dolor». (134) En «"Poemas para un naufragio», de El mar y tú, "Ya no es mío mi amor». Es el «Nau-
fragio de un sueño». El amor, razón de ser de la vida de Julia, la ha abandonado, dejándola «sin lumbre»: Ya nada más detiene mis ojos en la nube... Se alzaron por alzarte, y ¡qué inmensa caída! L .. ] Me voy como vinieron a tu techo mis cielos ... fatal y quedamente, a quedarme dormida... (243) C. Dolor y muerte Los poemas del amor dolorido, desilusionado, comienzan a ser inseparables de los de la muerte. El amor irrealizable es como una muerte en vida. Ya en "Vaciedad», de la última parte de Canción..., la poeta se encuentra viviendo un instante perpetuo de angustia: Voy en tumbos cayéndome en los instantes largos [de dolor que han subido mi sensación hospitalaria, y me beso en su sangre por la gota de angustia que volverá mañana. (180) Al principio este dolor es solamente un presentimiento que le llega a la poeta aun en Jos momentos de felicidad. Pero si en «Canción amarga», por ejemplo, el alma moribunda todavía encuentra fuerzas en el amor, en los "Poemas para un naufragio» el amor ya no le ofrece abrigo. La vida se ha tornado llanto, dolor, soledad, muerte, "íntima agonía»: Este corazón mío, tan abierto y tan simple, es ya casi una fuente debajo de mi llanto.
no hay espiga~ remotas; no hay naufragios; no hay ecos; ni siquiera una angustia; ¡hasta el silencio ha muerto! ¿Qué dices, alma, huirme? A dónde llegaré donde no esté yo misma tras roi sombra? (259) No se puede soslayar cierta complacencia en el dolor y en el acercamiento a la muerte, como si al fin hubiera logrado definirse en ellos: Am'o el dolor qu~ se me escapa por donde viene mi gran sueño... uno me eleva para el alma, otro me salva para el tiempo. (235) En la ribera de la muerte, hay algo, alguna voz, alguna vela a punto de partir, alguna tumba libre que me enamora el alma. (232) Pero esto no le quita autenticidad al sufrimiento de la poeta. Si la ausencia del amor le es como una muerte en vida, llega al anhelo de la muerte como término de su angustia, soledad absoluta. ¿Cómo dudar de la intensidad del llamado a la muerte en el conocido y presagioso "Dadme mi número»? A esa honda, sincera emoción se une la destreza técnica. y la capacidad para crear metáforas, debido a las cuales escribe Julia unos de sus poe· mas más logrados. Piénsese sobre todo en los poe· mas del mar de los "Poemas para un naufragio». En «¡Oh mar, no esperes más! por ejemplo, el léxico es de derrota y muerte. Fijémonos en los adjetivos: (sueño) caido, (mariposas) muertas, (corazón) solo, (risa) perdida, triste, devastada, (ríos) agotados y turbios, (sed) rota y' despedazándose. En el vacío de la vida, Ja poeta anhela anegarse en la muerte: J)
Es un dolor sentado más allá de la muerte. Un dolor esperando... esperando ... esperando... Todas las horas pasan con la muerte en los hom[bros. Yo sola sigo quieta con mi sombra en los brazos. [(225) En la derrota, «Las calles de mi alma andan desarropadas Mi dolor va vendado de llanto entre mis OjOS (228) Se queda sola «sin canciones, ni piel,/ como un túnel por dentro, donde el mis· mo silencio se enloquece y se mata.» (245) Tanto se identifica la poeta con este dolor mortal que no hay escape posible: lO
Ya no hay voz, ni lágrimas, 34
¡Oh mar, no esperes más! Déjame amar tus brazos con la misma agonía con [que un día nací. Dame tu pecho azul, y seremos por siempre el corazón del llanto..: (239) Otro poema de esta temática, en que se opera una trascendencia del dolor mediante el poder de las imágenes, es «Entretanto, la ola». Este poema magistral, que va citado en el apéndice a este trabajo, puede servirnos para un análisis de los