Revista del Instituto de Cultura Puertorriqueña

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baro, porque eran estas lenguas diversas entre si y diferentes de la general desta isla". Ya Colón había registrado en el Diario de navegación de 1492 su encuentro en La Española con ciertos indios que llevaban "todos los cabellos muy largos y encogi. dos y atados atrás, y después puestos en una redecilla de plumas de papagayos", los cuales había juzgado ser caribes, a lo que anotara posterior. mente Las Casas que éstos debían ser los que Ha· maban ciguayos "porque traían todos los cabellos muy luengos como en nuestra Castilla las mujeres", habitantes "en las sierras y costas del Norte de La Española, desde cuasi Puerto Plata hasta Higüey inclusive". Sin embargo, en la Historia de las Indias, cap. 67, ya no se muestra seguro el fraile cronista sobre si los ciguayos y los macoriges eran o no una misma gente, de igual habla: "Un gran pedazo de esta costa... [nordeste y este] era poblado de una gen te que se Hamaban macoriges y otros ciguayos, y tenian diversas lenguas de la universal de toda la isla", agregando luego que "no me acuerdo si diferían éstos en la lengua, como ha tantos años, y no hay ninguno a quien lo preguntar puesto que conversé hartas veces con ambas generaciones, y son pasados ya más de cincuenta años... ".t7 Informa asimismo el futuro obispo de Chiapas que el fraile Ramón Pane, designado por Colón para registrar datos sobre la religión de los indios de La Española, "de la lengua deBas no supo sino la de una chica provincia que arriba dijimos Hamarse de Macorix de arriba, y aquélla no perfectamente, y de la universal supo no mucho... ". Curiosamente, mientras no se vuelve a hacer mención de los macoriges por dicho nombre a lo largo de las primeras décadas del desarrollo colonial en la Isla, sí se sigue hablando de los ciguayos, y todavía en 1527 cita Las Casas la sublevación de un bravío ciguayo quien secunda por entonces la rebelión del famoso Enriquillo. Varios historiadores modernos identifican a los macoriges con los cigua· yos, indiferenciablcs de los taínos, por otra parte, según las evidencias arqueológicas que se han recogido en el territorio que ocuparon. Lovén, por ejemplo, descarta la creencia de Colón, repetida después por Mártir de Anglería, de que fuesen ca· ribes los ciguayos, afirmando en cambio que eran éstos arahuacos de lengua distinta a la de sus 17. Aparte dd reducido territorio Que ocupaban los ma· coriges por las zonas oriental 'Y norte de La Española, como residuo dc un dominio antcnor aparentemente más exten· 50. es probable que .también hubiera existido otro pequeño grupo aislado en el sur oriental de la Isla, según hace notar HENRíOUEZ UREÑA, porque los indios llamaban Macorix al río que confluye con el Higuamo y en cuya desemboca· dura Queda la moderna ciudad de San Pedro de Macorls. Por otro lado, los macoriges dcbieron también de haberse extendido a la vecina isla de Cuba, donde a fines del XVI sobrevivía aún un grupo de ellos por la región de Matanzas conocida desde antiguo como Macurijes. (Véanse P. HENRi· OUIlZ UREÑA, El español en Santo Domingo, Buenos Aires, 1940, p. 122 Y nota 1; F. PJCHARDO MOYA, op. cit•• p. 35.)

contemporáneos los aborígenes tainas de La Española y de otras islas, aunque mutuamente como prensibles una y otra, según se desprende del hecho de que los intérpretes lucayos del descubridor pudieron entenderse fácilmente con los cigua. yos, como así taJ1lbién se entendían éstos con los taínos quisqueyanos. con quienes consta en los cronistas que sostuvieron lazos de alianza politica.l8 Del habla de los macoriges y/o ciguayos de La Española, ya extinta desde antes de mediar el siglo XVI, sólo han quedado dos palabras, desprendidas sin duda de las conversaciones de los españoles con aquellos indios en sus búsquedas tras el preciado metal áureo: tuob "oro bajo" y bae~a "expre· sión negativa", esta última de aspectos formales y fonéticos coincidentes con el elemento negativo ahitsa, aitsa, alisa, maisa en hablas arahuacas como la de los indios cauixanos o cawisiana, de las regiones amazónicas entre los ríos Yapurá y Xingú.19 9. Antropólogos e historiadores han venido aplicando desde antaño el nombre y clasificación de taíno -voz que significa "hombre de bien" o "noble" en la lengua aborigen de las Antillas- al pueblo arahuaco que habitaba nuestra isla de Boriquén cuando Colón la. descubre en 1493 y el cual, además, predominaba numéricamente en La Española y Cuba. El asentamiento de estas gentes en las Antillas mayores se remonta en el tiempo a épocas muy antiguas probablemente entre los si· glos XII y XIII de nuestra era. Los restos arqueológicos de identificación cultural pretaína de edad menos arcaica en Puerto Rico -los del barrio Ostiones, de Cabo Rojo- corresponden, de acuerdo 18. Véanse F. PJCHARDO MoYA, op. cit., pp. 34, 35·36; S. LoVl!N. O,.igins o/ the Tainan Culture, West llldies, Goteborg. 1935. p. 46. Afirma por otro lado el antropólogo puer· torriqueño ALEGRi,\ que la cultura de los ciguayos es esen· cialmente arahuaca en sus rasgos característicos. y que parece representar la misma en La Española la última fase del complejo arahuaco que se movió desde Sur América hasta las islas antes de que la invasión caribe hubiera roto.> el puente de contacto entre el continente meridional y el mar de las Antillas. (Véase R. E. ALEGR{A, op. cit., p. 241.) 19. V~ase S. LOV~N, op. cit., p. 46 Y notas 5. 6. Tal vez sea indicio de la remota emigración de los antepasados de los ciguayos desde un posible territorio de origen en la Ama· zonia hastn Ins Guayanas el dato Que recoge DE GOI!JE rela· tivo a Sábayu, nombre de linaje o de familia entre los arahuacos (Iokonos) de la antigua Guayana británica. cuyos portadores dicen descender de indios que «no eran ni ara· huacos ni caribes_o y quienes en los tiempos borrascosos cuando estos pueblos estuvieron en guerra continua abandonaron su lugar de residencia ancestral en Saba (?) y se mezclaron con los arahuacos (Iokonos). (Véase C. H. DE GOEJE, Tlle Arawak Language o/ Guíalla, Amsterdam. 1928, p. 251.) Por otra parte, podría además ser indicativo del paso ulte· rior de los antepasados de los ciguayos hacia las islas del Caribe la constancia histórica de haberse documentado en la isla de Trinidad. por los finales del XVI. algunas palabras de una lengua indígena de indudable entronque arahuaco. de nombre recogido como sllebayo, sllcbaio. salvaio, hebaio, etc., de aparente estrecho parentesco fonético con la denominación de cíguayo. (Véase D. MACR. TAYLOR. «Languages and Ghost Languages oE the West Indies». lnternatiol1al Journal of American Lil1guistics, New York, 1956. XXII. pp. 182. 183.)

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