Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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casi respirable. Así queda carne adentro en Proft!da d~ Puerto Rico. En Cántico mortal a Julia de Burgos, si bien roza lo beatíCico, rasgo de aquellos años crÍlicos del 50, logra entretanto por su sinceridad un desgarre vital, responsable. Hay en estos poemarios ciertos destellos a los que podemos aludir. si es que lo son de plenitud, porque desembocan en ese recobrar el contacto vivido desde una rebeldía necesaria en que Jasemilio nos revela un mundo de valores. los nuestros. Poeta éSle, destemplado pero adherido en Corma dinámica a lo esencial de la tradición, a lo formal del fraseo si de este emana una energía de pueblo añorado. de llanto que no se confiesa que es lo peor. Entre sus inquietudes es capaz de orientarnos sin importarle cuán desorientado esté. Su poema es arma para crearnos una trayectoria. En su visión de mundo no entran como entre lo mejor de René Marqués. halitos morbosos de liquidación. Hay dos obsesiones en Prof~cía.: ese puño de mono taña que es la tierra y los jóvenes. Pero para ellos [rae consigo la recordación. la de sus mártires como' emblema ejemplar: "Cadáveres amados I cadáveres que un día I vi caer junto a la sombra mía ..... Son estos cuerpos macerados los que estructuran sin olvido su obra. El los revive más que evocarlos como "estrellas de su duelo", al espacializarlos los hace "arder gozosamente". en un impacto apasionante. desconcertado. Josemilio parte de éstos, realidad dual en la que nos involucra. Ellos. porque dieron su vida y nosolros -lo esperable hasta cuándo de nuestro pueblo. Pero su impacto es para lo vispera" nuevo. De ellos expande la realidad carnosa de su poemario. Hay un desmadre

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flácido ante los hijos caídos. Es poesia que lo vincula a la filosa militancia de Correljer, a sedimentos patrios de Clemente SOlO Vélez, Francisco.Matos Paoli. La melaCorización que le caracteriza parece ser un recurso de esparcimiento ante una naturaleza que desea aprisionar en la palabra. presagio del exterminio que nos cerca. Semimos golpes de un corazón -barcarola, no ya caracol, como aquel estadio nerudiano. sino nudo desde donde las represiones enrejadas han hecho hueco. Supera la angustia existencial en esa etapa de su poesía ante lodo lo que le acosa. Son los lapsos del destierro en su vida. Le llevan a hacer latentes. a enmarcar sus pueblos queridos: Lares, Utuado. Barranq uitas. Cruzan en sus poemas Manolo el Leñero. cruza Hostos. No es cuestión de recobrarlos poéticameme. Están ahí para animarnos con júbilo. Lejos de caer en la melancolia. trata de superar su tensión. pero ésta se vuelve terrosa. irre\'ersible. Recurre a la fronda metafórica. el verdor aún latenle emonces, hoy des\'aído, por lo que él ha sabido recoger un vigor que parece irse de nuestro ambieme. Ante todo el desgarre hosco del destierro y sus consecuencias se deja entrever. La vaciedad surge esta vez en el resplandor de la palabra que es fuerza más que soñada. vil'ida. Conjuntos de agua: río y mar lo liberan de su depresión en el' medita tia de Oda al mar de Guajataca. que puede considerarse plaquette en cuamo a unidad y equilibrio en sus aspectos, La recordación en Profecía de Puerto Rico se enfoca de nuevo con el poema a Pepito Santiago. eSludiante muerto por la policía en la Universidad durante el año 1935. Se unen en esta galería los doce puertorriqueños


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