Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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po, Margot Arce, Concha Meléndez, Henríquez Ureña, Vicente Géigel Palanca, Tomás Blanco, Evaristo Ribera Chevremont, Luis Palés Matos, Enrique Laguerre, Lidio Cruz Monclova, José Emilio González, Rubén del Rosario, José A. Balseiro, Lina Pérez Marchand, Cesáreo Rosa-Nieves, otra yez para mencionar sólo unos pocos, siempre imparten a sus escritos literarios algo del sabor y el color de la visión metafísica. En varias ocasiones y a manera de ilustración, Margot Arce ha identificado la poesía genuina con la metafísica, y lo ha hecho ella con más belleza y donaire que Whitehead, Heidegger y H6Iderlin.6 Aparte de los casos desafortunados de que durante la pasada centuria para Hostos y para Tapia la estética devino en algo así como una nodriza de la pedagogía, en el caso de ambos pensadores la estética siempre ocupó un sitio de prominencia. Las Conferencias Sobre Estética y Literatura publicadas por Alejandro Tapia en 1876, si no me equivoco, constituyen la primera obra sistemática sobre estética publicada en el hemisferio occidental. Es una obra concebida y escrita en el pensamiento y lenguaje filosóficos del siglo pasado, anclada en la metafísica de Schiller, Hegel, y Schelling, resonando con ecos de la catarsis Aristotélica, y enraizada en la ultimidad ontológica del espíritu y la dignidad ,sacramental del ser humano. En efecto Alejandro Tapia y Rivera fue el padre de las letras puertorriqueñas y su mensaje espiritualista sinfónicamente se deslíe en todos sus dramas, sus novelas, sus cuentos breves, sus artículos periodísticos, su poesía, su crítica artística, y hasta en sus Memorias o autobiografía? El paren· tesco entre la estética y la pedagogía o la ética es más conspicuo en los escritos filosóficos de Eugenio María de Hostos que en las obras de Tapia. Hostos fue un gran pedagogo y moralista, apóstol de la libertad'y fundador de naciones. Mucho antes de Henry Franklin Giddings traer la sociología como disciplina a la familia del curriculum académi· ca de la Universidad de Columbia, ya Hostos la había hecho parte central de los sistemas pedagógicos que había él instituído en Santo Domingo, Chile, y otros países de la América Latina. Para él la moral individual y social constituía la armazón civilizada de la existencia significativa, y lo que contribuyera a la realización de este ideal era digno de encomio, pero era indispensable evitar lo que pusiera el ideal en peligro. Este eticalismo ultra Kantiano casi frustró el pensamiento estético de Hostos. Es por ejemplo, difícil, reconciliar la profunda sensibilidad de Eugenio María de Hostos para lo bello, con su absoluto silencio respecto a la poesía de Gutiérrez Nájera, José Asunción Silva y Rubén Daría, cuando por razones moralistas y patrióticas, él dedicó parte tan considerable de su tiempo al estudio y apreciación de poetas menores y versificadores populares. Esta así como otras Ii· 48

mitaciones en la estética de Hostos han sido ob· servadas y justipreciadas por críticos de alto prestigio.- Por cada una de las limitaciones estéticas de Hostos, sin embargo existen valores trascendentales de significación imperecedera. Que yo sepa, en el campo de la escolaridad sistemática no existen enfoques más penetrantes de la sensibilidad estética de Eugenio María de Hostos que los escritos de Rufino Blanco Fombona, José A. Balseiro, Conchita Meléndez y Cesáreo Rosa-Nieves. Críticos literarios, poetas y autoridades estéticas que en sí cada uno de ellos es, individualmente ellos analizan y enfocan los distintos aspectos de la manera y estilo en Hostos. Con su inimitable gracia Conchita Meléndez investiga la experiencia de la naturaleza en Rostos, su artística expresión del significado telúrico para el hombre en las infinitas ma· neras en que la naturaleza se manifiesta en bosques, montañas, ríos, praderas, océanos, perspectivas, flora y fauna.9 Con artística delidadeza desmonta Cesáreo Rosa-Nieves varias selecciones de las obras de Eugenio María de Hostos y estudia la técnica y estética sintáctica del maestro con la paciente pers· pi~acia de un lírico arqueólogo,IO y tanto Rufino Blanco Fombona como José A. Balseiro penetran en la hondura psíquica y el genio observacional de Hostos tal como éstos se revelan en su obra maestra de análisis metaético. el Hamlet de WilIiam Shakespeare. lI En efecto los escritos de Conchita Meléndez, José A. Balseiro, Vicente Géigel Palanca, Cesáreo Rosa-Nieves, Rufino Blanco Fombona, Margot Arce y tantos otros, brillantemente ejemplifi· can las observaciones del presente estudio ya que todos ellos son poetas y han profundizado en la estética, pero los vectores de toda esta estética polarizan y apuntan en la dirección de la ontología y visiones filosóficas del mundo. En relación con la estética como camino del romance hacia la metafísica en el pensamiento filosófico de la América Latina o como motivación tras el pensamiento ontológico de Ibero-América, las ideas de Antonio Caso, Alejandro Deústua. José Vasconcelos, Grac;a Aranha, Luis Lloréns Torres y Abelardo Bonilla merecen especial consideración. De ~cuerdo con Antonio Caso el arte es una dimensión de la metafísica, porque en primer lugar el arte es una revela· ción de un sistema de orden que existe sobre los reinos biológicos y de utilidad económica, y en segundo lugar el arte constituye una forma sui generis de conocimiento. El punto de partida dialéctica en Antonio Caso es la noción Kantiana del desinte· rés pero elaborado por Caso en una manera muy personal con ingredientes y elementos sugeridos por las estéticas de Schopenhauer, Nietzsche, Berg. son y Benedetto Croce. DotJ Antonio Caso nos expli. ca que en la experiencia del desinterés el espíritu humano se liberta de las tramas del egoísmo biológico e intuitivamente captura el reino de lo indi


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