado por la iglesia católica, estableció el poder Michael Harris, Colored Pictures: Race and Visual Representation (Chapel Hill:University of North Carolina Press, 2003), 127. 4 WilliamFred Santiago, África en América y la transgresión cimarrona Exégesis: Revista del Colegio Universitario de Humacao, 5.14 (1992): 3-6. 3

Charles Rogler, The Morality of Race mixing in Puerto Rico en Portrait of a Society: Readings on Puerto Rican Sociology (Barcelona: University of Puerto Rico Press, 1972) 58. 6 Jalil Sued Badillo y Angel López Cantos, Puerto Rico Negro (Río Piedras, P. R.: Editorial Cultural, 1986) 243. 7 Ónix Concepción, La Representación del Negro en la pintura puertorriqueña. (Tesina de bachillerato, Universidad de Puerto Rico, Río Piedras, 2005) 14. 8 Lizette Cabrera, Reflejos de la Historia de Puerto 5

Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña|Tercera Serie|Número 5

Foto 1. Anónimo. Caricatura francesa, 1814. Bibliothéque Nationale de France.

del blanco y el rechazó al negro, el mulato y el pardo5. Los líderes religiosos propusieron a los hacendados que no debían ser crueles con los esclavos, sin embargo, les pidieron que fueran severos sin olvidar la justicia y la equidad6. La crueldad de la desigualdad en la isla fue representada en El negro flagelado o Un boca arriba (c.1872), pieza perdida de Francisco Oller y Cestero (1833-1917), en la que censura la institución de la esclavitud. En la obra se representó a una multitud de negros que presencian de forma sumisa y hasta indiferente el castigo al que era sometido un esclavo. El hombre estaba atado de manos y pies a dos maderas paralelas sobre la tierra. Destaca el hecho de que un negro es el que azota al esclavo, mientras los blancos solamente observan. La obra de Oller muestra a los negros “buenos” torturados por los blancos “malos”, y también a los negros que se prestan a hacer el papel de esclavistas7. La súplica por la libertad anhelada se encarna en la pintura a través de la mujer de traje blanco y arrodillada, que clama piedad. Es interesante que a un año de la realización de la pieza los esclavos lograran su emancipación en la isla. Es importante señalar, cuando se habla de abolición de la esclavitud, que la gesta va más allá de lo que lograron figuras como Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruiz Belvis, entre otros. Se debe reiterar que los esclavos jugaron un rol esencial en la conquista de su libertad, siendo evidenciado en alrededor de veintidos intentos de rebelión en el periodo de 1795-18488.

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