Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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Rico Ilustrado inició Ribera la publicación de los versos que integran varios de sus poemarios inéditos antes aludidos. También en la misma revista -véanse tales artículos como los que titula "Prosas minúsculas: ta música y el idioma castellano" (1925), "El oscurantismo en nuestra literatura" (192Tj- Y en una sección permanente que apareció a partir de 19¡7 en el periódico La Democracia bajo el título de "Página de vanguardia", sostuvo activa campaña de divulgación y propaganda de las nuevas ideas poéticas, comentando la obra de autores extranjeros y dando acogida a la que de vez en cuando producían los jóvenes del país. A partir de noviembre de 1926, de otro lado, impulsa la salida del vocero sabatino Poliedro, "revista literaria moderna" que dirige inicialmente y luego deja en manos de Luis Antonio Miranda. Abogaba Ribera Chevremont en sus campañas vanguardistas por la superación de las viejas maneras de hacer en la lírica, suplantando el verso métrico con el verso rítmico, eliminando lo anecdótico y favoreciendo el uso de la imagen indirecta en lugar. de la directa. "Matemos -escribía- el cisne y el ruiseñor. Yo proclamo el imperio de la rana, esa joya de porcelana verde prendida al seno oscuro de los charcos. Matemos la elocuencia, el tono mayor, lo grave, lo teatral". Su labor de orientación "de lucha exterior", según palabras de Concha Meléndez, surte efecto y adquiere resonancia con la aparición en el medio poético puertorriqueño de las escuelas vanguardistas del noísmo (1925) y del atalayismo (1928), cuyas génesis es justo atribuir en parte al influjo innovador que esparció Rivera en la Isla. Sin embargo, como señala Laguerre, más preocupado nuestro poeta por los ternas metafísicos que por las escuelas literarias, pronto deja de ser guía, y, con su matrimonio, en 1929, da comienzo a una época de quietud y de análisis. Para fines de la década de los veinte e inicios de la que sigue da a las prensas cuatro nuevos cuadernos líricos: Los almendros del Paseo de Covadonga (1928), libro que atesora recuerdos de la infancia, escrito a solicitud del Departamento de Instrucción Pública; La hora del orífice (1929), Tierra y sombra (1930), el último, desahogo elegíaco ante el fallecimiento de su hermana Mercedes, a cuya vera había encontrado los calores hogareños perdidos antes con las muertes respectivas de la madre y la abuela. Después de 1930, durante la mayor parte de dicha década, el poeta se autoimpone un largo período de "silencio, de recogimiento, de estudio y seguramente de encrucijada en su camino de creador de formas bellas" según expresión de la señorita Meléndez. En ocho años no publica ningún otro libro y apenas da a conocer algunos versos en la prensa periódica isleña. Rompe este semimutismo en 1938 con la salida de su próximo poemario, Color, libro laureado por el Instituto de Literatura Puertorrique18

ña, inspirado en el paisaje de la tierra natal, y el cual marca el principio del arte seguro de plena madurez del poeta superador de las indecisiones y extremos, de las explotaciones y tanteos de su época moza. El propio poeta da la clave de este su arte definitivo en una conferencia que lee en 1941 en un seminario de poesía puertorriqueña que dirige en la Universidad de ·Puerto Rico la doctora Meléndez, luego publicada bajo el título de El sentimiento de la naturaleza en "Color" (1943). En este ultimo año da también a la estampa un nuevo tomo de versos, Tonos y formas, considerado entonces como su mejor obra, libro premiado igualmente por el Instituto de Literatura Puertorriqueña, así como el próximo volumen que produce su pluma de poeta, Anclas de oro (1945). A estos poemarios siguen en sucesión Barro (1945), el hasta entonces inédito Tú, mar, y yo y ella (1946), libro de mediados de los años veinte; Verbo (1947), y el volumen antológico Creación (1951), que recoge los mejores versos de su labor total hasta aquel año. La producción lírica de este autor hasta la salida de Tonos y formas (1943) es objeto por entonces del primer estudio completo que merece el gran poeta puertorriqueño, realizado por Concha Meléndez en el libro que titula La inquietud sosegada: Poética de Evaristo Ribera Chevremont (1946). La Universidad de Puerto Rico lo honra y se honra extendiéndole nombramiento de conferenciante adscrito a la Facultad de Humanidades. Por .otra parte, entre la publicación de Verbo y Creación se da a conocer Ribera como novelista con el relato El niño de arcilla (1950), de fondo autobiográfico. Durante la década siguiente el poeta realiza otros tres viajes a España: en 1953, 1956 Y 1958, y es recibido con afecto y admiración en todas partes: en el Centro Gallego, en el Círculo de Bellas Artes, en la cátedra de Literatura Hispanoamericana, que regenta el doctor Luis Morales Oliver, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Madrid, en el Instituto de Cultura Hispánica, casa que patrocina en 1954 la edición de un conjunto selecto de toda la obra del poeta insular hasta el año de 1950: Antología ppética (1924-1950) y La llama pensativa (sonetos inéditos). En 1955 publica Ribera en San Juan, en nueva edición completa, la segunda parte de la anterior antología: La llama pensativa; Los sonetos de Dios, del Amor y de la Muerte. Dos años después sale de prensas la antología general que dedica la Universidad de Puerto Rico a la obra poética de Ribera Chevremont enmarcada entre los años de 1914 a 1950, selección y estudio preliminar a cargo de Federico de Onís. El Instituto de Cultura Puertorriqueña también honra al ilustre poeta con la publicación, en 1960, de un cuaderno que recoge versos suyos, publicados e inéditos, ilustrado por el artista J. A. Torres Martinó.


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