embarcaban los técnicos y los esclavos y criados. Los negros esclavos existían en Canarias dedicados al cultivo del azúcar,le y algunos pasarían a Indias, pues en Castellanos rastreamos la presencia en Santo Domingo de un «Joan Canario negro., y en el asiento de 1595 dado al portugués Pero Gomes Reynel se le autoriza a llevar anualmente de Sevilla, Lisboa y Canarias, 4.250 hombres de color. El siglo XVII, su piratería y decadencia, acusa eso: decadencia en todo y aumento del peligro extranjero. Más que nunca, los puertorriqueños tie· nen que' estar listos para los alardes, vestirse el uniforme militar, tomar las armas y hacer frente al enemigo. Las relaciones lánguidas prosiguen entre uno y otro lado del Atlántico; las Canarias en un continuo forcejeo y alegando -como Puerto Rico- que su penuria es grande y necesitan más libertad para exportar. Drásticamente la Corona ha impuesto a los canarios la obligación de enviar cinco familias a Indias por cada cien toneladas de productos (caldos) que exporten. Sin ponemos ahora a analizar lo negativo para el Archipiélago de tal medida y lo beneficiosa, en cambio, para Amé· rica, sí hemos de colegir que a Puerto Rico debie· ron llegar en el XVII más colonos canarios. Allí ya estaban los descendientes de los coterráneos arria bados en el XVI, algunos de los cuales como los ca· pitanes Andrés Botello, de Gran Canariá, y Mateo Delgado destacaron ampliamente en la defensa de la plaza en el ataque de Balduino Henrico (1625). Como las peticiones de los boricuas (más pobladores) y de los canarios (más exportación) no cesaban, en 1695 y respondiendo a una demanda del Gobernador Gaspar de Arredondo que solici· taba gente blanca de canarias arribaron 20 fami· lias de Tenerife que se establecen en Hato de Sao bana Llana, luego municipio de Río Piedras.u Sería la centuria dieciochesca la de la gran emi· gración canaria. Tenemos que en el año 1720 pa· san veinte familias, en 1722 treinta, en 1723 veinticinco, en 1724 veintiuna, en 1727 veintisiete, en 1728 treinta y dos, en 1730 dos y en 1731 otras dos familias. Son un total de casi ochocientas personas en ocho años, porcentaje con· siderable. El Reglamento de comercio de 1718 para las Islas Canarias había fijado como puer· 16. Vid. Guillenno Camacho y rérez <!aldós: «El culo tivo de la caña de azúcar y la mdustna azucarera en Gran Canaria». (ISI0-1535). Anuario de Estudios Atlánticos. Vol. 7 Madrid·Las Palmas, 1961. pp. 11-70. 17. ' Carta del Cabildo de San Juan indicando que el 3 de agosto ~e 1695 llegó el Sargento Mayor Juan F!,anco de Medina con 20 familias canarias. AGI. Santo Dommgo 165. Apud. «Catálogos~de las Cartas.... cit. en nota 1. Vid. Sobre emigración los artfculos de F. Morales Padrón y Alvarez Nazario cits. en notas 14 y 21; así como Pérez Vidal: «Aportación de Canarias a la población de América». Anuario de Estudios Atlánticos. Vol. l. Madrid·Las Palmas, 1955, v Juana GiI-Bermeio Garcfa: «La primera fundación de Humacao., Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña, núm. 22, 1964.
28
tos de exportación para Canarias siete de In. dias, entre los cuales estaba Puerto Rico, con la condición de enviar anualmente 50 personas de cinco familias. IB El origen de todas estas personas es muy difícil averiguarlo: quizá sean de Tenerife, Gran Canaria y Lanzarote. Presumiblemente eran agricultores. Y su distribución se realizó por Loíza, Bayamón, Toa, San Luis de Príncipe (hoy Humacao) donde fracasó la fundación. Como nos consta por los registros de salida, en años sucesivos del XVIII, siguieron yendo a San Juan barcos con productos isleños por lo que podemos suponer que en ellos continuaron navegando colonos canarios obli· gados o furtivamente. A partir de 1778 el Reglamento de Comercio Libre facilitó las relaciones entre el archipiélago atlántico y la isla antillana por lo que hemos de pensar con Alvarez Nazario que da inmigración canaria en Puerto Rico viene a constituir quizá el factor de mayor importancia dentro del extraordinario poblacional que experimenta la isla en dicha centuria•. De 1765 a 1799 la población boricua se triplica. De las 28 poblaciones nuevas que surgen entre 1714 y 1797 no menos de 19 se deben al esfuerzo canario, como se aprecia fácilmente en la toponimia y en el culto a la Virgen de la Candelaria pues ermitas consagradas a esta advocación serán la célula de Manatí, Mayagüez, Bayamón y Vega Alta. Al socaire de la bonanza económica que la isla experimenta siguen llegando canarios. Aunque no tengamos datos precisos, concretos, sí los tenemos negativos como la orden de 1803 para que no se tolere la entrada de canarios sin pasaporte del Comandante General o Juez de Arribadas. Casi exac· tamen te fechado seis años más tarde leemos un informe presentado al Ayuntamiento de San Juan abogando por la inmigración de canarios. Y alguna debió de arribar porque desde 1800 a 1812 -sin decirlo nos hemos metido en el XIX- la población de la isla aumentó en 1781 habitantes de raza blanca, siendo lógico pensar que la inmigración canaria estaba inculpada en este hecho, pues las localidades que nacen entontes se localizan en zonas desde donde antaño se situaban los canarios. La sangre busca a la sangre. (Trujillo Alto, Las Piedras, Barranquitas, Camuy, Cidra, San Lorenzo, Dorado). Después de 1812 se intensifica llil política boricua destinada a aumentar la población insular y al Intendente Alejandro Ramírez se debe al acomodo de familias canarias, algunas que iban de paso a otros destinos como las doce familias lanzaroteñas y algunas de I:.a Palma que se asentaron en Trujillo Alto y Vega Alta. Con destino a Texas habían salido 18. Vid. F. Morales Padrón: «El comercio canario..... En 1727 el Rey autoriza al Juez de Arribada a conceder licencias de emigración rumbo a Filipinas, Cuba y Puerto Rico. AGI. Ultramar, 788.