En este romance pintoresquista notamos influencia lorquiana. En el poema, "Munda, la reina del tom-tom", es curioso observar el uso del eneasilabo, en el que predomina lo musical a base de la repetición de versos y palabras, algunas, onomatopéyicas, otras, inventadas por el poeta, además de la aliteración de efectividad melódica. Este romance de plasticidad sensual, adopta el ritmo del danzar del negro. La negra, regocijada. pasional, no se detiene en moral alguna sino en su propia naturaleza primaria, es prolija en hijos -tiene quince-o En e~te poema se realza la escultura recia y sensoria de la negra danzante: reina del tom·tom, o sea del baile)ubriscente que reafirma el ritmo del estribillo: .
Tambo, catanga, pedandó, timba, marimba, tocotom. 12 que. aunque con distinto propósito, nos recuerda algunos poemas negros de Luis Palés Matos, en especial, "Majestad negra". En "Sábado negro", se juntan, al tema del negro, el social, político, obrero, costumbrista y el del folklore:
como si el Africa entonces despertara en una hoguera.'3 en el día que más que de reposo fuera de jolgorio triste
El sábado tiene el alma emponzoñada de estrellas. u hay ilusión, fantasía, pero no felicidad auténtica, permanente, paz, porque según el poeta
Esta grey de selva y ritmo en paila de sexo espera. 15 es decir. humanidad atenida a la naturaleza, al instinto así como al retorno primitivo que sueña en intervalos de baile y alcohol, y que en este poema se combina, 10 divertido con lo trágico, y que a nuestro parecer se resume en el estribillo
Balumba, bumba, turú, numba, gambá, ñangatú. 16 olvido del dolor y de la miseria, en que el baile originario, hierático y desaforado, en el romance no es más que caricatura de alegría y pesadumbre. En Paracaídas, prevalece el romance de ritmo
variado. en metros de seis, siete, ocho y nueve sí· labas. El tema del negro asimismo es tratado por Rosa· Nieves en su libro Diapasón negro, 1960, del cual, en unas "Palabras imprescindibles", el autor nos dice: "es poesía negrista. de tipo social en aguafuertes duros, sin lamentos ridículos, sin eufemismos hi· rientes, sin caricaturas humorísticas ni espectáculos crueles que denigren una raza virgen, vigorosa y noble": es poesía el:lborada "dentro de un primoroso verismo expresionista".J7 Y como sostiene el poeta Francisco Lluc3 Mora, "lo telúrico está presente en todo el poemario: es el elemento gestor y cohesor" u de toda la obra de este poeta. Es decir, aún el tema negro se da unido a lo propio puertorriqueño. En el primer poema del libro Diapasón negro, "Noble abolengo", el poeta se remonta a los orí· genes del negro, a sus "bisabuelos reyes de alguna tribu del Nilo", el "río de las grandes crecientes de luceros"; antepasados que al ser traídos a Puerto Rico por los españoles, les "comenzó su estirpe de herrero de las cadenas", y aquí, sabe del "carimbo, las argollas, el látigo y el cepo", mas añorando siem· pre el lugar de origen al darse a "la danza, la bomba, la plena y el sonduro". Mientras en "Canción de cuna", en bellísima imagen, nos dice que el negro marinero fue a la mar a "deshojar panoramas", en "Domingo libre" plantea las penurias del obrero negro: "domingo es el olvido de raquíticos salarios", y pone su esperanza en que "en el futuro algún nieto le dé por la abogacía", en "Código humano" nos afirma, "el hombre es hijo del amor" y "en el dolor y la muerte", todos somos iguales. Y para no faltar la nota sensual. en "Yamba colunga", la mujer negra es "monelisa oscura" cuyos pechos son "manantiales que sueñan delicias". Hemos observado cómo junto al tema del negro lo telúrico es común expresión, marco poético vi· vencial, al hablamos de "las copas de los bambúes, de los hicacos", de "la rosa del barranco", para ofrecernos una visión de un Puerto Rico evocado en mansedumbre eglógica. Buen ejemplo de ese aspecto terruñista como gustaba el poeta decir de sus poemas sobre su tierra es el poemario El pleamar de las garzas de dmbar, (Caprichos poéticos en tiempo.de otoño), organizado en tres Relaciones: "El almendro que floreció para los pájaros", "La lluvia enamorada de la rosa" y "Las hormigas de la tarde bajo el silencio acerola". Como se podrá advertir por estas secciones y por 17. Francisco L1uch Mora, c1urisdicci6n de los hibiscos
12. 13. 14. 15. 16.
Ibid., pág. 21. Ibid., pág. 19. Ibid., pág. 19. Ibid., pág. 20. C. Rosa·Nieves, Diapasón negro. pág. 5.
y Diapasón negro, Poemario» (Primera Parte), El Mundo, San Juan, P. R., 26 de nov. de 1960, Año XLII, Núm. 15343, pág. 18. 18. Cesáreo Rosa-Nieves, El pleamar de las garuu d,
dmbar, págs. 15-16.
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