La Ultima Tarde* Por RAFAEL W. RAMlREZ
No
FUE UNA. FUERON DOS. LA PRIMERA, LA DEL 19 DE noviembre de 1493. Yucayeque indígena de Aymaco, en la costa occidental. Los indios celebran un areyto. Llegan a nosotros ecos lejanos de un monótono cantar.
los indios abandonan el yucayeque y se internan en los espesos bosques cercanos. Nuevo día, Nueva Luz. Nueva insignia en aquella playa. Nuevo símbolo en aquel solar. Una cruz para acabar con el cerní. Una bandera para implantar una civilización.
Con sus notas repiten viejas consejas de antiguos jefes, de casi olvidadas luchas, de hechos gloriosos realizados por bravos caciques. El bohique guía, y los nitaínos y naborias repiten al unísono las palabras del maestro de la tribu. En su rustico danzar reproducen todos los movimientos guerreros descritos en el areyto; resuenan los salvajes gritos de guerra que se oyeron en épocas lejanas; los ayes del dolor arrancados de los pechos de los que imi· tan o toman la parte del enemigo feroz; los alaridos de la victoria. Es la hora de la puesta del sol. De un sol que brilla fuertemente, en un día tropical. De pronto un indio que desde cercana colina otea el horizonte, corre hacia el batey donde se celebra el areyto. ¡Canoas! ¡Canoas! ¡Muchas canoas! Cesa la música, muere el cantar, reina el silen· cio y todas las miradas se dirigen hacia el mar. Allí en el horizonte, en aquella línea en la cual el turey y las aguas parecen juntarse, flotan galanas, orgullosas, diecisiete naves castellanas.
Quince años de duda, quince años de expectación. Rumores que llegan de Quisqueya, de Cuba, de Ja· maica. Nuevas canoas que arriban a las playas del Boriquen. Hombres que saltan a tierra, que cambian sus nombres con los indios y que empiezan a abrir las entrañas de aquel suelo para arrancar el oro; que obligan a sembrar mucha yuca para alimentar a sus compañeros.
Sorprendidos ante aquel nuevo espectáculo, cacique y bohique celebran misteriosa charla. Mientras tanto avanza la flota que trae el nuevo pabellón. y al caer el manto de la noche sobre aquel caserío
* Rafael W. Ramirez de Arellano. La Ultima Tarde. Publi· cación del Gobierno Nacional de la Capital de Puerto Rico. San Juan, 1964. 64 págs.
Dureza, sufrimiento, guerra, muerte.
Yucayeques que desaparecen para dar paso a un nuevo tipo de pueblos. Veredas antiguas que se convierten en caminos. Culto supersticioso que cambia en religión sacrosanta.
Gobierno cacical que se convierte en monarquía. Obediencia a un cacique, en fidelidad y lealtad a un rey. Luchas sangrientas contra el hombre; crueles, contra las epidemias; desconsoladoras, contra la na· turaleza. Puerto Rico que surge en lugar del Boriquén. Lengua castellana, música llena de sentimiento que recuerda tierras lejanas. Introducción de brazos comprados cuyos dueños van a doblar la cerviz para arrancar a la tierra no el oro de las entrañas, sino la riqueza de su fertilidad. 7