prodigaremos elogios á la antojadiza diosa
del buen gusto, puesto que á veces incurre en
lamentables
equivocaciones;
el
buen
sentido ha de imponerse, en determinados momentos,
y precisamente, cuando lo crea-
mos necesario, queremos influir é influiremos, en esa gran victoria femenina. Siempre hemos tenido por norte, por ideal, en los trabajos á la mujer
buir á la ilustración
dedicados,
femenina
más agradable la vida del
los públicos
cesario añadir
Así
para hacer
hogar,
americanos,
escribimos.
contrilo saben
para los
cuales
que no consideramos ne-
más
á
nuestro
programa,
basta lo expuesto, despues de; haber probado repetidas veces, hasta donde llegan nuestros entusiasmos, cuando de la mujer se trata, Deliciosamente se hermanan el arte y
la industria para hacer fácil la
tarea de la
moda, y familiarizar á las damas de todos los países, con los secretos de la verdadera
E
AA
ció a a OR
elegancia,
no priva
una
sola
hechura,
no
domina un solo color, el gusto moderno “pide inspiraciones á todas las épocas, y cosmopolita,
como
nunca lo fuera, íbre an-.
cho campo á la fantasía, poniendo en boga
aquellos risueños caprichos que más á maravilla se enlazan con el arte.
muy
Las
estrechas en las caderas,
santes, son, indudablemente acompañando á los cuerpos
faldas,
apenas ramuy bellas, novedad, ar-
tístico alarde de todas las fantasías. Los talles cortos, que
quiso
boga París, no han alcanzado lo poco que favorecen. Sólo
algunas damas
aceptaron
elemento femenino
las
poner en
fortuna, por en principio
toreras;
el
europeo, persiste deten-
aáiendo los talles largos y no se queda atrás Madrid, en la agradable tarea de embelle-
cerlos, merced á variedad infinita de risueñas fantasías. Las combinaciones de color y aun de tegidos, informan la nota más
saliente del gusto primaveral,
punto se imponen,
que
y hasta tal
ni las faldas las
desdeñan,pues se ven algunas, de ricas te-
las brochadas, abiertas
por
para
manera
delante, sobre
géneros lisos de distinto color. Sin embargo, es indispensable, suma discreción casar
los
tonos
- sulte el maridaje
de
antiartístico,
que
no
re-
detestable.
Respectu á las tentativas. encaminadas á
dotar de volantes las faldas,
solo alcanzan
un éxito relativo, cólocando esos adornos, no atravesados, sino á lo. largo, de abajo E
arriba, y siempre con
nandoel delantero.
predilección,
ador-
La sencillez es lo ca-
racterístico de la moda,
y
por
eso,
no se
aceptan muchos adornos en las faldas.
Atrevimiento acusan las formas de los
sombreros. Todos son de copa bastante alta, alas grandes,
á trechos
recogidas,
sin
modelo fijo, pues según la fisonomía á que deban adaptarse, así han de ser las ondu-
laciones.
Por este medio
artístico, según
verán
lectoras; queda ámplio
tiva individual,
para
tan sumamente
nuestras
amables
espacio á la inicia-
poner
de relieve
la
intuición artística, tan necesaria á la mujer, si quiere distinguirse del montón, en sus trajes y adornos, |
Continúan
en concepto
de
gozando de
algún
abrigos
entretiempo.
de
favor,
las chaquetas rectas, sin entallar ni el delantero ni la espalda, pero como la hechura no resulta airosa, por eso sin duda no ha despertado esta novedad
el entusiasmo
que se prometían sus inventores. En su lugar, las esclavinas de tul y encaje, con
largas caidas ¡por delante, tienden á acentuar su reinado, para todo lo que resta de
primavera y quizá tambien para el verano. Son nuevas, airosas, elegantes, y contribuyen al mayor aspecto juvenil, por eso
nadie discute su triunfo, porque ló bello se
impone,
sin discusión
y sin violencia,
Los conciertos de primavera, despues de la clausura del Real, son lo único que dá momentáneamente el tono á la villay córte, Como nunca, aparte de esto, que'€s-
bien poco para una capital siempre tenida.
en concepto de bulliciosa, se siente Madrid +.
desanimado y triste. Cierto que las lobre-
gueces estendidas sobre
cional,
conspiran
alegría de raza. de la Cuaresma
nuestra
abiertamente
vida
na!
contra la.
Además, las severidades se imponen y el tiempo
dedicado á la oración y al recogimiento, tiene algo de solemne y silencioso, que abruma á los espíritus frívolos. El padre Calpena es el orador que más numeroso y selecto público congrega en los templos donde resuena su vigorosa € inspirada palabra, trado, entusiasta por
Es joven, muy ilus- ' la Religión y le dis-
tingue'una oratoria llena de talento y de fuego. Responde á maravilla á las exigen-
cias de
los tiempos,
y
lo repetimos, esta
Cuarsema, ha sido el predicador que más francos éxitos ha alcanzado.
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